Entrevista de Nick Hasted con Peter Milligan publicada en The Comics Journal nº 206 (1998). Traducido por Frog2000.
Peter Milligan es uno de los guionistas más formalmente inventivos de los cómics. En cada una de sus obras cambia tanto el tono como el contenido, mientras juguetea con el potencial del medio. El guionista se presentó al lector estadounidense como parte de la "British Invasion" de DC con la miniserie Skreemer, seguida por Shade the Changing Man, una desquiciada serie sobre el triángulo amoroso entre un alienígena inestable y dos mujeres, en donde el amor, la locura y lo imprevisto eran inextricables. A esto le sucedió una secuencia de miniseries. Enigma trataba sobre un joven obsesionado con un cómic, el catalizador de una realidad de varias capas, bruscamente cambiante y auto-consciente. En The Extremist, se revisa desde diferentes ángulos la identidad de un asesino que vive en una subcultura sadomasoquista; por su parte, Girl abunda en las fantasías aceleradas de una chica de clase trabajadora.
Los antecedentes de clase trabajadora de Milligan en una zona cercana al norte de Londres han resultado ser vitales en su obra. Se refleja en una temprana e importante bibliografía de trabajo para el mercado británico. Skin, sobre un niño cabeza rapada de clase trabajadora con talidomida, fue rechazado por la imprenta y luego prohibido por su editor. Rogan Gosh era un viaje espiritual visto desde perspectivas como la de Rudyard Kipling, un camarero indio y un niño moribundo y abandonado.
En los últimos años, el trabajo de Milligan en los cómics ha disminuido, ya que su trabajo para la pantalla ha aumentado. Pero este año verán la luz dos nuevas series: Blanco Humano, una miniserie con Sean Phillips donde utilizará al viejo héroe de DC para explorar quién es este personaje, y la publicación mensual de continuará The Minx, "una fantástica historia de fin de milenio que trata sobre cuán fuera de control está el mundo y cómo podría cualquiera sentirse menos solo".
Esta entrevista tuvo lugar en tres sesiones repartidas a lo largo de 1997 en un club de artistas en el Soho, Londres, del que Milligan es miembro.
ESCAPAR
NICK HASTED: Por lo que has dicho en otras entrevistas, ¿vivía de pequeño en un sitio del que, hasta cierto punto, querías escapar?
PETER MILLIGAN: Tal vez psicológicamente más que geográficamente.
HASTED: ¿Qué cosas te estimulaban más cuando eras un crío? ¿Qué es lo que hacía que la vida fuese algo que mereciese la pena vivir?
MILLIGAN: Siempre hubo un enfrentamiento entre las cosas normales que hacían mis hermanos y la gente que me rodeaba en general, como el fútbol, otros deportes, peleas, y mi ligero y vergonzoso interés por el arte y la escritura. Sentía que mi educación casi era inexistente. Odiaba el colegio. Me rebelé contra cualquier tipo de educación institucionalizada. Mis intereses artísticos eran algo muy personal, así que sentía como que no podría justificarlos nunca, porque era bastante reservado al respecto. Un montón de las personas que provienen de un entorno de clase obrera que, por no encontrar otra expresión, están en las artes, tenían una especie de actitud de continuo desafío. Creo que mucha gente siente que sufre una especie de ligera esquizofrenia cuando es joven.
HASTED: ¿Diste con alguna forma de utilizar esas cosas secretas que llevabas en tu cabeza cuando eras más joven?
MILLIGAN: No. Tal como ha terminado siendo, mi carrera nunca ha estado tan planificada. Nunca creí que fuese un acto mágico que me iba a facilitar largarme de donde estaba viviendo. Y mírame, estoy hablando como si ahora me moviese en círculos diferentes. Hemos venido al bar donde habitualmente suelo charlar con muchos paisanos. Voy a ver partidos de fútbol, visito a mi familia. Sería demasiado simplista decir que son dos mundos. Pero desde el principio, lo que podría parecer dos formas de vida diferentes tienden a fusionarse en mi vida. Creo que es algo bastante deliberado.
