lunes, 10 de septiembre de 2012

VIDA ENTRE LOS MUTANTES: LA PATRULLA-X BAJO EL MANDATO DE CHRIS CLAREMONT Y JOHN BYRNE (1 de 2)

Ensayo de Carol B. Kalish y Richard E. Howell para The Comics Journal nº 49, 1979. Traducido por Frog2000. Parte 1 de 2.

-------------------------------------------------------
MÁS PATRULLA-X EN FROG2000:

*** FORUM Y YO: LA PATRULLA X 1, 2 y 3
*** ENTREVISTA A ALAN MOORE Y CHRIS CLAREMONT  1 y 2
*** LOBEZNO A LOS TREINTA: ENTREVISTA A CHRIS CLAREMONT Y JOHN BYRNE 1, 2 y 3
-------------------------------------------------------

La Patrulla X es un título especial. De culto. Favorito desde su concepción en 1963, se ha convertido en un éxito aún mayor desde el revival de 1975. El concepto original de “La Patrulla X contra el Mundo”, sumado a la edad de los miembros del equipo (relativamente cercana a la del propio lector), y al idealizado sustituto del padre, el Profesor X, son todos elementos que han contribuido a crear un fuerte lazo entre el grupo y el lector. Leer sobre este equipo secreto, su cuartel general oculto y sus misiones soterradas en pos de proteger a una confusa humanidad de los malvados mutantes, nos convierte a nosotros, sus lectores, en co-conspiradores. Y como desde el principio esto es un cómic de la Marvel, con una continuidad establecida que se centra tanto en las personalidades como en los guiones, es el mejor motivo para que nos identifiquemos tantísimo con los personajes. 

Los imprecisos e idealistas patrones de pensamiento juvenil de Stan Lee casaban bien con los diseños robustos pero expresivos de Jack Kirby. Más tarde, Roy Thomas añadió su amplia experiencia juvenil (aunque particularmente tampoco es que ofreciese mayor profundidad a la colección) al arquetípico sexteto de mutantes, mientras que el templado dibujo de Wernet Roth aportaba humanismo allá donde se podía ver una tremenda ausencia de dinamismo. Los números posteriores realizados por Steranko y [Neal] Adams se mantuvieron como testamentos de una colección que poseía un sutil atractivo y a la que le resultaban extraños los virtuosismos técnicos de estos dibujantes.

Hablando con certeza, la Patrulla X siempre ha tratado sobre los personajes en lugar del espectáculo. Se las ha arreglado para sobrevivir durante su primer ciclo de vida con una suave pero innegable consistencia tanto a nivel temático como de personajes. Cuando la serie fue resucitada, nadie dudaba de que su piedra angular más poderosa permanecería intacta. Bajo la dirección de Chris Claremont y Dave Cockrum, el nuevo grupo emergió lentamente de esa miasma de “Mutantes de las Naciones Unidas” hasta terminar convirtiéndose en la colección de personalidades completamente identificables actual. Cíclope y el Profesor eran los remanentes del antiguo equipo, y los nuevos creadores se concentraron inicialmente en esos viejos personajes. A pesar de que estas reliquias del viejo grupo eran quienes disfrutaban de las personalidades más poderosas, además de poseer las identidades más definidas del nuevo equipo, los creadores pronto se dieron cuenta de que los miembros de los nuevos X-Men también tenían personalidades potencialmente interesantes, y que desde un principio, ofertaban la oportunidad de desarrollar a los personajes de forma mucho más sofisticada. Claremont, con una reputación ya establecida de “Guionista de Personajes”, pareció comprometerse con la idea de que los personajes debían ser redondos, individualidades con un propósito en lugar de las fotocopias caricaturescas que normalmente se puede encontrar uno en los cómics a cuatro colores. Han pasado cuatro años desde el comienzo de su revival (lo suficiente para que se desarrolle todo el potencial de la serie, si es que se desarrolla alguna vez, al menos bajo la batuta de Claremont.) Este artículo examina el éxito o fracaso relativos a los X-Men de Claremont en relación a los puntos fuertes de la serie: continuidad, desarrollo de personajes, caracterización.

