miércoles, 13 de abril de 2022

EMBUSTES, POR GRANT MORRISON /8

Columna para Speakeasy nº 108 (1990), traducción: Frog2000. 

Hoy es uno de esos días en los que no sé por qué accedí a escribir la columna de los Embustes. La idea misma de escribir mensualmente un texto que se basa en los "tejemanejes" interesantes que se producen en el negocio de los cómics es absolutamente risible. Es todo un milagro que en el campo de los cómics suceda algo relevante durante el transcurso de un año, mucho menos en un mes.

Durante este febrero-marzo, por ejemplo, no se han producido ni cancelaciones sorprendentes, ni muertes misteriosas, ni lúgubres Convenciones de Cómics en lugares exóticos. Agrégale el hecho de que me he puesto gordo y temperamental por una combinación del nuevo disco de Television Personalities, un ciclo de películas de Kenneth Anger en el tugurio local, y un interminable suministro de huevos Galaxy, y como podrás esperar, no se pueden tener grandes esperanzas de encontrar algo controvertido en estas actividades.

Entonces... ¿qué mierda voy a soltar esta vez?

El único evento menor al que he asistido recientemente fue la fiesta de lanzamiento del Hard-boiled Defective Stories de Charles Burns que montó Penguin Books. Tuvo lugar en una biblioteca situada cerca de la estación de metro Swiss Cottage. Como parte de la presentación, las paredes de la biblioteca se adornaron con páginas originales y otros elementos variados que indicaban el "Renacimiento de los cómics". Dicha exposición, diseñada para que el público modificase su forma de pensar en los cómics, tuvo un impulso supremo tal que la mayoría de las novelas gráficas expuestas fueron robadas de inmediato.

La presentación del propio tomo de Burns fue, como estoy seguro de que esperarás que voy a decir, un asunto bastante miserable. Basándome por completo en los años que llevo viendo programas poco fiables de la BBC, me imaginaba que los lanzamientos literarios eran eventos deslumbrantes y exóticos. Soñaba con intercambiar mis mejores deseos con Barbara Cartland y Salman Rushdie. En lugar de eso, soporté media hora de agonía antes de salir corriendo a coger un palanquín que me dejara en casa.

Lo curioso de la presentación es que pareció servir de lugar de encuentro para un número de personas bastante extrañas e interesantes. Me llama la atención que cada vez que acudo a cualquier evento relacionado con los cómics, siempre vea la misma multitud de personas. Hay como una docena de rostros familiares y, sin importar dónde esté, si es algo relacionado con los cómics, esta gente siempre son los mismos, ahí los tienes bebiendo vino y mordisqueando galletas de queso.

¿Quiénes serán?

¿Por qué cuando me encuentro con alguien que conozco, siempre me señala a una de estas personas y me dice: "¿Quién será ese tipo? Me cruzo con él cada vez que vengo a una de estas cosas, pero no sé de qué va". Me parece que estas personas son una especie de anomalía forteana incrustada en la malla espacio-temporal.

Creo que son el alma fundamental del medio del cómic, y que se manifiestan mediante estos extraños avatares. Por cada gota de lluvia que cae, crece una flor. En algún lugar del más allá arde una llama...

Por supuesto, el peor y más aterrador momento de todos se produjo cuando miré a mi alrededor y me di cuenta de que yo también estaba siempre en estos eventos.

En lugar de rendirme al horror por completo, permití que mi corazón estuviera junto a Charles Burns, cuyo trauma existencial tiene que haber sido mucho mayor que el que yo he sufrido. Allí estaba sentado con una sonrisa en el rostro, apoyado en una pequeña mesa de caballete con un bolígrafo en la mano, esperando. Media hora después seguía en el mismo lugar, esperando aún con la sonrisa congelada en un ríctus. Beckett habría estado orgulloso de él. Eso sí, sé que Buns tiene cierta reputación de ser una especie de rarito, y todos hemos podido ver el tipo de desagradables excentricidades que dibuja en esos cómics suyos, pero en persona parecía alguien bastante agradable. Seguro que no habría costado demasiado esfuerzo hacerlo partícipe del ambiente en general. Puede que hubiese ayudado si hubiésemos cantado algo. Tal vez si se hubiese celebrado alguna pelea amistosa o un concurso de pulsos. En su lugar, lo dejaron languidecer en su propio mundo mientras la gente vagaba comiendo cacahuetes. Por supuesto, yo tampoco hice ni el más mínimo esfuerzo por hablar con él, porque la única confianza que soy capaz de reunir es para poder charlar con mi madre y mi padre.

El punto álgido de la velada llegó cuando sacaron un magnífico pastel horneado con la forma del personaje de Burns, El Borbah, que cortaron y repartieron entre los hambrientos errantes. Me las arreglé para agarrar un poco de la bota de lucha libre y me sorprendió y divirtió descubrir que la esponja había sido fusionada con algo que sabía notablemente a Esso Blue. ¡Caramba! ¿ No es surrealista?

Si quisiera sugerir una idea, sería la siguiente: si Penguin va en serio en su intento de empujar los cómics hacia el mainstream, entonces, ¿dónde estaban las cámaras? ¿Dónde estaban las hordas de periodistas? ¿Dónde estaban los descerebrados aspirantes? ¿Dónde los lánguidos y rencorosos críticos y la gente guapa que tiene todo el derecho a acudir a una presentación literaria? ¿Es que la promoción en serio de los cómics nunca será algo que se eleve por encima del vino barato, las patatas fritas con sabor a cebolleta y las luces parpadeantes de una biblioteca pública?

En resumen, exijo glamour. Quiero ver creadores glamurosos, editores glamurosos, fans glamurosos. Quiero asistir a unas Convenciones de Cómics que avergüencen a los desfiles de la moda en París. La próxima Convención de Cómics en Glasgow será tu oportunidad de deshacerte de esos impermeables y parkas y envolverte en ropas fluorescentes. ¡Por lo más sagrado, sabes que tengo razón! Hasta entonces, seguiremos languideciendo en el gueto.

Os dejo con este último pensamiento: mientras hojeaba, como hago a menudo, mi vasta colección de filosofía social alemana contemporánea, me topé con la siguiente agridulce reflexión sobre la vida, el arte y la tragedia esencial de la condición humana...

"¡Guaaau! ¡Mira qué aldabas tiene esa, Jack!"

"¡Olvídate del tema y pon el autobús en marcha, Butler!" [*]

Esos krauts están locos, ¿verdad? Su educación es de lo más apropiada y no deja margen al error.

[*] Referencia a la comedia televisiva "On the buses", centrada en los conductores de autobús Stan Butler y Jack Harper, que acosan a las empleadas y pasajeras, y son perseguidos por el inspector Blake.

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