sábado, 18 de junio de 2011

EL EVANGELIO DE SAN JOHN: LA ENTREVISTA CON CHESTER BROWN 2 (de 3)

El Evangelio de San John: La entrevista con Chester Brown 1 (de 3). Entrevista realizada por Sean Rogers para The Comics Journal (2011). Traducida por Frog2000. Primera parte.

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ROGERS: Por lo tanto, ¿cómo planeas aquellas secuencias en las que sólo aparecen conversaciones o en las que simplemente estás sentado pensando? ¿Cómo decides la forma de articular esas escenas? ¿Y su ritmo? ¿Cómo estructuras todo eso? Me pregunto si tienes lista algún tipo de estrategia para que resulten más interesantes.

BROWN: Todas las escenas de la obra, todo el diálogo, los escribí a mano. En algunas puntos de la obra pensaba: “de acuerdo, creo que aquí debería poner una viñeta silenciosa.” Así que a veces incluía una viñeta cuadrada en la que indicaba: “viñeta silenciosa”. Y luego seguía escribiendo el diálogo a mano. A veces me daba cuenta de algunas otras cosas: “aquí necesitaría algo más visual. Se me acaba de ocurrir una idea que si no apunto ahora mismo se me va a olvidar.” Así que puede que escribiese algo y más tarde lo dibujaba, normalmente garabateándolo. Y así fui escribiendo todo el guión. Luego llegué a una segunda etapa en la que fui estructurando el diálogo por viñetas, con notas de post-it. Cada uno de ellos era una viñeta diferente. Pero en cuanto a lo que me has preguntado, no estoy demasiado seguro de si te lo habré contestado bien.

ROGERS: Creo que lo has hecho. Trabajas a partir de un guión, ¿es completo?

BROWN: Claro, escribo el guión completo antes de hacer el resto. Así es como suelo hacerlo actualmente. Al principio, cuando hice Ed, no tenían ningún guión escrito.

ROGERS: ¿Empezabas a dibujar directamente en el papel?

BROWN: Claro, en su mayor parte compuse el guión sobre la marcha. Y en “Underwater” intenté hacerlo de forma parecida, pero me di cuenta de que lo que funcionaba para Ed no lo hacía para el resto. [Risas.] Así que empecé a hacer guiones completos. Tampoco escribí el guión completo de “I Never Liked You” o de el del Playboy. Creo que con “Underwater” aprendí una lección: de acuerdo, desde ahora voy a escribir guiones completos. Por eso en Riel hice las cosas de la siguiente forma: primero hacía los diálogos y luego los estructuraba en viñetas individuales, aunque en esa obra no utilicé los post-it. Y eso que me parece un buen truco. En algún sitio había leído que la escritora infantil Barbara Reid explicaba su forma de trabajar: primero escribía los guiones en post-its, por lo que más tarde podía reestructurarlos como quisiera. Y me dije: me parece perfecto para el medio de los cómics, especialmente para los míos. Si decido que necesito una viñeta extra en un momento dado, simplemente cojo y puedo hacer una reestructuración de lo que he anotado en esos post-it. Me parece la forma perfecta de trabajar.
ROGERS: ¿Por qué no utilizaste guiones completos en trabajos anteriores, pero sí que lo hiciste en “Underwater”?

BROWN: Bueno, si comparamos “Underwater” con “Ed the Happy Clown”, hasta cierto punto puedo darme cuenta de que el primero también lo compuse sobre la marcha, al igual que ocurría con Ed, pero creo que además estaba intentado trabajar con un solo personaje de forma naturalista. Ten en cuenta que cuando me aburría con alguno de los personajes de Ed podía ponerme a trabajar con cualquier otro, o empezar a idear alguna de las locuras que le pasaban al protagonista. En “Underwater” no podía hacer que de repente alguno de los personajes se convirtiese en vampiro, porque no quería que fuese ese tipo de obra. Buscaba un tono más realista. Obviamente puedes hacer una historia muy interesante con un tono realista, pero tienes que planificarla mucho más cuidadosamente y de antemano. Creo que ese fue el problema que se me presentó con esta obra. Y si hablamos sobre “I Never Liked You”, aunque no tenía escrito ningún guión de antemano, sabía muy bien sobre qué iba a tratar el libro, sabía cómo hacer que las escenas funcionasen perfectamente. A pesar de no que tenía ningún guión completo, lo que sí que hice fue escribir una descripción de la obra escena por escena. Así que casi, casi era como un guión. [En cuanto] al Playboy, aunque tenía la sensación de estar improvisando sobre la marcha, tampoco sabía demasiado bien cómo abordar el material. Pero por lo menos tenía una idea bastante clara acerca de qué quería que tratase la obra, y también tenía cierta idea sobre el tipo de historias que quería contar sobre mi propia vida. Así que de alguna forma la obra estaba más estructurada que Ed o “Underwater”.