Los Hombres X pueden y deben ser juzgados bajo dos formas diferentes: la primera es como una abigarrada colección de individuos, cada uno de ellos delineado intencionadamente de forma que resulten creíbles bajo sus propios términos, y la segunda, como un equipo cohesionado cuyos cimientos e interacciones personales están claramente establecidos.
La buena caracterización es un requisito tremendamente exigente, tanto para el guionista como para el dibujante, y supone unos cuántos obstáculos en el camino incluso para el equipo creativo más laureado. Ambos creadores se verán constreñidos por las limitaciones espaciales físicas de una historia de 17 páginas y por una política editorial que anima primordialmente a que la lectura de la serie le resulte sencilla al lector. En manos realmente capaces, estas demandas serán pequeños obstáculos que pueden aumentar cada vez más con cada relativa disminución de conocimientos, habilidades y / o compromisos por parte del equipo creativo.

¿Cómo podría un guionista superar dichas (y probablemente inevitables) restricciones? Hay tres métodos principales de caracterización efectiva que pueden encontrarse en los cómics, y cada uno dispone de su respectivo conjunto de ventajas y desventajas.

1) Caracterización Superficial: consiste únicamente en incluir amaneramientos externos (dialecto, ropas, poderes, rasgos de la cara, etc) que le permitan al lector distinguir instantáneamente a un personaje del siguiente. Este es el método de caracterización empleado de forma más habitual, y además (simultáneamente) el más sencillo. Su mayor desventaja es que no es demasiado convincente (además de ser fácilmente accesible para todos los lectores, la caracterización superficial está totalmente desprovista de matices de ningún tipo, sobre todo de aquellos que implican personalidades redondas construidas por unos autores completamente motivados.)

2) Caracterización Circunstancial: establece la coyuntura necesaria para que se desarrolle el argumento, durante el cuál se supone que un personaje responderá de una forma remarcadamente individual, iluminando de esa forma una faceta concreta de la personalidad de dicho personaje, buscando una finalidad definitiva. En tanto que el personaje en cuestión captará mucho más la atención del lector mientras se emplee el Método de Situación (también conocido como la técnica “de poner a alguien bajo los focos”), cualquier rasgo de personalidad que el escritor esté intentando enfocar no se perderá en la trama, raramente será malinterpretado, y casi siempre dejará una impresión duradera en el lector. Los inconvenientes de este método son que consume espacio innecesariamente, dirige frecuentemente el guión hacia situaciones tangenciales que parecen poco naturales, meramente con la intención de remarcar un rasgo de la personalidad del protagonista (además de convertir el argumento principal en uno construido de forma irremediablemente chapucera), e incluso puede llegar a carecer de la consistente acentuación necesaria, por insignificante que parezca, que incluye la Caracterización Superficial.

3) El tercer método es la Caracterización Naturalista: es el más convincente y difícil de los todos. Esta técnica demanda iluminar la personalidad a través de la forma de hablar, de las obras y de los pensamientos de cada personaje. No sólo con discretas escenas “bajo los focos” que se utilizan para delinear algunos de los rasgos de personalidad, sino con todo lo que tiene que ver con el personaje. Eso incluye cada aparición y cada referencia que se haga sobre el mismo, para definir y complementar su personalidad sin violar lo que se había delineado previamente. El guionista que utilice este método debe tener buen oído para los matices en las frases y también deberá estar continuamente alerta para aprovechar las posibilidades de caracterización inherentes al personaje que pueden encontrarse en las expresiones más comunes. El dibujante que utilice la Caracterización Naturalista debe preocuparse de la miríada de posibilidades de expresión de la personalidad contenidas en el lenguaje corporal. Además, el equipo creativo debe estar de acuerdo sobre la naturaleza de cada personaje, deben trabajar coordinándose de la forma más óptima posible para delimitar los elementos y rasgos que denotan tensión y ponerse de acuerdo sobre cuándo han de hacer aparición. Además del esfuerzo extra que supone para los creadores, esta técnica exige mucho más del lector, por lo que gran parte de las sutilezas duramente forjadas podrían pasar desapercibidas para un gran porcentaje de los compradores del cómic. Además, los rasgos de personalidad no son precisamente conocidos por vender mejor un título. Aún así, las ventajas del estilo naturalista son bastante evidentes (la satisfacción que produce la creación de personajes completamente motivados, redondos, consistentes, y la emoción que le embarga al creador capaz de utilizar plenamente sus capacidades.)
Las tres técnicas delimitan y desarrollan a los personajes y son importantes herramientas del creador. Debido a sus limitaciones intrínsecas, ninguno de los métodos es suficiente por sí mismo para completar la caracterización, aunque la Caracterización Naturalista se queda muy cerca del ideal. Mientras van construyendo un personaje, los creadores deberían utilizar los Rasgos Superficiales para permitir que los lectores lo reconozcan de inmediato. Por su parte, el Método Circunstancial pondrá de relieve facetas clave de su personalidad, y el Naturalista puede enlazar todas estas facetas y rasgos en una personalidad consistente y plena de coherencia.

