sábado, 9 de enero de 2021

EL CINE DE MIKE LEIGH REVISADO POR ROGER EBERT (2)


El cine de Mike Leigh revisado por Roger Ebert. Parte 1. Traducción: Frog2000

SECRETS & LIES (SECRETOS Y MENTIRAS, 1996)

Reseña de Roger Ebert (2009)

Se suele prestar demasiada atención al famoso método de Mike Leigh para "idear" sus guiones. Es conocido que suele imaginar a los personajes y una situación, pone a los actores a interpretar a los personajes, se une a ellos en los talleres donde el diálogo y la trama empiezan a tomar forma, y ​​solo entonces se pone a escribir el guión. Es cierto, pero tampoco eso significa que deje las cosas a medias: su película "Secrets & Lies" (1996) revela a un cineasta que suele trabajar con la más delicada de las precisiones para lograr exactamente lo que desea. La recompensa al utilizar su método se produce en escenas como las dos tomas más largas e ininterrumpidas de la película, cuando urge a sus actores a utilizar las disciplinas propias del teatro y la pantalla.

Leigh, nacido en 1943, filmó su primer largometraje, "Bleak Moments", en 1971. Su segundo, "Grandes ambiciones", se estrenó en 1988. En medio, estuvo trabajando constantemente para televisión y teatro, pero no fue capaz de financiar ninguna película porque los patrocinadores querían ver primero un guión y, por supuesto, el director no tenía ninguno. Cuando vi "Bleak Moments" la primera vez, supe que estaba viendo una obra maestra de un gran director y escribí una larga reseña para el Sun-Times. Resultó ser la primera crítica que se hacía de la película; Leigh había sido ampliamente ignorado en su hogar en Inglaterra. En los 17 años transcurridos entre las dos cintas, perfeccionó lo que instintivamente había empezado: retratos tragicómicos de personas descontentas en circunstancias difíciles, y un retrato del bochorno que se puede producir en las situaciones sociales que bordea la patología.

Aunque a veces convierte a alguno de los personajes en caricaturas, su trabajo posee cierta compasión que actúa como una red de seguridad para el espectador. Los personajes que parecen exagerados en una escena, de alguna forma se van puliendo más tarde mientras transcurre el metraje. En "Secretos y Mentiras" se puede ver en la actuación de Brenda Blethyn como Cynthia Purley, trabajadora de una fábrica que se tambalea descontenta por la pequeña casa en la que nació mientras observa a Roxanne, su hija de 20 años, con desesperación. Cynthia parece una antología de la tristeza y la preocupación más ásperas, pero cuando su peor pesadilla se haga realidad empezará a transformarse.

Es lo que sucede cuando recibe una llamada telefónica de Hortense Cumberbatch, a quien Cynthia dio a luz a los 16 años y terminó dándola en adopción sin haberla visto nunca. Hortense (Marianne Jean-Baptiste) es una mujer negra, ahora de unos 20 años, que trabaja de optometrista. Después de la muerte de su madre, decide buscar a su madre biológica, y el secreto guardado sobre la primera hija de Cynthia amenaza con salir a la luz. Este secreto ha sido ocultado no solo por Cynthia sino por su hermano menor, Maurice (Timothy Spall), y su esposa, Monica (Phyllis Logan).

Cynthia rompe a llorar y le cuelga el teléfono a Hortense. Su hija vuelve a llamarla. Cynthia acepta temerosamente reunirse con ella. Al principio no se puede creer que su hija sea negra: "Tiene que ser un error, cariño. Mírame". Cuando vio por primera vez sus documentos de adopción, Hortense también pensó que tenía que ser un error: "Aquí dice que mi madre es blanca". Hortense y Cynthia entran en un bar a tomar una taza de té, y aquí comienza la primera toma larga e ininterrumpida de la película: la cámara nunca se desplaza del plano medio, y nadie más entra en la composición. Cynthia le comenta que nunca ha dormido con un hombre negro ("Recordaría algo así, ¿verdad?"). Entonces su cara cambia. Acaba de despertar un recuerdo enterrado. Empieza a sollozar.