ROGERS: Tal vez estas sean preguntas que te has cansado de contestar, pero ¿has pensado volver alguna vez sobre “Underwater”? Y, ¿no te gustaría volver a retomar los Evangelios? Porque sé que has vuelto sobre otras obras en el pasado, las has revisado y hecho anotaciones, etcétera.

BROWN: Estuve dándole vueltas una buena temporada. El plan original cuando empecé con Riel era: “empezaré con Riel, pero también intentaré acabar “Underwater", o quizá pueda seguir adelante con ese material de alguna forma.” Pero nunca llegué a hacerlo. Aunque ese era el plan principal, en su lugar me puse a trabajar en Riel. Por lo que nunca llegué a ponerme con “Underwater” de nuevo, y me parece poco probable que lo vaya a hacer ahora mismo. Me ocurre algo similar con los Evangelios, porque la verdad, tampoco me resultaría muy difícil acabar con el de Mateo, no estaba demasiado lejos del final. Llegué al punto en el que Jesús iba a entrar en Jerusalén, justo durante sus últimos días, cuando se convertía en un líder que finalmente terminaría crucificado. Pero mi corazón no estaba puesto en ello. No me interesa acabarlo. Prefiero hacer otras cosas.

ROGERS: De nuevo he de preguntártelo, aunque estoy seguro de que es otra pregunta que ya estarás cansado de contestar, ¿en qué material estás trabajando ahora? ¿Qué será lo siguiente? [Risas.]

BROWN: Uh… bueno, prefiero no decirlo. [Risas.]
ROGERS: Bueno, déjame preguntártelo de otra forma, ¿has considerado volver a contar historias de ficción? ¿Es algo que te ves haciendo en el futuro?

BROWN: Ahora mi interés no está puesto en la ficción. Seguiré con la no-ficción o con la vida real, o como se llame lo que estoy haciendo ahora.

ROGERS: ¿Tienes un diario? Lo pregunto por tu impulso de catalogar cosas, esa atención al mantenimiento del detalle que aparece en esta obra, o incluso en El Playboy.

BROWN: La verdad es que no llevo un diario completo. Tengo un seudo-diario. Lo que suelo apuntar son las llamadas de teléfono. Cuando alguien me telefonea apunto quién lo ha hecho, a qué hora y quizás sobre lo que hemos estado hablando, además de hacer algunas otras anotaciones. Por ejemplo, cuando el otro día me llamaste para hacer la entrevista, puede que apuntara a qué hora se supone que íbamos a quedar. Por lo general suelo tomar algunas notas de cada llamada de teléfono, y si me ha ocurrido algo importante durante el día puede que redacte una línea o dos. Por ejemplo, si vamos a quedar por la noche con Joe Sacco, puede que esa misma noche, o por la mañana, escriba: “Fui a cenar con Joe Sacco y con tal y tal a tal restaurante.” Pero no es que sea demasiado minucioso…

ROGERS: Por lo que no son anotaciones reflexivas sobre tu vida.

BROWN: No, no. No tienen nada que ver con mi estado emocional ni nada parecido. No es un diario de verdad. Pero así es como he ido acordándome de todos los momentos en los que me he citado con prostitutas. Todo estaba apuntado. Así es como pude mantener toda esa información.

ROGERS: Me gustaría preguntarte sobre otro historietista. Porque me he enterado sobre tus tiras y aflojas con Dave Sim que aparecían en los números de Cerebus.

BROWN: Oh, Dios mío. [Risas.]
ROGERS: Y había una parte en donde comentabas que Cerebus número 186 te había influido un montón en tu postura acerca de las relaciones románticas. ¿Podrías decirme de qué forma te afectó?

