¡El origen no-tan-secreto de Shang-Chi, Maestro del Kung-Fu! (Comic Book Artists nº 7, 2000, por John B. Cooke. Traducido por Frog2000.) Parte 1.
CBA: ¿Cuál es la historia de la creación de Maestro
del Kung Fu?
Steve Englehart: Unos cuántos de nosotros (principalmente
Jim Starlin, Al Weiss, Mary Skrenes, Steve Harper, Steve Gerber y yo), jóvenes que nos habíamos metido en el comic book y que vivíamos en Manhattan, estábamos trabajando a principios de los setenta en Marvel y solíamos salir juntos por la ciudad. Pero yo
era el único que no vivía en Nueva York. Lo había intentado y no me gustaba nada. Había crecido
en el Medio Oeste y asistido al Colegio en Connecticut, y no quería
vivir en ninguna ciudad en concreto. Así que primero me mudé a Milford, en
Connecticut, y luego a Stamford, y puede que muchos fines de semana un puñado de la gente que conocía en Nueva York se viniese a alternar a la zona donde vivía. Un
sábado, Steve Harper se vino con el grupo, y después de cenar planeamos salir a algún sitio, pero Harper dijo: “bueno, yo me quedo para ver el
nuevo programa de televisión titulado Kung Fu”. Ninguno lo habíamos visto todavía. Nos aseguró que merecía la pena, así que, qué demonios, decidimos quedarnos también y lo vimos. Starlin y yo nos enamoramos de la serie de inmediato. Nos encantaba su filosofía, la acción, todo. En esa
época sólo emitían el programa cada tres semanas o algo así. Al mes siguiente
me pasé por la ciudad y Starlin y yo queríamos ver el siguiente capítulo, por lo que le
preguntamos a Roy: “¿podemos ir a tu apartamento?” Roy
nunca había oído hablar de la serie y cuando llegamos nos pusimos a verla
hipnotizados. Recuerdo que Roy entró y se quedó viéndola un rato, pero dijo: “es muy pretenciosa y no tiene sentido”, y salió de la habitación. Roy no era un fan.
En algún momento, Starlin y yo decidimos que queríamos transformar Kung Fu en una serie de cómic, aunque no recuerdo si le llegamos a preguntar a alguien si podíamos hacer
una adaptación del programa de televisión (aunque es muy probable que lo hiciéramos),
pero tengo vagos recuerdos de que nos dijimos: “hagamos algo que se parezca a la
serie de TV”. Tampoco recuerdo haber participado en conversaciones para que se hicieran con los derechos de la serie. Pero es cierto que fue Roy el que dijo: “enlacémosla con Fu Manchu. Convirtamos a Shang-Chi en el hijo de Fu
Manchu”.
Roy y yo teníamos el mismo equipaje como lectores, y éramos grandes seguidores de Fu Manchu, así como de Doc Savage y Robert E.
Howard. Estábamos en la misma onda. A mí me encantó utilizar a Fu Manchu, y también me gustó la idea de maridar ambas ideas.
Jim y yo estábamos muy metidos en la serie. Recuerdo que una
noche antes de empezar con el primer número (que por otra parte yo coloreé,
porque había aprendido un poco a dar color mientras estuve trabajando con Neal
Adams. En realidad estoy muy orgulloso de cómo quedó el color en ese número),
nosotros (Al Milgrom, Al Weiss, Jim Starlin y yo) estábamos vagabundeando por
Manhattan. Mi zona favorita de la isla siempre fueron las calles aledañas al
Greenwich Village, porque allí se podían encontrar un montón de almacenes de los cuarenta que ofrecían el aspecto que me gustaba que tuviese Nueva York, y aquella noche estuvimos
callejeando desde el Village hasta el final de la Isla. Pasamos frente
el edificio de AT&T, donde un puñado de técnicos del Ayuntamiento estaban
reparando una alcantarilla. Estaban usando máquinas de soldadura que
proyectaban sus sombras sobre el edificio a cinco pisos de altura, y fue entonces cuando se me ocurrió la idea de que Fu Manchu podría operar desde ese lugar. Esa
misma noche pasamos por una enorme zona que estaba en obras donde había un
gigantesco agujero en el suelo y una enorme grúa, y nos sentamos allí y
visualizamos la escena de la pelea de nuestro segundo número al completo.
