Entrega nº 49 de la columna “Come In Alone” escrita por Warren
Ellis. Aparecida el 24 de noviembre de 2000 en Comic Book Resources. Traducida
por Frog2000. Nota: el título es una invención, la columna original no disponía
de ningún encabezado.
Al diablo con los cómics.
El último fin de semana estuve en Rathlin Island. Es un
pedazo de roca en forma de "L" de tres millas de largo y dos de ancho que se encuentra en
la costa de Antrim, en el norte de Irlanda. Acudí porque me lo pidió Garth
Ennis. Hace un montón de meses me envió un fax en el que me anunciaba su
inminente matrimonio con Ruth Cole, que está claro que padece daño cerebral. También me invitaba a su fiesta de despedida de soltero. En realidad sería
su último fin de semana como soltero. El plan consistía en alquilar una buena cantidad de habitaciones en un hotel de Rathlin Island y luego irnos a un pub
que estaba en el puerto a dos minutos del hotel para beber hasta reventar. Las palabras ESTÚPIDO Y PELIGROSO aparecían claramente en
la invitación, lo que le daba un sello de autenticidad. Niki entró en la oficina para leer el fax. Me preguntó: “¿Vas a
ir?” Por supuesto, le contesté. Soy uno de los mejores amigos de Garth. No me
perdería esto por nada del mundo. Sin sonreírme siquiera, me dijo: “¿No has leído la
advertencia que avisa que va a ser tan ESTÚPIDO como PELIGROSO?”
Según estaba saliendo hacia el aeropuerto, sus últimas palabras
fueron: "¿Conoces ese nuevo seguro de vida por el que pagan un
millón de libras cuanto te mueres, verdad? ¿VERDAD?"
Cincuenta minutos para llegar al aeropuerto de Stansted, una hora
y diez para cruzar Inglaterra y volar por encima del Mar de Irlanda, y veinte
minutos en taxi hasta el centro de Belfast. Después, una hora de viaje por la
costa hasta llegar a Ballycastle y a continuación un viaje en el ferry.
Leyendo en la red me enteré de que el viaje en ferry desde
Ballycastle hasta Rathlin consta de cinco kilómetros y se tarda una hora.
Joder, pensé. No debe estar bien indicado. No, a menos que ese ferry sea una
barcaza conducida por un tipo con un solo ojo. Resulta que ese es el sitio donde se juntan el Atlántico Norte y
el Mar de Irlanda. Allí hay cuatro golpes de mar, tres chocando entre sí hasta rebasar la línea entre Ballycastle y Rathlin.
¿Recuerdas el cartel de LA TORMENTA PERFECTA? ¿Te acuerdas
del pequeño bote que se divisaba justo debajo de una ola jodidamente gigante? Así
fue la hora que tardamos en llegar a Rathlin. Garth Ennis estaba delante con los
pies apoyados en un poste y con un aparejo de pesca de acero en una mano,
riendo como un maníaco mirando de frente la resaca. En cuanto llegamos a tierra firme se encaró hacia mí y me dijo: "Así es como yo quería que fuese este
viaje". “¿Qué, que tú querías esta mierda apocalíptica?.” "¡Sí!",
sonrió.
El hotel era un edificio de Patrimonio Nacional. Mediante el alquiler de sus habitaciones podían mantener esa vieja mansión señorial de Rathlin. Las instalaciones tenían bastante carencias. Para acceder a internet tenías que ir hasta el vestíbulo y pegar un tirón al teléfono público de la
pared para poder utilizar la toma principal en su lugar. Durante todo el fin de semana, tuve que joderme varias veces al día y pegar un tirón para poder ponerme en
línea (en ese momento estaba justo en mitad del cierre de un trato de cierta obra con varios medios de comunicación, así que no podía permitirme el lujo de
permanecer fuera de contacto todo el fin de semana). La conexión se realizaba con un
Handspring y un módem como si fuesen mi propio teléfono WAP con internet. Por
supuesto, cuando la gente se dio cuenta de que podían enterarse del tiempo
que iba a hacer gracias a mi teléfono, y por lo tanto predecir si nos íbamos a
morir o no de regreso a casa en el ferry, de repente todos se convirtieron en
mis mejores amigos. Empezaron a mirar hacia delante inclinados en sus sillas, esperando que la información sobre el tiempo local se descargase en la pantalla
de mi teléfono WAP: “Por fin os puedo asegurar queeeeeeeee.... ¡vamos a sobrevivir!”
