Por CRAIG FISCHER para The Comics Journal, 3 de febrero de 2016. Traducido por Frog2000 en facebook.
El tema alrededor del que gira este ensayo son los primeros
seis números de Providence, de Alan Moore y Jacen Burrows, pero permitidme
empezar con una disculpa. En el The Comics Journal 278 (octubre de 2006), escribí una
reseña negativa del Lost Girls de Moore y Melinda Gebbie argumentando que el
guión tan esquemático y rígido de Moore convertía la lectura de la obra en
una ardua tarea, a pesar del precioso dibujo de Gebbie. Sigo pensando que Lost
Girls es un Moore menor, aunque creo que en el párrafo final de mi crítica fui
demasiado lejos. En respuesta a las afirmaciones de la retirada del medio de
los cómics por parte de Moore (largamente expresadas en una entrevistas en el
Comic Book Artist 25 [abril de 2003]), escribí que “no dejaba los cómics justo
a tiempo, sino con muchos años de retraso”. En aquel momento me desagradaba la
mayor parte de la línea America’s Best Comics (aunque en mi opinión Promethea
es un Moore de los buenos), pero ahora lamento haber escrito esas palabras.
Porque expresaban ingratitud con un guionista que me ha entretenido durante
décadas y que además ha inspirado a otros creadores para que produzcan mejores
cómics.
También me equivoqué en mi percepción acerca de la
decadencia de la carrera de Moore en los cómics. Su siguiente gran obra después
de Lost Girls fue La Liga de los Hombres Extraordinarios: Dossier Negro (2007),
dibujada por Kevin O’Neill, pero en ese momento estaba tan desilusionado
con Moore que ignoré el Dossier. Sin embargo, la pasada primavera estaba
preparando un seminario acerca de la carrera de Moore (y otros tópicos
relacionados como el fan fiction, el postmodernismo, Anonymous, las
adaptaciones al cine, etcétera), y finalmente me leí Dossier y me encantó, en
especial la inclusión de hermosos artículos insertados en la obra como el de
las Biblias de Tijuana inspiradas en 1984, una obra de teatro de Shakespeare perdida, un viaje en 3-D (con gafas a juego) e incluso el
Mundo Centelleante. (Tal y como señala Marc Singer, Dossier es “un tomo de
bello diseño,” un triunfo del diseño gráfico.) Por otro lado y a juzgar por las
puntuaciones de Amazon, la mayoría de los lectores están menos entusiasmados
con la enloquecida heteroglosia del Dossier. El comentario atribuido a “L.
Dawson” es bastante representativo: “Moore sufre el peso de su propio genio con
referencias literarias muy oscuras que ocupan [el] lugar de la narración.
Resulta muy, muy difícil conseguir atravesar la parte en forma de Expediente de
esta obra. No es muy divertido." Resulta evidente que Dawson y yo
tenemos diferentes definiciones de lo que es "divertido".
Tampoco es que Dossier sea perfecto. Según Singer, la trama
se va desinflando en cuanto se acerca a su conclusión. El momento en el que
Mina Murray y Allan Quatermain huyen hacia el Mundo Centelleante para escapar
de James Bond y otros miembros de la fraternidad de espías británicos parece
dramáticamente insatisfactorio. Para Singer, el Mundo Centelleante se parece
demasiado a una repetición de "la Inmateria o el Idea-espacio, o cualquier
otra definición que Moore haya utilizado para llamar a ese reino en el que
todos los personajes de ficción se codean y comparten un asidero de igualdad
ontológica." Singer incluso se atreve a afirmar que entrar en esta utopía de ensueño
representa una preocupante derogación del heroísmo. En cuanto Mina y Alan
llegan a Fantasy-Land, dejan tirados a los que siguen en problemas en la
Tierra: "El fin de Dossier Negro no es sólo un refugio del mundo, es un
retiro de cualquier tipo de responsabilidad ética relacionada con ese
mundo." También es un truco narrativo, una deus ex machina que no está motivada por los anteriores acontecimientos de la historia. Sin
embargo, en este ensayo intentaré establecer un contexto igual de fascinante:
en los cómics posteriores inspirados en Lovecraft como Neonomicon y Providence,
Moore se las arregla para contrastar el idealismo de la / Idea-Espacio / Mundo Centelleante / La
Inmateria con el horror cósmico de Lovecraft, una dialéctica sobre la que
hablaré más adelante.