BROWN: Déjame ver... Hasta aquel momento sencillamente había aceptado que se supone que todo el mundo tiene novia y que ese es el orden natural de las cosas. Si no tienes novia parece como si fueses un perdedor. Así es como los hombres suelen pensar y actuar, o bien tienen novia o se casan, bueno, siempre y cuando sean heterosexuales. Por eso la lectura de Cerebus número 186 me afectó tanto (aunque no estoy de acuerdo con todos los puntos de vista misóginos, porque no creo que las mujeres sean inferiores y todo lo demás), pero aún así en ese número teníamos a un tipo que estaba intentando echar un vistazo diferente a las relaciones entre hombres y mujeres. En cierto modo me demostró que no hay que pensar las cosas tal y como las piensa todo el mundo. En parte fue porque respeto mucho a Dave Sim, lo conozco y pienso que es alguien muy inteligente. En muchos sentidos ese número de Cerebus me pareció todo un bombazo. Pero al igual que le ocurre a un montón de gente, tampoco yo estaba de acuerdo con todo lo que aparecía en ese número. Me quedé en plan: “¿Está bromeando? ¿Es esto una broma? ¿Va en serio?” Pero me hizo re-evaluar la dinámica completa que existe entre hombres y mujeres, y también me hizo pensar en ella de una forma diferente, incluso aunque mis conclusiones fuesen diferentes de las de Dave. En ese momento me encontraba justo en medio de mi relación novio-novia con Sook-Yin. Hasta ese momento, si Sook-Yin hubiese cortado conmigo probablemente me habría quedado totalmente deprimido y abatido. Pero aunque Sook-Yin rompió conmigo (yo no quería romper con ella porque esa relación me satisfacía completamente), gracias a ese número [de Cerebus] mi forma de pensar sobre las relaciones había cambiado, por lo que supongo que fue uno de los motivos por los que a pesar de todo estuve dispuesto a aceptar la ruptura sin que me resultase emocionalmente molesta. Me encontraba en un momento en el que estaba a punto de empezar la obra e iba a revisar toda mi vida sexual: la pérdida de mi virginidad, mis novias y todo lo demás. Y por supuesto, continuo siendo un gran amigo de dos de mis novias, Kris y Sook-Yin. Así que empecé a escribir este guión y me dije: “Probablemente debería obtener su permiso.” [Risas.] Así que la
s pregunté “¿Puedo tirar adelante con este libro?” Y ninguna de ellas quiso que lo hiciera. Porque pensaban: “Bueno, la verdad es que no nos gustaría que escribieses sobre nuestra relación. Definitivamente tenemos que decirte que no.”
ROGERS: ¿Te dejó sorprendido?

BROWN: Bueno, en realidad significaba que iba a tener que repensarme la obra. “De acuerdo, como no puedo hablar sobre nada de lo que me ha ocurrido con mis novias, entonces voy a tener que centrarme en los momentos en los que fui usuario de la prostitución.” Supongo que si hubiese hecho la obra sobre mi vida sexual en general, entonces todo lo que había experimentado leyendo el Cerebus 186 y la forma en que cambió mi forma de pensar, todo eso hubiese estado incluido en la obra. Y hasta cierto punto también podría haberlo incluido en “Paying for It”. En un momento dado incluso estuve considerando la posibilidad de meter a Dave como uno de los personajes del tomo, de la misma forma que también lo iban a ser Seth y Joe, porque David y yo mantuvimos un montón de discusiones acerca de la prostitución, ya que él la desaprueba completamente.

ROGERS: Quizá sea porque le gustaría que conservases tu energía o algo parecido, ¿verdad?

BROWN: Bueno, con lo que él no está nada de acuerdo es con tener que pagar a cambio de practicar sexo. Cree 
que las mujeres no deberían trabajar. Quiere que se queden en casa, que se queden preñadas y críen a sus hijos. Y por eso, para él la prostitución tan sólo es otro trabajo que las mantiene alejadas de su verdadero papel en la vida. Ese es el motivo por el que no está de acuerdo con la misma. Así que durante un tiempo estuve considerando hacerle aparecer en la obra hablando conmigo, mientras charlábamos sobre todo este tema. Pero en cierto momento decidí que pasaba de incluirlo, y creo que terminó siendo una buena idea, ya que nuestra amistad finalmente no ha podido afianzarse. Me habría resultado muy gracioso tener que pedirle permiso para que pudiese salir representado en mi obra.
ROGERS: Si aún te sigues llevando bien con él, creo que deberías aclararme por qué fracasó vuestra amistad. No sé si es algo que te resulta incómodo...