HASTED: ¿Es como si marcharte fuese algo que tienes que hacer, pero aún no has podido desarraigarte?
MILLIGAN: Sí, porque no es que quiera hacerlo necesariamente. Lo que a veces puede ocurrir es que suelo rondar por cierto tipo de pubs durante demasiado tiempo. Empiezo a pensar: "Diablos, quizá debería alejarme de esto". Pero nunca tanto como cuando tengo la desgracia de pasar una tarde en el Club Groucho. Allí siento esa sensación de forma mucho más poderosa. "Diablos, me pregunto cuándo jugarán los Spurs".
HASTED: Cuando eras niño, ¿crees que estabas frustrado, o tu vida creativa secreta te resultaba suficiente?
MILLIGAN: No, no estaba frustrado. Nunca he visto mi vida creativa como algo más que esta cosa bastante reservada que solía hacer, como parte de esta vida interna que tenía. Nunca lo vi como una salida potencial, porque no sabía que estaba viviendo en un sitio del que tenía que salir. Creo que tal vez cuando era más joven y todavía no había estado expuesto a personas que trabajaban para ganarse la vida, me parecía que escribir era este otro mundo extraño, un mundo imposible, en realidad. Es por eso que no lo veo necesariamente como una salida, porque gente como yo no podía hacer esas cosas. Ahora que utilizo la escritura para ganarme la vida, pienso más en ella como si fuese un trabajo.
HASTED: Pero, ¿no te frustró que no pudieras encontrar una manera de hacer lo que querías hacer? ¿O simplemente estaba tan lejano que ni siquiera lo llegaste a considerar?
MILLIGAN: Creo que eso último. En parte porque nunca recibí una educación sobre el tema. Mi forma de escribir era algo inarticulado, algo casi pre-literario, que ahora está de moda y parece positivo, pero era una porquería.
HASTED: Entonces, ¿no expresabas de ninguna forma ese sentir artístico que llevabas dentro?
MILLIGAN: Lo expresaba más a través de mis dibujos. Lo bueno de dibujar es que parecen existir menos obstáculos obvios. Con la escritura hay que aprender todo un conjunto de herramientas antes de poder hacerla correctamente. Me compré de segunda mano una increíble máquina de escribir antigua, creo que la construyeron antes de que estallase la Segunda Guerra Mundial, y, culpable y secretamente, solía escribir en ella, sobre todo cuando no había nadie cerca. No quería que nadie leyese nada de lo que hacía. Porque era una porquería, pero también porque parecía raro que estuviese haciendo algo parecido. Mientras que con el dibujo podía salirme con la mía. "Ah, le gusta dibujar".
HASTED: ¿Tenías amigos con intereses similares? ¿Te contó alguien que también escribía?
MILLIGAN: Escribí un par de historias de terror en la escuela, eso no estuvo mal. ¿Sabes que hay ciertas formas en que puedes hacer determinadas cosas? Pero en realidad estaba más interesado en jugar con las palabras y la poesía.
HASTED: ¿Solías leer mucho?
MILLIGAN: No particularmente. Creo que tenía la intención de leer mucho y me atraían los libros, pero al mirar atrás me doy cuenta de que solía leer mucho menos de lo que imaginaba en ese momento. Yo no era uno de esos muchachos reservados que se tiraban todo el tiempo en casa, y era bastante listo e inteligente. Pero tampoco es que fuese un absoluto atleta deportivo.
HASTED: Entonces, en esa época, ¿te atraían más las imágenes que las palabras?
MILLIGAN: Diría que sí.
HASTED: ¿Qué clase de dibujos solías hacer?
MILLIGAN: Todo era muy improvisado. No seguía ningún patrón. Creo que el surrealismo suele golpear a algunos niños con más fuerza, la anarquía, la extrañeza. Y también la sensación de que se puede hacer lo que quieras. En cuanto a la escritura, me puedo dar cuenta de por qué muchas personas veneran a Hemmingway a una edad temprana. Es genial, pero también parece algo que se puede hacer. Mientras que si lees algo como Rilke, piensas, "madre mía..."