En nada empezamos a recibir cartas de gente que
nos decía: “Fu Manchu es un malvado estereotipo racista, ¿qué narices hace en un cómic de Marvel?” Personalmente nunca he entendido ese argumento. Creo
que el Dr. Muerte es un malvado estereotipo Latveriano, pero ningún Latveriano
ha protestado por la descripción que se hace de él. Fu Manchu sólo es un
villano, no es malvado porque sea chino, es malvado y además es chino. Pero fue interesante
recibir cartas donde nos decían que les parecía terrible.
Tiempo después, cuando me alejé de la serie, me di cuenta de que se habían producido cambios bastante interesantes en cómo era percibida. La gente seguía diciendo que Fu Manchu era un estereotipo racista, pero había un profesor de la Universidad de California, en Santa Barbara, que hizo una disertación sobre el héroe asiático en América, y dijo que Shang-Chi era un modelo positivo y maravilloso, un tío que vivía en una cultura compleja y diferente a la suya que había tenido una gran resonancia en un montón de personas, y que el personaje había terminado convirtiéndose en un icono.
Me encantaba la filosofía de la serie, es lo que más me llamaba la atención. Antes había hecho Doctor Extraño, que representaba la
filosofía mística occidental, al menos mientras estuve al cargo. En realidad había intentado meter al personaje en toda la tradición ocultista occidental de la Cábala, la astrología,
el diablo (todo tipo de material por el estilo), y veía Shang-Chi como una
oportunidad de hacer algo parecido con la filosofía mística oriental, aunque se orientase más hacia el héroe de acción que el Doctor Extraño. Eran series
diferentes, y como nunca he querido hacer dos veces lo mismo, se me presentó
como una oportunidad para hacer dos cosas diferentes, y al no repetirme creo que se complementaron
muy bien, pero el Doctor Extraño había empezado a aparecer mensualmente y yo
quería hacer Shang-Chi de forma bimensual, que es como había empezado. Todo comenzó en
el Special Marvel Edition: desecharon que se convirtiese en un título de reimpresiones
y encajaron nuestro primer número en el 15, y ¡toma ya!, a un montón de gente le
gustó eso del kung fu, porque gracias a la serie de televisión las artes
marciales estaban empezando a ser conocidas por muchísima gente en la época.
He escuchado una historia que aseguraba que en una ocasión Stan Lee se subió a un
ascensor y que oyó decir a la gente que eso del kung fu se había
convertido en algo verdaderamente grande. Así que salió del ascensor, entró
en las oficinas de Marvel y dijo: “Vamos a empezar un segundo título en blanco
y negro con una continuidad diferente”. Me resultó odioso, no quería
hacer más Shang-Chi del que estaba haciendo. Sin darnos cuenta, Starlin y yo
habíamos tropezado con una idea que se había convertido en algo más grande de lo
que habíamos pensado que sería cualquiera de los dos. Jim había abandonado la serie
rápidamente, porque no podía seguir en un título regular, pero yo no tenía la
intención de hacerlo, aunque ellos querían que el título en blanco y negro apareciese de forma mensual, así que terminé haciendo tan sólo cinco números en color. No
recuerdo tener ningún enfrentamiento, pero les dije: “mira, la verdad es que quiero
seguir en la serie, pero no puedo hacerlo en estas condiciones, así que me marcho". No tenía (ni tengo) animosidad alguna contra nadie, porque, hey, habíamos creado
algo que funcionaba muy bien.
Recuerdo que Starlin y yo fuimos a hablar con Roy y le
dijimos: “mira, nos gustaría que nuestros nombres apareciesen en Maestro del
Kung Fu con la frase: “creado por Englehart y Starlin”, pero nos dijo: “no, no
podemos poner vuestros nombres porque podría confundir al público sobre quién es el
autor”. Fue al principio, esas ideas eran demasiado novedosas en esos momentos.
En cualquier caso, Doug Moench se hizo con la serie (y después de un primer año muy
denso en mi opinión) su etapa posterior hizo que se convirtiese en un título maravilloso. Por mi parte tengo el crédito y el orgullo de haber sido su co-creador, pero Doug y los
sucesivos dibujantes con los que trabajó hicieron que la serie evolucionase de una forma estupenda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario