Entrevista de Matthias Wivel para The Comics Journal nº 275 (2006). Traducción al inglés de la transcripción original por Kim Thompson. Traducción al castellano, Frog2000. Parte 1.
WIVEL: A pesar de que el arte de esa época estuviese tan codificado como el de tiempos anteriores, era mucho más literal, más naturalista, y dicha tendencia continuó hasta finales del siglo XIX. Incluso después, durante el S. XX, los medios narrativos han tendido a ser realistas, mientras que los cómics permanecieron enganchados al dibujo estilizado y la narrativa arquetípica. En cierto sentido, ha sido un medio sólidamente anti-naturalista. ¿Constituyen todas estas circunstancias uno de los puntos fuertes del cómic?
DAVID B.: Sí. Es obvio que hacer realismo en los cómics es en cierto modo sencillo. Más allá de eso, es interesante trastear con el dibujo, intentar encontrar nuevas formas de transcribir la realidad. No hacerlo como tal, sino también transcribir lo que hay detrás y a su alrededor: sentimientos, impresiones, fantasías, sueños sobre la realidad, cosas de esa naturaleza. Es lo que intentaba hacer. Con Epiléptico no quería crear una reconstrucción de la vida real de mi familia, quería una reconstrucción de la forma en que las circunstancias imprimaron mi imaginación y cómo lo usé para darla forma. Era lo que me interesaba: transcribir, en gran medida, impresiones más que transcribir la realidad; cómo representar un ataque epiléptico, por ejemplo. Podría haberlo representado clínicamente, detallando todos los síntomas de la enfermedad, o hacerlo simbólicamente, cómo me afectaba a mí. No soy médico, pero cuando era pequeño y mi hermano tenía un ataque, me hacía muchas preguntas sobre el tema. Era algo que no entendía, algo malo para mi familia, y en mi mente lo enmarcaba bajo los términos del bien y del mal, del sufrimiento, del dolor... de la alegría y la irrupción repentina de una enfermedad que había acabado con toda la paz mental que podíamos haber estado disfrutando. Representaba la erupción del mal como un dragón, la representación clásica del mal en la mitología. Me parecía de lo más honesto; probablemente no en lo que se refiere a la realidad, sino en cuanto a lo que estaba ocurriendo. Era más honesto para lo que yo sentía al respecto que si hubiese dibujado un ataque epiléptico realista. Con el tiempo, también fue evolucionando. En Epiléptico lo hice evolucionar para reflejar que estaba creciendo, que a medida que envejecía, la simbología del dragón ya no coincidía con mis sentimientos. Así que lo trasladé al dibujo marcando la cara de mi hermano, una especie de red de líneas, algo más abstracto, porque así lo percibía en ese momento. Cuando veía a mi hermano sufrir una convulsión, veía todas esas cosas que estaban sucediendo en su interior, veía la convulsión, la veía moverse a lo largo de su rostro, sobre su expresión, a través de sus músculos. Y eso es lo que quería plasmar, porque en ese momento yo era un adolescente y era muy consciente de que era menos una cuestión de bien y mal que, de hecho, un problema clínico. Era una forma más abstracta de traducir el mal.
WIVEL: ¿Son las emociones expresadas en Epiléptico más parecidas a las que tienes actualmente o a las que tenías en aquel momento? Sé que es difícil separar ambas, y creo que por eso te lo pregunto.
DAVID B.: En realidad, intenté reproducir con la mayor precisión posible los sentimientos que tenía en ese momento. Precisamente por eso evolucionó mi descripción de la enfermedad de mi hermano, porque necesariamente, con el paso del tiempo esos sentimientos fueron evolucionando. Pasé de tener la perspectiva de un niño pequeño a, actualmente, la perspectiva de un adulto. Así, mis percepciones cambiaron con mi edad, y me parece natural representarlo gráficamente. Lo interesante es, ¿cómo se puede dibujar todo esto? Plantea problemas más interesantes que si hubiese elegido un estilo de dibujo realista que hubiese sido el mismo durante todos los álbumes. De esa manera, puedo traducir el paso del tiempo a través de los dibujos. Si hubiese usado un estilo de dibujo realista, la evolución del tiempo habría sido visible solo a través del crecimiento y la vejez de los personajes. Eso es lo que estoy explorando, es ahí donde me convierto en un explorador, ahí es donde hago el trabajo que hay que hacer en L'Association, es decir, el trabajo de un pionero, de explorar nuevos caminos. Creo que eso es lo que hago.
NO PUEDES DAR EL PEGO
WIVEL: ¿Cuáles son las diferencias entre la escritura autobiográfica y la de otros géneros? ¿Qué problemas genera trabajar en el género autobiográfico?
DAVID B.: Siempre es más complicado que la ficción, porque con la ficción siempre puedes salir de un apuro. La ficción no da problemas porque puedes hacer lo que quieras. Si algo no funciona, siempre puedes cambiarlo. Con la realidad, con la propia vida, llegas a un punto en el que no puedes dar el pego. Tengo que contarte ciertas cosas: tengo que dibujar ciertas cosas que me pasaron. Si hay cosas que no tengo ganas de dibujar cuando construyo ficciones, las evito, y aquí no puedo. Si no tengo ganas de dibujar autobiografía, puedo hacer una historia ambientada en la Edad Media, o un relato ambientado en el aquí y ahora, pero sin los retazos de mi propia vida. Puedes permitirte todas las licencias que necesites. Si en Epiléptico aparezco dentro de un coche con mis padres, tengo que dibujarlo. Lo autobiográfico es más restrictivo y, por supuesto, también muy interesante.
WIVEL: Pensaba también en el aspecto personal: el abismo entre permanecer fiel a lo que pasó realmente y el intento de no lastimar a la gente cercana. Tiene que ser todo un problema.
DAVID B.: Sí, en cierto modo lo es. A cuenta de Epiléptico tuve bastantes problemas con mis padres, quienes simplemente no podían aceptar la historia en absoluto. Yo intentaba ser fiel, pero no sé... Es mi opinión sobre lo que ocurrió. Por eso me lo reprocharon mis padres. Me dijeron que de alguna manera no tenía derecho a opinar. Se suponía que no había visto nada, que era muy pequeño y que no debía tener opinión al respecto. Pero la tenía, incluso sin expresársela. Quería hacer toda la historia porque llevaba mucho tiempo sin decir nada, porque me había prohibido decir nada durante mucho tiempo para no causar ningún problema a mis padres. Pero cuando llegué a cierto punto, me quedé abrumado. Claramente tenía la necesidad de proclamar que había experimentado algo y eso era lo que era, y tenía que hacerlo desde mi punto de vista. Definitivamente causó problemas, es obvio. Pero bueno, si la elección estaba entre hacerlo o no, entre enfrentar los problemas o no... Estuve sin ver a mis padres como tres años, porque estaban cabreados conmigo, y no querían verme. Son cosas que pasan.
WIVEL: Aún así, tiene que haber sido duro.
DAVID B.: Sí, claro, no ver a mis padres fue doloroso. Pero si no hubiera hecho la historia, les habría causado otro tipo de problemas. Hubiera sido evitar las cosas sin afrontar nada.
WIVEL: ¿Pasaste mucho tiempo pensando en hacer algo en forma de cómic?
DAVID B.: Sí, llevaba pensándolo desde los 20 años, pero no estaba muy seguro de cómo hacerlo. Después de la creación de L'Association, me dije a mí mismo: "Está bien, ahora puedes hacerlo, tienes el editor que te lo va a permitir, tienes la capacidad de hacerlo exactamente de la forma en que quieres hacerlo. Estás en paz, eres libre, ahora puedes proceder". Había acabado The Pale Horse, que fue una especie de precursor de algún proyecto de naturaleza autobiográfica. Aunque se tratase de sueños, también es una autobiografía. Como son sueños míos, hay cierto aspecto autobiográfico que necesitaba hacer en The Pale Horse para entender cómo podía traducir mis sentimientos mediante dibujos. Fue a través de los sueños como accedí a la realidad.
WIVEL: Si nos fijamos en el nivel de reflexión de tus cómics, da la impresión de que estaba muy evolucionado, incluso cuando todavía eras muy joven.
