viernes, 6 de diciembre de 2019

LOS CÓMICS CONTRA HITLER, UNA ENTREVISTA CON MARK FERTIG (PARTE 1 DE 2)

Realizada por J. Caleb Mozzocco para la web de The Comics Journal, 2017. Traducción: Frog2000.

Discutir quién es el mejor superhéroe del cómic, una argumentación que por lo general toma la forma de quién machaca a quién, ha seguido siendo uno de los rituales de los recreos en los colegios hasta la fecha actual. Pero no tiene sentido discutir sobre quién es el mayor supervillano de los cómics: Adolf Hitler.

Durante la Segunda Guerra Mundial, el dictador de la vida real apareció en más portadas e historias en el medio que cualquiera de los diez, veinte o cincuenta villanos principales de esa época combinados. Todos los héroes lucharon contra Hitler, los nazis, las Potencias del Eje, sus aliados y simpatizantes, y, por un tiempo, contra sus análogos. Y no solo todos los superhéroes de principios de la década de los cuarenta, desde los más conocidos hasta los más oscuros y olvidados, sino incluso personajes como Little Orphan Annie, el Panda Andy y el Pato Donald. A veces, la pelea era abstracta, como cuando hacían campaña por los bonos de guerra o transportaban documentos importantes, pero la mayoría de las veces lo suyo era golpear a Hitler y sus compinches en la cara, patearlo en la entrepierna y desplegar la violencia catártica del cómic sobre su avatar caricaturizado.

En su nuevo libro Take That, Adolf!: The Fighting Comics of the Second World War, Mark Fertig narra el mayor conflicto en el cómic de todos los tiempos, cuando el floreciente medio estadounidense marchó a la guerra contra Hitler. Su obra también es en parte un libro artístico con más de 500 portadas de cómics de la época restauradas, muchas de ellas presentadas a tamaño completo, y en parte un libro histórico, con un ensayo de 43 páginas fuertemente ilustrado sobre la época que no solo ofrece un contexto sobre el auge del medio en aquellos años y las políticas patrióticas aposentadas en él, sino que también revela detalles que rara vez se suelen divulgar en estos repasos históricos.

Cualquiera que sea el interés del lector, sea el aspecto artístico o el histórico, los personajes o los creadores (o cualquier combinación de todo ello), Take That, Adolf! oferta una visión completa y convincente de cómo se representó la Segunda Guerra Mundial, y cómo se participó de forma parcial en ella, en los quioscos de la Edad de Oro.

Hace poco estuve charlando con Fertig, cuyo anterior libro para la editorial Fantagraphics fue Film Noir 101: The 101 Best Film Noir Posters of the 1940s-1950s, sobre el alcance de su nueva obra, la tosquedad de la propaganda de la época bélica y la inmortalidad de los nazis en la cultura pop. 
J. CALEB MOZZOCCO: Cuando hablamos sobre el gran número de portadas incluidas en el libro, en la contraportada se cita que hay "más de 500". ¿Cuántas portadas de la época de la Segunda Guerra Mundial se han recopilado? ¿Quizá tu trabajo incluye todos los ejemplos de puñetazos a Hitler y esvásticas en la cubierta, el 90%, o puede que la mitad?

¿Puedes contarnos un poco más sobre los criterios que empleaste para elegir qué incluir y qué no? Admito que cuando escuché hablar por primera vez sobre el libro, me imaginé una colección de portadas que imitarían la famosa del Captain America Comics nº 1 de 1941, aunque con diferentes héroes dando el puñetazo a Hitler.

MARK FERTIG: Puede que la mejor forma de conseguir una respuesta a estas preguntas sea hablando un poco sobre cómo comenzó el proyecto.

Antes de decidir escribir este libro, intenté comprar algo parecido, pero no hubo manera. Llevo fascinado toda la vida por los cómics y la Segunda Guerra Mundial. Aprendí a leer con los cómics, y los llevo coleccionando con avidez desde que los descubrí, mientras que mi fascinación por la guerra se remonta casi hasta la misma época. En mi trabajo como profesor universitario, he llevado de visita a grupos de estudiantes a lugares como las playas de Normandía, Anzio y Monte Cassino, a Dachau y Auschwitz. Dado el papel clave que jugó la guerra en el temprano desarrollo del negocio del cómic, me imaginaba que ya habría al menos media docena de libros relacionados. Algunas búsquedas rutinarias en Internet no aportaron casi resultados, solo un capítulo aquí y allá en las historias sobre la Edad de Oro que ya tenía en mi estante.

Antes había escrito un libro sobre carteles de películas para Fantagraphics, así que compuse una galería de una docena de portadas de la Segunda Guerra Mundial y se las envié por correo electrónico a Gary Groth con un resumen general sobre lo que pensaba que debería tratar el libro. Me respondió de inmediato y me dijo que me pusiera a trabajar en él. La única pregunta que me hizo fue que cuándo creía que podría terminarlo. Es genial trabajar con un editor que confía en ti.

