lunes, 26 de noviembre de 2012

POST-POPEYE PUNK: ENTREVISTA CON KAZ (1 de 2)

Entrevista realizada por John Kelly para The Comics Journal nº 186, traducida por Frog2000.

*** Página Oficial de Kaz.
*** Autsaider Cómics ha editado tres tomos de Submundo, además de la antología de historietas "Sidetrack City". Anteriormente apenas se había editado algo del autor, algunas historias cortas en Nosotros Somos los Muertos y en El Víbora.

-------------------------------------------------

Kazimieras G. Prapuolenis, o el artista anteriormente conocido como Kaz, empezó a destacar desde sus comienzos como uno de los componentes de la escena cultural de los cómics de finales de los setenta gracias a sus apariciones en el RAW de Art Spiegelman (junto con sus compañeros de la Escuela de Artes Visuales Drew Friedman y Mark Newgarden). Las primeras tiras, una mezcla vanguardista de punk rock y la clásica estética de cómic, notificaron la llegada de una nueva voz tan innovadora como asentada en los formatos tradicionales del medio. Al igual que sus compañeros y alumnos en RAW, Gary Panter (con quien comparte más de un puñado de influencias) y Charles Burns, el estilo de Kaz ha ido evolucionando hasta llegar a un punto en el que es reconocible de una forma instantánea, sobre todo cuando aparece en la obra de otros dibujantes a los que ha "influido".

Descendiente de inmigrantes lituanos, Kaz nació en 1959 en Hoboken (Nueva Jersey). El autor dispone de un impresionante y gigantesco corpus artístico compuesto de la historieta e ilustración que ha ido realizando a lo largo de su carrera para Weirdo, Bad News, the East Village Eye, The Village Voice, Details, Nickelodeon, The New Yorker, Swank, Eclipse, N.Y. Rocker, Screw y Bridal Guide, además de otras muchas creaciones para diferentes cómics, revistas y fanzines.

A partir de 1992, su tira semanal “Underworld” [la primera entrega se ha titulado en castellano: Submundo: Cómics Bestias y un Poco Raros, Autsaider Cómics] empezó a aparecer en periódicos semanales alternativos de todo el país. Además, junto con Glenn Head co-editó la antología de cómics “Snake Eye”, y cuenta con tres recopilaciones de su obra disponibles en Fantagraphics: Buzzbomb, Underworld, y más recientemente, Sidetrack City. Otros proyectos incluyen la portada de “My Cousin, My Gastroenterologist”, el libro del novelista Mark Leyner, diversos trabajos para colecciones de “trading cards” editadas por Topps y diseños de juguetes basados en Pee-wee Herman, así como varios proyectos para internet y de animación en los que actualmente se encuentra trabajando.

Kaz vive en un desordenado apartamento repleto de cultura pop en el Upper West Side de Manhattan junto a su novia Linda Marotta, una compradora de libros de “Shakespeare and Company” y crítica literaria de la revista Fangoria. Lo que sigue es la entrevista que aparecía en The Comics Journal nº 186.
TRABAJANDO EN LAS FÁBRICAS

JOHN KELLY: Antes de empezar a hablar sobre tu aprendizaje como historietista, ¿quieres comentar algo para comenzar?

KAZ: Los comix underground me hicieron ser lo que soy.

KELLY: ¿Acudiste a la Escuela de Arte nada más acabar el instituto?

KAZ: No, antes estuve trabajando más o menos durante un año.

KELLY: ¿Y qué hacías?