BROWN: Oh, me encuentro muy cómodo hablando sobre ello. Bueno, aparentemente él piensa que no es misógino y yo creo que está bastante claro que lo es. Eso no me molesta, estoy dispuesto a ser amigo suyo a pesar de que, ya sabes, sea un misógino. Pero en un determinado momento él decidió que estaba harto de que la gente solo tuviese en cuenta que era un misógino, y ya ni siquiera quería tratar con esa gente que pensaba que lo era, por lo que hizo una petición a través de internet. Creo que indicaba algo en plan: “Dave Sim no es un misógino,” y si estabas de acuerdo, tenías que firmarlo. Así que me envió un fax en el que me preguntaba si quería firmar su petición y yo le contesté con otro fax relativamente extenso (creo que quizá fuese de una página y media o algo así), en el que le explicaba por qué no podía hacerlo, y que esperaba que de todos modos pudiésemos seguir siendo amigos, que esto no tenía por qué afectar a nuestra amistad, porque todavía me gustaba mucho como persona y respetaba su trabajo como creador y todo ese tipo de cosas. Y al parecer fue algo que le molestó mucho. Pero supongo que sería capaz de negar que le hubiese molestado en algún momento. Quiero decir, él sigue afirmando que raramente siente alguna emoción. Pero tuvimos un intercambio de faxes (no sé si los llegaste a leer. Sim se los reenvió a alguien y ese alguien los puso online, así que todo está bastante bien documentado.) Así que tuvimos ese intercambio de faxes de ida y vuelta y pude darme cuenta de que no nos estaban llevando a ninguna parte, por lo que telefoneé a un amigo (el director de fotografía John Tran), que también es amigo de Dave, porque yo sabía que en ese momento se encontraba en Toronto. Le pregunté si él iba a firmar la petición de Dave y me dijo que no estaba demasiado seguro de si tenía que hacerlo. Pero pensamos que en vez de hablar con él por teléfono o enviarle faxes sería mucho mejor si lo tratásemos con él en persona. Fue en plan: “Bueno, de acuerdo, vayamos en coche hasta Kitchener y reunámonos con él.” Y por el tono de los faxes parecía bastante claro que si le llamábamos por teléfono en un futuro, el diría que no, que no debíamos ir a verle. Así que decidimos conducir hasta Kitchener y llamar a su puerta, y lo hicimos. Yo estaba bastante acostumbrado a tratar con Dave (con el Dave que yo conocía, un tío amistoso y afable), y esa es la persona que me esperaba encontrar cuando nos abriese la puerta. Y aunque estuvo de acuerdo en salir a tomarse un café con nosotros, parecía estar muy enfadado. Quiero decir, como he dicho antes, aunque siga afirmando que no siente emoción alguna parecía estar muy enojado. No gritaba ni nada así, pero tenía una extraña mueca en su rostro. John estaba charlando con él sobre su película, Daddy Tran. Creo que estaba hablando sobre la noche del estreno de la película o algo así, y Dave simplemente cogió, le cortó y le dijo: “John, todo eso no tiene nada que ver conmigo”, o fue: “¿qué tendrá que ver eso que estás diciendo conmigo?” [Rogers se ríe.] En tono muy enojado. Toda la conversación fue algo así como una confrontación, se podía ver que estaba tremendamente enfadado. Sólo quería hablar sobre un tema: si le seguíamos considerando un misógino o no. Por lo tanto me pareció una escena tan desagradable que básicamente me confirmó que ya no seguíamos siendo amigos.

ROGERS: ¿Así que ya no tenéis contacto alguno?

BROWN: No. Incluso llegó a preguntarme por qué le seguía enviando esas tarjetas de Navidad todos los años. ¿Debería seguir enviándoselas? El suele enviar correos a las personas que intentan escribirle, y creo que suele poner: “Si no estás dispuesto a firmar mi petición, por favor, ni siquiera te deberías molestar en intentar ponerte en contacto conmigo nunca más.” Así que yo me quedé en plan: “Bueno, si él piensa de esa forma, creo que es mejor que respete sus deseos.” En la obra que acaba de aparecer lo menciono en el epílogo, y me pregunto si debería enviarle una copia del libro. Todavía no lo he decidido. Así que eso es todo, así están las cosas entre Dave y yo ahora mismo.
ROGERS: En varios momentos de la obra nos encontramos con la idea del amor romántico, y en un momento dado incluso llegas a decir que es una mentira y que es algo malvado y todo eso. ¿Cómo te afecta la forma en que se trata el tema en la mayor parte de lo que se está produciendo en nuestra cultura, películas, novelas, música pop?

BROWN: Sigo emocionándome un montón con el amor romántico que suele aparecer en los medios artísticos. Recuerdo que cuando empecé a leer un libro de James Turner, “Nil”, me estaba gustando mucho, aunque sólo estuviese centrando mi atención a cierto nivel. Pero en cuanto presenta a uno de los personajes femeninos y sus intereses románticos, de repente pude darme cuenta de que mi atención empezaba a incrementarse, ¡y de qué manera! [Rogers se ríe.] Se supone que debería estar en contra de todas estas cosas, pero ahí estaba yo, respondiendo del todo ante una obra de arte. Hace una o dos semanas, en el Lightbox [una de las salas de cine de Toronto] proyectaron “Pandora and the Flying Dutchman” (Pandora y el Holandés Errante, 1951), una película que nunca había visto. Es una historia de amor, y bien puedo decir que me encantó. Pero es muy probable que haya sido recientemente cuando me he dado cuenta de todo aquello que nos está rodeando. Y creo que si un creador es capaz de modelar una historia o una obra de arte que no implique interés romántico alguno y se las arregla para seguir captando mi atención, me parecerá un logro absoluto. Supongo que la mayoría de la gente no suele pensar en este tema [el amor romántico] como si fuese un dispositivo, pero es algo que funciona muy bien. Por alguna razón nos llama mucho la atención. Juntar a un hombre y a una mujer (o si se trata de una historia de amor gay, a dos chicos o a dos chicas) que comparten un interés romántico atrapa la atención de todo el mundo. Resulta mucho más difícil crear una historia sin un romance en el epicentro. En realidad, si nos fijamos en “Pandora y el Holandés Errante” diría que en ella aparece algo muy interesante: la contención emocional en las interpretaciones
 de los actores. Parecen casi Bressonianas. A pesar de que se supone que esta es una fuerte historia de amor, la actuación era como limitada, no era demasiado expresiva. Me pareció muy curioso. Supongo que eligieron hacerlo de esa forma.

