Conversaciones en The Comics Journal 300: Howard Chaykin & Ho Che Anderson 2 (de 3) Por Gary Groth, 2009. Traducido por Frog2000. Parte 1.
Anderson: De acuerdo, está bien, está bien. Te lo he preguntado porque sencillamente creo que es una creación de tu propiedad, deberías poder sentarte y trabajar con ella cuando te plazca.
Chaykin: Lo sé, pero lo que ocurre es que… bueno, no me gustaría empezar una conversación paralela que difamase a personas que puede que pronto estén muertas. [Risas.] Una vez describí a una de las partes involucradas en aquella situación como el tipo de tío que te haría preguntarte si Hitler no tendría algo de razón. [Risas.] Ahora ya sabes por qué me odia la gente.
Me resultaría fácil comentar lo que no me gusta de la situación, pero creo que hacerlo ahora no tendría demasiado sentido. Por supuesto que me gustaría hacer ese tomo, porque los anteriores me encantan. En parte soy un producto de los cincuenta, y eso a pesar de que me hice mayor de edad en los sesenta, pero empecé a sentirme molesto molesto porque en esa época se estaba eliminando la buena apariencia, la depilación de sobacos y piernas y la ropa interior molona.
Es una de las razones por las que me gustaron tanto los setenta, incluso aunque no fuese seguidor de la música disco o punk, pero al menos las mujeres tenían buen aspecto [Anderson se ríe] y eso siempre me ha encantado. Nunca he sido un tío que se sienta cómodo con lo “natural”. Me quedo con lo urbano, aunque ahora esté viviendo en una pequeña ciudad del sur de California. Cuando conseguí limpiarme, lo hice de una forma muy urbana.
Anderson: No sé si querrás responder a la siguiente pregunta, pero si ahora tuvieses la oportunidad de hacer esa tercera parte, ¿crees que cambiaría mucho en relación con los dos primeros tomos?
Chaykin: Creo que sería tan poco lineal y aún más sucio que los otros dos.
Anderson: ¿Más? ¡Me gusta la idea!
Chaykin: ¡Oh, por supuesto! Estamos trabajando en un negocio bastante remilgado, ¿no? Y tengo una verdadera aversión por lo afectado; me gusta el arte de las “pin-up”, me gusta la inmundicia.
Anderson: A mí también.
Chaykin: No soy un tío al que le guste el porno “light”, ya sabes, me gusta lo desagradable, la mierda asquerosa.
Anderson: ¡Adelante!
Chaykin: Para mí… se trata de llegar hasta el centro de lo que se supone que es el erotismo. De nuevo, creo que se trata de hacer lo que a ti te guste. Uno de mis colegas es un tío al que obviamente le encanta la pornografía, pero cuando se enfrenta a ella en la realidad, se comporta como [poniendo una gran voz aguda] “Ohhhhhh, Dios…”, ¿sabes? Y sin embargo yo me encuentro bastante cómodo en la misma situación, porque soy lo suficientemente mayor como para que nada me importe una mierda. Y por supuesto, si hiciese ese tercer tomo sería más desagradable y más sucio que los anteriores porque me gusta ese tipo de material.
Anderson: Por ejemplo, ¿sería más parecido a Black Kiss, o intentarías llevarlo hasta otro nivel?
Chaykin: ¡Sería diferente! En Black Kiss intenté presentar un enfoque sacramental de todos los posibles elementos sucios que se me ocurrieron en ese momento. En Time2 me dije que debía acercarme al material desde un punto de vista más narrativo. Black Kiss también trata en gran parte sobre mi vida en California. Como chico de ciudad que soy, nunca he tenido una sensación paranoica en Nueva York, pero sí que me ha ocurrido cuando estoy en Los Angeles. Los Angeles es una versión espeluznante de una ciudad.
El Valle, el Lado Oeste, me doy cuenta de que en Los Angeles se puede encontrar lo decadente y lo degenerado. La primera semana que pasé en el sur de California, me quedé en casa de mi amigo Dave y estuve durmiendo en una cama Murphy (era más o menos en 1975), mientras me leía “Hollywood Babylon” de cabo a rabo. Es una buena forma de conocer esa ciudad.