Por otra parte, el mayor problema que sugieren las últimas
páginas de Dossier es el Gollywog, el personaje de color inglés que conduce a
Mina y Alan al Mundo Centelleante. Moore afirma que su Gollywog es un regreso a
la versión original del personaje, sin racismo manifiesto, pero Pam Noles ha
argumentado convincentemente que incluso la primera representación del Gollywog
(en la versión escrita de Bertha Upton e ilustrada por Florencia K. Upton en el
libro "The Adventures of Two Dutch Dolls and a “Golliwogg” [1895]) surgió
de una cultura con las caras pintadas de negro y los espectáculos minstrel, por
lo que finalmente el personaje arrastra hasta el Dossier ciertas conexiones con la cultura
racista. Moore lo sabe bien e incluso gasta alguna
broma al respecto. Cuando Mina Murray les pregunta a las dos muñecas por qué
viajan con el Gollywog, una de ellas responde en holandés: "Su órgano
masculino para la reproducción es enorme." (Gracias a Jess Nevins por la
traducción.) Tal vez el Gollywog de Moore sea como la Angelfood McSpade de
Robert Crumb: un personaje que se puede interpretar al mismo tiempo como un reconocimiento
de su carácter racista por parte del autor (acordémonos de cómo entre una
entrevista y otra Crumb suele airear sus prejuicios) y una exploración
combativa del poder perdurable de las imágenes racistas en la cultura
occidental, además de una parodia exagerada de los racistas demasiado estúpidos
como para creer y temer estereotipos tan horrendos.
Otro problema ideológico más: como han señalado muchos
críticos, la mayoría de los cómics de Moore incluyen alguna escena de violación
en la que por lo general un hombre agrede sexualmente a una mujer, aunque de
vez en cuando aparezca un hombre agrediendo a otro hombre, como ocurría con el
escolar que violaba a Johnny Bates en Miracleman nº 14 (1988), y el Dossier no
es ninguna excepción, aunque en realidad no estaría cómodo si enarbolase una
queja ad hominem acerca de que el propio Moore sea sexista o que de algún modo
le excite la violación utilizando las escenas que tienen lugar en la obra. El
asalto del Comediante a Espectro de Seda de Watchmen (1986) me
incomodó un montón, porque la víctima se enamoraba de su agresor sexual, pero
el intento de violación de Jimmy Bond en Dossier termina cuando Mina lo golpea
hasta dejarlo sin sentido con un ladrillo que llevaba escondido en su bolso. En
el Dossier, Mina engaña a Bond, aunque tampoco sea muy difícil, pero
Moore también hace que ella sea más inteligente y valiente que Quatermain.
En mi opinión el tema de la violación en los cómics de Moore
se parece mucho a lo comentado por la académica cinematográfica feminista Tania
Modleski sobre la violencia contra las mujeres de las películas de
Alfred Hitchcock. De acuerdo con Modleski, la postura de Hitchcock hacia las
mujeres es ambivalente: algunas escenas como la violación y el estrangulamiento
que podíamos ver en "Frenzy" (Frenesí, 1972) parecen en un principio
denotar misoginia, pero también exhiben personajes
femeninos con los que nos identificamos cuando están sufriendo, una conexión
que le revela al espectador el intolerable lugar secundario que aquellas
sociedades dominadas por los hombres les reserva a las mujeres.
Como escribía Modleski:
“Hace tiempo que se ha observado que el director está
obsesionado con la exploración de la psique de las mujeres atormentadas y
convertidas en víctimas. Aunque la mayoría de los críticos atribuyen que este
interés por ver sufrir a sus actrices principales parece revelar un placer
sádico, y aunque podría estar dispuesta a darles la razón sobre ese punto, sin
embargo, insisto en que la obsesión a menudo toma la forma de una exposición
particularmente lúcida de los predicamentos y contradicciones de la existencia
de las mujeres bajo el patriarcado.” (Las mujeres que sabían demasiado:
Hitchcock y la Teoría Feminista, 2015, sin traducción al castellano.)
Esta cita la escribió después de una cuidadosa revisión de
"Blackmail" (Chantaje, 1930), una película en la que Alice, una mujer
que mata a un aspirante a violador, se enfrenta a un matón y chantajista que la
amenaza con revelar su delito a la policía. Hitchcock posiciona a Alice en un
limbo en el que se debate entre seguir la Ley al pie de la letra y su
comprensible deseo de protegerse a sí misma, un doble vínculo que los
espectadores, incluidos los espectadores masculinos, encuentran doloroso e
injusto. La forma de presentar la violencia física y psíquica nos permite
experimentar la violencia desde el punto de vista femenino, lo que conduce a
una mejor comprensión de cómo el patriarcado maltrata a las mujeres.
