A finales de los ochenta me convertí en el encargado de una pequeña tienda que vendía libros y cómics. Al final de la jornada volvía a mi hogar, una habitación de seis por siete metros. De las ventanas colgaban bolsas negras de basura para aislarme de la luz. Al día siguiente de conseguir el trabajo me senté y le escribí una carta a Savoy Books.
Savoy era y es una editorial de Manchester, al norte de Inglaterra. A un par de cientos de millas de distancia de donde yo residía. En aquellos tiempos sin un duro en el bolsillo parecía que estaba a todo un Océano, especialmente porque también estaba manteniendo una relación a larga distancia con una chica que no vivía lejos de Manchester. Sus padres eran ricos, y de vez en cuando se venía a vivir conmigo unas semanas, mientras que yo no podía viajar más allá de Londres, tan solo los treinta y pico kilómetros de la línea del tren. Savoy me quedaba demasiado lejos. Dave Britton y Michael Butterworth, los editores de la casa, aparecieron a finales de los años sesenta / principios de los setenta, los últimos de la fila del movimiento New Worlds/ New Wave de la ciencia ficción. En realidad, publicaron un solo número de la revolucionaria revista New Worlds antes de poner a la venta el antiguo y oscuro trabajo de Michael Moorcock, así como una temprana novela gráfica titulada ELRIC de Moorcock adaptada al cómic por Jim Cawthorn con un estilo celta. Fueron creciendo a base de reediciones selectas, montando un catálogo ecléctico y vital: la crítica televisiva de los años sesenta del escritor de literatura fantástica y crítico Harlan Ellison, las columnas de prensa de Jack Trevor Story, el dibujo gótico del ilustrador de portadas para los Cramps Kris Guidio. Y casi en plan apocalíptico, la transgresora novela de Dave Britton titulada LORD HORROR. Editarlo hizo que les juzgaran por obscenidad por culpa de las acciones que emprendió James Anderton (el notorio jefe de policía cristiano de Manchester) para aplastarles utilizando el sistema. Anderton era una criatura que sólo podía existir en la atmósfera ligeramente surrealista de la Bretaña de Thatcher: conservador represivo de dudosa competencia, era muy dado a proclamar inquietantes declaraciones acerca de que solía escuchar la voz de Dios mientras Manchester se llenaba de armas y camellos. LORD HORROR era un trago fuerte de verdad, eso seguro: una visión alucinada de Lord Haw-Haw, el traidor inglés que difundió la propaganda nazi en Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial. Era una obra difícil, horrible, las atrocidades nazis convertidas en escritura superrealista usando las herramientas de DeSade y Bataille, una extensión de la escena "New Worlds" que tenía la intención de utilizar la fantasía como una forma de arrojar nueva luz sobre el mundo real. Ni Britton era un judío que se odia a sí mismo ni tampoco un monstruo infantil. Estaba claramente obsesionado por el mundo anterior a 1945.
Y lo enviaron a la cárcel.
Y yo envié la carta, porque quería vender los libros de la editorial Savoy.
El tipo de relaciones públicas de Savoy era un hombre brillante que se llamaba Martin Flitcroft. En menos de una semana me envió los detalles para hacer el pedido en el interior de una jodida y enorme caja con una copia de todo lo que Savoy tenía a la venta. No tenía ni idea de que también estaban editando discos, y sobre todo no los de la estrella psíquica del rock los sesenta, PJ Proby. También montones de cosas del ilustrador Kris Guidio, que solía estar a medio camino de la mesa de dibujo y el hospital. Sus dibujos artísticos pertenecían a una época justo después de que, según sus palabras, todos los habitantes de Londres, "vistiesen como funerarios tatuados". Su material, como cualquiera que haya visto alguna de sus portadas para los Cramps puede asegurar, irradiaba una especie de extraño y desgarrado ideal heroico. Los pinchazos... vivía en su propio mundo de novela gráfica, no existe diferencia entre su estancia en una cama hospitalaria asistido por "una enfermera con un culo por el que DeSade habría muerto" y su credo de "vamos a hacer que nuestros héroes vistan de negro". Su ingesta tóxica privada era capaz de reimaginar los viejos cómics de derribo de épocas pasadas.