El teléfono WAP también era un barómetro de lo jodido que
estábamos al final de todo. Me refiero a que los superficiales vistazos que iba echando a las
noticias acerca de los diferentes medios de entretenimiento eran una cosa, pero normalmente me sorprendería mucho si quisiera haberme puesto a consultar alguna vez las cifras de venta del nuevo CD de las
Spice Girls (lo hice: 10.000 copias. ¡Ja!). Tampoco creo que normalmente ninguno de nosotros hubiésemos escogido como tema de conversación lo largas que eran las
piernas de Kevin Rowland. ¿Habéis visto sus piernas? En su día fue líder de
los Dexy Midnight Runners. Su reciente CD, “My Beauty”, era su álbum de
regreso. Ya no es tan joven. La portada del CD enseña cómo levanta el
vestido negro que lleva puesto para mostrarnos sus piernas embutidas en medias
negras. También lleva perlas y lápiz labial rojo y espeso. Y no lo digo en el
buen sentido. Evidentemente, “My Beauty” ha vendido poco menos de 800 copias en
todo el mundo.
Los nominados a la reunión fuimos: un par de los mejores amigos de Garth que venían de Belfast, además de Steve
Dillon, John McCrea, Glenn Fabry, Coney Mal, Darick Robertson, Dave Gibbons,
Matt Hollingsworth, Liam McCormack-Sharp y yo. Continuando con el terrible
viaje, como la naturaleza de este grupo era tan especial, estuvimos especulando sobre qué es lo que habría ocurrido en el campo de los cómics si el barco se hubiese hundido
con toda su tripulación. Sigo sosteniendo que no sería nada demasiado significativo, porque sencillamente nuestros amigos editores y directores
contratarían al siguiente grupo disponible de aspirantes para que asumiesen nuestros puestos de trabajo. Es el mismo motivo por el que no podemos hacer
huelga, porque el público está lleno de gente que daría un riñón por poder convertirse en un esquirol. He conocido a algunos de ellos online. Personas
que me han admitido en la cara que eso es precisamente lo que estarían dispuesto a hacer.
Por supuesto, si el barco se hubiese hundido, Rathlin se
convertiría en lugar de peregrinaje para los aficionados al cómic. Las lápidas
se colocarían en forma de arco alrededor de la bahía para cuando los fieles
fuesen a visitarlas. Las mujeres llorarían sobre nuestras lápidas y los
fortachones lucharían contra las olas que chocaban contra el acantilado
mientras se iban situando cerca del lugar para recordar a aquellos grandes y
buenos que se habían marchado. Pero mejor arruinaré todos estos recuerdos apuntando
lo que la gente le diría a su vendedor habitual: "Oh, me gustaba tanto su
DARKNESS… déjame poner esa copia de CAR WARRIORS sobre la tumba de Steve
Dillon... decoremos la tumba de Warren con algunas copias de CELESTINE,
esparzamos por todo el lugar de descanso de McCrea aquellas páginas del número de
HITMAN coloreado completamente de rosa chillón y verde
moco…"
Pero bueno, ya sabéis, al final tuve que seguir disfrutando de su
triste compañía. El fin de semana estuvo marcado por esas historias de terror
sobre la industria que suelen comentarse durante este tipo de reuniones. Echad otro
vistazo a la lista de gente presente. Se trata de personas serias. Matt
Hollingsworth es uno de los mejores y más importantes coloristas
estadounidenses del medio (y también un fabricante de cerveza galardonado
varias veces y juez oficial en el concurso anual sobre cultivo de marihuana en
Amsterdam), y la basura con la que ha tenido que lidiar tan solo para poder
conseguir que su trabajo quede bien presentado me parece una cuestión que roza lo
asombroso. Lo mismo puede decirse de todos los que estaban sentados alrededor de
la mesa. Y sin embargo, todos continúan en el negocio de los cómics. Continúan
en los cómics y la mitad de ellos están haciendo trabajos que claramente están