HASTED: ¿Leías cómics cuando eras niño? ¿Te impresionaron, o simplemente los leías como suelen hacerlo los niños?
MILLIGAN: Leí algunos que estaban por ahí.
HASTED: Has dicho que no recibiste educación, o por lo menos una educación de la que valga la pena hablar.
MILLIGAN: Al revisar esa época, creo que no recibí una buena educación. Si no causabas problemas, te dejaban a tu aire. Así que miras atrás y piensas: "Espera un minuto. ¿Cuántas horas estuve solo? ¿Qué es lo que aprendí? ¿Cuántas herramientas me dieron?" Es una locura.
HASTED: Al mirar atrás, ¿te da la sensación como de que no le importabas a nadie?
MILLIGAN: Si eras evidentemente bueno en algo, y si eras evidentemente un bastardo, se daban cuenta. Si estabas, como la mayoría de la gente, en algún punto intermedio, y no prendías fuego a la escuela, te dejaban a tu aire.
HASTED: En realidad te hubiese gustado prender fuego a la escuela, ¿verdad?
MILLIGAN: Bueno, la verdad es que desearía haberlo hecho. Supongo que con la Simone de Girl, pude experimentar la emoción de la venganza.
HASTED: Cuando estuve hablando hace un rato con Neil Gaiman, me dijo algo que bien puede vincular a casi todos los principales escritores de cómic británicos. Básicamente, todos sois autodidactas.
MILLIGAN: Sí, es interesante. Hace poco estuve hablando con alguien acerca de cómo las personas con las que tendemos a trabajar son personas de clase trabajadora que están intentando hacer lo correcto. Conozco gente que siempre ha sido de clase media, siempre ha tenido de todo, y sientes como una especie de molestia porque no se dan cuenta de lo mucho que han tenido. Pero también hay algunos poetas de la clase trabajadora que se aferran desesperadamente a algo que es una mierda. Puede ser igualmente molesto, y después de un tiempo no quieres estar cerca suyo. Eso no quiere decir que la gente que todavía está haciendo trabajos de clase trabajadora sea mala, me refiero a cómo piensan. La mayoría de las personas con las que suelo tomar algo son como cualquiera. Toco música con ellos, a veces tocamos con una banda de improvisación. En cualquier conversación sobre cualquier tema social te pueden rebatir sin problema, porque tienen la cabeza bien amueblaba, aunque podrían ser un poco más agresivos.
HASTED: ¿Crees que hay una razón por la cual tantos buenos escritores británicos que se han incorporado a los cómics se han desarrollado de la misma forma?
MILLIGAN: Tal vez sea por la sensación que suele tener alguien con un background de clase trabajadora, de que los cómics son más asequibles que la literatura.
HASTED: ¿Cuál fue el nexo entre ese Milligan sentado en una habitación tecleando algunas palabras en su máquina de escribir y más tarde convirtiéndose en escritor?
MILLIGAN: Realmente no lo sé. A menudo, cuando uno mira hacia atrás, reedita y hace carantoñas a su pasado, y lo hace sonar muy simple. Haces que tu vida sea una estructura en tres actos, para que se pueda ver el paso desde el primer acto hasta el segundo. Mientras que creo que la vida tiende a no ser de esa forma. Creo que la vida suele tener etapas más extrañas, etapas de incremento, a veces suceden cosas afortunadas. Creo que conoces a algunas personas y ves una oportunidad. Incluso lo que te suceda ahora puede ser bastante extraño. Cuando empecé a trabajar en el cine hace unos años, alguien me preguntó: "¿Alguna vez has pensado escribir guiones para el cine?" Siempre he tenido esa pálpito de: "Está bien, intentaré hacer lo que me dices". Eso no quiere decir que no sea ambicioso, que no sepa llevar mis cosas o que no trabaje duro. Parece que la vida sabe cuidarse sola.
HASTED: ¿Qué solías hacer antes de empezar a escribir cómics?
