Artículo de Bill Randall para The Comics Journal 243. Traducido por Frog2000.
Estoy muy agradecido de tener la oportunidad de ser el primer columnista que se encarga del manga en el Journal. En la medida en que el manga y el anime han terminado convirtiéndose en una especie de fenómeno en Occidente, se podría decir que es la mayor exportación cultural de Japón desde la Segunda Guerra Mundial, por lo que creo que era necesario un análisis crítico serio con urgencia. La mayoría de la crítica del manga y el anime en inglés ha intentado emular el enfoque de las publicaciones sobre Japón propias de fanzines realizados por fans como Newtype y Animage, que por lo general tan solo suelen publicitar tomos y películas de nuevo cuño. Y los análisis más serios en nuestro idioma, (los más notables se pueden encontrar en los indispensables Manga! Manga! y Dreamland Japan de Frederick Schodt, pasando por el trabajo de Matt Thorn, el Adult Manga de Sharon Kinsella y Permitted and Prohibited Desires de Anne Allison), han examinado el medio desde perspectivas históricas, económicas y antropológicas. Aunque no quiero ignorar el valor de todos estos enfoques, mi preocupación principal en esta columna coincidirá con la aproximación de el-artista-es-lo-primero propio de esta revista, intentando así dilucidar cuál es la estética propia del manga.
Por supuesto, la mayor comparación que podríamos hacer es con la sección "Euro-Cómics para principiantes", que sencillamente considero la aportación regular al Journal más importante de los últimos años. Ahora mismo Europa se encuentra hirviendo de artistas de primera y editores que devoran los cómics como una forma artística.
Sin embargo, aunque el manga ha producido artistas de calibre parecido a sus colegas occidentales más alabados, Yuko Tsuno es el primero que me viene a la mente, en conjunto la situación en Japón es remarcadamente diferente. En lugar de proliferar pequeñas editoriales fanáticamente devotas que en cierta forma intentan tratar el cómic como Arte, existen docenas de grandes editoriales dedicadas a una competición despiadada para conseguir cada vez más lectores. Al igual que el resto de medios más importantes de la cultura japonesa, el manga es como una televisión que se encuentra zumbando continuamente en una de las esquinas de la habitación, intentando llamar nuestra atención a todas horas.
Además, a cualquier columnista de manga le puede resultar bastante dificultoso situar a los especímenes producidos por el medio en su continuo cultural para a continuación pasar a examinar los factores económicos e históricos que han influido en la producción de manga, y las diferentes ideas culturales con las que el Arte se hace presente en este estilo (*).
Este último punto es el que puede dar más problemas a un occidental, porque la Historia del Arte japonés durante el S. XX ha consistido en intentar asimilar las formas y teorías occidentales intentando que permanezca la esencia japonesa, lo que sea que eso signifique. Aunque no tengo deseo alguno de caer en el relativismo cultural, tampoco quiero forzar la crítica de las obras creativas de lo que decididamente es una cultura diferente minimizándolas mediante concepciones occidentales de lo que es y no es Arte.
En futuros artículos hablaré sobre el actual grupo de autores habituales de GARO, pasando por artistas como Maki Kusumoto, Yoshiharu Tsuge y Katsuhiro Otomo. Considerando que el japonés es un idioma mucho más complejo de aprender para los ingleses que el francés de los cómics europeos, en la medida de mis capacidades también espero poder examinar las traducciones al inglés que se pueden encontrar. Sin embargo, esto dependerá mucho de lo que haya traducido. Además, la verdad es que le veo bastante sentido zurrar a la pandilla post-Pokemon por su pecado de consumir entretenimiento desechable, pero me gustaría tener la oportunidad de profundizar en algo más sustancioso, aunque en última instancia su sabor no me guste del todo. Por supuesto, el hecho de que mis intenciones se lleven a cabo dependerá por completo de los editores. Eso es todo lo que puedo comentar por ahora, y espero sentar las bases de futuras indagaciones acerca de la naturaleza del manga con cierta carga de análisis cultural, en parte como contrapunto de la mayor parte del universo de fans occidentales de la cultura y productos pop japoneses que elaboran fanzines con dibujos.