por debajo de su talento y se comen mierda cada jodida semana porque les
encanta el medio y porque quieren seguir haciendo cómics. No son gente sin otros conocimientos. La mayoría de nosotros disponemos de formación en otros
campos. Todos nosotros podríamos aplicar nuestras habilidades creativas en
otros campos aparte de en el de los cómics. Y sin embargo, aquí es donde queremos estar. Lo sé también por lo que han comentado otras personas en anteriores ediciones de esta
misma columna: en primer lugar, los cómics son una labor de amor, el medio te hunde los dientes en la carne y ya no te deja escapar, gracias a la libertad y el
reconocimiento del que puedes disfrutar. Claro, el sexo también es genial, pero todo lo demás es una
mierda. Recuerdo una cita de Neil Gaiman: "Dejé de hacer cómics
porque quería seguir divirtiéndome, quería seguir amando y preocupándome por
los cómics, y quería dejarlo cuando todavía seguía enamorado de ellos."
Y miro a esa gente, a mis amigos, y también me dan ganas de
dejar los cómics.
Para terminar, he aquí un relato. Os dejo con un memorando
gratuito del dibujante de cómics Liam McCormack Sharp:
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Trampas que te acechan y cómo hacer para no evitarlas,
o "una breve historia de un ingenuo ilustrador
“freelance” en el medio del cómic",
por Liam R.
McCormack-Sharp.
Conozco a pocos dibujantes en toda la industria que
no quieran dar lo máximo de sí mismos. Todo el mundo sabe que lograr el éxito en este medio puede dar grandes recompensas y que requiere del autor un compromiso y
un trabajo duro. El talento por sí solo no es suficiente. Para tener realmente
éxito en el campo del dibujo de cómics, en primer lugar tienes que ser capaz de
dibujar cualquier cosa.
Y hacer que luzca bonito.
Pero esto tan sólo es la parte fácil. A continuación tienes que
darte cuenta de que nunca vas a dibujar lo que realmente te gusta, y debes
aprender a ser capaz de hacer un tipo de obras determinadas una y otra vez. Por
tu propia cuenta. Día tras día.
Además, también tienes plazos que cumplir. Críticas que nos sueltan en nuestra propia cara. Y títulos que son cancelados.
Te encontrarás en la extraña situación de que eres un
producto. Y un producto tiene que venderse.
Por lo general a los dibujantes no les gusta mucho lo que
dibujan, aunque también puede ser algo positivo, porque nos obliga a intentar mejorar
constantemente. Sin embargo, también existen ciertos problemas asociados a esa actitud, y casi todos
tienen que ver con el hecho de venderse uno mismo. De promocionarse. ¿Cómo te
sienta todo esto cuando, invariablemente, sabes que nada de lo que has hecho va a colmar tus propias expectativas? A pesar de la aparente proliferación de
super-egos existente en la industria, la gran mayoría de los creadores
están esperando que las diversas editoriales existentes los promocionen.
La otra opción que te queda es la de encontrar un agente.
En realidad es más fácil que un agente te encuentre a ti.
Hay múltiples razones por las que tener agente puede
parecer muy atractivo. Pensar que hay alguien
ahí fuera en lucha constante por guardarte un sitio puede resultar todo un alivio. Para que no vuelvas a sentir como que estás persiguiendo una obra que se parece más a una Quimérica Bestia que
nunca va a poder ser alcanzada, esa creación que te convertirá en un inmortal del medio. Pero en su lugar, el agente te intentará vender los diversos trabajos que te vaya consiguiendo como si fuesen lo mejor de lo mejor: acaban de encontrarte una obra que se ajusta perfectamente a tu perfil. Luego seguro que intentarán conseguirte algunas entrevistas
en todas las revistas adecuadas para que puedas anunciar entusiasmado tus
próximos proyectos.
Todo lo que TÚ tienes que hacer es darle el 10 por ciento de tus ganancias y hacer todo el trabajo, y ÉL hará el resto por ti.
Todo lo que TÚ tienes que hacer es darle el 10 por ciento de tus ganancias y hacer todo el trabajo, y ÉL hará el resto por ti.
Bueno, no. En realidad no creo que lo haga. Las cosas no suelen funcionar de esa forma. Para empezar, sólo eres uno más de los muchos dibujantes que tiene en su agenda, y todos queréis lo mismo. Lo más probable es que si un cliente le ofrece un trabajo magnífico, todas las energías de la agencia se dediquen a promocionar a una
persona en concreto. También existen algunas probabilidades de que seas tú la persona a la que le han
ofrecido esa gran oportunidad, y SI te la han ofrecido, entonces quedarás ligado
a ella todo lo que dure, por lo que tendrás que esperar la llamada de Wizard para que te pregunte por esa
oferta para dibujar la nueva serie de los X-Men con la que además puede que exista una
posibilidad de que hagan una película...
De alguna forma, me siento afortunado. Cuando la “Creative
Interests Agency” (C.I.A.) me buscó y encontró, yo llevaba ventaja. La serie de Death's
Head había sido muy popular durante una época, y también había dibujado una mini-serie de Venom
y un par de números de los X-Men y de Spiderman. Además me había encargado de una saga de
Hulk. Lo que me estaba ofreciendo la Agencia me parecía fantástico. Había aparecido una
nueva compañía llamada Verotik que en mi opinión estaba haciéndose con los servicios de algunos
de los autores más grandes de todos los tiempos, y además les encantaba mi trabajo.
Curiosamente, fue Steve Wardlaw (el entonces editor de
Verotik) el primero que me llamó por teléfono con la oferta de trabajo,
mientras todavía estaba dibujando Hulk. Cuando Steve Donnelly, de la CIA, me
telefoneó algunos meses más tarde con la misma oferta, pensé que eran la misma
persona, así que la única razón que me impulsó a colaborar con esa agencia se
basaba en un error por mi parte.
No obstante, dejé que me cortejaran a base de charlas
sobre promociones y habladurías sobre que yo tenía “el perfil adecuado”.
El trabajo que me ofrecieron era un título llamado G.O.T.H.
Una especie de Hulk sin ningún tipo de restricciones y repleto de esteroides. Era
una serie juguetona de rápidos movimientos adrenalíticos, pero de poco contenido intelectual,
pero sin embargo, dibujarla suponía un montón de desinhibida diversión.
A esto le seguiría (algo que me parecía increíble) la
oportunidad de dibujar el Death Dealer de Frank Frazetta. Y no sólo eso,
después lo haría Simon Bisley, uno de mis favoritos de siempre, por lo que por fin (pensé) tendría la oportunidad de dibujar el tipo de cómic que me haría destacar. Frazetta siempre ha sido un factor motivacional importante para dibujar el tipo de cómic con el que poder
sobresalir en el medio. Frazetta también había sido siempre uno de los factores motivacionales
principales por los que había empezado a trabajar en el medio, por lo que haber sido invitado a interpretar su personaje en forma de cómic suponía un gran honor, aunque
también era un poco intimidante.
Acuñando la famosa e impopular frase, se me antojaba que yo era “¡El Rey del
Mundo!” Así que cinco años después: ¿cómo es que unos comienzos tan prometedores
facilitados por mi agente se convirtieron en otra cosa tan enormemente diferente?
Bueno, las cosas con Verotik se fueron agriando poco a poco. En cada
historia siempre existen dos versiones, pero desde mi punto de vista, cada vez se
volvía más difícil complacerlos. La comunicación terminó rompiéndose. Yo era completamente infeliz.
Ellos también lo eran. Los dejé después del segundo número de Death
Dealer y de un dificultoso tercer número de mi etapa en Jaguar God.
Y este es el momento en el que tenemos que volver a hablar sobre la
agencia y su misterioso modus operandi.
Pero primero, una nota de advertencia a CUALQUIERA que esté pensando en
ser (o que ya esté siendo) representado por un agente: échale un buen vistazo a tu
contrato. En este momento estoy en una peculiar especie de limbo por culpa de algunas cuestiones no resueltas fechadas en aquella época, y todas se
centran en lo que “debí o no debí” y “pude o no pude” hacer. Cuando me marché de
Verotik, le pregunté a la C.I.A. si podía garantizarme la devolución de los originales que había dibujado para Death Dealer y Jaguar God. Verotik había comprado todos los dibujos sin
consultarme. Sin embargo, por la obvia razón de que era material relacionado con Frazetta y también porque yo pensaba que era mi mejor trabajo hasta ese
momento, yo no quería venderles los originales de Death Dealer.
Después de mi período en Verotik me las arreglé para
conseguir dibujar una etapa en el Hombre Cosa de Marvel. Fue con ese trabajo
con el que dejé de trabajar para la CIA, porque por lo menos conseguí tener un montón de trabajo apalabrado con Marvel. Al final mi antigua agencia admitió la nueva situación a regañadientes y dejaron de enviarme trabajos ocasionales e inconexos, y yo me
quedé muy contento porque por fin dejé de pasarles mi diez por ciento de cuota. Durante un tiempo, seguí molestándolos sobre el paradero final de mis dibujos para Verotik. Tres años más tarde todavía sigo
sin tenerlos en mi poder.
A veces las cosas se transforman en algo mucho más grave que
un dolor en el culo, y con el paso del tiempo uno se inclina a dejarlo pasar de
largo. Por suerte, me han ofrecido trabajo constantemente. Me casé, tuve dos
hijos. En el gran esquema de las cosas lo que había ocurrido tampoco me parecía ya gran cosa.
Bueno, no tan grande como para revolverme y gritar y amenazar con demandar legalmente a personas mucho más ricas que yo (sin demasiadas esperanzas de poder financiar las demandas). Pero a veces también te ocurren incidentes que te parecen tan injustos que si los dejas pasar no podrás volver a mirarte de nuevo al espejo con algún viso de
respetabilidad.
Así es como había empezado a pensar en todo por lo que había pasado con la agencia cuando de repente alguien me dijo que una de mis páginas de Death Dealer estaba a la venta en internet por 1000
dólares. Cuando de buena fe me puse en contacto con el desafortunado comprador
que había adquirido la página me llevé una sorpresa todavía más grande. Se había
puesto a la venta en eBay, el sitio de subastas de internet, a través de mi antigua agencia. Inmediatamente comprobé la página web de “Creative Interests” y encontré dos
ejemplos más de mis dibujos que se ofrecían a la venta allí mismo. Y eso que me habían llegado a asegurar que Verotik nunca les había devuelto el material gráfico...
Siempre he pensado que Steve Donnelly era un tipo decente, aunque
un poco estirado. Empecé a suponer que todo se trataba de un error. Le envié un
correo electrónico y le llamé de inmediato para preguntarle sobre qué es lo que estaba ocurriendo.
Al día siguiente hice lo mismo otra vez.
Una semana más tarde seguía sin respuesta a mis
cada vez más insistentes requerimientos para que me diesen una
explicación. Entonces, en un momento dado, el comprador que había adquirido los
dibujos a la CIA me comentó que ellos decían que no sabían quién era yo. Eso me
hizo enviarles mensajes todavía más indignados. Incluso esperé hasta la 1:30
de la madrugada (hora del Reino Unido) para tratar de hablar con la persona que
estaba a cargo de la agencia con sede en California, pero seguía sin conseguir
una respuesta.