MILLIGAN: Solía trabajar en bares, viajaba, tocaba música, leía, y escribía prosa completamente ilegible. Casi cuanto más ilegible, mejor: cuanto más ilegible, menos posibilidades había de que me publicaran, lo cuál se ajustaba a mis propósitos. Tenía menos posibilidades de que me testaran, y de esa manera evitas el fracaso. Dios sabe lo que habría terminado haciendo si hubiese hecho otra cosa, pero estuve ocupado en muchos trabajos diferentes, saliendo con unas pocas chicas diferentes, viajando un poco.
HASTED: ¿Escribías para practicar o porque disfrutabas haciéndolo? ¿Querías ser escritor?
MILLIGAN: Bueno, igual te parece extraño: escribía, pero nunca pensé que podría ganarme la vida haciéndolo, ni tampoco quería hacerlo. Pensé que probablemente escribiría, moriría de alcoholismo y más adelante me descubrirían como el genio que era. Ese era el plan.
HASTED: Entonces, ¿por tu parte no hacías esfuerzo alguno?
MILLIGAN: Estás en lo cierto. Pero además, creo que en el fondo sabía que lo que hacía no era un material tan bueno. Creo que estaba luchando, incluso de manera inconsciente, con mi falta de educación o mi pasado, donde convertirme en escritor no era una opción.
HASTED: ¿Crees que tenías una situación vital segura, y que si hubieses dado un paso consciente para convertirte en escritor, te hubieses estado exponiendo?
MILLIGAN: No estoy seguro. Porque mi vida parecía ser un completo caos. Mi vida siempre parecía, incluso de niño, un caos mental. Justo antes de empezar a escribir cómics, me encontraba en una situación de completo caos, completamente sin forma ni objetivo. Incluso ahora siento que estoy a unos pocos pasos de que mi vida vuelva a descender hasta esa situación. Lo que ocurre es que ahora los productores llaman por teléfono y me dicen: "Peter, ¿dónde está el guión?" Hay una especie de formato en mi vida. Vivo con mi novia y todo ese tipo de cosas. Parte de mi vida todavía sigue siendo un caos. Si lo dejo, el caos empieza de nuevo, esa falta de formato empieza a imponerse otra vez, es una posibilidad y realidad que parece estar siempre presente en mi vida.
(Continuará)
Peter Milligan es uno de los guionistas más formalmente inventivos de los cómics. En cada una de sus obras cambia tanto el tono como el contenido, mientras juguetea con el potencial del medio. El guionista se presentó al lector estadounidense como parte de la "British Invasion" de DC con la miniserie Skreemer, seguida por Shade the Changing Man, una desquiciada serie sobre el triángulo amoroso entre un alienígena inestable y dos mujeres, en donde el amor, la locura y lo imprevisto eran inextricables. A esto le sucedió una secuencia de miniseries. Enigma trataba sobre un joven obsesionado con un cómic, el catalizador de una realidad de varias capas, bruscamente cambiante y auto-consciente. En The Extremist, se revisa desde diferentes ángulos la identidad de un asesino que vive en una subcultura sadomasoquista; por su parte, Girl abunda en las fantasías aceleradas de una chica de clase trabajadora.
Los antecedentes de clase trabajadora de Milligan en una zona cercana al norte de Londres han resultado ser vitales en su obra. Se refleja en una temprana e importante bibliografía de trabajo para el mercado británico. Skin, sobre un niño cabeza rapada de clase trabajadora con talidomida, fue rechazado por la imprenta y luego prohibido por su editor. Rogan Gosh era un viaje espiritual visto desde perspectivas como la de Rudyard Kipling, un camarero indio y un niño moribundo y abandonado.
En los últimos años, el trabajo de Milligan en los cómics ha disminuido, ya que su trabajo para la pantalla ha aumentado. Pero este año verán la luz dos nuevas series: Blanco Humano, una miniserie con Sean Phillips donde utilizará al viejo héroe de DC para explorar quién es este personaje, y la publicación mensual de continuará The Minx, "una fantástica historia de fin de milenio que trata sobre cuán fuera de control está el mundo y cómo podría cualquiera sentirse menos solo".
Esta entrevista tuvo lugar en tres sesiones repartidas a lo largo de 1997 en un club de artistas en el Soho, Londres, del que Milligan es miembro.