La forma en que las dos mujeres interpretan la escena es fascinante. Están actuando en tiempo real, generando una nueva relación en el acto: Cynthia siente los primeros sentimientos hacia esta hija que trabaja de optometrista, cuando su otra hija, Roxanne, es barrendera.

Las escenas de las dos mujeres, juntas y separadas, se entrecruzan con otras de Maurice y Monica, sin hijos, y la frialdad en la que ha encallado su relación. El director dedica una cantidad inusual de tiempo a los retratos realizados por Maurice en su estudio. Son interesantes en sí mismos. Una mujer cuyo rostro quedó señalado en un accidente de tráfico dice que quiere tener "el peor aspecto posible" para cobrar más cantidad del seguro. Luego se produce una extraña visita por parte de un borracho que le vendió el negocio a Maurice. ¿Por qué enseñar estas escenas? Porque sientan las bases del estallido de Maurice cerca del final, comenzando con: "Me he pasado la vida intentado hacer feliz a la gente".

Maurice y Monica, que viven en una espaciosa casa nueva, casi nunca ven a su hermana y su hija. Un día deciden invitarlos para celebrar el 21 cumpleaños de Roxanne. Cynthia insta a su hija a traer a su novio: "No sabría quien es ni aunque se parase frente a mí". Luego llama a Maurice y le pregunta si puede llevar a la fiesta a "una compañera del trabajo". Esta será Hortense, aunque es reacia a asistir a un acto familiar en el que se pueden producir ciertas dificultades.

Pronto llega la segunda toma larga e ininterrumpida, centrada en una mesa de picnic llena de gente en el patio trasero de la casa de Maurice, mientras los invitados se acomodan con cierta inquietud. La tensión es palpable, y no solo por la inexplicable presencia de Hortense. Cynthia, que crio a Maurice como su "hermano pequeño", odia a Monica, y el sentimiento se reproduce a flor de piel. A Roxanne no le gusta Maurice. Paul (Lee Ross), el novio, solo tiene un pequeño murmullo que casi ni es diálogo, pero si se le observa atentamente se verá que está aterrorizado mientras sujeta la comida: las manos apretadas, la barbilla temblando. Y luego, mientras se reparte el pastel de cumpleaños, Cynthia deja caer la bomba: Hortense es su hija.

Cómo se desarrolla este hecho y a qué conduce está englobado en el título de la película. Lo interesante es que no hay signo alguno de prejuicio racial. El hecho de que Roxanne esté aprendiendo que tiene una media hermana es suficiente. La conmoción del anuncio del secreto se extiende por la habitación, haciendo sacudir otros secretos familiares y mentiras.

Fíjate bien en la escena, porque ilustra perfectamente lo que quiero decir acerca de la delicada precisión de Mike Leigh. Cada ejecución de la cámara, cada primer plano, el tamaño y el tiempo de ejecución de cada primer plano, la edición de todo el conjunto, suman para poder desplegar la escena con la mayor fuerza posible. Es material suficiente para una temporada de tele-novela, pero desarrollado en varios minutos sin parecer nunca forzado o arbitrario.

Lo que se hace más complicado de muchas películas de Leigh es intentar procesar la parte cómica. En sus películas más optimistas como "La vida es dulce" (1991) y "Topsy-Turvy" (1999), la comedia es más evidente. En sus películas más oscuras, como esta, "Bleak Moments", "Grandes ambiciones" (1988) y, por supuesto, "El secreto de Vera Drake" (2004), se puede encontrar el humor, pero a menudo está reprimido y es insidioso, el tipo de humor que en una situación social te tienta a reír cuando parece inapropiado. Uno de los mecanismo favoritos de Leigh es idear algún tipo de fiesta, cena o reunión de la que se generan todos los hilos de la historia, a veces con tremendos inconvenientes.