Los prolegómenos para llevar a cabo esta columna fueron consecuencia directa de un reciente viaje a Japón que redacté con mi mejor estilo de colegial. Llegué a Japón a comienzos de Marzo de 2001 para disfrutar de una estancia de dos semanas con un par de amigos. La mayor parte del tiempo me lo pasé comiendo, visitando la infinita procesión de templos y santuarios y escuchando la charla de mis anfitriones Holly e Ian mientras llevaban a cabo su vida diaria. Sin embargo, también me las arreglé para recoger algunas observaciones sobre el manga en el Japón rural, que son las que ofreceré a continuación. Por favor, disfrutadlas.
(*) Por razones prácticas, incluiré el apellido del autor al final de su nombre japonés. También seguiré utilizando el alfabeto romano que aprendí en clase, prestando la debida atención a la forma de llamar habitualmente a algunos aspectos de la cultura japonesa que han ido apareciendo dentro de las comunidades de fans con las que estoy más familiarizado, aunque la verdad es que deseo charlar sobre nimiedades tanto como me gustaría que me hiciesen una endodoncia.
Notas: el aprendizaje del manga y el anime requiere asimilar al menos unos pocos nuevos términos. Como en futuros artículos utilizaré términos propios del lenguaje japonés que no estarán inmediatamente claros en el contexto donde aparezcan, intentaré traducirlos para conseguir una mayor comprensión. Sin embargo, muchos de ellos como "otaku", "cosplay" y "shojo" son moneda corriente entre los fans occidentales, y explicarlos sería como mínimo tedioso. Pero en lugar de arrojar al lector a las fieras sin un mínimo de piedad, permitidme aconsejaros The Anime Web Turnpike y el enciclopédico libro de Gilles Poitras, The Anime Companion, como puntos de partida. Cualquiera de los dos puede proporcionar al lector interesado los recursos suficientes con los que navegar por la Tierra del Fan Naciente con relativa comodidad.
(Continuará)
Estoy muy agradecido de tener la oportunidad de ser el primer columnista que se encarga del manga en el Journal. En la medida en que el manga y el anime han terminado convirtiéndose en una especie de fenómeno en Occidente, se podría decir que es la mayor exportación cultural de Japón desde la Segunda Guerra Mundial, por lo que creo que era necesario un análisis crítico serio con urgencia. La mayoría de la crítica del manga y el anime en inglés ha intentado emular el enfoque de las publicaciones sobre Japón propias de fanzines realizados por fans como Newtype y Animage, que por lo general tan solo suelen publicitar tomos y películas de nuevo cuño. Y los análisis más serios en nuestro idioma, (los más notables se pueden encontrar en los indispensables Manga! Manga! y Dreamland Japan de Frederick Schodt, pasando por el trabajo de Matt Thorn, el Adult Manga de Sharon Kinsella y Permitted and Prohibited Desires de Anne Allison), han examinado el medio desde perspectivas históricas, económicas y antropológicas. Aunque no quiero ignorar el valor de todos estos enfoques, mi preocupación principal en esta columna coincidirá con la aproximación de el-artista-es-lo-primero propio de esta revista, intentando así dilucidar cuál es la estética propia del manga.
Por supuesto, la mayor comparación que podríamos hacer es con la sección "Euro-Cómics para principiantes", que sencillamente considero la aportación regular al Journal más importante de los últimos años. Ahora mismo Europa se encuentra hirviendo de artistas de primera y editores que devoran los cómics como una forma artística.
Sin embargo, aunque el manga ha producido artistas de calibre parecido a sus colegas occidentales más alabados, Yuko Tsuno es el primero que me viene a la mente, en conjunto la situación en Japón es remarcadamente diferente. En lugar de proliferar pequeñas editoriales fanáticamente devotas que en cierta forma intentan tratar el cómic como Arte, existen docenas de grandes editoriales dedicadas a una competición despiadada para conseguir cada vez más lectores. Al igual que el resto de medios más importantes de la cultura japonesa, el manga es como una televisión que se encuentra zumbando continuamente en una de las esquinas de la habitación, intentando llamar nuestra atención a todas horas.
