martes, 2 de septiembre de 2014

SANGRE SOBRE TUS OJOS: POR QUÉ NECESITAMOS HISTORIAS VIOLENTAS, por Warren Ellis

En este ensayo escrito originalmente para Vulture, el autor sin pelos en la lengua de Dead Pig Collector y las novelas gráficas Transmetropolitan y Red explica que más que nunca, la ficción violenta es esencial para ayudarnos a entender los horrores de la vida real y neutralizar a los monstruos de la sociedad.

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"No lo entiendo." ¿Cuántas veces lo has leído junto a la noticia de un suceso violento?

"No entiendo por qué lo hizo," o "no entiendo por qué ha podido suceder." Sammy Yatim, atacado con un táser y muerto a tiros por la policía en un tranvía de Toronto. Incluso el presidente de la Junta de Servicios del Cuerpo pedía una explicación: "¿Cómo ha podido suceder algo así?"

Se puede escuchar en cada ocasión: "No lo entiendo" es lo que vas a oír la próxima vez que un sabroso pedazo de necro-porno aterrice sobre el escritorio de los Grandes Medios. Ya sabes a lo que me refiero: son noticias protagonizadas por cadáveres.

Aquí en Gran Bretaña, nuestro débil gobierno está intentando poner en marcha un filtro para la red que de alguna forma borre el "material violento" suministrado por internet, metiéndolo (por asociación) en la misma categoría que la pornografía infantil. Cada semana parece traernos un nuevo intento de prohibir una cosa u otra, bien porque sea incómodo o bien porque genera miedo, o tal vez porque incluso sea indefendiblemente repugnante. Mientras tanto, Jim Carrey se niega a promocionar su última película, Kick-Ass 2, tras un cambio de actitud mediante el cuál "no puede apoyar ese nivel de violencia."

Y tal y como yo lo veo, ese es precisamente el problema.

Imagínate si en su lugar el señor Carrey hubiese decidido llevar a cabo la promoción de prensa para Kick-Ass 2. Imagina que en cada parada de la gira promocional hubiese utilizado esa tribuna para hablar sobre la violencia del mundo real frente a la ficción violenta. Su reticencia a aparecer apoyando la película proviene del tiroteo que ocurrió en Newtown, un suceso que al igual que el resto, se caracteriza por ese "No lo entiendo."

El hecho de que no utilizase esa oportunidad no es tanto un fracaso de la inteligencia y la imaginación como un síntoma de la forma en que generalmente solemos satanizar los actos violentos y las obras violentas. Son actos provocados por otros, y por eso intentamos alejarnos. Son actos provocados por otros, y como no los hacemos nosotros, simplemente nos quedamos mirando y sacudimos la cabeza con tristeza. Por otra parte, cualquier persona que intente echar un vistazo más profundo para poder experimentar qué ocurre o entenderlo, seguro que terminará siendo catalogado de bicho raro.

Así que supongo que esa es la categoría en la que me tengo que incluir.

Acabo de escribir una novela corta titulada Dead Pig Collector que en gran parte trata sobre una persona que mata a otras y se deshace de sus cadáveres de manera eficiente. Hace apenas un día, durante el transcurso de una entrevista, me preguntaron cómo me sentiría si alguien del mundo real utilizase la historia como un manual para empezar a asesinar personas y deshacerse de sus cuerpos. Todavía no se me había ocurrido. La chica que me hizo la pregunta no parecía estar demasiado contenta con la existencia de mi libro.

Creo que a lo largo de este debate recurrente sobre la violencia, la función de la ficción se está empezando a perder. Mi editor del libro, Sean McDonald, asegura que es una especie de “empatía radical”. La ficción, como cualquier otra forma de arte, tiene que considerar ciertos aspectos del mundo real haciendo uso de algunos recursos que vayan más allá de los simples puntos de vista objetivos, y además tiene que hacerlo desde dentro. No podemos "otrorizar" a los personajes cuando estamos viendo las cosas desde el interior de sus cráneos. Ese es el gran éxito del Hannibal Lecter de Thomas Harris, tanto en su forma impresa como cuando está tan ricamente encarnado por Mads Mikkelsen en la serie de televisión Hannibal: por cada tres cosas que descubrimos sobre él que nos dan miedo o que nos resultan extrañas, hay otra que logra que el personaje nos resulte próximo. El otro se revela como un ser humano dañado o que nos resulta ajeno, y con él aprendemos algo acerca de las raíces de la violencia y las trampas del terror.

Si me apetece puedo buscar las imágenes de Sammy Yatim recibiendo un disparo, pero mi Gobierno no cree que deba ver películas violentas. Mientras tanto Jim Carrey tiene que fingir que nunca ha estado actuando en una película violenta. En todos los casos se separa el contenido de la ficción violenta del debate (y a veces con el consentimiento y toda la intencionalidad de los creadores y artistas.) Y sin embargo, parece que está bien que nuestros proveedores de noticias de televisión (que es probable que en los EE.UU. y en el Reino Unido nunca hayan sido tan nocivos) nos martilleen con esta mierda y luego insistan en que tenemos el derecho a su visionado, pero que nadie debería nunca poder esperar comprenderla.

Posiblemente toda esta perorata sólo sea el punto de vista sesgado de un autor cuya novela corta ofrece la perspectiva interna de un hombre que asesina personas y se encarga de sus cuerpos para ganarse la vida, pero creo que no empezaremos a entender qué ocurre hasta que no empecemos a hablar con franqueza y de forma directa sobre el tema. Tenemos que abordar los temas difíciles y darnos cuenta de cómo la ficción nos invita a participar en el debate, pero no como lo hacen los tumefactos porno-noticieros, porque sólo quieren que veamos las noticias para pulsar unas cuántas teclas de nuestro interior, negando en su mayor parte la inmersión emocional e intelectual. Las noticias no quieren que pensemos, tan sólo que reaccionemos como las plantas.

Ni siquiera creemos que una obra sea indefendiblemente desagradable hasta que la otorgamos los salvoconductos e investigaciones de uno de los "speech" extraídos de los media. Deberíamos hablar de forma más profunda de las cosas más horribles a nivel mundial, de los verdaderos cánceres de nuestra sociedad. No podemos ignorar un tumor. Si lo hacemos, entonces será demasiado tarde como para hacer nada en absoluto para ponerle fin, y tú no serás más que un pellejo relleno de todas esas cosas. Y es entonces cuando te vas a preguntar: "No entiendo por qué ha sucedido esto", que no sólo es falso, sino absolutamente ofensivo.

Nos enteramos de las cosas cuando nos fijamos en ellas, nos juntamos e intercambiamos información. Puede que hayas oído hablar de ese proceso. A veces también se utiliza en la Ciencia. Y es el mismo sistema que empleamos en la ficción: escribimos sobre las cosas con el fin de obtener una panorámica más amplia de lo que ocurre. La ficción es la forma en que estudiamos y neutralizamos a nuestros monstruos. Bloquear la ficción violenta o cerrar los ojos ante la misma es darle a nuestros monstruos y a nuestros miedos un poder que no se merecen y territorios de caza más abundantes.

Por lo que si queremos empezar a ver las cosas con mayor claridad, es absolutamente posible que necesitemos un poco más de sangre sobre nuestros ojos.

1 comentario:

imaginauta dijo...

Este me ha parecido realmente revelador, además bastante más cercano en el tiempo. No es un comentario sobre la industria si no sobre la prensa, que es una zona fuerte en las reflexiones de Ellis.

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