"Bleak Moments" está finalmente disponible en DVD, al igual que la famosa película de la BBC de Leigh "Abigail's Party" (1977). La vergüenza social en ambas resulta palpable: ¿se supone que tenemos que reírnos o torcer el gesto? Es el tipo de elección que puede convertir una película en algo hipnótico. Considera una de las escenas largas de "Bleak Moments", cuando la heroína, una mujer hermosa, fría y reservada (Ann Raitt), acude a una primera cita con un maestro dolorosamente tímido (Eric Allen). Durante su parálisis en el restaurante chino, y en su confrontación con el camarero, puedes sentir toda la carrera de Leigh al acecho.

En mi crítica de "Bleak Moments" escribí que la película "no es entretenida de ninguna forma convencional. Lo que no quiere decir que ni por un momento sea aburrida o difícil de ver; por el contrario, es imposible no verla". Describe gran parte de su trabajo. Un compañero de la crítica me dijo hace mucho tiempo durante una proyección en un festival: "Estaba fascinado con lo que acontecía en la pantalla. No podía dejar de ver la película. Pero no podría volver a verla nunca jamás".

Yo sí que podría, escribí entonces, y lo he hecho. La fascinación que provoca Mike Leigh es diferente a casi cualquier otra cosa en el cine, porque se arriesga, profundiza, y explora la comedia humana buscando entre las lágrimas.

CAREER GIRLS (DOS CHICAS DE HOY, 1997)

Reseña de Roger Ebert (1997)

El mundo de Mike Leigh está lleno de esas pequeñas victorias ganadas dolorosamente. Sus personajes no poseen vidas que puedan evolucionar fácilmente; no se pueden rehacer de la noche a la mañana, como si fuesen historias de auto-ayuda exitosas. Están atrapados en quiénes son y en cómo empezaron, y de alguna forma encuentran el coraje para mantenerse y llevar a cabo mejoras sustanciales en su vida.

"Career Girls", la primera película de Leigh desde la anunciada "Secretos y mentiras", trata sobre dos mujeres de 30 años que fueron compañeras de habitación cuando iban a la universidad hace seis años en Londres. Ahora se encuentran de nuevo. ¿Han mejorado sus vidas? Sí. ¿Están donde quieren estar? No. ¿Están seguras de que pueden llegar hasta allí? La verdad es que no mucho.

Annie (Lynda Steadman) toma el tren en dirección a Londres para encontrarse con Hannah (Katrin Cartlidge), que todavía vive en la ciudad. Annie es tan tirante como una cuerda de guitarra: no habla, deja escapar las palabras a partir de sus inhibiciones. Sin embargo, está mejor que el primer día que conoció a Hannah en respuesta a un anuncio para buscar compañera de piso. En aquellos días, Annie tenía una desagradable afección cutánea que cubría la mitad de su rostro, y no era necesario que un especialista supusiera que la erupción estaba relacionada con sus nervios.

A Leigh le gusta dejar que las escenas se desarrollen a su propio ritmo. Nunca se apresura para llegar hasta la conclusión, porque la forma de hablar los personajes suele ser más importante que las conclusiones. Ambas actrices actúan de una forma muy femenina (o Leigh les indica que lo hagan), y mientras las observamos, recordamos cuán tranquilos y articulados suelen ser la mayoría de los personajes en las películas: ¡te imaginas que alguien ha escrito todos sus diálogos para que los memoricen! No es el caso de Annie, que parece ardientemente consciente de sí misma, ni de Hannah, que es tan nerviosa que las palabras le salen como si te fuesen a saltar encima. Me recordó una buena actuación en una película muy diferente: el trabajo de Benicio del Toro en la nueva "Exceso de equipaje", donde también encuentra un nuevo tono para sus diálogos, perezoso y arrollador. Los estilos discursivos distintivos pueden estar llenos de afectación, o pueden ser un regalo del actor: "Career Girls" es como un taller sobre la defensa personal conversacional.