Los tebeos todavía tenían su oportunidad en Savoy. En la caja estaba el comienzo de una novela gráfica serializada de LORD HORROR, guionizada por Britton y dibujada por Guidio.
No creo que Britton fuese un drogadicto, pero su material se lee como si a Grant Morrison le gustase el caballo. La serie es una especie de precuela de la novela e ilustra cómo Horror deja Gran Bretaña y se marcha a Alemania. Es más limpia y considerada que el libro. Horror nunca cae simpático (no puede serlo) pero la novela gráfica lo retrata como un hombre pequeño atrapado entre monstruos más grandes que él. Gran Bretaña es un lugar enfermizo, y de alguna forma, en su ingenuidad Horror espera que una poderosa Alemania sea más saludable. En el penúltimo episodio, Horror retransmite desde un campo de concentración. Es cuando nos damos cuenta de que claramente se ha vuelto loco.
Sin embargo, antes hemos conocido a la extensa familia de Horror y al círculo de traidores de clase alta. En el campo de concentración asistimos a una gloriosa representación de James Joyce, asesinatos nocturnos de policías con sierras y peleas con asesinos puntuales enviados por Churchill: "¡Jodamos a Horror!" Al final, Unity Mitford, una de las aristócratas inglesas que apoyó a Hitler, aparece como una de las amantes de Horror, el truco de Britton para exponer Gran Bretaña como un sumidero de odio y estupidez. Atrapado en Alemania, sus venenosas esperanzas desvaneciéndose, el protagonista se encuentra con Unity en un cementerio y la vitupera a ella y a la Inglaterra de clase alta por su hermosa vacuidad, su felicidad por ser gobernados por desequilibrados y monstruos, su obstinada ceguera. Ella lo mira. Su último compañero de intimidades, su supuesto compañero de viaje la devuelve la mirada: "Vete ahora, o por Cristo que te mostraré por qué me llaman Horror".
La historia final (al menos la historia final que pude ver) está dibujada por John Coulthart, y es una larga y silenciosa reflexión sobre el campo de concentración. Nadie podría argumentar que esto es pro-nazi, ni que incita a serlo ni ninguna otra estupidez infantil.
Un año más tarde la librería donde estaba trabajando cerró sus puertas, víctima de las circunstancias. Me convertí en escritor a tiempo completo, lo que significaba que era asombrosamente pobre. Perdí el contacto con la mayoría de la gente. Me separé de mi chica del norte. Cuando conseguí tener teléfono de nuevo, llamé a Martin Flitcroft. Pero Martin Flitcroft había muerto.
La presión de la policía sobre Savoy era constante. La gente decía que Martin la había sentido más que la mayoría. Sentía que las cosas cada vez eran más difíciles. Quería experimentarlas. Si le invitabas a un trago, te empezaba a hablar de "música de alma wagneriana" y sobre que sentía "el cosquilleo en las meninges".
Un día se puso frente a un tren que se acercaba en plena noche. Le dio la espalda. Agitó sus puños y echó la cabeza hacia atrás. El conductor del tren nunca tuvo la oportunidad de detenerse.
Las meninges llenas de cosquilleos.
Las ediciones de Savoy empezaron a ser erráticas. Costas judiciales, encarcelamientos, problemas de distribución. En primer lugar, yo quería trabajar con ellos porque sencillamente no estaban logrando entrar en las librerías o tiendas de cómics. Algunos cómics seguían apareciendo, sobre todo el cómico spin-off de segunda de HORROR titulado MENG AND ECKER. Parecía que no vendía tan bien, pero le dio a Kris Guidio algo que hacer. En palabras de Martin: tenía "un brazo hambriento", y eso cuesta dinero, y él era su amigo. Honestamente, no sé si aún sigue vivo. Que finalmente hubiese sobrevivido a Johnny Thunders sería bastante gracioso.
Savoy dispone de sitio web, pero no se sigue actualizando. Echa un vistazo y verás. Es la historia secreta de los cómics ingleses. Es importante. Eran importantes. Y diez años después, sigo echando de menos a mi amigo.
-Warren (artículo publicado en algún momento entre 2002 y 2004.)