ESCAPAR
NICK HASTED: Por lo que has dicho en otras entrevistas, ¿vivía de pequeño en un sitio del que, hasta cierto punto, querías escapar?
PETER MILLIGAN: Tal vez psicológicamente más que geográficamente.
HASTED: ¿Qué cosas te estimulaban más cuando eras un crío? ¿Qué es lo que hacía que la vida fuese algo que mereciese la pena vivir?
MILLIGAN: Siempre hubo un enfrentamiento entre las cosas normales que hacían mis hermanos y la gente que me rodeaba en general, como el fútbol, otros deportes, peleas, y mi ligero y vergonzoso interés por el arte y la escritura. Sentía que mi educación casi era inexistente. Odiaba el colegio. Me rebelé contra cualquier tipo de educación institucionalizada. Mis intereses artísticos eran algo muy personal, así que sentía como que no podría justificarlos nunca, porque era bastante reservado al respecto. Un montón de las personas que provienen de un entorno de clase obrera que, por no encontrar otra expresión, están en las artes, tenían una especie de actitud de continuo desafío. Creo que mucha gente siente que sufre una especie de ligera esquizofrenia cuando es joven.
HASTED: ¿Diste con alguna forma de utilizar esas cosas secretas que llevabas en tu cabeza cuando eras más joven?
MILLIGAN: No. Tal como ha terminado siendo, mi carrera nunca ha estado tan planificada. Nunca creí que fuese un acto mágico que me iba a facilitar largarme de donde estaba viviendo. Y mírame, estoy hablando como si ahora me moviese en círculos diferentes. Hemos venido al bar donde habitualmente suelo charlar con muchos paisanos. Voy a ver partidos de fútbol, visito a mi familia. Sería demasiado simplista decir que son dos mundos. Pero desde el principio, lo que podría parecer dos formas de vida diferentes tienden a fusionarse en mi vida. Creo que es algo bastante deliberado.
HASTED: ¿Es como si marcharte fuese algo que tienes que hacer, pero aún no has podido desarraigarte?
MILLIGAN: Sí, porque no es que quiera hacerlo necesariamente. Lo que a veces puede ocurrir es que suelo rondar por cierto tipo de pubs durante demasiado tiempo. Empiezo a pensar: "Diablos, quizá debería alejarme de esto". Pero nunca tanto como cuando tengo la desgracia de pasar una tarde en el Club Groucho. Allí siento esa sensación de forma mucho más poderosa. "Diablos, me pregunto cuándo jugarán los Spurs".
HASTED: Cuando eras niño, ¿crees que estabas frustrado, o tu vida creativa secreta te resultaba suficiente?
MILLIGAN: No, no estaba frustrado. Nunca he visto mi vida creativa como algo más que esta cosa bastante reservada que solía hacer, como parte de esta vida interna que tenía. Nunca lo vi como una salida potencial, porque no sabía que estaba viviendo en un sitio del que tenía que salir. Creo que tal vez cuando era más joven y todavía no había estado expuesto a personas que trabajaban para ganarse la vida, me parecía que escribir era este otro mundo extraño, un mundo imposible, en realidad. Es por eso que no lo veo necesariamente como una salida, porque gente como yo no podía hacer esas cosas. Ahora que utilizo la escritura para ganarme la vida, pienso más en ella como si fuese un trabajo.
HASTED: Pero, ¿no te frustró que no pudieras encontrar una manera de hacer lo que querías hacer? ¿O simplemente estaba tan lejano que ni siquiera lo llegaste a considerar?
MILLIGAN: Creo que eso último. En parte porque nunca recibí una educación sobre el tema. Mi forma de escribir era algo inarticulado, algo casi pre-literario, que ahora está de moda y parece positivo, pero era una porquería.
HASTED: Entonces, ¿no expresabas de ninguna forma ese sentir artístico que llevabas dentro?