ROGERS: Hablando de películas: me pregunto qué tipo de relación tenías con 
[el director] Bruce McDonald [que es quien tiene la opción para transformar “Ed, the Happy Clown” en una película] y las conversaciones que celebrásteis sobre la adaptación. Me pregunto si pudiste aportar algo al guión, o si tuviste algo que ver con alguno de los procesos anteriores a la filmación.

BROWN: No. Nunca estuve presente en el “set” de ninguna de sus películas ni nada parecido. De vez en cuando nos reuníamos para comer y charlábamos sobre la evolución de la película, a veces también acudía [el actor y guionista] Don McKellar. En un momento dado casi se convierte en una película de animación, así que también nos reunimos con un animador, el tipo que parecía que iba a hacerla. Así que solíamos hablar sobre ciertas cosas, sobre en qué estábamos trabajando en ese momento, creíamos que la película se iba a hacer de forma inminente.
ROGERS: Pero nunca llegó hasta el punto de...

BROWN: Existe un guión completo por algún lado. Y además me parece un buen guión. Bruce lo escribió con Don y con otro colega suyo que se llama John Frizzell. Pero nunca llegó a pasar de la fase de escritura del guión. Siempre tuvieron problemas para recaudar el dinero suficiente. Y es fácil entender el motivo. [Rogers se ríe.] Es una historia que tiene que ver con Ronald Reagan y con montañas de mierda...

ROGERS: Dan Clowes ha comentado que el proceso de hacer una película afectó a su forma de hacer los cómics, y la verdad que lo que tú has comentado no suena nada parecido, como si no te hubieses involucrado lo suficiente en ese proceso como para...

BROWN: No. Creo que Dan sí que estuvo bastante implicado en la escritura del guión de “Ghost World” y de las películas posteriores. Pero yo no tenía interés alguno en escribir el guión para Ed o para una película de Riel o lo que fuese. Así que ese proceso no pudo influirme gran cosa, porque no era partícipe del mismo. Tan solo quiero aferrarme a mis dib
ujos e historias. No tengo ningún interés en convertirme en guionista.

ROGERS: ¿Eso significa que en algún momento casi se hace una película que adaptaba Riel?

BROWN: Claro, eso es. Bruce también tiene los derechos para hacerla junto con otro director. Los tuvo en su poder durante unos tres años, pero se pasaron todo ese tiempo peleando por culpa del enfoque [Rogers se ríe]. Así que nunca llegaron a hacerla.
ROGERS: Tengo mucha curiosidad por saber lo que piensas sobre el trabajo de Bruce, ya que creo que lo que hace se encuentra muy cerca de lo que sueles hacer tú, por lo menos en espíritu.

BROWN: No sé. La verdad es que no he podido ver todo lo que ha hecho. Tiene como una especie de enfoque rebelde y despreocupado de las cosas, algo que supongo se asemeja a parte de lo que yo hago. Algunas de sus películas me han gustado bastante. Es probable que mi favorita sea la adaptación de [la novela de] Tony Burgess titulada Pontypool (2008). Me encanta. [El título de la película es Pontypool, pero el título completo de la novela es “Pontypool Changes Everything.”]

ROGERS: Casi has respondido mi siguiente pregunta, ¿por qué te gusta?

BROWN: Bueno, porque me parece una gran película de terror. Supongo que una de las razones por las que me encantó es por toda la temática de la difusión de lenguaje enfermizo relacionado con el afecto y el amor. [Rogers se ríe.] Es lo que más me atrajo de la película. Supongo que el filme era un poco más de Tony Burgess que de Bruce. Estuve viendo la película en el Manulife Centre, en el [cine de Toronto] Varsity. Justo a la entrada hay un Chapters [una enorme cadena de librerías], así que tan pronto como salí de la sala me dije: “Oh, me gustaría pillar la novela ahora mismo.” Así que bajé las escaleras del Chapters, pero no pude encontrar ninguna copia del libro. Y pensé: “¿Qué tipo de marketing será este?” [Rogers se ríe.] “Sería el momento perfecto para que el libro estuviese allí mismo a la venta.” Desde entonces no me he puesto a buscarlo, así que todavía no he podido leerlo.

ROGERS: Es un libro canadiense, ¿no es cierto?

BROWN: Claro, Tony solía vivir en Toronto. Me he reunido con él un par de veces, porque de alguna forma, en algún momento, formó parte del círculo de amigos de Joe, así que algunas veces hemos charlado sobre cuál pudo haber sido la verdadera identidad de Shakespeare.

