lunes, 7 de marzo de 2022

EMBUSTES, POR GRANT MORRISON /4

Columna para Speakeasy nº 104 (1989), traducción: Frog2000.

Bueno, supongo que de vez en cuando hay que sentarse y ponerse serio. Y ha llegado el día. Me indigna que cada vez haya más censura en el cómic. Esta agitada gota que colma el vaso de mi actitud viene provocada porque finalmente el SKIN de Milligan y McCarthy no va a tener su anunciado debut en el número 30 de CRISIS.

Pero luego seguimos con el tema.

Esta progresiva decadencia empezó su lento progreso cuando DC decidió adoptar el sistema de catalogación PARA LECTORES MADUROS, lo que condujo a la carta de protesta rubricada por un número de súper-estrellas del cómic tristemente olvidadas. La reacción de DC frente a la amenaza de perder los servicios de sus más prestigiosas gallinas de los huevos de oro fue la típica: impusieron más restricciones. ¡Brillante! 

Así, poco tiempo después asistimos al espectáculo de Rick Veitch intentando defender sus motivaciones para meter a Jesucristo en su historia de la Cosa del Pantano. (Si alguna vez ha habido algo que me haya dado auténtica pena, esta es. Me refiero a que... ¿quién no querría ver a los dos mayores hippies afeminados de la historia en la misma aventura? Los lectores actuales suelen buscar respuestas a las grandes preguntas, a las más importantes cuestiones, como por ejemplo: ¿es Jehová más rarillo que Odín o qué?) El posterior estrépito de este pequeño asunto condujo al establecimiento de lo que ahora se llama "tener conciencia de Cristo" en DC. Básicamente, significa que nunca vamos a volver a ver cosas como un Jesucristo Bizarro ni una Liga de la Justicia contra los Doce Apóstoles. Significa también que nadie podrá utilizar a Cristo de cualquier manera en cualquier historia donde alguien le diga cortésmente que se vaya a tomar por culo a Galilea de nuevo. Lo sé, yo era ese soldado. En la historia de Kid Eternity (puedes reírte burlonamente, si quieres) que escribí hace poco para DC, me dijeron que tenía que eliminar una de las escenas, porque aparecía representado el Cordero de Dios. Os lo aseguro, al final la quitamos, aunque solo fuese una estatua. 


Cuando uno considera que la mayoría de editores de DC son judíos, su preocupación por la imaginería cristiana parece bastante ridícula. (Los editores con los que he charlado sobre el tema están de acuerdo conmigo y dicen que es ridículo, pero no pueden hacer nada porque temen las represalias de la Mafia.)

Y hay más.

Porque hace poco se produjo un pequeño tornado provocado por la yuxtaposición de unas imágenes televisivas en el cómic del Dr. Fate (aparentemente, uno de los personajes estaba haciendo zapping y aparecía un fotograma de Bugs Bunny seguido por otro de una pareja inmersa en una experiencia de sexo profundo y significativo. Los abogados de Warner Brothers sintieron que esta mezcla de conejos y polvos podía corromper a los millones de fans de Bugs Bunny que iban a leer Dr. Fate y que les molestaría ese momentáneo vislumbre de su ídolo). Todos sospechamos que los cómics de DC ahora están siendo revisados por el departamento legal antes de ser publicados. Los abogados comprueban que nadie utilice en el material que pertenece a la empresa cosas como fragmentos de canciones, imágenes o nombres de gente real. Lo que significa que nunca jamás volverás a ver a Woody Allen en la serie de los Maniaks o el hilarante encuentro entre Bob Hope y Batman.

Puede que las malas noticias te destrocen por completo, pero en mi caso, que he utilizado de todo tipo de formas las letras de mis canciones preferidas y los trozos de diálogo de mis películas favoritas, es una restricción que me parece cercana a lo intolerable. El único vestigio de esperanza que se vislumbra en el horizonte es que los abogados de DC son iletrados culturales y no sabrían reconocer una frase de Marat-Sade aunque se acostase con su secretaria. Así que, de ahora en adelante no habrá más frases mangadas a los Pitufos, Scooby Doo, o a Scrappy. Yo me vuelvo de todas todas a la época de Harold Pinter y Christopher Marlowe, sabiendo como sé que los abogados de DC no son capaces ni de deletrear los nombres de esos escritorzuelos, mucho menos de reconocer un extracto de sus libros. Sin embargo, es mi triste deber apuntar que esta creciente marea de restricciones no solo se confina en el País de la Libertad.

Lo que nos lleva a SKIN. Tampoco necesitamos comentar mucho más sobre el SKIN de Milligan, McCarthy y Swain centrado en la vida de un skinhead en los setenta. Demos mejor un salto y fijémonos en lo absolutamente brillante e innovador que es el cómic. 

Pero las imprentas rehusaron a hacer su trabajo y no quisieron imprimirlo.

Así que me parece bastante sencillo: esto significa que CRISIS no ha podido editar la tira. Por supuesto, es probable que estos impresores moralistas se lean el Sun en su descanso para el té, y por todo lo que sé, impriman felizmente cosas como ´Razzle´ [revista de pornografía softcore]. Sin embargo, cuando los impresores rehusaron imprimir el tebeo, los que estaban al cargo de Fleetway preguntaron si podían echarle un vistazo, y después se lo pasaron a los abogados, que aparentemente sufrieron un ataque al corazón. Desafortunadamente, los abogados de Fleetway se recuperaron y argumentaron que no había forma de que SKIN se fuese a publicar. Temían que los propios skinheads tomaran represalias y demandaran a la revista. La verdad es que no recuerdo la última vez que he escuchado algo tan gloriosamente descerebrado. Bueno, en realidad sí, pero alguien podría demandarme si lo cuento.

Es una pena que justo cuando parece que CRISIS va a seguir adelante con obras de Philip Bond, Garth Ennis y Warren Pleece, SKIN sea consignada en un cajón hasta que algún editor emprendedor se dé cuenta de lo que vale. Podemos hablar todo lo que quieras sobre los cómics adultos, pero este tipo de cosas significan que algún idiota con una máquina para imprimir de marca John Bull puede decidir cancelar algo porque no se parece a El Oso Biffo. ¿Y qué hay de dejar que los abogados lean cómics? 

Oh, ¡es que me cabrea tanto!

Te sugiero que escribas a los editores para demandar que los abogados e impresores sean echados como comida a un Espaghetisaurio hasta que terminen por arrepentirse. Lo más triste de todo es que tampoco va a haber diferencia alguna, así que sencillamente me despido y salgo corriendo hacia la peluquería, donde Dusty Fleming, Estilista del Cabello Internacional, se ocupará de mi pelo. 

´Dusty, ¡tú sí que eres una estrella!´

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