Al evaluar a estos personajes, creemos que los nuevos Hombres-X se pueden dividir en dos grupos: la Vieja Guardia (compuesta por el Profesor, Jeannie y Scott) y los “Nuevos Chicos” (intregrado por Ororo, Kurt, Peter, Sean y Lobezno, y me quito el sombrero con Moira.) La caracterización del primer grupo deberá juzgarse bajo el ángulo de que los personajes ya vienen con personalidades establecidas (limitadas a lo que esos personajes pueden llegar a ser.) La consistencia creativa es la clave para el desarrollo de las personalidades y para la expansión de estos personajes. Su caracterización debería expandir de continuo la comprensión de los personajes por parte del lector. Además nunca deberá contradecir los rasgos establecidos en apariciones anteriores. Suponemos que se dispone de mayor libertad para delinear las personalidades de los nuevos Nuevos X-Men. Las habilidades de caracterización de personajes de Claremont, Cockrum y Byrne deberán afrontar este desafío y responsabilizarse completamente del mismo, intentando crear individualidades motivadas completamente redondas cuyas consistencias internas sean mantenidas en el tiempo. Como la caracterización grupal requiere enfoques sustancialmente diferentes por parte del equipo creativo, la crítica de su relativo éxito o fracaso tiene que realizarse por separado, juzgándose de acuerdo con las diferencias inherentes a los dos conceptos. Nuestro estudio de los diferentes miembros de los X-Men debería centrarse primero en los miembros que forman parte de los “Nuevos Chicos”, para pasar a continuación a ocuparse de las individuales comprendidas en la “Vieja Guardia”.
ORORO (alias Tormenta)

Lo primero de todo es una mujer, y Claremont está completamente fascinado por el reto que supone caracterizar a una mujer inteligente. Lo segundo que ha de comentarse es que como superheroína hace gala de un gran dinamismo, y lo tercero, su origen a base de flashbacks (como Modesty Blaise) se puede usar de muchas formas diferentes para intentar diseñar potenciales argumentos trampolín. Visualmente es un personaje muy atractivo, y Claremont y los dibujantes de la Patrulla X han gastado un montón de tiempo y espacio desarrollando tanto sus super-poderes como su “background”, pero su desarrollo y representación actual se ha detenido un poco. Mientras que se han centrado en su pasado con la intención de intentar definir mejor su personalidad y trabajar de forma más íntima su psique, en la actualidad Claremont tiende a descuidar su desarrollo continuado para intentar conseguir una personalidad más madura y la evolución de su personalidad. Mientras se informa al lector de que las traumáticas experiencias que sufrió Ororo durante su infancia son la mayor influencia sobre las acciones que realiza en el presente y su moralidad actual (su código en contra del asesinato, su claustrofobia, etc), Claremont no ha realizado seguimiento alguno de las ramificaciones que podrían tener esos estímulos ni ha indicado que los estímulos actuales pueden tener alguna influencia sobre la personalidad de Tormenta.
Probablemente Ororo sea el mejor ejemplo de todas las trampas inherentes al “escenario” de la caracterización. Cuando los “focos” la iluminan, sus motivaciones, aumentadas generalmente por cierto material que puede encontrarse en los “flashbacks”, quedan muy claras. Sin embargo, desde que el personaje está siendo definido únicamente por sus rasgos superficiales, en cuanto se retiran “los focos”, la caracterización de Tormenta brilla por su ausencia. Como el personaje ha sido una “buena salvaje” durante muchos años antes de que el Profesor la haya devuelto a la Civilización, debería haber experimentado algún tipo de choque cultural, pero este tema sólo aparece cuando se supone que hay que recalcar alguna idea (como cuando hace referencia a lo sucia que está la nieve recién caída en Nueva York en el número 98). No suele expresar ni miedo ni confusión ante los muchos ejemplos de nuestra sociedad tecnológica con los que se encuentra, incluyendo la estación espacial de Lang, varios cajeros, los Centinelas, los Mandroides, etc Incluso la Sala de Peligro del Profesor debería haber desorientado un poco a alguien que se ha pasado los últimos diez años de su vida ejerciendo como una primitiva deidad de los elementos. Asimismo, se nos asegura a través de varios rasgos recurrentes que Tormenta se opone moralmente a la violencia y al asesinato, aunque obviamente haga una áspera diferenciación entre la violencia que utilizan sus colegas de los X-Men y la que inflige directamente el resto. Suele moralizar sobre la inhumanidad que ejerce el hombre hacia sus iguales y hacia la Naturaleza, como si su infancia y adolescencia como ladrona en las barriadas del Cairo hubiesen sido una situación idílica. Además, Cíclope, un hombre al que respeta lo suficiente como para que pueda darla órdenes, amenaza con matar a (al menos) un villano (Lang), y a uno de sus aliados (Rondador, en el número 101), aunque esas acciones no afectan la opinión que Ororo tiene de él. En una de las viñetas ofertadas sobre “un enfoque de la compasión” del personaje, apunta horrorizada que Lobezno es capaz de cazar y matar animales en el bosque (número 109), aunque el asesinato a sangre fría por parte de Lobezno de un guardia de La Tierra Salvaje (en el número 116) no impida que su respeto por él siga creciendo, por lo que al no limitar cualquier tipo de relación con él ni aludir recriminación posterior de dicho asesinato alguna transforme su supuesto respeto por la vida en una hipocresía absurda.