ROGERS: Parece que eres un lector voraz, y sé que has encontrando las pruebas suficientes como para convencerte de que Edward de Vere era Shakespeare, por lo que supongo que tus lecturas también tienes que ser muy extensas.
BROWN: [Risas.] Lo que me ocurrió es que una vez encontré un libro titulado “El misterioso William Shakespeare” o “El misterio de William Shakespeare” (no estoy muy seguro, porque el libro ha sido editado con dos títulos diferentes.) Era de un tío que se llamaba Charlton Ogburn. Me topé con él a mediados de los años 80 y empecé a interesarme mucho por cuál pudo ser la verdadera identidad de Shakespeare. He leído un montón de libros similares sobre los distintos candidatos sobre los que se sospecha: Francis Bacon, Christopher Marlowe y... por alguna razón no me he tragado las teorías sobre Christopher Marlowe o Francis Bacon, aunque estoy bastante convencido de que fue de Vere.

ROGERS: De acuerdo. [Risas.] Antes has comentado que algunas de tus lecturas han llegado a cambiar tu punto de vista político, y me pregunto cuáles puede haber sido.

BROWN: En realidad todo surge de ese debate sobre Shakespeare y de Vere. Me leí un artículo (creo que apareció en Harper) sobre quién había sido Shakespeare en realidad, y aparecía un argumento de un tío que defendía que Shakespeare era el que había escrito las obras de Shakespeare y otro que proponía que realmente había sido de Vere quien lo había hecho. Y el tío que había escrito la composición sobre de Vere se llamaba Tom Bethell. Y al final de su artículo decía: “Tom Bethell acaba de escribir un libro sobre los derechos de propiedad titulado "The Noblest Triumph”. En ese momento me había puesto a dibujar el tomo de Riel, y sabía que los derechos de propiedad figuraban en la historia de Riel de forma significativa, por lo que me dije: “Oh, debería leerme ese libro sobre los derechos de propiedad. Si este tío, Tom Bethell, cree que Edward de Vere escribió las obras de Shakespeare, obviamente tiene que ser un hombre inteligente, así que debería leerme su libro.” Así que fui y me compré una copia de “The Noblest Triumph” y me la leí. El subtítulo del libro es: “La propiedad y la prosperidad a través de los Siglos”, y en él se formula que los derechos de propiedad son una condición previa necesaria para el desarrollo de la riqueza y la prosperidad generalizada. Y el punto de vista del libro llegó a convencerme. La idea es que para tener derechos sobre la propiedad tienes que tener cierta forma de gobierno. Antes yo me consideraba un anarquista, pero al leer el libro pude verlo mucho más claro: “Bethell me ha convencido de que resulta necesaria alguna forma de gobierno para poder asegurar los derechos sobre la propiedad, pero yo tengo un pasado anarquista, por lo que el gobierno debería ser tan pequeño como resulte posible. Supongo que eso significa que soy un libertarian.” Ese fue el libro que me hizo investigar la literatura libertarian y leer sobre los libertarian, además de comprar revistas libertarian, suscribirme a ellas y etcétera.
ROGERS: Sé que últimamente has estado hablando con la gente del partido [libertarian] para entrar a toda velocidad en las elecciones [federales canadienses] y otras cosas relacionadas. Por lo tanto, ¿hay alguien [de tu partido] que se haya leído tu obra? [Brown se ríe.] ¿O te han conocido hace poco?

BROWN: Lo cierto es que no conocían mi obra. Una vez mantuve una incómoda conversación con dos tipos asociados al partido [Rogers se ríe], uno era mi representante oficial en el Partido Libertarian, y el otro el representante de Ontario del Partido Libertarian de Canadá. Los telefoneé a ambos y les empecé a explicar: “En breve aparecerá una de mis obras, que trata acerca de que yo mismo soy un “john”. Es una autobiografía sobre mis experiencias con prostitutas. Así que si no estáis cómodos con el tema, si no queréis presentarme como candidato para el Partido Libertarian, puedo entenderlo.” Y ambos estuvieron de acuerdo. No les importó. Me explicaron: “Oh no, como libertarians creemos que cada individuo debería tener libertad... y también pensamos lo mismo sobre al sexo consensuado entre dos adultos. Mientras que sólo sea eso, creemos que todo marchará bien.” Pero claro, aún así fue una conversación bastante espinosa. [Risas.]

ROGERS: ¿Existe una postura libertarian oficial sobre la prostitución? Me refiero a que tengo la sensación de que en realidad el partido no parece tener ningún tipo de enfoque sobre este asunto. Me pregunto si no será este uno de los temas en los que la gente debería escoger su postura por sí misma.