Las dos mujeres se sientan y conversan, y luego deciden salir (Hannah está buscando apartamentos). Se encuentran con algunos viejos amigos de sus días universitarios, lo que incluye a un agente inmobiliario llamado Adrian (Joe Tucker), quien sorprendentemente me recordó algunas escenas de "Trainspotting", cuando Renton, el personaje de Ewan McGregor, se pone un traje y corbata y empieza a trabajar como agente de bienes raíces. Adrian estuvo saliendo con una de las compañeras de habitación, luego con la otra, pero no recuerda a ninguna de las dos.

En un flashback hilarante, vemos otra página de su vida social: cuando beben en un pub con Ricky (Mark Benton), que cierra los ojos cuando habla, quizá para leer mejor las palabras en el interior de sus párpados. Uno de los actores favoritos de Leigh es Timothy Spall, quien interpreta al fotógrafo de "Secretos y mentiras"; no es difícil ver a Ricky como una versión más joven del mismo personaje.

A medida que avanza "Career Girls", gradualmente nos vamos dando cuenta de que no habrá mucha trama que resolver. Annie y Hannah se encuentran en mitad de su búsqueda. Saben de dónde vienen, pero la dirección en la que van parece bastante turbia. No han tenido éxito ni tampoco han fracasado, ni son felices ni particularmente tristes, y tienen trabajos que, por el momento, conforman el eje de sus vidas. En resumen, son como la mayoría de los jóvenes con empleo de las grandes ciudades, y de forma importante, su imagen se define por los apartamentos en los que viven. (Al mirar por la ventana de un rascacielos que les enseña un agente inmobiliario, una de ellas comenta: "¡Desde aquí se puede ver la lucha de clases!") ¿De qué sirve una película como esta? Inspira a la reflexión. Las películas con un guión fuertemente delimitado establecen un objetivo y lo alcanzan, y podemos irnos a casa con la impresión de que se ha logrado alguna cosa. Las películas de Mike Leigh se dan cuenta de que para la mayoría de las personas, la mayoría de los días, la vida consiste en la rutina de ganarse la vida, interrumpida por pensamientos fugaces de adónde nos llevarán nuestros esfuerzos algún día: financiera, romántica, espiritual o incluso geográficamente. Nunca llegaremos a la mayoría de esos sitios, pero las imágenes mentales son las que nos mantienen intentándolo.

Annie y Hannah juegan siempre a un juego. Sostienen un ejemplar de "Cumbres borrascosas" de Emily Brontë, cantan "Señorita Bronte, Señorita Bronte..." y luego hacen una pregunta, como si fuese una tabla Ouija. A continuación abren una página al azar, apuntan con el dedo, y leen lo que indica donde están señalando.

Reconocí la edición que estaban usando: el libro en rústica de Penguin English Library, publicado por primera vez en 1965. Tengo una edición idéntica en mis estanterías, así que la agarré. "Señorita Bronte, señorita Bronte", dije: "¿cuál es el resultado final para los personajes de esta película?". Lo abrí en la página 163, apunté con el dedo y leí: "¡Oh, ¡me estoy abrasando! Quisiera estar al aire libre, ser una niña fuerte y salvaje, reírme de las injurias en lugar de enloquecer cuando se me dirigen.''

TOPSY-TURVY (1999)

Reseña de Roger Ebert (2000)

"Topsy-Turvy" de Mike Leigh es el trabajo de un hombre enamorado perdidamente del teatro. En esta obra de época gloriosamente entretenida, se cuenta la historia de la génesis, preparación y presentación de una ópera cómica, "El Mikado" de Gilbert y Sullivan, celebrando de paso todos los sueños y el trabajo duro, el conflicto de personalidades y el espíritu de equipo, la inspiración y lo mundano que sucede en cualquier presentación teatral, por muy inspirada o inepta que sea. Cada producción es completamente diferente y todas son exactamente como esta.