Savoy era y es una editorial de Manchester, al norte de Inglaterra. A un par de cientos de millas de distancia de donde yo residía. En aquellos tiempos sin un duro en el bolsillo parecía que estaba a todo un Océano, especialmente porque también estaba manteniendo una relación a larga distancia con una chica que no vivía lejos de Manchester. Sus padres eran ricos, y de vez en cuando se venía a vivir conmigo unas semanas, mientras que yo no podía viajar más allá de Londres, tan solo los treinta y pico kilómetros de la línea del tren. Savoy me quedaba demasiado lejos. Dave Britton y Michael Butterworth, los editores de la casa, aparecieron a finales de los años sesenta / principios de los setenta, los últimos de la fila del movimiento New Worlds/ New Wave de la ciencia ficción. En realidad, publicaron un solo número de la revolucionaria revista New Worlds antes de poner a la venta el antiguo y oscuro trabajo de Michael Moorcock, así como una temprana novela gráfica titulada ELRIC de Moorcock adaptada al cómic por Jim Cawthorn con un estilo celta. Fueron creciendo a base de reediciones selectas, montando un catálogo ecléctico y vital: la crítica televisiva de los años sesenta del escritor de literatura fantástica y crítico Harlan Ellison, las columnas de prensa de Jack Trevor Story, el dibujo gótico del ilustrador de portadas para los Cramps Kris Guidio. Y casi en plan apocalíptico, la transgresora novela de Dave Britton titulada LORD HORROR. Editarlo hizo que les juzgaran por obscenidad por culpa de las acciones que emprendió James Anderton (el notorio jefe de policía cristiano de Manchester) para aplastarles utilizando el sistema. Anderton era una criatura que sólo podía existir en la atmósfera ligeramente surrealista de la Bretaña de Thatcher: conservador represivo de dudosa competencia, era muy dado a proclamar inquietantes declaraciones acerca de que solía escuchar la voz de Dios mientras Manchester se llenaba de armas y camellos. LORD HORROR era un trago fuerte de verdad, eso seguro: una visión alucinada de Lord Haw-Haw, el traidor inglés que difundió la propaganda nazi en Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial. Era una obra difícil, horrible, las atrocidades nazis convertidas en escritura superrealista usando las herramientas de DeSade y Bataille, una extensión de la escena "New Worlds" que tenía la intención de utilizar la fantasía como una forma de arrojar nueva luz sobre el mundo real. Ni Britton era un judío que se odia a sí mismo ni tampoco un monstruo infantil. Estaba claramente obsesionado por el mundo anterior a 1945.
Y lo enviaron a la cárcel.
Y yo envié la carta, porque quería vender los libros de la editorial Savoy.
El tipo de relaciones públicas de Savoy era un hombre brillante que se llamaba Martin Flitcroft. En menos de una semana me envió los detalles para hacer el pedido en el interior de una jodida y enorme caja con una copia de todo lo que Savoy tenía a la venta. No tenía ni idea de que también estaban editando discos, y sobre todo no los de la estrella psíquica del rock los sesenta, PJ Proby. También montones de cosas del ilustrador Kris Guidio, que solía estar a medio camino de la mesa de dibujo y el hospital. Sus dibujos artísticos pertenecían a una época justo después de que, según sus palabras, todos los habitantes de Londres, "vistiesen como funerarios tatuados". Su material, como cualquiera que haya visto alguna de sus portadas para los Cramps puede asegurar, irradiaba una especie de extraño y desgarrado ideal heroico. Los pinchazos... vivía en su propio mundo de novela gráfica, no existe diferencia entre su estancia en una cama hospitalaria asistido por "una enfermera con un culo por el que DeSade habría muerto" y su credo de "vamos a hacer que nuestros héroes vistan de negro". Su ingesta tóxica privada era capaz de reimaginar los viejos cómics de derribo de épocas pasadas.
Los tebeos todavía tenían su oportunidad en Savoy. En la caja estaba el comienzo de una novela gráfica serializada de LORD HORROR, guionizada por Britton y dibujada por Guidio.