MILLIGAN: Lo expresaba más a través de mis dibujos. Lo bueno de dibujar es que parecen existir menos obstáculos obvios. Con la escritura hay que aprender todo un conjunto de herramientas antes de poder hacerla correctamente. Me compré de segunda mano una increíble máquina de escribir antigua, creo que la construyeron antes de que estallase la Segunda Guerra Mundial, y, culpable y secretamente, solía escribir en ella, sobre todo cuando no había nadie cerca. No quería que nadie leyese nada de lo que hacía. Porque era una porquería, pero también porque parecía raro que estuviese haciendo algo parecido. Mientras que con el dibujo podía salirme con la mía. "Ah, le gusta dibujar".
HASTED: ¿Tenías amigos con intereses similares? ¿Te contó alguien que también escribía?
MILLIGAN: Escribí un par de historias de terror en la escuela, eso no estuvo mal. ¿Sabes que hay ciertas formas en que puedes hacer determinadas cosas? Pero en realidad estaba más interesado en jugar con las palabras y la poesía.
HASTED: ¿Solías leer mucho?
MILLIGAN: No particularmente. Creo que tenía la intención de leer mucho y me atraían los libros, pero al mirar atrás me doy cuenta de que solía leer mucho menos de lo que imaginaba en ese momento. Yo no era uno de esos muchachos reservados que se tiraban todo el tiempo en casa, y era bastante listo e inteligente. Pero tampoco es que fuese un absoluto atleta deportivo.
HASTED: Entonces, en esa época, ¿te atraían más las imágenes que las palabras?
MILLIGAN: Diría que sí.
HASTED: ¿Qué clase de dibujos solías hacer?
MILLIGAN: Todo era muy improvisado. No seguía ningún patrón. Creo que el surrealismo suele golpear a algunos niños con más fuerza, la anarquía, la extrañeza. Y también la sensación de que se puede hacer lo que quieras. En cuanto a la escritura, me puedo dar cuenta de por qué muchas personas veneran a Hemmingway a una edad temprana. Es genial, pero también parece algo que se puede hacer. Mientras que si lees algo como Rilke, piensas, "madre mía..."
HASTED: ¿Leías cómics cuando eras niño? ¿Te impresionaron, o simplemente los leías como suelen hacerlo los niños?
MILLIGAN: Leí algunos que estaban por ahí.
HASTED: Has dicho que no recibiste educación, o por lo menos una educación de la que valga la pena hablar.
MILLIGAN: Al revisar esa época, creo que no recibí una buena educación. Si no causabas problemas, te dejaban a tu aire. Así que miras atrás y piensas: "Espera un minuto. ¿Cuántas horas estuve solo? ¿Qué es lo que aprendí? ¿Cuántas herramientas me dieron?" Es una locura.
HASTED: Al mirar atrás, ¿te da la sensación como de que no le importabas a nadie?
MILLIGAN: Si eras evidentemente bueno en algo, y si eras evidentemente un bastardo, se daban cuenta. Si estabas, como la mayoría de la gente, en algún punto intermedio, y no prendías fuego a la escuela, te dejaban a tu aire.
HASTED: En realidad te hubiese gustado prender fuego a la escuela, ¿verdad?
MILLIGAN: Bueno, la verdad es que desearía haberlo hecho. Supongo que con la Simone de Girl, pude experimentar la emoción de la venganza.
HASTED: Cuando estuve hablando hace un rato con Neil Gaiman, me dijo algo que bien puede vincular a casi todos los principales escritores de cómic británicos. Básicamente, todos sois autodidactas.
MILLIGAN: Sí, es interesante. Hace poco estuve hablando con alguien acerca de cómo las personas con las que tendemos a trabajar son personas de clase trabajadora que están intentando hacer lo correcto. Conozco gente que siempre ha sido de clase media, siempre ha tenido de todo, y sientes como una especie de molestia porque no se dan cuenta de lo mucho que han tenido. Pero también hay algunos poetas de la clase trabajadora que se aferran desesperadamente a algo que es una mierda. Puede ser igualmente molesto, y después de un tiempo no quieres estar cerca suyo. Eso no quiere decir que la gente que todavía está haciendo trabajos de clase trabajadora sea mala, me refiero a cómo piensan. La mayoría de las personas con las que suelo tomar algo son como cualquiera. Toco música con ellos, a veces tocamos con una banda de improvisación. En cualquier conversación sobre cualquier tema social te pueden rebatir sin problema, porque tienen la cabeza bien amueblaba, aunque podrían ser un poco más agresivos.