Al comienzo la película, Arthur Sullivan y William S. Gilbert acarrean 10 éxitos seguidos y gobiernan la escena teatral de Londres. Sus operetas cómicas, producidas por el famoso empresario Richard D'Oyly Carte, han costeado incluso la construcción del Teatro Savoy, donde, lamentablemente, su última colaboración, "Princess Ida", ha supuesto tal fracaso que incluso el dentista de Gilbert le dice que en realidad duraba demasiado.

El compositor Sullivan tiene suficiente. Recién nombrado caballero por la reina Victoria, decide que es hora de componer óperas serias: "Mi trabajo con Gilbert me está matando". Escapa a París, a un burdel, donde D'Oyly Carte lo localiza y se entera de que tal vez Gilbert (Jim Broadbent) y Sullivan (Allan Corduner) no vuelvan a colaborar jamás. Cuando Sullivan regresa a Londres, mantiene una reunión con Gilbert tensa y estudiosamente educada, y rechaza la última obra de Gilbert, tan boba como todas las demás: "¡Oh, Gilbert! ¡Tú y tu mundo del "Topsy-Turvy!" Los dos hombres son bastante diferentes. Sullivan es un mujeriego y un dandy, Gilbert es un hombre de negocios con buen ojo para los detalles teatrales. Un día, en mitad de su actual situación en punto muerto, su esposa Kitty (Lesley Manville), lo arrastra hasta una recién inaugurada exposición japonesa en Londres, donde observa una actuación de Kabuki, bebe té verde y se compra una espada, que su mayordomo clava en la puerta. Poco después, mientras camina por su estudio, la espada cae y surge la inspiración: Gilbert corre hasta su escritorio para empezar a escribir "El Mikado". El mundo de Gilbert y Sullivan está formado por tonterías caprichosas con rigurosa atención al detalle. La diversión se puede encontrar en la tensión entre la invención absurda y la entrega meticulosa: fíjate en la canción "I Am the Very Model of a Modern Major-General" de "Los piratas de Penzance", interpretada con la disciplina de un metrónomo, pero a un ritmo vertiginoso. Su propio formato supone todo un shock para los valores victorianos: las tramas y las canciones parecen convencionales mientras a la par las hacen parecer claramente una locura.

Mike Leigh podría parecer el último de los directores británicos modernos atraído por el mundo de las óperas del Teatro Saboya. Sus películas, que empiezan con guiones sin rematar, "ideados" por el director en colaboración con sus actores, siempre han tratado sobre la Gran Bretaña moderna, a menudo sobre tipos inarticulados, alienados, tímidos, hostiles, psicológicamente torpes tanto en su comedias como en sus obras más serias. En su filmografía se incluyen "La Vida es Dulce", "Indefenso" y "Secretos y Mentiras", nada ni remotamente cercano al cosmos de Gilbert y Sullivan.

Pero dale otra vuelta. Leigh ha trabajado tanto en el teatro como en el cine, y sus películas dependen más que la mayoría de disciplinas teatrales como la improvisación y el ensayo. En Londres, a menudo sus producciones han tenido lugar en pequeños teatros, donde incluso detalles como los tickets de entrada y la contratación de los tramoyistas no escapan a su atención. Cada átomo de su ser respira un hombre del teatro, y por eso existe una conexión directa entre su obra y la de G&S.

Los primeros tramos de "Topsy-Turvy" se asemejan en líneas generales a otras películas sobre teatro: fracaso, crisis, promesa de no volver a trabajar nunca más, inspiración repentina, un nuevo comienzo. Todo está muy bien hecho, pero la película empieza a brillar cuando se toma la decisión de seguir adelante con "El Mikado". No es simplemente una película que se fija en lo que hay detrás de la escena, sino en los libros de contabilidad, en la forma de contratar a los actores, en el diseño de vestuario, en los problemas del personal, en las decisiones de casting, en la vida sexual y en los trabajados ensayos sin fin llenos de detalles: para fabricar y perfeccionar incluso un estúpido momento sin importancia se necesitan horas de trabajo, y en lugar de prescindir simplemente del mismo, se desecha con estilo e ingenio.

