Por Peter Sanderson para The Comics Journal nº 74 (1982). Traducido por Frog2000. Parte 1, parte 2.
Pero todavía no hemos señalado los motivos por los que X-Men logra ser diferente del resto de series. Uno de los aspectos más significativos que la distingue incluso más que a la Legión o a los Titanes es que sus personajes son mutantes. No solo son humanos ordinarios que simplemente han conseguido super-poderes, o incluso alienígenas super-poderosos que se mezclan bastante bien en una sociedad "normal y corriente". (Por cierto, ¿cuántos "Legionarios" se parecen a un alienígena en la actualidad?) Los X-Men se definen por el hecho de que son diferentes del resto de la Humanidad. Viven apartados de la Sociedad en su mansión, sus contactos con el resto de humanos parecen ser limitados, sus poderes sirven como un recordatorio constante de que son diferentes, especialmente en el caso de los incontrolables haces oculares de Cíclope. En algunos casos, incluso la apariencia de los X-Men es diferente de la de los humanos ordinarios: El Ángel y sus alas, la Bestia y su pelambrera, sus orejas puntiagudas, su dentadura y su bulbo raquídeo como el de un simio, y sobre todo, Rondador y su piel azul, colmillos, manos de tres dedos, pies de dos y cola. Se podría decir que desde cualquier punto de vista, la Bestia y Rondador padecen por culpa de sus deformidades. Un puñado de Hombres-X son extranjeros que recientemente han empezado a vivir en los Estados Unidos, una tierra extraña. Rondador es alemán, Coloso de la Unión Soviética, y aunque nacida en América, Tormenta se ha pasado toda su vida en África. Algunos de ellos pertenecen a minorías: Tormenta es una mujer negra, Espíritu es judía. En X-Men nº 150 se puede observar el paralelismo entre mutantes y minorías perseguidas, donde se revela que cuando era niño, Magneto fue prisionero de Auschwitz, y que hasta donde él sabe, a lo largo de los años toda su familia ha sido exterminada. Todas estas distinciones refuerzan la impresión de que la identidad básica de los X-Men es la de ser mutantes. Para el lector, la palabra "mutante" puede simbolizar cualquier razón que le haga sentirse excluido de la Sociedad, sea por su sexo, raza, creencia, apariencia física, talento especial que sea malentendido o capaz de provocar celos, o cualquier motivo personal del propio lector. El poder que conlleva el concepto mutante consigue que X-Men sea una serie única.
Además, los X-Men están más auto-contenidos en su propio mundo que la mayoría de series de Marvel. Incluso disponen de un concepto organizativo propio: los X-Men son mutantes que combaten contra mutantes malvados como Magneto, villanos que intentan aprovecharse de los mutantes como Saurón, o enemigos que intentan aprisionarlos o asesinarlos como los Centinelas. Por lo tanto, aparte de otros villanos que han pasado por el título, como el Doctor Muerte (nºs 145-147) o incluso Drácula (nº 159), las amenazas de los X-Men son conocidas primordialmente por "pertenecer" a su propio mundo. Es una situación bastante diferente de la de los Vengadores, los Cuatro Fantásticos, Hulk y demás, porque cada uno de ellos están continuamente combatiendo contra unos adversarios que ya han aparecido en las otras series. Lo que una vez, y hasta cierto punto, sigue siendo uno de los puntos fuertes de Marvel, el hecho de que la mayoría de las series estaban inter-conectadas, hoy en día ha llevado hasta una creciente homogeneización: casi todas parecen la misma. A lo largo de los años, los X-Men también han ido acumulando un gran elenco de personajes secundarios, extendiéndose por todo el mundo, e incluso por el Espacio. Por lo tanto, sería posible asegurar que en la Patrulla-X se puede encontrar un cosmos mutante propio dentro de un Universo Marvel mayor. Todo esto le da a la serie mayor cohesión y una personalidad distintiva que también logra que se distinga del resto de colecciones de Marvel, ciertamente mucho más que cualquier otra serie de superhéroes actual exceptuando a Daredevil, que actualmente está evolucionando en una mezcla de cómic de superhéroes y cine negro en lugar de seguir como una serie de superhéroes "puros" como los X-Men.