KAZ: Estuve desempeñando unos cuántos trabajos en algunas fábricas. El primer trabajo que tuve fue en una factoría llamada Springboard Records que poseía la licencia para prensar los álbumes de los Chipmunks [Alvin y las Ardillas]. Mi cometido allí era barrer el suelo. Ese fue mi primer trabajo nada más acabar el instituto. La verdad es que me resultaba completamente desalentador pensar que iba a estar así durante el resto de mi vida. Los conductores de las carretillas elevadoras me compadecían tanto que me levantaban en lo alto con las horquillas de sus vehículos y me depositaban en las estanterías superiores de la nave, y allí me quedaba durmiendo durante toda la tarde. También tuve otro trabajo en una fábrica llamada Boyle-Midway que era donde se hacían los botes de spray “Black Flag”. Además fabricaban limpiadores de alfombras, para hornos y todo tipo de cosas parecidas. Era un trabajo en una cadena de montaje. Te sentabas allí, junto a la cinta transportadora, y tenías que vigilar la cinta para que no se cayese la tapa de los botes. Había que taparlos de nuevo. Si tenían una fuga tenías que tirarlos a la basura. El lugar más peligroso de toda la cinta estaba justo después de la habitación del compresor, donde metían el limpiador de hornos dentro de las latas. Cualquiera de esos recipientes podía estallar en cualquier momento. Una noche me encontraba sentado allí con mis gafas de seguridad de torpe, fantaseando sobre alguna cosa, y escuché una explosión. Alcé la vista y mi rostro se quedó completamente empapado de líquido limpiador de hornos. También sentí cómo se alzaba mi cuerpo y entonces mi cabeza se introdujo dentro de una fuente de agua. Un compañero de trabajo me comentó que pensaba que mis ojos estaban llenos de spray. También estuve trabajando en una fábrica donde se montaban aparatos de aire acondicionado. Era otro de esos empleos en una cadena de montaje que atontan la mente. Tenía una pistola remachadora para ir poniendo los tornillos, y mi trabajo consistía en colocar dos tornillos que sujetaban la unidad de frío al aparato de aire acondicionado. Eso era todo. Así todo el día. Las máquinas iban pasando por la cinta sin parar. Se parecía a la película “Tiempos Modernos”. El lugar era grande, caluroso y muy ruidoso. Algunos de mis amigos, que también trabajaban allí, dejaban caer “Black Beauties”, que perforaban los tanques de compresión de abajo, sólo para romper con la monotonía. Su tarea consistía en forrar las cajas de cartón con espuma de plástico que tenía un sólido pegajoso en uno de los lados. Así que dejaban que esos rollos gigantes se cayeran. Un día uno de ellos se enrolló esa espuma alrededor de la cabeza hasta parecerse a una momia y se alejó de la cinta. Se fue por toda la fábrica caminando como si estuviese en un sueño. La gente se apartaba de su camino. Por fin llegó a la enfermería donde declaró: "¡Me duele el cerebro!" Fue despedido en el acto.
KELLY: ¿Cuánto tiempo estuviste trabajando en esos sitios?

KAZ: Más o menos durante un año. Estaba sufriendo una especie de crisis. Me estaba desenganchando de la droga, al igual que el personaje principal de mi tira “The Little Bastard”. Una mañana me estaba colocando cerca de la cinta transportadora, y cuando empecé a retroceder hacia mi puesto, pude ver claramente como desaparecía toda la fábrica. Se parecía al final de una vieja historieta donde la oscuridad iba envolviendo toda la imagen, dejando un pequeño redondel que se va cerrando hasta que incluso ese círculo desaparece. Luego perdí el conocimiento. Me desperté en la ambulancia. Después me enteré por las histéricas mujeres puertorriqueñas que trabajaban a mi lado que me había caído en la cinta transportadora y que había empezado a sacudirme mientras mi cabeza se golpeaba contra la cinta. Mi pistola de tornillos, que estaba en posición de "encendido", estaba aleteando contra mi entrepierna. Nadie quería tocarme. Estaban convencidos de que yo era un adicto a las drogas, así que de todos modos asumieron que estaba sufriendo una ¡sobredosis! Más tarde, el doctor del hospital me comentó que había sufrido algún tipo de convulsión, pero no estaba demasiado seguro de cuál podía ser el motivo. Dos semanas más tarde me enteré que ese mismo médico se había volado la tapa de los sesos. De hecho, aunque estaba bastante avergonzado volví a mi puesto. Todo el mundo se mantenía a distancia esperando que me quedase colgado de nuevo. Fue entonces cuando decidí escuchar a mi corazón. Siempre había estado jugueteando con la idea de convertirme en dibujante. Y me parecía que si no lo intentaba me moriría allí mismo, en la fábrica. Así que dejé el trabajo y me marché a la Escuela de Arte, donde mis cuelgues podrían ser más placenteros.