Además, en ocasiones Ororo remarca que su hogar es África y su añoranza por la misma (número 114), aunque se nos escatima alguna buena razón para explicar su apego por su actual estilo de vida, tanto en su faceta normal como en la super-heróica. Tampoco tiene ninguna buena razón para odiar a los mutantes malvados, y su relación con sus compañeros de la Patrulla X es, o bien poco convincente (con Jean) o inexistente (con Sean, Scott), o demasiado insustancial como para ser interpretada como una buena razón como para juntarse con el resto del grupo (Kurt, Peter y Lobezno). Si tal y como aparece en los números 119 y 124, Ororo cree que los Hombres X se han convertido en una familia, entonces, francamente, ha rebajado bastante sus expectativas o incluso ha eliminado sus estándares declarados al admitir a un asesino complaciente (número 116) y a un líder que parece indigno de ganarse su respeto (número 114). Incluso sus motivaciones son bastante estáticas y poco definidas.
Finalmente, Claremont y sus dibujantes han realizado grandes esfuerzos para delinear amorosamente a Ororo como una criatura sensual y natural (alguien que se siente como en casa cuando está en medio de la Naturaleza, haciendo de ella algo tan definitivo como convertirla en un Ser Natural.) Esto se hace mediante una empatia ejemplar (y con un considerable montón de sacarina) durante las escenas en las que el equipo creativo escoge enfatizar esta actitud, pero tal y como ha ido convirtiéndose en uno de sus clichés, sus acciones tampoco corroboran de forma consistentemente definitiva las facetas de su personalidad. Ocasionalmente se nos muestra a Ororo como una persona indulgente, en algunas secuencias juguetonas (números 101, 109, 120) más orientadas hacia el lado hedonista que (esperemos) al estímulo del lector, ya que su sensualidad es incompleta, fragmentada e incluso poco convincente. Una anécdota que aparece en el número 109 nos informa que a Ororo le irritan las restricciones convencionales sobre tomar un baño desnuda, aunque en el número 114, cuando vuelve de la jungla (completamente sola), sigue absolutamente vestida después de haber tomado un baño. Además, para alguien que supuestamente acepta tan libremente el lado más sensual de su propia humanidad, demuestra un deseo sexual que brilla por su completa ausencia. Es la única de la Patrulla X desprovista de cualquier lazo de pareja, aunque sea uno transitorio.