Muchas de las series de superhéroes actuales importantes se resienten de su longevidad. Después de veinte años de historias, resulta asombroso que Spiderman siga conservando vitalidad alguna. Si después de cierto punto se someten a revisiones que las devuelven a sus raíces y las envían en nuevas direcciones, las series de larga vida son capaces de conseguir mantener su poderío creativo. Las revisiones más radicales fueron las de Flash, Green Lantern, Hawkman, Atom y la Sociedad de la Justicia a finales de los cincuenta y principios de los sesenta. Los nuevos personajes asumieron los roles de aquellos personajes de la Golden Age. Se les vistió con nuevos uniformes, se les otorgaron nuevos personajes secundarios, nuevos y más dramáticos antecedentes, y en el caso de Atom, incluso nuevos super-poderes. La Sociedad de la Justicia fue renombrada como La Liga de la Justicia, con una composición casi totalmente nueva. Al convertirse en editor de Batman a principios de los sesenta, Julius Schwartz, que fue quien había transformado todas las series de la Golden Age antes comentadas, revitalizó una serie completamente moribunda despojándola de toda la basura que había ido acumulando a lo largo de veinte años: Batwoman, Bat-sabueso, Bat-Mite, los argumentos de ridícula seudo-ciencia ficción, e incluso de la mayoría de villanos disfrazados de saldo. De nuevo, Batman era un detective en un mundo comparativamente realista. Después de que Batman nuevamente se volviese obsoleto después de la ofensiva "camp" de finales de los sesenta, la serie sufrió otra revisión que la acercó aún más a su idea primordial. La atmósfera oscura de las historias del Batman de los treinta y cuarenta hizo de nuevo aparición, así como la cacería obsesiva de los sanguinarios criminales. Con cada cambio, el estilo de dibujo y escritura de la serie también se efue sofisticando cada vez más, encontrando un tono decididamente más contemporáneo.
De modo significativo, este proceso ha continuado hasta la fecha actual en las series que han generado una respuesta más entusiasta por parte de los aficionados. Los Nuevos Titanes no son una simple continuación de la vieja serie de los Titanes. Los creadores del nuevo título solo han aprovechado su nombre, su premisa básica (un grupo de superhéroes adolescentes que actúa por su cuenta) y a unos cuántos de los miembros originales. En el caso de uno de ellos, Wonder Girl, han transformado considerablemente su personalidad. Todo lo que aparece en los Nuevos Titanes es novedoso, y hasta el momento parece rebosar vitalidad. Parece tan contemporáneo que es imposible confundir a los "Nuevos" Titanes con una serie creada antes de los ochenta. El caso del Daredevil de Frank Miller es bastante similar. Daredevil llevaba atravesando toda una década de mediocridad rebosante de aventuras de pésima ciencia ficción, historias de terror estúpidas, imitaciones saltarinas de James Bond, y los enésimos combates habituales con antiguos enemigos. Miller volvió a la caracterización y los argumentos de los primeros números, y luego los empujó en una nueva dirección, hacia un mundo realista de crímenes urbanos totalmente diferente de todo lo que se suele ver en las series de Marvel.
(Continuará)
Pero todavía no hemos señalado los motivos por los que X-Men logra ser diferente del resto de series. Uno de los aspectos más significativos que la distingue incluso más que a la Legión o a los Titanes es que sus personajes son mutantes. No solo son humanos ordinarios que simplemente han conseguido super-poderes, o incluso alienígenas super-poderosos que se mezclan bastante bien en una sociedad "normal y corriente". (Por cierto, ¿cuántos "Legionarios" se parecen a un alienígena en la actualidad?) Los X-Men se definen por el hecho de que son diferentes del resto de la Humanidad. Viven apartados de la Sociedad en su mansión, sus contactos con el resto de humanos parecen ser limitados, sus poderes sirven como un recordatorio constante de que son diferentes, especialmente en el caso de los incontrolables haces oculares de Cíclope. En algunos casos, incluso la apariencia de los X-Men es diferente de la de los humanos ordinarios: El Ángel y sus alas, la Bestia y su pelambrera, sus orejas puntiagudas, su dentadura y su bulbo raquídeo como el de un simio, y sobre todo, Rondador y su piel azul, colmillos, manos de tres dedos, pies de dos y cola. Se podría decir que desde cualquier punto de vista, la Bestia y Rondador padecen por culpa de sus deformidades. Un puñado de Hombres-X son extranjeros que recientemente han empezado a vivir en los Estados Unidos, una tierra extraña. Rondador es alemán, Coloso de la Unión Soviética, y aunque nacida en América, Tormenta se ha pasado toda su vida en África. Algunos de ellos pertenecen a minorías: Tormenta es una mujer negra, Espíritu es judía. En X-Men nº 150 se puede observar el paralelismo entre mutantes y minorías perseguidas, donde se revela que cuando era niño, Magneto fue prisionero de Auschwitz, y que hasta donde él sabe, a lo largo de los años toda su familia ha sido exterminada. Todas estas distinciones refuerzan la impresión de que la identidad básica de los X-Men es la de ser mutantes. Para el lector, la palabra "mutante" puede simbolizar cualquier razón que le haga sentirse excluido de la Sociedad, sea por su sexo, raza, creencia, apariencia física, talento especial que sea malentendido o capaz de provocar celos, o cualquier motivo personal del propio lector. El poder que conlleva el concepto mutante consigue que X-Men sea una serie única.
Además, los X-Men están más auto-contenidos en su propio mundo que la mayoría de series de Marvel. Incluso disponen de un concepto organizativo propio: los X-Men son mutantes que combaten contra mutantes malvados como Magneto, villanos que intentan aprovecharse de los mutantes como Saurón, o enemigos que intentan aprisionarlos o asesinarlos como los Centinelas. Por lo tanto, aparte de otros villanos que han pasado por el título, como el Doctor Muerte (nºs 145-147) o incluso Drácula (nº 159), las amenazas de los X-Men son conocidas primordialmente por "pertenecer" a su propio mundo. Es una situación bastante diferente de la de los Vengadores, los Cuatro Fantásticos, Hulk y demás, porque cada uno de ellos están continuamente combatiendo contra unos adversarios que ya han aparecido en las otras series. Lo que una vez, y hasta cierto punto, sigue siendo uno de los puntos fuertes de Marvel, el hecho de que la mayoría de las series estaban inter-conectadas, hoy en día ha llevado hasta una creciente homogeneización: casi todas parecen la misma. A lo largo de los años, los X-Men también han ido acumulando un gran elenco de personajes secundarios, extendiéndose por todo el mundo, e incluso por el Espacio. Por lo tanto, sería posible asegurar que en la Patrulla-X se puede encontrar un cosmos mutante propio dentro de un Universo Marvel mayor. Todo esto le da a la serie mayor cohesión y una personalidad distintiva que también logra que se distinga del resto de colecciones de Marvel, ciertamente mucho más que cualquier otra serie de superhéroes actual exceptuando a Daredevil, que actualmente está evolucionando en una mezcla de cómic de superhéroes y cine negro en lugar de seguir como una serie de superhéroes "puros" como los X-Men.
Muchas de las series de superhéroes actuales importantes se resienten de su longevidad. Después de veinte años de historias, resulta asombroso que Spiderman siga conservando vitalidad alguna. Si después de cierto punto se someten a revisiones que las devuelven a sus raíces y las envían en nuevas direcciones, las series de larga vida son capaces de conseguir mantener su poderío creativo. Las revisiones más radicales fueron las de Flash, Green Lantern, Hawkman, Atom y la Sociedad de la Justicia a finales de los cincuenta y principios de los sesenta. Los nuevos personajes asumieron los roles de aquellos personajes de la Golden Age. Se les vistió con nuevos uniformes, se les otorgaron nuevos personajes secundarios, nuevos y más dramáticos antecedentes, y en el caso de Atom, incluso nuevos super-poderes. La Sociedad de la Justicia fue renombrada como La Liga de la Justicia, con una composición casi totalmente nueva. Al convertirse en editor de Batman a principios de los sesenta, Julius Schwartz, que fue quien había transformado todas las series de la Golden Age antes comentadas, revitalizó una serie completamente moribunda despojándola de toda la basura que había ido acumulando a lo largo de veinte años: Batwoman, Bat-sabueso, Bat-Mite, los argumentos de ridícula seudo-ciencia ficción, e incluso de la mayoría de villanos disfrazados de saldo. De nuevo, Batman era un detective en un mundo comparativamente realista. Después de que Batman nuevamente se volviese obsoleto después de la ofensiva "camp" de finales de los sesenta, la serie sufrió otra revisión que la acercó aún más a su idea primordial. La atmósfera oscura de las historias del Batman de los treinta y cuarenta hizo de nuevo aparición, así como la cacería obsesiva de los sanguinarios criminales. Con cada cambio, el estilo de dibujo y escritura de la serie también se efue sofisticando cada vez más, encontrando un tono decididamente más contemporáneo.
De modo significativo, este proceso ha continuado hasta la fecha actual en las series que han generado una respuesta más entusiasta por parte de los aficionados. Los Nuevos Titanes no son una simple continuación de la vieja serie de los Titanes. Los creadores del nuevo título solo han aprovechado su nombre, su premisa básica (un grupo de superhéroes adolescentes que actúa por su cuenta) y a unos cuántos de los miembros originales. En el caso de uno de ellos, Wonder Girl, han transformado considerablemente su personalidad. Todo lo que aparece en los Nuevos Titanes es novedoso, y hasta el momento parece rebosar vitalidad. Parece tan contemporáneo que es imposible confundir a los "Nuevos" Titanes con una serie creada antes de los ochenta. El caso del Daredevil de Frank Miller es bastante similar. Daredevil llevaba atravesando toda una década de mediocridad rebosante de aventuras de pésima ciencia ficción, historias de terror estúpidas, imitaciones saltarinas de James Bond, y los enésimos combates habituales con antiguos enemigos. Miller volvió a la caracterización y los argumentos de los primeros números, y luego los empujó en una nueva dirección, hacia un mundo realista de crímenes urbanos totalmente diferente de todo lo que se suele ver en las series de Marvel.
(Continuará)
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