No creo que Britton fuese un drogadicto, pero su material se lee como si a Grant Morrison le gustase el caballo. La serie es una especie de precuela de la novela e ilustra cómo Horror deja Gran Bretaña y se marcha a Alemania. Es más limpia y considerada que el libro. Horror nunca cae simpático (no puede serlo) pero la novela gráfica lo retrata como un hombre pequeño atrapado entre monstruos más grandes que él. Gran Bretaña es un lugar enfermizo, y de alguna forma, en su ingenuidad Horror espera que una poderosa Alemania sea más saludable. En el penúltimo episodio, Horror retransmite desde un campo de concentración. Es cuando nos damos cuenta de que claramente se ha vuelto loco.
Sin embargo, antes hemos conocido a la extensa familia de Horror y al círculo de traidores de clase alta. En el campo de concentración asistimos a una gloriosa representación de James Joyce, asesinatos nocturnos de policías con sierras y peleas con asesinos puntuales enviados por Churchill: "¡Jodamos a Horror!" Al final, Unity Mitford, una de las aristócratas inglesas que apoyó a Hitler, aparece como una de las amantes de Horror, el truco de Britton para exponer Gran Bretaña como un sumidero de odio y estupidez. Atrapado en Alemania, sus venenosas esperanzas desvaneciéndose, el protagonista se encuentra con Unity en un cementerio y la vitupera a ella y a la Inglaterra de clase alta por su hermosa vacuidad, su felicidad por ser gobernados por desequilibrados y monstruos, su obstinada ceguera. Ella lo mira. Su último compañero de intimidades, su supuesto compañero de viaje la devuelve la mirada: "Vete ahora, o por Cristo que te mostraré por qué me llaman Horror".
La historia final (al menos la historia final que pude ver) está dibujada por John Coulthart, y es una larga y silenciosa reflexión sobre el campo de concentración. Nadie podría argumentar que esto es pro-nazi, ni que incita a serlo ni ninguna otra estupidez infantil.
Un año más tarde la librería donde estaba trabajando cerró sus puertas, víctima de las circunstancias. Me convertí en escritor a tiempo completo, lo que significaba que era asombrosamente pobre. Perdí el contacto con la mayoría de la gente. Me separé de mi chica del norte. Cuando conseguí tener teléfono de nuevo, llamé a Martin Flitcroft. Pero Martin Flitcroft había muerto.
La presión de la policía sobre Savoy era constante. La gente decía que Martin la había sentido más que la mayoría. Sentía que las cosas cada vez eran más difíciles. Quería experimentarlas. Si le invitabas a un trago, te empezaba a hablar de "música de alma wagneriana" y sobre que sentía "el cosquilleo en las meninges".
Un día se puso frente a un tren que se acercaba en plena noche. Le dio la espalda. Agitó sus puños y echó la cabeza hacia atrás. El conductor del tren nunca tuvo la oportunidad de detenerse.
Las meninges llenas de cosquilleos.
Las ediciones de Savoy empezaron a ser erráticas. Costas judiciales, encarcelamientos, problemas de distribución. En primer lugar, yo quería trabajar con ellos porque sencillamente no estaban logrando entrar en las librerías o tiendas de cómics. Algunos cómics seguían apareciendo, sobre todo el cómico spin-off de segunda de HORROR titulado MENG AND ECKER. Parecía que no vendía tan bien, pero le dio a Kris Guidio algo que hacer. En palabras de Martin: tenía "un brazo hambriento", y eso cuesta dinero, y él era su amigo. Honestamente, no sé si aún sigue vivo. Que finalmente hubiese sobrevivido a Johnny Thunders sería bastante gracioso.
Savoy dispone de sitio web, pero no se sigue actualizando. Echa un vistazo y verás. Es la historia secreta de los cómics ingleses. Es importante. Eran importantes. Y diez años después, sigo echando de menos a mi amigo.
-Warren (artículo publicado en algún momento entre 2002 y 2004.)
2 comentarios:
hola frog2000 :
me llamo Augusto,gracias a este articulo me ha entrado la curiosidad por el comic del que hablaba warren ellis Lord Horror: Reverbstorm y me lo acabo de comprar por amazon, aver que tal esta cuando lo lea , tu lo tienes?
un saludo
No, pero la pinta es brutal; http://www.johncoulthart.com/retinacula/reverbstorm.html
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