KELLY: Todo eso ocurrió en Hoboken.

KAZ: No, fue cuando estaba viviendo en Rahway, un suburbio de Nueva Jersey.
KELLY: ¿Cuándo llegaron tus padres a este país?

KAZ: Mi padre llegó a principios de los cincuenta, más tarde, a finales de la década, llegó mi madre. Él fue el responsable de traerse a la familia de mi mamá, ya que ambos eran refugiados lituanos. Habían escapado de Lituania, que se había vuelto comunista. Mi padre era un nacionalista lituano que se había visto obligado a luchar con los rusos durante la Segunda Guerra Mundial. En ese momento los países bálticos eran un verdadero desastre, primero estuvieron allí los alemanes y luego los comunistas y entre todos acabaron por aplastarlos del todo. [A mis padres] los rozaron un montón de balas y casi terminaron siendo fusilados por un pelotón de fusilamiento alemán. ¿O era un pelotón de fusilamiento ruso? Todo me suena bastante confuso. Tengo esa imagen en la cabeza de mi padre, corriendo por un campo de batalla como si fuese Charlie Chaplin y jadeando de un sitio para otro. Con el tiempo, la CIA se puso en contacto con él para que se pusiera a espiar a los comunistas, pero mi padre se dio cuenta de que si aceptaba ese trabajo no pasaría demasiado tiempo en este mundo. Había una forma clandestina de llegar a Estados Unidos, así que cogió y la utilizó. Lo único que quería ser hasta ese momento era sacerdote en una colonia de leprosos.

KELLY: ¿Y qué hizo para ganarse la vida cuando llegó aquí?

KAZ: Empezó a trabajar en una fábrica. No tenía ninguna otra habilidad y tampoco interés alguno en mejorar su inglés. También organizó algunas protestas anti-comunistas y dio clases a los hijos de inmigrantes lituanos. Soñaba con regresar algún día a su amada patria. Mi madre era ama de casa y más tarde también estuvo trabajando en las fábricas.

KELLY: ¿Así que naciste en Hoboken, Nueva Jersey, en 1959?

KAZ: Nací en 1959. Tengo una hermana gemela que se llama Laima. Ambos tenemos nombres lituanos. También tengo otros dos hermanos menores, Vincent y Thomas.
KELLY: ¿Cómo fue crecer en ese sitio?

KAZ: Éramos pobres. Vivíamos en una casa comunal junto con varios vecinos. Nos comprábamos la ropa en el Ejército de Salvación. Nos comíamos la horrible comida lituana de mi madre. Pero es que no sabía hacer algo mejor. Mi padre tenía dos trabajos, por lo que nunca estaba en casa. Jugábamos en la calle, en los parques de la ciudad, en edificios abandonados, en los muelles de Hoboken. Fuimos “Dead End Kids”. Siempre había grandes fiestas familiares donde los adultos se emborrachaban y los chicos se volvían locos. Mi juguete favorito era un frasco de burbujas para el baño de la Ardilla Alvin. Sin embargo, el Ejército de Salvación también vendía juguetes, así que siempre teníamos un montón de basura por toda la casa. Pude ver en la televisión un montón de programas infantiles y dibujos animados. Desde la ventana de mi dormitorio se podía ver el Empire State. Luego, para cuando cumplí diez años mis padres consiguieron ahorrar dinero suficiente como para entregar el pago inicial de una casa en Rahway, Nueva Jersey, así que nos trasladamos a las afueras. Los vecinos de al lado tenían un gran patio con columpios. Pensaba que era un parque público, por lo que nos pusimos a jugar allí hasta que vinieron a echarnos. Fue mi primer contacto con alguien que tenía algo más grande y mejor de lo que tenía yo. Así que en lugar de “Dead End Kids” nos convertimos en “Little Rascals”. Jugábamos en el bosque y construíamos coches con grandes cajas de jabón para jugar a las carreras, también montábamos casitas en los árboles. Pero siempre supe que mi familia era diferente. Por ejemplo, en casa nos veíamos obligados a hablar sólo en lituano. Mis amigos estaban convencidos de que se trataba de una broma, como si estuviésemos hablando galimatías sólo para reírnos de ellos. Nadie había oído hablar de Lituania, yo mismo estaba empezando a dudar de su existencia. Mi padre nos obligó a tomar clases de lituano en una parroquia católica en Elizabeth, NJ, el sábado por la mañana. ¡El sábado por la mañana! En ese momento estaba profundamente enganchado a los dibujos animados que echaban por la televisión. Cada semana mi padre lo pasaba muy mal para conseguir meternos en el coche. Nos escondíamos bajo el porche, encima de un árbol, en cualquier sitio. Yo no se lo podía contar a ninguno de mis amigos. En esas clases nos veíamos obligados a participar en danzas populares de Lituania. Mi hermano y yo pisábamos intencionadamente los pies de los otros bailarines con la intención de que nos expulsaran. Finalmente, un día me escapé de la clase en mitad de una lección y me negué a volver. Mi padre no pudo hacer nada para convencerme de lo contrario. Intentó pegarme y todo. Pero uno de mis héroes en ese momento era Papillon, así que fui capaz de soportar cualquier cosa que me echase. Con el tiempo terminé ganando y de esa forma pude seguir viendo Scooby Doo con toda la alegría de mi corazón.
“ES UN ARTISTA”