Así que ¿qué más puedo decir? Le envié e-mails a todo aquel que
conocía en la industria explicándole lo que ocurría, y pidiendo algún consejo y
ayuda para saber lo que tenía hacer para que me devolviesen mis 140 páginas. No estaba
preparado para la tormenta de emails de vuelta que me llegaron, y que me siguen llegando, hablándome sobre problemas parecidos con, específicamente, la C.I.A.
El problema es, y este es uno de los engaños, que aunque había examinado bien el
contrato, no parecía poner nada que estuviese directamente
relacionado con que no me iban a devolver los dibujos originales, aunque parece que así lo indicaban.
Y entonces, ¿cuán estúpido me siento por no haber reparado en ello en su día?
Para que veas como están las cosas en este momento: una
tercera persona ha afirmado que actualmente la C.I.A. comenta que seguimos
debiéndoles cierta cantidad de dinero en concepto de “comissions”. No sé muy bien cómo
funciona todo esto, porque ellos han sido los responsables de toda la
facturación. También dicen que soy responsable de los costes de los envíos. Me parece poco razonable. Los editores siempre son los que tienen que cubrir todos esos costes. Debería ser un problema entre el agente y los editores, y no
el mío. Por otra parte, ni una sola vez durante estos últimos seis años me han
dicho nada de todo esto en persona. Aunque de nuevo, por lo que he podido comprobar tampoco existe en el
contrato ninguna referencia a los costes de los envíos.
Eeem.
¡Léete cuidadosamente los contratos!
Lo único que quiero es que me devuelvan mis dibujos
y el dinero que han conseguido con la venta de mis páginas. Ni más ni menos.
No sé por qué no me los devuelven y tampoco me lo ha dicho nadie. La dirección de correo electrónico de Steve ya no funciona. Mi
biografía ha desaparecido de su web. Sospecho que mi obra también lo va a hacer, si es que no lo ha hecho ya. ¿Han quemado todos los puentes con la gente que trabajaba con
ellos? Todo esto ya me ha costado cinco días hábiles completos hasta el
momento. Días completos. Así que lo que quiero que tengas claro es lo siguiente: tened mucho
cuidado con lo que firmáis. Estoy seguro de que hay muchos grandes agentes ahí
fuera, no quiero tratarlos a todos por igual, pero protégete a ti mismo y
asegúrate de que tu contrato no es papel mojado.
O sencillamente no firmes ningún contrato.
Hay gente que podría ganar mucho dinero dando cursos
para dibujantes, enseñándoles a promocionarse a sí mismos. ¡Me inscribiría
ahora mismo! Por poner un ejemplo, nos podrían enseñar que el diez por ciento
de la tarifa por página es...
Espera un momento, ¿qué diablos estoy diciendo?
Sólo estoy cavando otra fosa sobre la que tropezar y
caer dentro.
¿Me devolverán alguna vez mis dibujos? En este momento me parece poco probable, pero por lo menos les será más difícil venderlos si
todo el mundo sabe que no estoy de acuerdo con esa venta.
Por cualquiera que sean las razones, mi perfil artístico
antes de tener relación con la C.I.A. era mayor de lo que ha terminado siendo al
final. Y desde entonces he vuelto a crecer de nuevo. Cuando se trabaja en esta
industria no existe nada parecido a cultivar una buena relación de trabajo directa
con el editor y con todas las personas involucradas en la producción de una
serie. Puede que no haya conseguido llegar a ser portada de muchas revistas.
Puede que no esté en el top ten de Wizard cada mes. Sin embargo, lo que he
conseguido ha sido dibujar algunos títulos realmente buenos y, por lo general, disfruto de una tranquila sensación de respeto mutuo con la gente con la que he
colaborado. De nuevo he vuelto a divertirme mucho con mi trabajo, y eso es todo lo que deberíamos esperar la
mayoría de nosotros.
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