DAVID B.: Todo lo que vivimos nos causó una gran cantidad de problemas. Era algo que no podíamos entender en absoluto, por supuesto, ni mi hermana ni yo, ni tampoco mi hermano, y al mismo tiempo, sabíamos que nuestros padres tampoco lo entendían. Es una enfermedad que no está muy bien explicada. Hay muchos tipos diferentes de epilepsia, por lo que se nos planteó un verdadero problema, y después de un tiempo nos dimos cuenta de que los médicos tampoco tenían ni idea: no pudieron curar a mi hermano. Es decir, teníamos la idea de que si estás enfermo, vas al médico, y el va a saber cómo curarte, y de repente, no fue así. ¿Por que todos esos tíos no pudieron curar a mi hermano? Tuvimos que reflexionar sobre ello, reflexionar sobre esa situación ausente, sobre la incapacidad de los adultos para resolver los problemas. De todos modos, intenté resolver todo esto en mi cabeza a mi manera, con toda esa charla sobre la guerra y ese tipo de cosas, teníamos que encontrar algunas razones.
WIVEL: ¿Cómo reconcilias tus pensamientos de niño con tus pensamientos actuales sobre el tema? ¿Te causó algún problema? Al leer la obra, de vez en cuando se tiene la sensación de que estás expresando reflexiones del presente en lugar de las de entonces.
DAVID B.: Sí, por supuesto, hay algo de eso que, de todos modos, se suma a la mezcla. Pero intenté hacerlo de tal manera que el lector comprendiese cuándo son mis pensamientos de niño y cuándo son los de adulto. Demarqué la diferencia y creo que el lector lo entenderá según va leyendo la historia.
WIVEL: También quería preguntar sobre la relación entre el texto y las imágenes. El texto es muy sobrio, mientras que las imágenes son tan recargadas...
DAVID B.: Sí, quería crear un texto muy "transparente", muy en plan escritura "transparente". Sin patetismos, intentaba mostrar todo el dolor, todas las emociones, todo su aspecto simbólico, a través de los dibujos. Era lo que más me interesaba. No quise agregar nada al texto, no quise escribir nada en el texto, solo te da la información necesaria, mientras que las imágenes son lo que ves, lo que sentía.
WIVEL: ¿Eras consciente del lenguaje, de las palabras que usabas? ¿Trabajaste mucho esa parte?
DAVID B.: Sí, efectivamente. Escribo mucho: lo que hago tiene mucha labor de escritura.
Parece muy simple, pero pienso mucho en cómo convertir frases para hacerlo lo más simple y eficiente posible. En algunos otros cómics que he hecho, tomo un enfoque más literario. Trabajo más las frases, lo vuelvo más elaborado, pero aquí quería hacerlo de esa manera y no de otra, fue mi elección, realmente elegí hacerlo de esa forma.
DENTRO DE ESE MISTERIO
WIVEL: Epiléptico también se convierte en una saga familiar, hay historias de tus abuelos, etc. ¿Lo tenías planeado de antemano? ¿Qué crees que le agrega a la historia?
DAVID B.: ¡No quería perder el tiempo escudriñando mi propio ombligo! Quería hacer algo más grande. Era obvio que los recuerdos de la familia también eran importantes. De hecho, construí Epiléptico sobre tres ejes. Quería relatar cómo la enfermedad de mi hermano puso patas arriba la vida de la familia. Quería hacer una crónica de la vida de esta familia remontándome lo más atrás posible en la memoria de mi familia, lo que me habían contado mi madre y mi abuela. Quería hacer una crónica sobre cómo se construyó mi imaginación. Eso era lo que me interesaba, ampliar cada vez más el círculo, ir añadiendo una dimensión cada vez más general, más humana y más universal a ese universo. Era como ir avanzando en círculos concéntricos, y quería poder tocar a personas de todo el mundo con la historia. Mi caso no es único, soy plenamente consciente de ello. De hecho, lo que quiero mostrar es, que más allá de todos los detalles que enseño, mi caso no es absolutamente único.
WIVEL: Pero es personal...