KELLY: ¿Cómo te fue en el instituto?

KAZ: Oh, fue algo miserable, toda una tortura. Era un mal estudiante. Lo pasaba mal, y eso que intentaba interesarme ​​en lo que enseñaban en las clases. Más tarde me enteré de que mi instituto era uno de los peores del Estado. Lo intenté de verdad. Intenté ser alguien normal con todas mis fuerzas. Incluso en un momento dado me uní a un equipo de béisbol para jugar una liga. Pero en realidad no solía participar, porque todos mis compañeros de equipo jugaban para ganar el campeonato, así que yo me quedaba sentado en el banquillo todo el tiempo. He ganado dos trofeos, pero apenas he tocado un balón. Tan sólo mis propias bolas. Pasé por algunos períodos en los que solía unirme a algunos clubes y otros en los que me convertía en un completo solitario. Sencillamente me quedaba en casa y me ponía a ver la televisión. La mayoría de mis amigos eran unos inadaptados. También tuve citas con chicas y tenía algunas amigas. Algunos niños pensaban que yo era genial porque sabía dibujar. Se decían: "Es un artista. Él es un artista.” Hasta que finalmente me convertí en uno. Mis notas eran muy malas pero sabía que no era un estúpido. Simplemente los estudios no me importaban ni una mierda. Fueron cuatro años de cárcel en los que me pasé contando las horas.

KELLY: ¿Viajabas regularmente a la ciudad en esa época?

KAZ: Cuando descubrí que había una estación de tren en Rahway que conectaba con Nueva York, empecé a hacer novillos y a explorar la ciudad. Todas las estaciones de televisión que se podían sintonizar en Nueva Jersey retransmitían desde Manhattan. No sabíamos lo que estaba pasando en nuestra propia ciudad natal, pero de Nueva York lo conocíamos todo. De todos modos, yo me sentía como si estuviese viviendo allí. Cuando me enteré de que existían sitios como el CBGBs y el Max Kansas City, y que allí me podían servir licor sin problema, me pasaba por allí prácticamente todas las semanas.
KELLY: ¿También ibas a ver grupos y conciertos?