BROWN: Claro, la posición del partido libertarian sobre las vidas sexuales de la gente, y ciertamente las consentidas entre dos adultos, es la de que tan solo son su problema y no el del gobierno. Pero por supuesto, todavía existen algunos individuos libertarians que ven la prostitución como algo moralmente incorrecto, o algo en lo que el gobierno no debería participar. Depende de cada persona. Pero creo que hay muchos libertarians a los que no les causa ningún problema la prostitución o que la gente pague a cambio de sexo.
ROGERS: Por otro lado, ¿qué opina Drawn & Quarterly [la editorial que publica a Brown] sobre tu candidatura?

BROWN: [Risas.] Bueno, ya sabes, creo que Peggy [Burns, editora asociada de D&Q] estaba un poco preocupada porque todo esto llegase a interferir con lo que ella estaba intentando llevar a cabo, todo lo relacionado con los medios publicitarios y de comunicación y demás. Así que nos pusimos a hablar sobre el tema. En cuanto a los medios de comunicación, intentaré pasar lo más inadvertido posible que me permita mi candidatura. No pienso organizar ninguna entrevista en un medio que vaya a centrarse en mi persona como candidato del Partido Libertarian.

ROGERS: ¿Participarás de nuevo en un debate con el resto de candidatos?

BROWN: No lo tengo claro. Probablemente no lo voy a hacer. Primero tengo que ver si ese debate se va a celebrar. Y si se produce en una fecha lo suficientemente cercana a la del lanzamiento del libro, tal vez participe en él. Porque lo hice en las anteriores elecciones y me parece que podría ser algo positivo, ya veremos. No estoy seguro.

ROGERS: ¿Lleva mucha preparación acudir a un debate, o por el contrario estás muy seguro de los temas que se van a presentar y no hace falta llevarlos preparados?

BROWN: La última vez fui sin haber preparado nada, por lo que ahora sé bien que debería llevarlo todo preparado de antemano. [Rogers se ríe.] Gracias a la otra vez sé cuáles son los temas que más le preocupan a la gente. Si voy esta vez al debate, lo prepararé mucho mejor y tendré respuestas para los diferentes temas.
ROGERS: La última vez dibujaste una tira en la que aparecía Olivia Chow [la eficiente y destacada Nueva Demócrata miembro del Parlamento] diciendo tonterías una y otra vez, “bla, bla, bla.” ¿Sentías que necesitabas realizar ese tipo de historia sobre esa especie de jerga política?

BROWN: No quiero esforzarme para parecer un tipo diferente de persona o hablar de una forma diferente, porque creo que no soy una persona con demasiada labia. Ni tampoco suelo ser muy hablador. Aunque debería haber sido capaz de dar respuestas más largas de las que di en ese momento [durante el debate de las últimas elecciones]. Tampoco creo que sea capaz de hablar de la misma forma que lo hace Olivia Chow, decir lo primero que me viene a la mente y dar muy buenas respuestas políticas. [Risas.]

ROGERS: Pues aquí te arrojo otra pregunta sobre alguno de los momentos que he encontrado más discordantes en tu obra. Uno de ellos es cuando describías cómo se apartaba la chica el pelo de su cara debido a que no quería mantener relaciones sexuales, o aquel otro en el que te excitabas con el dolor de otra chica. ¿Estabas describiendo honestamente lo que había ocurrido, o son anécdotas que dibujaste con una segunda intención?

BROWN: Bueno, en ambas ocasiones estaba bastante perturbado. Me quedé trastocado por el tremendo hecho de que pudiese llegar a excitarme cuando parecía que esa mujer estaba sufriendo. Fue un momento significativo. Estaba intentando ser honesto, tanto en las cosas positivas como en las negativas que había experimentado, y si las hubiese modificado o no las hubiese incluido, me hubiese sentido como si de alguna forma hubiese mentido, o no hubiese sido todo lo honesto que debería haber sido. Me pareció necesario incluir esas escenas.

ROGERS: El argumento que se presenta en la obra es el de que pagar a cambio de sexo es una especie de transacción comercial, que el trabajo sexual es un trabajo, que son categorías con las que estamos familiarizados, y que esta es la forma en que la que deberíamos pensar sobre este tipo de interacciones. Pero creo que lo que ocurre en la obra es que al enfocar esas relaciones como algo puramente consumista, todo se estropea un poco.

BROWN: Bueno, hay gente a la que no le gusta ese trabajo y por eso no debería ejercerlo. La mujer que se apartaba el pelo de la cara no debería haber trabajado en el gremio. [Risas.] Aparentemente no era capaz de soportarlo a un nivel emocional, por lo que... quiero decir, me sentí muy mal. Pero los que están en contra de la prostitución parecen pensar que así es como se sienten todas las prostitutas. Sin duda, al incluir escenas parecidas estoy admitiendo que algunas de ellas pueden llegar a sentirse mal, y creo que algunas de ellas no son capaces de afrontar ese trabajo, por lo que no deberían hacerlo.