Hay personas que piensan sobre Nueva York lo mismo que yo de Los Angeles. Estoy contento de haberme marchado de allí, aunque me sentía completamente a salvo, porque sabía a dónde no tenía que ir. E instintivamente sé lo mismo cuando estoy en Toronto, en Vancouver o en San Francisco. En Los Angeles lo jodido va arrastrándose hacia ti y te deja acojonado.
Anderson: Me doy cuenta de que a menudo tu trabajo trata sobre la concepción del héroe. Muchos de tus personajes parecen ser conscientes de lo que se supone que debe ser el héroe de una pieza, mientras que otros parecen estar por debajo de ese nivel, y la culpa la tienen frases como “Tú no eres el héroe”, o “¿Quién te ha nombrado héroe?”, o “Tú no eres mi héroe”. ¿Qué ocurre para que ese concepto de héroe te atraiga tanto?, ¿ves muchas heroicidades en la vida diaria o cuando te pones a observar el mundo?
Chaykin: En cuanto alcancé el punto en el que era capaz de escribir y dibujar mis propias cosas, también alcancé un estado en el que el mejor de los casos, la limitada motivación de la mayoría de los héroes había empezado a parecerme más limitada todavía, y en el peor, no había motivación alguna.
Como resultado, siempre he disfrutado jugando con un héroe que sea consciente de sí mismo, que el lector casi pueda visualizar como cuando observa su propia vida como si fuese una película, o con un héroe que no tenga más remedio que comportarse de una forma que conduzca hacia lo que suele hacer funcionar el cierre heroico de la historia.
Para que conste, nunca he conocido a nadie al que admire que no me decepcione de una forma u otra, así que suelo rebajar mis estándares y expectativas e intento no conocer a mis héroes cara a cara.
Anderson: También me he dado cuenta de que el tema del “retorno del héroe” suele aparecer en tu trabajo. La Sombra regresó después de cincuenta años, Maxim Glory retornó después de una misteriosa deparición, Tucker Foyle volvió a su hogar de la niñez, e incluso de alguna forma, Reuben Flagg regresa a su hogar ancestral, la Tierra. ¿Es una mera coincidencia o algo que tiene mayor resonancia en tu vida?
Chaykin: El héroe que regresa simplemente es una excusa con la que me gusta jugar de vez en cuando. Es una elección, más que una coincidencia: un dispositivo dramático que me da la oportunidad de permitir que otros personajes hablen con el protagonista de forma que revele tanto su carácter como el de los demás.
Anderson: Estoy bastante interesado en el proceso de creación. Siempre he sentido curiosidad por saber exactamente qué cantidad de tu material has dibujado tú mismo y cuánto ha sido realizado por tu asistente.
Chaykin: Esa es una pregunta fácil de responder. En términos de diseño, yo lo hago todo de principio a fin. Soy quien lo hace todo, objetivamente hablando. Y también dibujo todas las figuras, todas ellas.
Cuando hay elementos fotográficos que bosquejar, vehículos, edificios, etc, eso se lo encargo a mi ayudante y luego yo mismo lo retomo para dar unos últimos ajustes. Mi húmeda mano se puede ver por todos lados. Con Flagg! y Time2 me anticipé al uso de Photoshop, porque muchas cosas estaban hechas con copy-paste, con la fotocopiadora y con la repetición de elementos. Hay muchas cosas sobre los elementos narrativas y sobre cómo se tiene que desarrollar un cómic que aprendí de artistas como Harvey Kurtzman y Wallace Wood. Actualmente utilizo mucho el Photoshop.
Anderson: ¿Realmente te sientas y te pones manos a la obra con el programa, o trabajas junto a otra persona que hace esa labor?
Chaykin: He estado tan lejos del programa durante los últimos cinco años que me había olvidado de todo, así que empecé otra vez a revisar el tutorial. Estoy empezando desde el principio y volviendo a aprender lo mismo. Mientras estoy hablando contigo, estoy también mirando una portada que he dibujado a lápiz y pasado a tinta. Estoy a punto de borrarla y de llenarlo todo de color negro, y así luego podré volver sobre la idea y pulirla un poco más.