KAZ: Fue justo cuando empezó la escena punk (1975, 1976), así que me metí de lleno. Ramones, Blondie, Richard Hell. Más tarde me empecé a interesar por las bandas de punk británicas. Para un chico como yo era tremendamente emocionante. He leído todas las publicaciones sobre rock que existen. A mis amigos les gustaban todas las bandas supervivientes de los sesenta: Led Zeppelin, Stones, Who. Aunque a mí también me gustaban mucho, en el rock había aparecido un nuevo movimiento que prácticamente se estaba gestando en nuestro patio trasero. Nunca pude convencer a nadie para que me acompañase a ver a esas bandas. Se solían burlar de mí. Por lo que a ellos respectaba, el punk apestaba y estaba hecho para maricones. Yo estaba alienado de todos. Con mis vaqueros rotos y mi chupa de cuero, destacaba mucho en la tranquila ciudad de Rahway. Cuando pasaban en sus camionetas a mi lado, me gritaban: "¡el punk rock es una mierda!".

KELLY: ¿Leías Creem?

KAZ: Creem, Rock Scene, Circus… en realidad no las leía todas, porque tampoco había artículos de verdad. Miraba las fotografías y al resto lo echaba una ojeada por encima.

KELLY: ¿También estabas dibujando en esa época?

KAZ: Empecé a dibujar en el instituto. En todos los cursos la clase de dibujo siempre era mi favorita. No había reglas. En dibujo era donde más me esforzaba. En el instituto había un chico, Bernard, que se sentaba delante mío y solía dibujar esos monstruos increíblemente divertidos, en su mayoría los monstruos que hacía Big Daddy Roth. Empecé a imitarlo para conseguir también un poco de atención. Además, hacerlo era más entretenido que las matemáticas. También se le daba bien dibujar coches. Yo era bueno con los monstruos, por lo que solíamos comparar notas y nos partíamos de risa. En realidad yo era muy bueno dibujando sombreados en el pupitre de la escuela. Su superficie era agradablemente esmaltada. Nos gustaba dejar aquellas elaboradas batallas entre monstruos y coches que el portero limpiaba al final del día. Incluso entonces nos molestaba bastante cuando algún otro niño copiaba alguno de nuestros dibujos: "¡Hey! ¡Eso me lo has copiado, ladrón!" Mientras tanto, ¡yo lo había estado copiando todo de la revista MAD!

KELLY: Le pasa a muchos.
KAZ: En aquella época leía un montón de cómics, pero no compartía mi pasión con nadie.

KELLY: ¿Era algo secreto?

KAZ: No lo escondía, pero ningún conocido mío leía cómics. Algunas veces, cuando no tenía a nadie con quien salir por la calle, acababa cogiendo mis cómics y me ponía a leerlos. Después de un tiempo me convertí en un adicto a los cómics. Empecé a comprarlo todo. Me encantaba Spider-Man, Conan y todas esas extrañas series que Kirby estaba haciendo para DC como Los Nuevos Dioses y “Forever People”. Empecé a rastrear los números anteriores de Nick Furia, Agente de SHIELD, y los de “Not Branch ECCH!” Muy pronto estaba raspando el fondo de las cubetas para comprar también los cómics de Jimmy Olsen y el Madhouse Funnies de Archie. Cualquier jodida cosa para no tener que afrontar la realidad. Empecé a dibujar mis propios cómics de superhéroes caseros, que eran absolutamente patéticos.

KELLY: Bueno, mira lo que estabas intentando emular...

KAZ: Entonces descubrí el cómic underground y todo cambió.

KELLY: ¿Cómo ocurrió?