ROGERS: ¿Existen diferencias entre los tipos de trabajo? Quiero decir, comparas mucho dibujar cómics con la prostitución a lo largo de toda la obra, como si fuesen dos tipos de trabajo diferentes. Pero, ¿crees que existe alguna diferencia entre el trabajo sexual, el manual y el intelectual?

BROWN: Oh, claro, definitivamente claro que existen diferencias. Para mí la mayor diferencia radica en la forma en que tenemos de pensar sobre el sexo. La mayor parte de nosotros piensa en él como algo vergonzoso o como si fuese algo personal. En los apéndices comento que es algo que no debería gravarse con impuestos. Y eso se debe a que es algo privado. Me parece que el gobierno no debería meterse en la vida privada de la gente. No deberían involucrarse en nuestras vidas sexuales, me refiero al gobierno, por lo menos cuando estamos hablando de sexo consentido entre adultos. Pero sí que creo que existen diferencias en cuanto a cómo nos comportamos frente al sexo. Si tuviésemos una actitud diferente respecto al mismo, tal vez estaría bien que el gobierno se entrometiese un poco más, o por lo menos que lo gravase con impuestos. No sé. En realidad, incluso si tuviésemos una actitud diferente, seguiría pensando que...
ROGERS: [Risas.] Entonces... “¿no estarías en contra de los impuestos o algo parecido?”

BROWN: [Risas.] Claro, pero los gobiernos deberían gravarnos con los menos impuestos posibles.

ROGERS: ¿Han llegado a contactar contigo las trabajadoras sexuales que aparecían en la obra? Supongo que se la habrás enseñado a tu “novia” actual.

BROWN: Sí, su reacción fue bastante positiva. De hecho mi "novia" me dio las gracias por haber hecho la obra. [Risas.] No estoy seguro de si lo que me agradecía era cómo aparecía ella descrita o por mi moderación a la hora de describirla, o si lo hizo por mi actitud hacia el trabajo sexual en general. Todavía no se lo he enseñado a otras trabajadoras del sexo. Peggy se lo envió a Tracy Quan, que también estuvo trabajando como prostituta y ha escrito un par de novelas semi-autobiográficas sobre sus experiencias, y creo que tuvo una reacción positiva. De todas formas me envió una nota agradable. Y lo mismo ocurrió con Veronica Monet. No estoy seguro de si Veronica solía trabajar de prostituta o lo sigue haciendo, pero también ha escrito un libro, y también me envió una nota de agradecimiento. Creo que esas son las únicas trabajadoras del sexo que sé que se han leído el libro. Espero no estar olvidándome de nadie. [Risas.] Parece que la reacción de las tres ha sido muy positiva.

ROGERS: Tres de tres. Has mencionado que “Paying for It” no era el primer título barajado para la obra. [Brown se ríe.] ¿Tenías otro mejor?

BROWN: Bueno, también estuve pensado en algunos otros títulos. En un momento dado consideré el de La Vida Sexual de John [Risas.] Pero no estaba demasiado seguro de si podía ser confuso o no.

ROGERS: ¿Creías que haría que se lo comprasen personas que están a favor del abolicionismo?

BROWN: Claro, por supuesto. [Risas.] Pero el título que quería poner casi al final, cuando empecé a pensar en algunos otros, fue “I Pay for Sex”, porque pensaba que era mucho más directo. Y claro, me lo denegaron.

ROGERS: Si hubieses escogido ese, ¿no crees que habría logrado mantener la obra fuera de las tiendas, por ejemplo, en el centro de Ontario y otros sitios parecidos?

BROWN: Creo que la mayor preocupación de todas era que hiciese parecer a la obra demasiado tosca y obvia. Ten en cuenta que “Paying for it” es sólo un paso más, dice lo mismo pero de forma menos directa. También estuve considerando “23 prostitutas”, pero no lo escogí por la misma misma razón. [Rogers se ríe.] Y cuando le comenté el título a Seth, me dijo algo en plan: “Oh, pero creo que sería incluso mejor “23 putas”, porque "putas" es una palabra más vibrante o algo así. [Rogers se ríe.] A Peggy no le gustaba demasiado el de “23 putas.”

ROGERS: A mí tampoco. Me estoy imaginando un universo alternativo donde los libros de Chester Brown que se pueden encontrar en las estanterías se titulan “Fuck” y “23 putas” [Risas.] Tan combativos como sea posible. ¿Qué semejanzas crees que tiene “Paying for it” con tus obras anteriores? ¿O crees que no existe ninguna?

BROWN: Bueno, la más obvia de todas es que algunas de mis obras anteriores también eran autobiográficas. Así que eso es todo. Y supongo que también hablaban sobre aspectos de mi vida de los que la gente no suele querer hablar. Aunque también parece que cada vez hay más personas que viven en nuestra cultura y están dispuestos a hablar sobre su vida sexual o lo que sea, cada vez parece ser menos inusual. ¿Qué más puede haber? No lo sé.


(Continuará)

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