DAVID B.: Sí, por supuesto, es muy personal, pero tienes que ser lo más personal posible para llegar a la gente. Hay un cierto número de personas que se reconocerán en la obra: no se reconocerán en cada detalle, pero podrán ver dónde están, cuál es su lugar en relación con ella. Es como una señal. En cierto modo, les estoy diciendo: "Está bien, bueno, yo estoy aquí, estuvimos allí, mi familia estaba allí, y tú puedes definir dónde estás en relación con eso".
WIVEL: Quería preguntarte acerca de tu gran interés por el ocultismo y lo esotérico, evidente a lo largo de la historia. En gran medida, a través de todo eso fue como construiste tu imaginación.
DAVID B.: Inicialmente, el esoterismo y el ocultismo me proporcionaron imágenes muy importantes cuando era pequeño. Mis padres eran ambos profesores de dibujo y me encantaba dibujar, me encantaban las imágenes y miraba todo lo que me rodeaba, fotografías, pinturas y demás, así que cuando me topé con la revista Planete, me encantó, porque era única y había cosas en ella que nunca había visto antes. Era una revista muy ilustrada con fotografías, pinturas, grabados, cosas antiguas y cosas contemporáneas, era un reservorio de imágenes extrañas y fantásticas. Y naturalmente, cuando eres niño, tienes la sensación de que estás descubriendo un mundo entero cuando miras algo así, un mundo diferente al de las revistas habituales. Me impactó mucho y contenía esa representación simbólica del mundo de la que hablábamos, imágenes surrealistas y cosas así. Fue muy cautivador, me causó una profunda impresión. Era una forma de representar el mundo que me interesaba más que únicamente representar la realidad de manera directa y sin imaginación. Era una forma de plasmar sentimientos, sensaciones, símbolos, y me enganchó enseguida. De ahí surgiría, más tarde, mi estilo de dibujo.
WIVEL: ¿Por qué te fascina tanto el ocultismo, en comparación con otros sistemas de creencias?
DAVID B.: Porque alude a otra dimensión, otra posibilidad. Es decir, que hay cosas que están escondidas, existe una dimensión escondida. Eso es exactamente lo que estaba pasando con la enfermedad de mi hermano. Un momento parecía normal y luego, de repente, tenía un ataque que lo hacía caer al suelo. Por eso, por necesidad, para comprender la discrepancia entre los dos estados que constituían la realidad de mi hermano, intenté encontrar la explicación en algo que estuviese dentro de mi marco de referencia. Yo lo encontré en el ocultismo, más que en la realidad clínica, porque de todos modos, los médicos eran incapaces de curarlo, así que tuve que irme por otra parte. Eso es lo que mis padres también hicieron con los macrobióticos, siguiendo a esos gurús imbéciles y todo eso. La realidad tenía que estar en otra parte. Por eso, de niño me inventaba amigos que eran personajes fantásticos. Los niños suelen inventarse amigos imaginarios que son amistosos, como héroes, pero en mi caso eran fantasmas y demonios, porque era mi marco de referencia. Necesitaba amigos que existieran en ese contexto. La enfermedad de mi hermano nos lanzó a una realidad alternativa, y supuso un problema para la sociedad que nos rodeaba, con la que no teníamos forma de razonar, porque mi hermano no podía mejorar. Había aceptado el hecho de que ese era nuestro contexto y teníamos que vivir en él, así que estábamos del lado de los demonios, del lado del misterio, del lado de la noche. Era una elección vital. Desde el momento en que me di cuenta de que mi hermano nunca se curaría, tuvimos que abrazarlo y aceptarlo. Porque la sociedad nos rechazaba: cuando jugábamos en la calle con nuestros amigos y mi hermano tenía un ataque, lo que experimentábamos era un rechazo instantáneo, absoluto. Después de un tiempo, los padres de mis amigos venían a ver a mis padres y les decían que no deberían dejar a su hijo afuera, que deberían colocarlo en "algún lugar", y así sucesivamente. Estábamos en nuestro propio mundo de forma forzada, fuimos rechazados. De alguna manera, de niño, lo encontré mucho más cautivador que la realidad. Fue algo bueno. Más tarde fue difícil, llegué a entender que me había aislado de muchas cosas. De todos modos, sentíamos dolor.
WIVEL: Era una forma de sobrevivir.
(Continuará)
No hay comentarios:
Publicar un comentario