KAZ: Ya sabes, después de que has empezado a coleccionar los suficientes comic books, los que tienes se te empiezan a quedar en nada, porque sólo salen una vez al mes. Entonces terminas con montones de otras cosas y finalmente empiezas a leer los anuncios para comprar más. Pero en esa época no solían aparecer anuncios para conseguir números anteriores, ya sabes, los de la Edad de Oro y la Edad de Plata, así que mandé una carta a uno de los catálogos de la época. En la parte de atrás de uno de esos catálogos se anunciaban algunos cómics underground que recordaba que en una ocasión había visto en una “head shop”, pero entonces era demasiado joven como para comprarlos. Me llevó un par de meses reunir el valor necesario como para pedir alguno de los títulos. Les dije que tenía 18 años, que era mayor de edad, me sentí un mal chico. Sabía que iba a comprar algo bastante desagradable. Algo peor que Mad o National Lampoon. Bueno, las dos primeras revistas que me enviaron fueron Rubber Duck y una copia del tercer número de Zap, el de la historia de S. Clay Wilson titulada “Captain Piss Gums and his Pervert Pirates”. Bueno, me dejó bastante alucinado. ¡Aparecían unos personajes de dibujos animados follando, metiéndose drogas y cortando las pollas de los demás! Escondí los ejemplares debajo de una tabla suelta del suelo, en el ático, y rápidamente me fui a por más. En esa época no me permitían leer la revista MAD en casa, porque mi mamá había visto una vez una contraportada en la que aparecía un hippie crucificado en una aguja hipodérmica y me dijo que le parecía un sacrilegio. ¡Y ahora yo había hecho entrar al “Capitán Piss Gums” y a Joe Blow!
Aunque me parece que en National Lampoon había visto algo parecido. Me encantaba la sección titulada "Funny pages". Yo era un gran fan del “Dirty Duck” de Bobby London. Entre mis colegas historietistas actuales no mola mucho decir que te gustaba “Dirty Duck”, pero yo pensaba que era muy divertido. También me encantaba Vaughn Bodé, otro que tampoco parece molar ahora, pero me gustaba la forma que tenía de trazar todo un universo surgido de su mente. Mitología y naves espaciales. Todo era muy singular y parecía estar empapado de drogas y cultura hippie. Era como el Tolkien del cómic underground. “Cheech Wizard” era muy divertido. Cobalt 60 anticipaba los cómics que saldrían más tarde en Heavy Metal y el estilo cyberpunk. Y además él era un verdadero excéntrico que vestía con ropa de mujer y que murió accidentalmente durante un escarceo sexual. ¿Qué más se puede pedir? Esa idea de crear tu propio mundo privado siempre me ha fascinado. Por eso me gustaban tanto las series de Kirby.

KELLY: A mí me gustaba comprarlas solamente para mirarlas.

KAZ: Claro, tienen buen aspecto incluso hoy en día. Son bastante increíbles. Toda esa maquinaría demente. Sus personajes parecen estar hechos de granito. Todos tienen expresiones como si estuviesen sufriendo un dolor de cabeza permanente. Sus guiones eran verdaderamente contundentes y al mismo tiempo alucinantes. Los personajes estaban siendo arrojados de un lado a otro constantemente a través de fallas temporales y puertas-trampa que te enviaban hasta otras dimensiones.

KELLY: Cuando estabas en el instituto en Nueva York, ¿también solías acudir a las convenciones de cómics?

KAZ: Oh, no. ni siquiera sabía que existían. No tenía ni idea. La primera vez que entré en una tienda de cómics me pareció una experiencia muy extraña. En cierto modo incluso me asustó. Fue porque estaba bastante oscuro y todo el material estaba metido en cajas. Olía muy mal. Era el universo pre-Jim Hanley y St. Mark´s Comics.

KELLY: Recuerdo que cuando tenía diez años entré en mi primera tienda de cómics y me quedé paralizado. Todo lo que quería estaba dentro, fue muy traumático... ¿Cuándo empezaste a imitar los estilos de otros dibujantes en tu obra?
KAZ: Después de mi completo fracaso intentando dibujar cómic de superhéroes, prácticamente dejé de dibujar hasta que descubrí los “undergrounds”. Me gustaba imitar las portadas de los comic books de Crumb y me di cuenta de que ese estilo de dibujos animados me resultaba muy natural. Recuerdo que una vez copié una portada de Mr. Natural con acuarelas. A mi mamá le gustó tanto ese dibujo de Mr. Natural que lo colgó en la pared del salón. Así que fue muy alentador. El trabajo de Crumb fue muy importante para mí, porque dibujaba con un estilo que pude darme cuenta que había visto en otros cómics, pero sus historietas estaban ideadas sin fórmulas preconcebidas. Para mí eran absolutamente impactantes. Así que acepté el desafío elaborando mi propio comic book underground, que se tituló “Bird Turd Funnies”, aunque nunca llegué a terminarlo. El trabajo de Crumb es tan orgánico y auténtico que no puedo alabarlo lo suficiente. ¡Viva Crumb!