Además, a cualquier columnista de manga le puede resultar bastante dificultoso situar a los especímenes producidos por el medio en su continuo cultural para a continuación pasar a examinar los factores económicos e históricos que han influido en la producción de manga, y las diferentes ideas culturales con las que el Arte se hace presente en este estilo (*).
Este último punto es el que puede dar más problemas a un occidental, porque la Historia del Arte japonés durante el S. XX ha consistido en intentar asimilar las formas y teorías occidentales intentando que permanezca la esencia japonesa, lo que sea que eso signifique. Aunque no tengo deseo alguno de caer en el relativismo cultural, tampoco quiero forzar la crítica de las obras creativas de lo que decididamente es una cultura diferente minimizándolas mediante concepciones occidentales de lo que es y no es Arte.
En futuros artículos hablaré sobre el actual grupo de autores habituales de GARO, pasando por artistas como Maki Kusumoto, Yoshiharu Tsuge y Katsuhiro Otomo. Considerando que el japonés es un idioma mucho más complejo de aprender para los ingleses que el francés de los cómics europeos, en la medida de mis capacidades también espero poder examinar las traducciones al inglés que se pueden encontrar. Sin embargo, esto dependerá mucho de lo que haya traducido. Además, la verdad es que le veo bastante sentido zurrar a la pandilla post-Pokemon por su pecado de consumir entretenimiento desechable, pero me gustaría tener la oportunidad de profundizar en algo más sustancioso, aunque en última instancia su sabor no me guste del todo. Por supuesto, el hecho de que mis intenciones se lleven a cabo dependerá por completo de los editores. Eso es todo lo que puedo comentar por ahora, y espero sentar las bases de futuras indagaciones acerca de la naturaleza del manga con cierta carga de análisis cultural, en parte como contrapunto de la mayor parte del universo de fans occidentales de la cultura y productos pop japoneses que elaboran fanzines con dibujos.
Los prolegómenos para llevar a cabo esta columna fueron consecuencia directa de un reciente viaje a Japón que redacté con mi mejor estilo de colegial. Llegué a Japón a comienzos de Marzo de 2001 para disfrutar de una estancia de dos semanas con un par de amigos. La mayor parte del tiempo me lo pasé comiendo, visitando la infinita procesión de templos y santuarios y escuchando la charla de mis anfitriones Holly e Ian mientras llevaban a cabo su vida diaria. Sin embargo, también me las arreglé para recoger algunas observaciones sobre el manga en el Japón rural, que son las que ofreceré a continuación. Por favor, disfrutadlas.
(*) Por razones prácticas, incluiré el apellido del autor al final de su nombre japonés. También seguiré utilizando el alfabeto romano que aprendí en clase, prestando la debida atención a la forma de llamar habitualmente a algunos aspectos de la cultura japonesa que han ido apareciendo dentro de las comunidades de fans con las que estoy más familiarizado, aunque la verdad es que deseo charlar sobre nimiedades tanto como me gustaría que me hiciesen una endodoncia.
Notas: el aprendizaje del manga y el anime requiere asimilar al menos unos pocos nuevos términos. Como en futuros artículos utilizaré términos propios del lenguaje japonés que no estarán inmediatamente claros en el contexto donde aparezcan, intentaré traducirlos para conseguir una mayor comprensión. Sin embargo, muchos de ellos como "otaku", "cosplay" y "shojo" son moneda corriente entre los fans occidentales, y explicarlos sería como mínimo tedioso. Pero en lugar de arrojar al lector a las fieras sin un mínimo de piedad, permitidme aconsejaros The Anime Web Turnpike y el enciclopédico libro de Gilles Poitras, The Anime Companion, como puntos de partida. Cualquiera de los dos puede proporcionar al lector interesado los recursos suficientes con los que navegar por la Tierra del Fan Naciente con relativa comodidad.
(Continuará)
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