Artículo de "Desde el escritorio" de Warren Ellis, volumen II. Avatar, 2000. Traducido por Frog2000.
Regreso de Islandia, donde he pasado el fin semana
respondiendo entrevistas, dando charlas, firmando y tomando whisky. Me lo he
pasado estupendamente, en su mayor parte gracias a mi anfitrión y
organizador, Petur Yngvi Yamagata. La charla (celebrada esta vez en un auditorio de
-aproximadamente- 350 plazas) estuvo repleta de gente (especialmente para haberse celebrado a la una y media del mediodía de un sábado, cuando la mayoría de islandeses
están inconscientes o todavía borrachos.) Las firmas se realizaron a una hora concurrida,
la sesión improvisada de preguntas y respuestas en la Kaffi Thomsen fue bastante tranquila y agradablemente cómoda, y todas las entrevistas transcurrieron sin problemas. Aunque eso sí, típicamente, la gente de la radio estaba tan
despistada como cualquier otra persona de la radio de cualquier otro sitio sobre todo eso de la cultura que no es la suya propia, y la entrevista supuso la habitual sesión incómoda en la que
intentas ayudar a alguien respondiendo un ramillete de preguntas generales sobre los
cómics en jodido directo. Pero eran tíos majos, y tuvimos un breve pero
entretenido coloquio sobre pornografía y música durante el que para mi sorpresa
terminaron describiéndome las aterradoras arrugas y la falsa tonalidad naranja
de la piel de Hyapathia Lee.
En Reikiavik los bares no cierran hasta las seis de la
mañana, si es que lo hacen. Los islandeses no suelen tener prisa y se quedan más allá de las
tres o cuatro de la mañana, y parecen estar bebiendo casi constantemente, simplemente porque
pueden hacerlo. Un caballero épicamente destrozado, orgulloso de su título de
"jefe de cocina" y glorificado con el nombre de Waldemar, se derrumbó
encima mío en un bar calle abajo llamado The Ugly Duckling, presentándose y contando en un magnífico tono estentóreo que me había visto en el periódico y que le parecía un hombre guapo, guapo. Su esposa permanecía detrás suyo, con los ojos llenándose de lágrimas desesperanzadas.
Gracias a Petur, Gisli, Dora, la periodista que me presentó
en el escenario el sábado y cuyo nombre soy incapaz de deletrear, al personal
del excelente Hotel Holt y a Elizabeth, cuya compañía fue muy positiva para preservar mi salud haciendo frente a enloquecidos jefes de cocina y hobos internacionales
(sí, me refiero a ti... ¡si ni siquiera tienes un jodido curro!) de la noche de los
sábados. Pasé una estancia agradable, las cosas marcharon estupendamente, y quizá vuelva
el próximo año.
Puedes encontrar un diario más detallado del viaje en Come In Alone, donde suelo charlar sobre cómics y otras cosas.
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Aviso Para Llamar La Atención: a continuación más cosas de la red que
tratan acerca de los webcomics y todo eso. No es mucho, pero
posiblemente resulte más interesante que los desvaríos previos sobre el tema.
Si te aburres puedes dejar de leer a la voz de ya.
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Al empezar a parlotear y reflexionar sobre los "webcomics" y el resto, me he dado cuenta de que lo que suelo hacer es meter todo tipo de cosas dentro de la ecuación. He estado buscando obras de audio online que me parezcan bien hechas y que hayan sido grabadas utilizando software del estilo de Real Audio/ Realplayer. Pero me parece más interesante lo siguiente: ¿qué tipo de configuración necesitarías para lograr algo parecido en tu propia casa? Si grabas algo con una duración apropiada (y una obra completa debería tener algo menos de 74 minutos), podrías quemarla en un CD y venderla. Demonios, si has grabado algo que dure una cantidad de tiempo considerablemente menor a los 74 minutos, incluso podrías grabar una segunda obra que complementase la primera y reunirlas en el mismo CD para venderlas juntas.
¿Cuándo fue la última vez que escuchaste algún serial decente en la radio? La red tiene este interesante efecto sobre los medios de
comunicación, un efecto muy de finales de Siglo XX: de repente nos encontramos en una
posición en la que podemos re-evaluar y volver a usar las viejas formas artísticas, utilizar todos los antiguos enfoques y apropiarnos de los viejos medios en un
intento por crear algo novedoso que lo abarque todo. De repente, una de las más
antiguas formas, los seriales dramáticos radiofónicos, parecen brillantes y
novedosos, simplemente se pueden etiquetar como un nuevo medio y un nuevo arte.
Supongo que la gente se las podría arreglar para grabar episodios de cinco minutos
de audio streaming que se pudiesen escuchar en el Realplayer, ¿no crees?
Y mientras estaba pensando en todo esto se me ha ocurrido que quizá lo que estoy empezando
a vislumbrar es una especie de, Dios no lo quiera, compañía de
telecomunicaciones por internet. Películas en flash, algunas reconocibles como
una especie de cómics online, prosa ilustrada, contenidos con spoken-word… quizá sea la codiciosa parte trasera de mi
cerebro diciéndome que lo que realmente quiero ser es otro jodido emprendedor
de internet…
Southend, Londres
30 de noviembre de 1999
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