Otra influencia importante fue una edición en tapa dura de los cómics de Krazy Kat que solicité por correo. De nuevo, otro artista había creado su propio universo con un estilo de dibujo engañosamente sencillo. Me sentí como si pudiese caminar por el Condado de Coconino y degustar la tinta. Había una foto de George Herriman que solía mirar una y otra vez hasta que entraba en trance. Era una foto donde aparecía sentado frente a su mesa de dibujo, con un sombrero de tres picos, soñando con sus cómics. Yo fantaseaba con que era él y estaba sentado en la oficina de un periódico donde trabajaba para intentar cumplir los plazos. Dick Tracy, de Chester Gould, supuso otra importante influencia. Me gustaba recortar las tiras dominicales y pegarlas en un álbum. Mientras las leía una y otra vez, iba aprendiendo poco a poco la mecánica de la narración de historietas. En Penn Station, Nueva York, había una librería donde en uno de los estantes se podía ver una copia en tapa dura de “The Celebrated Cases of Dick Tracy”. En la polvorienta portada no aparecía ningún título. Tan sólo un dibujo de perfil del famoso Dick Tracy. Cada vez que mi familia y yo volvíamos de Nueva York tras asistir a un espectáculo o al circo, y nos quedábamos esperando en la estación el tren que nos llevaría a casa, me quedaba mirando esa portada. Era demasiado tímido como para pedirle a alguien que me bajase el tomo para poder echar un vistazo al interior. Pensar que ese gran libro contenía nada más y nada menos que los cómics de Dick Tracy de los años 40 me estaba volviendo loco. Me quedaba mirando la cubierta hasta que me quedaba hipnotizado. Finalmente ahorré el dinero suficiente como para comprarlo y me quedé completamente enamorado. Era oscuro, violento y extraño, y estaba narrado con un estilo que yo era capaz de imitar. Todavía se puede ver la influencia de Chester Gould en mi estilo de dibujo.
KELLY: Dick Tracy es una de las tiras favoritas de mucha gente, aunque muchos nunca lo admitirían.

KAZ: ¿No lo admitirían? ¿En serio? Dick Tracy es la tira seminal de los historietistas que dibujan cómics policíacos y de crímenes. Sin ella y sin los criminales grotescos que inventó Chester Gould no existiría Batman. Cada viñeta es como un dibujo plano que cada vez te mete más en el oscuro y retorcido mundo del hampa a lo “cartoon” de Chicago. Me parece que sus dibujos son como gráficos noir. Muy siniestros. También me puse a coleccionar las viñetas de “Crimestoppers Textbook”.

KELLY: La verdad es que siempre ofrecían los mejores consejos. Recuerdo que en una aseguraban que si eras una anciana, sería mejor que no dejases entrar a cualquiera en tu casa para que utilizara el teléfono. ¿Has leído Nancy?

KAZ: Me leí Nancy sin ni siquiera pensar mucho en lo que estaba haciendo. A veces recortaba la tira porque aparecía editada en el periódico local. No fue hasta que llegué a la Escuela de Artes Visuales y a asistir a las clases de Art Spiegelman y Jerry Moriarty, además de empezar a  dibujar el “Jack Survives” para RAW, cuando empecé a fijarme y a informarme un poco más sobre Nancy. Moriarty tenía una manera muy beatnik-zen de hablar sobre Bushmiller que realmente me enrollaba un montón. Pronto Nancy se convirtió en una tira famosa entre la gente de RAW. Cada vez que alguien decía que era estúpida o decían que no pillaban por qué nos gustaba tanto, cerrábamos los ojos y sonreíamos. Nancy era tan cursi que estaba más allá de lo cursi. De alguna forma su autor se introdujo en esa especie de meta-mundo por el que sólo los maestros zen saben navegar.

KELLY: Fue justo antes de que Bushmiller falleciese.

KAZ: Cierto. [Un momento de silencio.]

KELLY: Y sin embargo no estudiaste la obra de Dondi.

