Por Warren Ellis para Wired (2009, fue la primera entrega del autor para la revista). Traducida por Frog2000.
Estoy esperando a que cualquiera que sea el que me ha robado mi wi-fi se detenga de una vez. Lo que significa que espero que deje de descargarse porno ucraniano, un género cinematográfico que parece completamente realizado por hombres de frío aspecto disfrazados con máscaras de Putin que fingen tener sexo cabreado con gaseoductos. Me han dicho que estos vídeos, bajados por torrent desde Pirate Bay, se han vuelto muy populares en San Francisco. También lo es vestirse como una monja con un hábito de plástico transparente, pringarte a ti mismo con tocino de soja y permitir que perros hambrientos te violen mientras chupas un "juguete para el placer" con la forma de Obama (PVP: 34,95 dólares), metiéndolo tan profundamente en tu garganta que hará que tus oídos cosquilleen en tus pulmones.
En serio, de nuevo estamos viviendo los últimos días del Imperio Romano, y es normal que esté completamente cabreado porque no pueda usar mi wi-fi para investigar las tendencias actuales del jenkem en la Costa de Marfil en lugar de, no sé, cómo sembrar alimentos o fomentar la revolución o algo así.
De verdad que son esos últimos días. ¿Cómo puedes no darte cuenta cuando Gran Bretaña está gobernada por un líder no electo que también es escocés? ¿Quién lo podría haber visto venir cuando los intestinos de William Wallace fueron cortados a hachazos e incinerados enfrente suyo en Smithfield hace siete Siglos? Jodidamente nadie. Ese es el problema de la escritura de ficción del Siglo XXI: el mundo real lo supera en locura todos los días. Creerás que como escritor de ficción estoy exagerando, como si alguna vez se me hubiese ocurrido que algunos combatientes congoleños se pudiesen comer la carne de sus enemigos en el monte durante un brote de ébola... excepto que eso es lo que está ocurriendo mientras estoy escribiendo esto.
Es un problema serio. Hace un par de años escribí una escena en la primera parte de una novela en la que el protagonista se enfrentaba a un grupo de hombres de mediana edad que se reunían para practicar sexo exótico con avestruces. Es decir, en lugar del viejo y simple sexo convencional con avestruces. Sólo tuvieron que pasar un par de años hasta que las autoridades suecas se encontrasen a un grupo de hombres de mediana edad que se habían reunido con el fin de tener relaciones sexuales con una variedad de animales. Asombrosamente, cuando se lo echaron en cara, uno de los zoófilos dijo que el perro le había obligado a hacerlo. A veces sospecho que la verdadera función de la tecnología de las comunicaciones es ilustrar, con frialdad y al desnudo, cómo son los aterradores detalles de la vida sobre la Tierra. Hubo un momento en el que a un escritor le habría resultado difícil descubrir que en Nueva York, 129 paramédicos están siendo investigados por una acusación de asalto sexual dentro de las ambulancias, completado con acusaciones de pornografía infantil. De hecho, la forma más fácil que tenía un escritor de encontrarse con algo similar en el pasado habría sido plantarse de pie en una esquina de cualquier calle de Manhattan, fingir un secuestro y esperar. Con las piernas firmemente cruzadas, eso sí. Correctamente sintonizada, internet aporta un volumen impresionante de detalles acerca de cada cosa que está ocurriendo en el Planeta directamente en mi escritorio.
Para alguien que se gana la vida elucubrando de qué formas brotará Nuestro Futuro, todo parece información útil, pero eso es todo lo que es. Si queremos analizar y condensar toda esa información en forma de conocimiento, es posible que todavía resulte necesario el formato impreso, una forma que nos da tiempo para pensar, digerir y plantear. Mientras que en los próximos meses escribiré sobre ciertas cosas relacionadas con el ámbito de interés de Wired UK, para esta primera entrega ha valido la pena quedarme plantado ahí fuera en el frío, sin internet, considerando por qué todavía existen estructuras para imprimir y cosas como los periódicos y las revistas. Porque te aseguro que es una verdad como un templo que el trabajo de informar y editar es un puesto que no te enseñan en el Huffington Post o en el Daily Beast, y porque todos esos blogs anónimos de la red que infestan el Área de la Bahía como el herpes lingual no tienen ni un mínimo de interés, porque el único salario que tienen sus monos no es mayor que el incremento de visitas. Esas cosas están bien y son magníficas para averiguar cosas sobre los pedófilos paramédicos y el porno ucraniano, pero no se deberían confundir con la información con conocimiento y con el verdadero pensamiento. Mi nombre es Warren Ellis. Soy un escritor de ficción que lucha contra un mundo que se está poniendo raro más rápido de lo que yo podría inventarme cualquier mierda. Trabajo para Wired UK. Encantado de conocerte.
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