Por lo tanto, Ororo es un error hecho a base de “flashbacks”. Dispone de pequeños rasgos que podrían lograr construir un personaje interesante, y ha recibido más atención por parte de los autores que cualquier otro Hombre o Mujer X (salvo quizá Fénix), pero sin embargo, estos pedazos de personalidad definidos y sobre los que tanto hincapié se ha hecho, no han cuajado en una personalidad coherente y creíble. Debido al uso excesivo del método de “poner un personaje bajo los focos”, Claremont ha ido apuntando meramente facetas disociadas de la personalidad de Ororo. La infrautilización del Desarrollo Naturalista ha dado como resultado una creación que posee una identidad dividida. Como modelo del autor para representar a los “Nuevos X-Men”, ella sigue llena de potencial, pero sus motivaciones se convierten en algo cada vez menos convincente en cada nuevo número y cada vez se pueden observar más contradicciones (y se cumplen menos objetivos), añadiéndose más fragmentos extraviados al vórtice que es Tormenta.
LOBEZNO (alias de Logan)

¿Y qué hay de Lobezno, ese irresponsable, terrible e insociable colega? Bien, en realidad es un buen ejemplo de lo que se puede hacer cuando se aplica la Caracterización Naturalista. Hemos ido descubriendo su personalidad a lo largo de sus acciones, comentarios, pensamientos, etc. Claremont ha creado a un complejo maníaco homicida que apenas es capaz de mantener el control de sus impulsos destructivos. Es el mejor ejemplo de la habilidad de Claremont para caracterizar a un personaje. Para mostrarnos las motivaciones de Logan, Claremont no ha necesitado la ayuda de elaboradas historias de origen o de escenarios construidos artificialmente, ni tampoco para delinearlo claramente como individuo diferenciado del resto.

Un breve recuento de las apariciones de Lobezno nos haría entender que es el perfecto ejemplo de cómo se han de mezclar las caracterizaciones superficiales, circunstanciales y naturalistas. La apariencia externa del personaje (pequeño, bajito pero forzudo, mostrándose constantemente con una pose de luchador), presta buenas credenciales visuales a su actitud de “hombrecito macarra”, mientras que su chocante pelo y sus patillas logran que el lector lo identifique más con algún animal depredador. Las construcciones y el ritmo de sus frases (cortas, sentenciosas, a veces como réplicas mono-silábicas, etc) y su selección de palabras (tipejo, capullo, gilipollas, además de proferir numerosas amenazas de muerte), dan todas sensación de agresividad taciturna. Suele desenvainar sus garras y enseñárselas a todo el mundo, sea amigo o enemigo. Todas sus apariciones circunstanciales marcan mucho más al personaje al enfatizar su agresividad (tienen especial interés los números 100 y 104, en los que Logan es la punta de lanza del combate contra Magneto y los viejos X-Men). Además, los dos dibujantes utilizan bien la iluminación para dar a entender su ferocidad absoluta en batalla y su gozo al ensartar a gente y a cosas a las que hace trizas cuando está poseído por su locura de combate. Su identificación con los animales y los lugares boscosos (números 109 y 116) y su habilidad para comunicarse con habitantes del reino animal (se lleva maravillosamente con Zabú) agregan más elementos aún a su identificación con el animal interior, mientras que su envidiosa atracción por Jean (Iron Fist número 15) es casi una imitación humana de los ritos de apareamiento del mundo animal. Su percepción de Jean como la propiedad de un hombre “aún mejor” (léase más fuerte o agresivo) y su creencia de que Scott es un furtivo que quiere capturar a la misma mujer que él son actitudes muy similares a las que prevalecen en una jauría cazando. El resto de apariciones menos remarcadas, y sus comentarios con la voz en off, o las que hacen otros personajes sobre él, también sirven para reforzar constante y consistentemente la percepción de su personalidad por parte del lector.
Quizá sólo haya dos aspectos discordantes en su carácter. Su disfraz es completamente inapropiado para la identificación animalística que los creadores le han ido construyendo de forma tan esforzada. No es que precisamente un uniforme chillón de color amarillo y azul sugiera ninguno de sus rasgos principales. En su lugar sólo parece servir para ahogar la identificación del lector con el salvajismo de Logan, con su naturaleza animal. El viejo disfraz con colmillos podría ser un ropaje mucho más apropiado debido a sus colores terrosos y al collar de dientes, que sugiere aspectos de la naturaleza de Logan tan bárbaros como animales.

La otra nota discordante es más reciente y mucho más seria. En los episodios de la Tierra Salvaje (números 114-116), Lobezno asesina a un guardia a sangre fría. Como el equipo creativo ha hecho todo lo posible para establecer que la ferocidad y el derramamiento de sangre que causa Lobezno surgen sólo como una forma de locura de combate (algo que está intentando controlar constantemente, número 96), este acto brutal juega totalmente en contra de la personalidad que se ha ido estableciendo. Este único incidente reduce al personaje al estado de un asesino sin conciencia. Su identidad previa como hombre que continuamente está luchando por contener su rabia, y que incidentalmente proveía al lector de la oportunidad de que simpatizase y se identificase con él, ha sido destrozada completamente por un dispositivo argumental descuidado y gratuito. (En realidad, los episodios de La Tierra Salvaje envían las caracterizaciones de todos al infierno, ya que cada miembro del grupo se desvía bruscamente de la identidad establecida desde un principio. Estos números indican que el equipo creativo carecía en ese momento del conocimiento y respeto suficientes por los personajes que ellos mismos habían creado.) Esta mutilación en el desarrollo del personaje es una auténtica lástima, y en segundo lugar, la conservación de un uniforme tan ridículo, deja mermada la por otra parte impecable hazaña de caracterización creativa.
BANSHEE (alias de Sean)

¡Y aquí tenemos a Banshee! ¿O en realidad está en ese otro sitio? ¡Dios mío! Si no tuviese ese espeso acento, difícilmente podríamos distinguirlo del mobiliario. No sabemos casi nada de este tío. En cada número espeta tres frases y no hace nada más excepto volar y gritar. No tiene ningún hobby o algún ángulo de su personalidad al que el lector pueda agarrarse, y aparentemente tampoco ningún objetivo. Para confundir aún más las cosas, la continuidad del personaje está completamente arruinada: una vez fue un supervillano, a veces ha sido un agente de la Interpol, está enamorado de Moira MacTaggert y es miembro de los X-Men. Esta confusa (y a veces incluso contradictoria) mezcla de información es la suma total del material de base con la que el lector debe desarrollar completamente la conceptualización del personaje. Debería haber algo más en el personaje que un acento y un “falseto” relucientes.

Sean dispone de varios elementos intrigantes, tal y como se postuló en Giant Size X-Men nº 1, y ofrece posibilidades únicas para su exploración y evolución. Antes de involucrarse con la Patrulla X tuvo una “vida de falda a cuadros”, y fue tanto un supervillano como un agente de la Interpol (por muy absurdo que pueda sonar). Si esto es cierto, entonces Sean no sólo tendría un útil pasado como ratero, espía... etcétera, que podría añadirse como ingrediente adicional a sus aventuras con los Hombres X, sino que  también sería el único con un “background” en las agencias de reclutamiento “legítimas” que existen en el mundo. En segundo lugar, es el único cuya edad lo diferencia de un grupo que está compuesto por indeterminados Peter-Panes (Lobezno, Tormenta, el Profesor) y sobras de delincuentes juveniles (el resto). Tristemente, su maduro punto de vista no ha estado al mismo nivel que su poder para gritar.

El Banshee permanece como único ejemplo (de estas características) de que el guionista no está demasiado interesado en el personaje. Los números que se supone que iluminaban un poco su pasado (101-103) revelaban muy poco sobre sus antecedentes y no ofrecían ningún dato sobre sus motivaciones. La oportunidad de ponerse al frente como enlace entre la Patrulla X y algún cuerpo gubernamental (como Sean Cassidy, ex -agente de la Interpol, y no como Banshee, en el número 118), fue dejada de lado en favor de un gratuito pase de estrellas invitadas comandado por las Hijas del Dragón. Su romance con Moira ha sido retratado de forma demasiado indecisa a través de textos de apoyo (número 110) y bocadillos de pensamiento (número 119), siendo así como se nos confirmaba la existencia del mismo. Lo más interesante que ha hecho este tipo últimamente ha sido chocar contra el borde de una viñeta (número 121). Lo peor de todo es que como personaje creado en los sesenta (en el número 28), en su haber se puede encontrar (al menos) una aparición como invitado de uno de los grandes (Captain America nº 178), donde se le reclamaba como personaje “ya establecido”. La única faceta del personaje que no es un cliché y que puede ser atribuida a anteriores apariciones (su amor por la música country) fue completamente ignorada por Claremont. En su lugar, al lector se le muestran escenas (como una en el número 123) donde Sean está leyendo “Finnegan´s Wake” antes de empezar a rugir fuertemente. Por fortuna, seguro que la camiseta de “Bésame, Soy Irlandés” y el tazón con tréboles fueron eliminados por el editor al objetar que eran clichés nacionalistas demasiado evidentes. Sencillamente es un personaje pésimamente escrito, además de un indicativo de la irrevocable e inmerecida categorización de Banshee como protagonista menor, un miembro del equipo que podría ser reemplazado en cualquier momento. Algo que sin duda ocurrirá en breve (hablar sobre sus poderes sería una total pérdida de tiempo). Es posible que se case con Moira, a pesar de que los rumores indican que el pobre Sean ya no seguirá por mucho tiempo más en este mundo. Ambas elecciones hacen que se pierda el encanto potencial del personaje, y ninguna de las opciones barajadas le dará ningún tipo de crédito positivo a Claremont.
MOIRA MCTAGGERT (alias el amor de Sean)