¿Es posible que las violaciones que aparecen en los cómics
de Moore expresen una ambivalencia similar a la de Hitchcock? Resulta difícil
decirlo, porque a menudo Moore cambia su enfoque sobre el sexo y la violencia
(y la violencia sexual) en el período relativamente corto de una sola obra, por
lo que es complejo revisar sus planteamientos a lo largo de toda su
carrera. El intento de violación de Evey que inauguraba V de Vendetta (1989)
claramente nos alineaba junto con el personaje. Ella es alguien inocente forzada
por un cruel gobierno distópico a prostituirse, incluso antes de ser atacada
por policías corruptos, pero la epifanía que cambia posteriormente su forma de
ser supone algo mucho más complicado. Evey se somete a la humillación y el
abuso sexual que le administra V para mejorarla, para convencerla de la verdad
de la filosofía de la que hace gala el personaje, un proceso, el de la
violación de Evey, que Isaac Butler describía "como afirmar que el
Síndrome de Estocolmo supone la libertad. Además, la Guerra sería la Paz y la
Ignorancia supondría tener Poder. Así que cierra tu linda boquita y haz lo que
te ha dicho el autor que hagas". (Aconsejo echar un vistazo al ensayo de Butler sobre
V de Vendetta publicado en The Hooded Utilitarian junto con los 178 comentarios,
algunos de ellos en defensa de Moore.) No existe una forma
sencilla de hablar en general sobre la violencia sexual que aparece en las
historias de Moore, por lo que creo que deberíamos mirar el contexto narrativo
de cada caso de violación que aparece en las mismas.
Las declaraciones más recientes de Moore parecen estar
dominadas por algunos tópicos: su negativa a seguirle el juego a DC en su
última maniobra comercial con las precuelas de Watchmen, así como su rechazo de
las películas de éxito basadas en sus cómics, y lo que opina sobre la
consternación de sus lectores provocada por los aspectos más problemáticos de
su reciente trabajo. Creo que me gustaría más escuchar lo que tiene que decir
como creador. Singer ha escrito que “durante las primeras ciento sesenta
páginas más o menos, el Dossier Negro parece demostrar vívidamente lo que
prometía Moore al decir “esto es lo mejor que he hecho nunca”. A continuación
aparece el Gollywog y se carga todo el impacto de la obra, pero el Gollywog y
el débil final sólo suponen un 15 por ciento del tomo. Se han escrito miles de
palabras sobre este personaje, muchas de ellas por el propio Moore en su
desconsiderada y sumamente a la defensiva carta de Navidad de 2013, pero no se
ha hablado lo suficiente sobre la estética de su escritura, sobre lo que hace
que la mayor parte del Dossier sea "lo mejor que he hecho nunca." Cuando hablamos de Providence, también tenemos que hablar sobre cuestiones de
raza y sobre la violación, pero también deberíamos hablar sobre el papel como
escritor del autor en lugar de hacerlo sobre cualquier síntoma ideológico.
A partir de ahora voy a hacer un montón de
"spoilers" sobre The Courtyard, Neonomicon y Providence de Moore y
Burrows. También ignoraré otros cómics de Moore que incluyen elementos
Lovecraftianos (como ocurre con los recientes spin-offs de la Liga de los
Hombres Extraordinarios protagonizados por Janni Nemo), por el bien de la
brevedad, y en parte también porque que esas obras no se sumergen tan profunda
o críticamente en lo Lovecraftiano como lo hace Providence.
Dos anotaciones más: varios de mis argumentos se han
discutido (y refinado) en el pasado seminario sobre Moore que he mencionado
antes, así que me gustaría darles las gracias a los estudiantes que
participaron en él por sus ideas y entusiasmo: Dean Cates, Wade Morgan, Ryan
Morris, Vito Petruzzelli, Morgan Pruitt, Kevin Pyon, Logan Scott, Matthew
Staton, Justin Weltz, and Jessica White. Además, soy un ávido lector de un
excelente blog titulado Facts in the Case of Alan Moore’s Providence, y mucho de los datos presentados allí
originalmente han logrado colarse en mi forma de pensar sobre Providence. Sería
mejor que te leyeses primero Providence, a continuación el blog
"Facts", y luego este ensayo.
Alfred Hitchcock: "Un vistazo al mundo demuestra que el
horror no es más que la realidad."
Después de completar Dossier en 2007, Moore acometió tres
grandes proyectos: Jerusalem, una novela en prosa de un millón de palabras que
se publicará en la primavera de 2016 [todavía no lo ha hecho], algunos tomos de
la Liga de los Hombres Extraordinarios, y Neonomicon (2010) y Providence
(2015-¿?), dos cómics donde la intención es aportar su propia contribución a
los Mitos de Cthulhu de Lovecraft. Sin embargo, el interés de Moore en el
escritor es anterior a la década de 2000. En 1994, Moore escribió "The Courtyard",
una historia corta en prosa imbuida de mitología Lovecraftiana que se publicó en la antología “A Starry Wisdom: A Tribute to H.P. Lovecraft”. La adaptación en dos cómics fue publicada por Avatar Press en 2003.
(Continuará)
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