Mi escena favorita es aquella en la que Gilbert hace ensayar a sus actores a base de lecturas lineales. El actor George Grossmith (Martin Savage) no expresa la agitación suficiente, y Gilbert le recuerda que su personaje está condenado a muerte, "por algún elemento sólido, sea aceite hirviendo o plomo derretido. Tenlo muy en cuenta". También se esfuerzan mucho para poder pronunciar de forma correcta la palabra "corroborativo". Gran parte de los miembros del reparto son veteranos de otras películas de Leigh, incluyendo a Timothy Spall, con su forma de pera y sus labios carnosos: su personaje parpadea en un intento de contener las lágrimas cuando su gran canción parece estar condenada al fracaso durante el ensayo general. Broadbent construye a un Gilbert preciso, engañoso e incisivo, y el Sullivan de Corduner es un estudio del típico socio que no es capaz de admitir que la grandeza radica siempre en la colaboración. El montaje de Leigh es astuto, ya que muestra grandes números musicales como "Three Little Maids" desde el ensayo hasta la noche del estreno, y el vestuario y los decorados recrean fielmente las clásicas producciones de la D'Oyly Carte Company.

No todos los espectadores estarán familiarizado con Gilbert y Sullivan. ¿Necesitan estarlo para disfrutar de "Topsy-Turvy"? Sospecho que no mucho más de lo que uno necesita saber sobre Shakespeare para poder disfrutar de "Shakespeare in Love", aunque en el caso de ambas películas, cuanto más sepas, más las disfrutarás. La crítica ha comparado las dos películas porque son de capital británico, ambas tratan sobre genios teatrales, y se ocupan de la tradición teatral. La diferencia es que "Shakespeare in Love" se centra en una historia de amor y "Topsy-Turvy" trata sobre el amor por el teatro. El amor romántico envejece y madura. La película nos recuerda que, de alguna manera, el amor por el teatro siempre es adolescente: descuidado, apasionado, culpable. Es una de las mejores películas del año.

ALL OR NOTHING (TODO O NADA, 2002)

Reseña de Roger Ebert (2002)

"All or Nothing" de Mike Leigh echa un vistazo detrás de tres puertas de una urbanización de vivienda pública del sur de Londres y encuentra soledad, desesperación y una obstinada veta de humor entusiasta. Sus personajes intentan recordar una época en que fueron alegres y tenían esperanza. Pero ahora queda poco que los anime, excepto comer y dormir, la tele, el pub el sábado por la noche y, el joven y desconsiderado sexo que los hace apurarse para criar a sus propios hijos ingratos.

Phil Bassett, interpretado de forma triste y con la dignidad maltrecha por Timothy Spall, es un conductor de taxi que mira hacia adelante mientras en el asiento trasero se desarrollan varios dramas. Su esposa, Penny (Lesley Manville), trabaja de cajera en Safeway. Tienen dos hijos gordos y poco atractivos: Rachel (Alison Garland), limpiadora en una residencia de ancianos que se sumerge en la lectura de novelas románticas, y Rory (James Cordon), que se tambalea desde la mesa hasta el sofá, sus ojos hipnóticamente fijos en la televisión, su voz oscilando entre la ira y el martirio.