KAZ: Me lo he leído todo. Siempre estaré enamorado de Smoky Stover. Incluso cuando era niño ya lo estaba. Recuerdo estar leyéndolo sin enterarme de nada. Lo que sí que entendía era “Spooky”, la tira del gato que aparecía en la parte inferior. Recuerdo que de niño me parecía que Little Orphan Annie tenía demasiado texto y no la suficiente acción, aunque recuerdo que me gustaba mucho “Maw Green”. Nadie habla de la influencia del “Maw Green” de Harold Gray en mi trabajo.

KELLY: Supongo que Smoky Stover te impactó mucho.

KAZ: Seguro. Pero no lo pensé hasta mucho más tarde, cuando empecé a investigar cuál era el tipo de sensibilidad y el estilo de dibujo más adecuado que debía utilizar. Por ejemplo, en la historia que hice para el tercer número de Snake Eyes titulada "Zak Smoke." El aspecto de esa tira era intencionadamente ridículo, porque la historia en sí era muy oscura y deprimente. Zak vislumbra su muerte inminente y luego empieza a correr detrás de uno de los símbolos de la muerte y se da de bruces contra otro hasta que la tira termina con su iluminación repentina. El símbolo iba brotando como los juegos de palabras cursis que surgían como setas a lo largo de toda la tira de “Smokey Stover”.
“ESCUELA DE ARTES VISUALES”

KELLY: ¿Por qué elegiste la Escuela de Artes Visuales de Nueva York?

KAZ: Fui allí porque alguien me dijo una vez que la “SVA” era la Escuela de los dibujos animados y la ilustración, que es como creo que solían llamarla. Así que acudí con el portafolio de dibujos que había hecho durante mis años en el instituto. En realidad había hecho una tira que se llamaba “Mr. Roach”, y mi idea era la de presentarla en uno de los “syndicates” para conseguir publicarla diariamente en un periódico. Era bastante mala. Estaba mal escrita y mal dibujada. Ni siquiera tenía buenos gags. Pero sí que hice algunas cosas bien. Tenía como el equivalente de seis semanas de trabajo. Aprendí mucho acerca de las fotocopias. Pagué toda la tirada y fui enviando ejemplares a todos los “sindicatos” y éstos me la fueron rechazando uno tras otro. También me puse a enviar copias de la tira a algunos dibujantes, para ver qué me comentaban sobre ella. El único que me contestó fue Russell Myers, que dibujaba “Broom Hilda”. Fue muy alentador. Su carta estaba escrita con el color verde habitual de Broom, y estaba incluida dentro de un sobre verde en el que se podían ver a todos sus personajes retozando. Para mí fue muy emocionante. Pensé: "¡puede que en realidad sí que me pueda dedicar a esto!" También me dijo que lo mejor es que fuese a la Escuela de Arte y aprendiese a dibujar.

KELLY: ¿Qué te decían los “sindicatos” de tiras de prensa en sus cartas de rechazo?

KAZ: Uno de ellos básicamente me dijo que no había forma de que alguna vez imprimiesen una tira sobre una cucaracha [risas], así que enseguida empecé a hacer cosas “underground”. Me sigue gustando el formato de tira diaria. Pero creo que mi sensibilidad y mi humor están más en sintonía con el “underground”. Los guiones de “Underworld” pasaron por todas las etapas de aprobación. Una semana eran clasificados para mayores de 18, la siguiente ya eran aptos.

KELLY: Bueno, creo que la tira se parece mucho a una tradicional. Me refiero a que es en blanco y negro y que…

KAZ: Tienes razón, y los chistes tratan sobre heroína, muerte y mutilación.

KELLY: Pero si cambiases un par de palabras parecería una de las clásicas.

KAZ: Es porque la diseñé de esa forma a conciencia. Para atrapar la atención. Para que pareciese más atractiva.

(Continuará)

1 comentario:

Fraga Comics dijo...

Maravillosa entrevista!

NUEVA YORK EN EL DAREDEVIL DE FRANK MILLER

"Investigué mucho para hacer un buen trabajo. Si me pedían que dibujara una cascada, iba hasta una y la dibujaba. Esto es algo que a...