miércoles, 30 de julio de 2014

¿CÓMICS O COMIX?, por Jaxon, miembro de Rip Off Press (2 de 5)

Artículo aparecido en Blab nº 4 (1989). Traducido por Frog2000. Parte 1.

Y cada vez más, grandes artistas con cosas tremendamente divertidas que decir se unirán a las filas de la resistencia y tratarán de hacer lo que la industria, con todas sus gigantescas tiradas, sus conocimientos técnicos y su vasta red de distribución, debería estar haciendo. Llegará un día en el que la industria, como un marido cornudo, se despertará y se encontrará la cama vacía. En ocasiones me atormento pensando que es posible que a alguien de la industria le gustaría aceptar algo nuevo, excepto que nadie (con muy raras excepciones) ha tenido la suficiente fe en su visión como para apostar por ello. Si ese es el caso, las cosas están increíblemente mal. Significa que todo esto se está tambaleando al borde del colapso y que entonces sólo es cuestión de tiempo.

En contraste con los oscuros presagios sobre su salud rumoreados por nuestro gran hermano, he de decir que los comix proliferan vigorosamente y sin mostrar los signos de la recesión que nos rodea. Quizá algunos escépticos atribuyan esa prosperidad al hecho de que estamos funcionando en un estado de depresión aguda desde nuestra mismísima concepción. Sin embargo, ahora mismo hay más editoriales de comix que nunca, y todas están teniendo éxito más allá de lo previsto y de lo que parecía probable. The Print Mint, Rip Off Press, San Francisco Comic Book Company, Last Gasp Eco-Funnies y Krupp Comic Works (ahora Kitchen Sink Press) son las más importantes. Es más, hemos empezado a acumular medios de producción y adquirido equipo más sofisticado y mejores habilidades a cada nuevo paso. Finalmente llegaremos a poseer los medios necesarios y empezaremos a operar en cada fase de la creación, producción y distribución  de nuestro títulos, sin depender de fuerza exterior alguna que pueda presumir de controlarnos o contener nuestra energía. Hasta la fecha hemos producido interiores a color, en 3-D, tomos más gruesos y hace poco la primera portada con separación de fotolitos. Tengo que concedértelo, para los estándares de la industria todo esto son viejos trucos, pero considerando que esas técnicas las hemos aprendido por nuestra cuenta, los avances que hemos realizado durante los dos últimos años son dignos de elogio.
Aparte de estos aspectos técnicos de la producción, estamos intentando explorar tantas ideas bajo la amplia rúbrica del comix como se nos ocurran. Para empezar, los undergrounds reflejan la fantasmagoría visual que poseía el fenómeno de los pósters psicodélicos, enfatizando las extravagancias abstractas que no suelen verse muy a menudo en los cómics desde principios del S. XX. Junto con este elemento principalmente no narrativo, el enfoque del estilo ha sido el trabajo más destacado de algunos dibujantes que han empleado la narrativa gráfica de una forma desconocida e impensable para los antiguos términos de lo “que resulta apropiado” en los cómics. Puede que las historias no fuesen demasiado sustanciosas, o por lo menos no tenían mucho sentido, quizá eran palabrería cuyo único propósito era describir fantasías apocalípticas y sexuales de forma totalmente incomprensible para alguien que se encontraba en un estado normal de consciencia. Pero para la capacidad narrativa y artística de un único dibujante, también suponían disponer de un extraño don, aunque todos los grandes dibujantes de las tiras suelen combinar varias capacidades. Se ha criticado que esta podría ser la mayor debilidad de muchos de los títulos underground, particularmente en sus orígenes. La mayoría de los dibujantes de cómics admiten fácilmente que primero son dibujantes, y luego guionistas. Con algunos de ellos ocurre todo lo contrario, dibujan porque tienen una historia que contar y no han encontrado a nadie que lo haga por ellos. Creo que las dos orientaciones son igual de llamativas y que cualquiera que dude del lugar que ocupa un dibujante que se basa principalmente en los dibujos deslumbrantes para mostrar sus ideas, debería examinar muchas de las primeras entregas de los dominicales de los periódicos donde han prevalecido tendencias parecidas: las viñetas se convierten en un caos, enlazándose entre sí a base de breves diálogos graciosos y con un total e integral desprecio por los lugares comunes, como bien se puede comprobar en modernas tiras de  "soap opera" como “The Heart of Julieta Jones”.