Empecé intentando tener una idea de cuántas portadas podrían existir. Hice innumerables búsquedas en Internet, luego desempolvé mis copias de la Photo-Journal Guide to Comic Books de Gerber y examiné cada página con lupa, editando una hoja de cálculo con los títulos y números correspondientes a medida que iba avanzando. Empecé a creer que la lista estaba cerca de completarse cuando superó las 1.250 entradas, pero a lo largo de todo el proyecto seguí descubriendo nuevas cubiertas. De hecho, quien me puso sobre la pista de una de las mejores imágenes del libro, la escandalosa portada de L. B. Cole para Taffy Comics nº 2, fue el diseñador del tomo, Jacob Covey, mucho después de haber presentado todas las portadas, cuando pensaba que mi labor había terminado. Nadie puede estar seguro de cuántas portadas abordaron directa o indirectamente la guerra, pero estoy convencido de que al menos hay 1.500, y es posible que 2.000 hayan abordado el tema de una u otra forma.

Reducir las posibilidades hasta un número manejable de aproximadamente 500 no resultó muy difícil. A medida que iba recopilando las imágenes, fueron apareciendo numerosos temáticas que tenía que organizar, y estas se convirtieron en la columna vertebral del ensayo: portadas anteriores a la guerra, héroes patrióticos, pandillas de chicos, representaciones cambiantes de Hitler y otros líderes del Eje, imágenes racistas, campañas para adquirir bonos de guerra, series de funny-animals, etc. En las portadas sucedieron tantas cosas diferentes por tantos motivos dispares que, después de elegir los mejores ejemplos de cada una, fácilmente tuve claro cuáles eran las más valiosas que restaurar para el libro.
En cuanto a la famosa portada del Capitán América, y dada su prominencia en el género, tenía curiosidad por saber por qué no adorna la portada de tu libro, que en su lugar presenta un collage con varios héroes con las barras y estrellas menos conocidos interactuando con caricaturas y símbolos de las potencias del Eje.

En el libro describo la portada de Captain America Comics nº 1 como el equivalente de la fotografía de Iwo Jima de Joe Rosenthal. Está por todas partes: incluso la he visto impresa en un lienzo y a la venta en Target. Junto con las portadas de Action Comics nº 1 y Detective Comics nº 27, es una de las imágenes más reconocibles e icónicas de la historia de los cómics. Por eso no la incluí como portada de este libro. Temía que al usar la portada de Simon y Kirby, eso podía hacer suponer a los lectores potenciales que el libro no contenía nada más que contenido demasiado familiar. Supuse que al mostrar héroes menos conocidos u olvidados como The Shield, Captain Freedom y Uncle Sam, junto con una serie de iteraciones del propio Adolf, los lectores podrían entender que en los cómics publicados durante los años de la Segunda Guerra Mundial ocurrieron muchas más cosas de las que se habían enterado previamente.
La mayoría de los fans de los cómics estadounidenses estarán familiarizados con la idea de que los dibujantes, guionistas y editores de cómics judío-estadounidenses usaron el medio en el que trabajaban para representar fantasías de deseos no cumplidos o vengarse de Hitler y los nazis, pero en un capítulo que has titulado "Building Toward War" me topé con una frase muy interesante. Comentas que los creadores "comenzaron a darse cuenta de que sus creaciones se podían usar para advertir al público sobre Hitler y hacer mella en el aislacionismo generalizado de Estados Unidos". La idea de que los cómics anteriores a la Guerra advirtieron a los jóvenes estadounidenses sobre la guerra en Europa resulta fascinante. ¿Tienes idea de cuán efectivas fueron esas advertencia? ¿Convencieron los cómics de 1940 y 1941 a muchos lectores de que la participación de Estados Unidos en la Guerra era inevitable o deseable?

Resulta difícil decir hasta qué punto los cómics anteriores a la Guerra influyeron en la opinión pública o convencieron realmente a cualquiera de que la participación estadounidense en la Guerra era inevitable, a pesar de lo mucho que un editor con ideas políticas como Martin Goodman de Timely quisiera hacerlo, porque el zeitgeist doméstico estadounidense de finales de la década de los treinta y principios de los cuarenta ya tenía mucho que ver con la Guerra. Las portadas de la revista Life de 1939 mostraban imágenes de soldados japoneses, buques navales alemanes y artilleros británicos. Estados Unidos empezó a reclutar jóvenes para el servicio militar a partir de septiembre de 1940, y poco después se aprobó la Ley de Préstamo y Arriendo.

Naturalmente, se levantó una significativa oposición contra esta creciente ola de nacionalismo por parte de un gran segmento del público que no quería que Estados Unidos se involucrara en otra guerra catastrófica en el exterior, incluida gran parte de la derecha política, que denunció a Franklin Delano Roosevelt como un belicista. A un medio aparentemente infantil como los cómics, le hubiese resultado bastante sencillo evitar simplemente todo el asunto de la guerra, pero dado que, por lo general, no fue así, es evidente cuán motivados estaban los creadores predominantemente judío-estadounidenses a la hora de echar a correr la voz sobre la amenaza planteada por Hitler y la Alemania nazi. ¿Quién sabe hasta qué punto inclinaron la balanza? Creo que por lo menos hay que reconocer cuánto se esforzaron.

(Continuará)

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