Parece que a pesar de comenzar como complemento temático de Banshee, Moira podría ser un personaje secundario bastante conmovedor (como potencial interés amoroso) del Profesor (como “mujer de su pasado”). Desafortunadamente, excepto por su acento irlandés no se ha hecho mucho más para establecer una personalidad concreta. A partir de ciertas observaciones que hizo Claremont en la “Creation Convention” de marzo de 1978, podemos deducir que el autor planeaba explicar mucho mejor sus motivaciones y desarrollar más su personalidad. El lector tendrá que esperar a que cumpla dicha promesa de desarrollo argumental, porque sus acciones parecen formar parte de un patrón, pero aún no se sabe cuál es. Es el ejemplo perfecto de personaje definido casi únicamente a base de una caracterización circunstancial. En laas páginas de la serie se la reconoce perfectamente, pero no somos capaces de construir una imagen completa de su personalidad basándonos en las mínimas evidencias que se nos han suministrado hasta ahora. La única escena de caracterización que hemos visto de Moira aparece con un arma y pelea con un demonio N´Garai (número 96), lo que indica que es valiente y toda una guerrera, y por ello, alguien que guarda un arma en su alacena en caso de que la pudiese atacar un demonio. También es evidente que es un personaje secundario (debido a la solicitud de afecto que le hace el Profesor durante su crisis psicológica). 

Desafortunadamente, muy pocas piezas encajan entre sí como para podernos hacer una clara imagen de conjunto. No sabemos nada sobre su relación con ninguno de los jóvenes miembros de los Hombres X. Sabemos muy poco sobre su relación con el Profesor X. Incluso ni siquiera el motivo de que esconda un arma en la fresquera. (¿Son los X-Men unos mangantes compulsivos de galletas? ¿Quizá Ororo ha robado un puñado de oreos en alguna ocasión?)
COLOSO (alias de Peter Rasputin)

Quizá el mayor problema de Peter recae en que es un personaje totalmente caracterizado de una forma superficial. Su uniforme, su vida familiar, su hermano muerto, padres, orfandad y acogimiento por parte del Estado, etc, todos son elementos que se han utilizado para intentar proveerle de una personalidad distintiva. Se ha intentado desarrollar al personaje a través de débiles intentonas (su incipiente clautrofia en el número 99 y el temprano choque con Ororo, además de su “cercana” amistad con Kurt), todos ellos son ejemplos que han ido surgiendo de forma inconexa y que parece que se han terminado por dejar atrás. Peter es alguien con una necesidad desesperada de atención creativa.

El argumento que enfrentó al grupo con Arcade demostró que Claremont es capaz de concebir historias donde juguetea más animadamente con la motivaciones de Peter. La transformación de Coloso en Proletario podría haber sido una oportunidad excelente para poner bajo los focos su orientación comunista / socialista y sus creencias políticas / éticas mientras se contrastaban sus tendencias nacionalistas con su capacidad para amar, para la amistad y su lealtad hacia el equipo. Desafortunadamente, el argumento que entregaban guionista y dibujante no lograba alcanzar los objetivos de caracterización del personaje por culpa de un manejo de la situación menos-que-inspirado. En lugar de ahondar en las complejas alianzas de Peter con el resto, Claremont se decidía por descartar su lealtad y sus sentimientos de culpa hacia la URSS como el mero producto de un lavado de cerebro, mientras las lealtades indefinidas del personaje hacia la Patrulla X eran reducidas hasta el nivel infantil de “No puedo matar a la Patrulla X... ¡porque los amo!” ¿En qué lugar de esta secuencia que tanto intentaba aclarar al personaje se nos revelaban los rasgos concernientes a la ética y moralidad de Coloso y sus motivaciones? De esa forma Claremont perdía la mejor oportunidad que ha tenido hasta ahora para profundizar en la personalidad de Coloso y proveerle de unos rasgos y motivaciones distintivas, en lugar de retratarlo como una sutil versión Marvel del Hombre de Hojalata.