HASTED: ¿Crees que hay una razón por la cual tantos buenos escritores británicos que se han incorporado a los cómics se han desarrollado de la misma forma?
MILLIGAN: Tal vez sea por la sensación que suele tener alguien con un background de clase trabajadora, de que los cómics son más asequibles que la literatura.
HASTED: ¿Cuál fue el nexo entre ese Milligan sentado en una habitación tecleando algunas palabras en su máquina de escribir y más tarde convirtiéndose en escritor?
MILLIGAN: Realmente no lo sé. A menudo, cuando uno mira hacia atrás, reedita y hace carantoñas a su pasado, y lo hace sonar muy simple. Haces que tu vida sea una estructura en tres actos, para que se pueda ver el paso desde el primer acto hasta el segundo. Mientras que creo que la vida tiende a no ser de esa forma. Creo que la vida suele tener etapas más extrañas, etapas de incremento, a veces suceden cosas afortunadas. Creo que conoces a algunas personas y ves una oportunidad. Incluso lo que te suceda ahora puede ser bastante extraño. Cuando empecé a trabajar en el cine hace unos años, alguien me preguntó: "¿Alguna vez has pensado escribir guiones para el cine?" Siempre he tenido esa pálpito de: "Está bien, intentaré hacer lo que me dices". Eso no quiere decir que no sea ambicioso, que no sepa llevar mis cosas o que no trabaje duro. Parece que la vida sabe cuidarse sola.
HASTED: ¿Qué solías hacer antes de empezar a escribir cómics?
MILLIGAN: Solía trabajar en bares, viajaba, tocaba música, leía, y escribía prosa completamente ilegible. Casi cuanto más ilegible, mejor: cuanto más ilegible, menos posibilidades había de que me publicaran, lo cuál se ajustaba a mis propósitos. Tenía menos posibilidades de que me testaran, y de esa manera evitas el fracaso. Dios sabe lo que habría terminado haciendo si hubiese hecho otra cosa, pero estuve ocupado en muchos trabajos diferentes, saliendo con unas pocas chicas diferentes, viajando un poco.
HASTED: ¿Escribías para practicar o porque disfrutabas haciéndolo? ¿Querías ser escritor?
MILLIGAN: Bueno, igual te parece extraño: escribía, pero nunca pensé que podría ganarme la vida haciéndolo, ni tampoco quería hacerlo. Pensé que probablemente escribiría, moriría de alcoholismo y más adelante me descubrirían como el genio que era. Ese era el plan.
HASTED: Entonces, ¿por tu parte no hacías esfuerzo alguno?
MILLIGAN: Estás en lo cierto. Pero además, creo que en el fondo sabía que lo que hacía no era un material tan bueno. Creo que estaba luchando, incluso de manera inconsciente, con mi falta de educación o mi pasado, donde convertirme en escritor no era una opción.
HASTED: ¿Crees que tenías una situación vital segura, y que si hubieses dado un paso consciente para convertirte en escritor, te hubieses estado exponiendo?
MILLIGAN: No estoy seguro. Porque mi vida parecía ser un completo caos. Mi vida siempre parecía, incluso de niño, un caos mental. Justo antes de empezar a escribir cómics, me encontraba en una situación de completo caos, completamente sin forma ni objetivo. Incluso ahora siento que estoy a unos pocos pasos de que mi vida vuelva a descender hasta esa situación. Lo que ocurre es que ahora los productores llaman por teléfono y me dicen: "Peter, ¿dónde está el guión?" Hay una especie de formato en mi vida. Vivo con mi novia y todo ese tipo de cosas. Parte de mi vida todavía sigue siendo un caos. Si lo dejo, el caos empieza de nuevo, esa falta de formato empieza a imponerse otra vez, es una posibilidad y realidad que parece estar siempre presente en mi vida.
(Continuará)
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