Muchos de los historietistas de los comix fueron y aún siguen estando profundamente afectados por la tradición de la E.C. de principios de los cincuenta, donde los poderosos dibujos se combinaban con una historia coherente, y varios de nuestros títulos se han dedicado a llevar ese género un paso más allá. Muchos proyectos de terror, ciencia ficción y fantasía han sido bellamente desarrollados al estilo E.C. Aquí es donde el guión supone algo indudablemente crucial para el éxito de la tira, y muchos de los dibujantes que se han interesado por esos géneros se han apresurado a colaborar con guionistas.
Soy plenamente consciente de que ahora es una práctica común descartar el fenómeno del comix como nada más que un muestrario de perversiones sexuales y fantasías enfermizas. Pero creo que el próximo año será testigo de la aparición de varios títulos que no dejarán que estos agoreros que tan fácilmente desacreditan la sinceridad y las habilidades de los comix, lo puedan hacer tan fácilmente con títulos que abordan temáticas que siguen las de la tradición de la E.C. Up from the Deep, Fantagor, Skull y Slow Death son los primeros títulos que posiblemente marcarán el comienzo de una nueva era que no se había visto desde los primeros cincuenta. Si los lectores seguirán dicha corriente o no es algo que aún está por ver, pero por lo menos tendrán la oportunidad de entregar su dinero a alguien que ha puesto su corazón en ello. En contraste con la forma en la que funciona la industria, cada uno de nuestros títulos supone una experiencia totalmente nueva que no se preocupa de perpetuar ningún concepto anterior en particular. Ciertos temas como la guerra, la ecología, la religión, las alternativas culturales, etc, se repiten, pero como principalmente nos vemos como experimentadores, tampoco permitimos que nuestra obra siga la estela de ninguna fórmula preconcebida.

Muchas personas jóvenes de la cultura metidas en política han criticado los comix porque no nos dedicamos por completo a propagar políticas radicales. Para nosotros existen demasiados niveles de realidad como para quedarnos atrapados en las espirales dogmáticas de nadie. Principalmente considero que el arte de la persuasión es tan sutil y escurridizo como los colores de un camaleón. Quizá la forma más efectiva de insuflar valores culturales y de tener la oportunidad de que exista un cambio social no siempre pase por escoger la opción más obvia. Por ejemplo, algunos historietistas han explorado el romance en los comix con notables resultados y otros han hecho esencialmente comix nostálgicos que tienen mucho que ver con los de los cincuenta.

Alguien podría pensar que dejando a un lado todos estos puntos focales que el comix ha redescubierto o en el que es pionero, la industria del cómic profesional podría haber obtenido alguna pista sobre lo que el público tiene en mente, al menos entre los post-adolescentes, pero continúan reproduciendo mecánicamente sus títulos protagonizados por superhéroes castrados y de “terror” descafeinado. Sería ideal que la industria se animase a explorar las nuevas tendencias, incluso hasta el punto de trabajar con sus radicales vástagos mediante contratos subsidiarios, al igual que hace la industria discográfica, teniendo de esa forma acceso inmediato a las evoluciones más populares que se suelen intentar promover directamente una vez que la popularidad de cualquier medio de expresión particular ha logrado cierto grado de éxito. Quizá así se salvarían de tener que maniobrar y tratar con su torpe ingenio para abrazar lo que les gustaría pensar que es “lo nuevo”, tan sólo para darse cuenta demasiado tarde de que lo que tienen entre manos es toda una bomba. La industria no puede cambiar los gustos de lectura del público. Tan sólo puede responder a su demanda, y para hacerlo primero tienen que conocer lo que quiere el público. Si no lo conocen, difícilmente se tomarán la molestia de salir a buscarlo con cierta esperanza de alcanzar el éxito.
Esto me lleva a discutir ciertos conceptos erróneos de la industria sobre los dibujantes underground y sus objetivos. Trataré de hacer frente a algunos de los falsos conceptos más significativos. Otros tan sólo puedo mencionarlos e ignorarlos rápidamente con desprecio (las espurias acusaciones acerca de que somos pervertidos iletrados que deseamos destruir los cómics, ensuciar el medio, de que somos socialmente irresponsables, que los dibujantes de comix sólo pueden enorgullecerse a un nivel técnico de funcionar con la misma maestría práctica de maestros como Barks, Eisner, Gould, Fine, Raymond, Frazetta, Ingels, Hogarth, Kubert, Foster, Kurtzman, Wolverton, Meskin, Cole, Sterrit, Kirby, Toth, Everett, etc, por no mencionar un más amplio “scope” histórico del dibujo, Goya, Rembrandt, Bruegel, Klee, Doré, Dulac, Pyle, Wyeth, Nast, Busch, etc) Podría argumentar de forma interminable que nuestro propósito no es crear o abastecer el mercado de sexo y violencia, sino que simplemente reflejamos la sociedad que nos rodea, y sólo reflejamos dos elementos inextricablemente incrustados en el tejido del Universo, y lo presentamos en su mayor parte a base de “magníficas obras de arte”. Incluso podría darse el caso de que en lugar de estar echando por tierra el buen nombre de los cómics, en realidad seamos una de las pocas fuerzas que hacen avanzar y defienden la gloriosa tradición del medio. Que es la industria, no nosotros, quién está haciendo las cosas de forma equivocada.

Pero fijarse en estos aspectos abstractos de los cómics es como argumentar sobre la religión. Ambos posicionamientos son más obstinados y fanáticos que cuando empezaron. Sólo el tiempo podrá revelar quién está más cerca de poseer la verdad, y yo me contento con someter las reclamaciones de los comix al paso del tiempo, porque el tiempo está de nuestra parte.

(Continuará)

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