Rápidamente se nos ocurren otros ejemplos específicos que han supuesto un esfuerzo mayor de caracterización (la mayor parte del número 109), pero son pocos, infrecuentes y débilmente enfocados. La buena caracterización requiere delinear la personalidad de una forma consistente y sostenida, y los únicos ejemplos resultan insuficientes como para establecer unas motivaciones profundas y creíbles. En la batalla por establecer personalidades, desgraciadamente Coloso no es sino una baja más.
RONDADOR (alias de Kurt Wagner)

Comienza a ser una letanía que suena familiar, pero Kurt es otro personaje definido casi exclusivamente a través de su apariencia y los poderes que posee. Su poder es muy llamativo visualmente y define casi por completo la personalidad esbozada en plan “aventurero” que se le ha intentado otorgar al personaje. Desgraciadamente, algunas de las sutilezas parecen perderse en mitad de toda esta actividad. La apariencia de Kurt no implica ninguna opción moral ni tampoco aclara de una forma significativa cuáles son sus ideales. Por otro lado, tampoco alumbra ninguna sombra sobre su pasado (su personalidad no ha progresado mucho. Además, sus diálogos suelen desperdiciarse bastante a menudo.) Más sangrante en el caso de Kurt que en el de ningún otro de los Hombres X, lo que dice el personaje es una simple excusa para hacer avanzar la trama (esa escuela de diálogo del estilo de “mira, Cíclope, se han marchado por allí”), desechando así las posibilidades que tendría un diálogo más sutil para ayudar a definir su personalidad. (¿Qué tipo de nativo alemán grita ¡yikes! cuando se sorprende por algo como hace Kurt en el número 113?) Hasta la fecha, Claremont ha intentado luchar contra las dificultades inherentes a la creación de las personalidades de seis nuevos personajes, haciendo que resulten bastante viables. Pero desafortunadamente, parece contentarse con mostrar que la mayoría de sus X-Men sólo tienen identidades superficiales. Parece como si hubiese descuidado u olvidado que la caracterización afectiva se puede utilizar únicamente cuando se profundiza más en los rasgos superficiales y se justifican los pensamientos, palabras y obras que llevan a cabo los protagonistas. Al lector no se le permite ser testigo de los pensamientos de los personajes porque Claremont tiende a usar bocadillos de pensamiento básicamente para incorporar frases de usar y tirar: “¿Por qué ya no me habla?”, “Si sólo tuviese la oportunidad de decirle a Moira McTaggert lo mucho que...”. Claremont también tiende a evitar utilizar diálogos que significativamente podrían contribuir a la caracterización de los personajes. Hay demasiados monólogos interiores que demuestran la gran habilidad de Claremont con esa técnica (Logan en Iron Fist número 15 es un raro ejemplo y muestra muy bien todo lo que puede ayudar esa herramienta para definir la personalidad de un personaje), además hay demasiados “téte á tétes” significativos entre varios componentes de los X-Men. Claremont también suele sobre-utilizar la técnica del escenario incómodo en los momentos en los que elige desarrollar una personalidad. Esta desafortunada predilección devora demasiado espacio y definitivamente limita las posibilidades de desarrollo de las personalidades. Puesto que la técnica suele centrar toda su atención en un personaje cada vez y excluye cualquier delineación incidental del resto del elenco, el resto de miembros debe esperar turno mientras el elegido se encuentra bajo los focos. Como resultado, asistimos al espléndido desarrollo de dos personajes (Ororo y Lobezno), mientras se posterga la evolución del resto de recién llegados. Los esfuerzos por parte de Claremont por conseguir personalidades creíbles para los nuevos X-Men han alcanzado un resultado mixto. ¿Habrá conseguido el guionista mejores resultados en su intento de continuar y redefinir a los viejos personajes del grupo anteriormente establecidos?

(Continuará)

No hay comentarios:

NUEVA YORK EN EL DAREDEVIL DE FRANK MILLER

"Investigué mucho para hacer un buen trabajo. Si me pedían que dibujara una cascada, iba hasta una y la dibujaba. Esto es algo que a...