Su piso da al pasillo exterior de un proyecto de viviendas de rasgos anónimos, pero tiene una puerta de madera con un llamador, un recordatorio de la época en que la familia tuvo la esperanza de transformarlo en hogar. Ahora es un lugar donde apenas se pueden encontrar. Phil duerme hasta tarde, su esposa va a trabajar temprano, Rachel vive en su propio mundo, y Rory rezuma hostilidad. Al menos Penny tiene la compañía de los vecinos del corredor: suele salir con Carol (Marion Bailey) y Maureen (Ruth Sheen), y acuden por la noche al karaoke del pub. Maureen es una madre soltera a cuya hija Donna (Helen Coker) maltrata su novio. Carol, cuyo esposo, Ron, también conduce un taxi, es una alcohólica que se tambalea alucinada a plena luz del día.

Suena sombrío, y lo es, pero nunca es deprimente porque Leigh, quien puede que en sus películas anteriores provocase algunas risas a expensas de sus personajes, claramente ama a estas personas y se preocupa por ellas. Son, nos damos cuenta, gente completamente sin recursos; carecen de las habilidades necesarias para disfrutar de la vida y se han visto atrapados en una rutina de debacle económica. Phil tiene la apariencia de un filósofo, y comenta tristemente que la vida es trabajar todo el día, dormir toda la noche y luego te mueres. Cuando un colega conductor se queja de un accidente automovilístico, Phil mira el lado positivo: "Es posible que si hubieses seguido conduciendo, hubieses atropellado a una niña a la vuelta de la esquina". La película presta atención a los vecinos, pero se centra principalmente en los Bassetts, hasta que un día sucede una situación imprevista, aunque no revelaré en qué consiste, que actúa como un catalizador que los saca de su depresión y letargo. Es el tipo de cosa negativa de las que surgen cosas buenas. Fíjate cuidadosamente en cómo sucede, quién reacciona y cómo lo hace, y verás que Leigh ha convertido a todos los vecinos en personajes cuyos problemas ayudan a definir la respuesta.

En "All or nothing" hay momentos de observación tan aguda que asentimos comprendiendo. Mira la forma en que Maureen se entera de que Donna está embarazada, y cómo lo maneja (al principio y más tarde), y cómo trata al novio. Mira cómo la alegría y la belleza brillan brevemente en el pub cuando las mujeres empiezan a cantar. Y fíjate en cómo Timothy Spall atraviesa una crisis vital mientras apenas dice una palabra y nos transmite todo lo que necesitamos saber con la mirada.

Hay una escena que explica a la familia Bassett tan bien como cualquier otra. Phil necesita reunir cierta suma de dinero, y habla con su esposa e hijos por separado. Rebusca una moneda debajo del cojín del sofá donde está Rory, pero Rory la encuentra primero y se la quita. Rachel le presta dinero como si fuese la menor de sus preocupaciones. Penny intenta averiguar qué estará pensando. Phil sigue repitiendo que le devolverá el dinero al día siguiente. Es su pareja desde hace 20 años y recoge el préstamo como si se lo estuviesen dando en el pub.

En la actualidad, Mike Leigh es el principal de los directores británicos, toda una ironía, porque después de su brillante "Momentos sombríos" (1971) pasó muchos años haciendo películas para televisión porque nadie le financiaba las películas para la gran pantalla. Sus actores y él improvisan los guiones durante largos períodos en los que viven como si fuesen los personajes. Los temas suelen ser la vida laboral de la clase media en Gran Bretaña, aunque en su alegre "Topsy-Turvy" (1999) nos habló sobre el "backstage" de las producciones de Gilbert y Sullivan. En "Todo o nada", regresa a su material más familiar en una de sus mejores películas.

Las escenas finales del filme casi son perfectas. Rory es el centro de atención: no te pierdas cuándo y cómo, de repente, dice algo en medio de una conversación que trata sobre su persona. Cuando un director consigue una risa de reconocimiento por parte del público, demostrando que conoce a sus personajes y retratando su comportamiento típico, es que ha hecho bien su trabajo. Estas personas son reales como pocos personajes del cine. Al final, parece que dejarán entrar un poco de sol en sus vidas y podrán comunicarse entre ellos un poco más. Y como espectadores nos quedamos aliviados.

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