En cuanto a tu pregunta sobre el proceso de creación, una de las cosas que tuve que hacer al volver a los cómics en 2002, fue cambiar la forma de hacer las cosas. Estuve un año colaborando con Don Cameron y resultó ser una auténtica curva de aprendizaje. [Don] es alguien que en aquella época trabajaba como mi ayudante y que ahora se ha convertido en mi colega. Es alguien que ha sido amigo mío durante años.
Actualmente está intentando aplicar a los cómics lo que ha podido aprender sobre 3D Max y Maya. He aprendido mucho sobre cómo se pueden hacer cómics desde un punto de vista técnico contemporáneo. Suelo trabajar con páginas de escala once. Empiezo abocetando todo el dibujo a lápiz, luego lo entinto de forma preliminar y a continuación lo borro todo e incluyo los negros. Luego cojo un lápiz azul y vuelvo a dibujar los detalles que han desaparecido en la anterior etapa. Y luego lo vuelvo a entintar todo y se lo paso a mi asistente para que ponga los últimos negros y lo aclare todo un poco.
Luego cojo todo de nuevo para dar los ajustes finales. Las últimas herramientas que utilizo son la Scotch blue Magic Tape, un Rapidograph de punta muy fina, y Sharpies muy finos. Así que la página pasa por encima de la mesa como cinco veces y por eso puedo hacer el material tan rápidamente. Además, este proceso facilita que cada vez gaste menos tiempo en hacer una página.
Es muy similar a mi forma de escribir el guión. Escribo un pequeño esbozo contando todo el rollo que se me ha ocurrido. El ordenador también ha cambiado mi forma de guionizar. Largo todo el rollo, y ya no tengo que volver a escribir lo que ya había impreso y subrayado. El ordenador no es tanto una herramienta para escribir como para reescribir. Aplico la misma técnica que con el dibujo: continúo puliendo el dibujo hasta que está listo para la entrega.
Anderson: ¿Y cuando vuelves a entintar el dibujo, utilizas de nuevo el Rapidograph?
Chaykin: Oh no, lo que hago con él son los últimos ajustes. Entinto con una pluma Pentel, un penstix Alvin y con pinceles baratos...
Anderson: Claro, yo también utilizo pinceles baratos. Una vez leí en una entrevista que utilizabas rotuladores y me quedé anonadado. En realidad pensaba que usabas la plumilla.
Chaykin: Oh no. No podría utilizar una de las tradicionales en mi vida. Nunca he sido un gran entintador; no tengo ni la más jodida idea de cómo hacer el entintado. Sé cómo acabar un dibujo, pero no sé a qué suele referirse la gente del mundo del cómic cuando hablan sobre el entintado. Para mí es un pensamiento alienígena. Suelo quedarme asombrado con tipos como Wallace Wood, Ralph Reese, Kevin Nowlan, Michael Golden, esos tíos son sorprendentes hombres del pincel y el lápiz, y creo que yo entinto con el codo, aunque es cierto que soy capaz de acabar todos mis dibujos.
Anderson: Bueno, otra de las cosas que siempre me ha gustado de tu trabajo es que de alguna forma es áspero, crudo, con un acabado sólido y denso. Aunque no termines la línea de una forma tan fina como lo hace Kevin Nowlan...
Chaykin: ¡Me encantaría poder hacerlo!
Anderson: …definitivamente creo que eres un buen entintador.
Chaykin: No tengo la paciencia suficiente como para aprender a hacerlo bien, pero lo cierto es que envidio esa habilidad.
Anderson: Me parece interesante.
Chaykin: Me gustan las cosas habilidosas (aunque no siempre), y realmente intento hacer muchas de mis cosas de una forma mañosa, porque como a cualquier otra persona me encanta que lo que hago le guste al público. Por lo general, la forma de enfocar mi trabajo me mantiene fuera del podio. Reconozco que soy un artista de culto y me encuentro cómodo en esa categoría.
Anderson: ¿Realmente me acabas de decir que estás fuera del podio? ¿No te das cuenta del tipo de impacto que ha tenido tu trabajo?
Chaykin: Bueno, yo sí, pero creo que nadie más lo ha hecho.
Anderson: Eso es una bobada.
Chaykin: Bueno, no, en realidad es cierto. Soy el Robert Altman o el Van Morrison de los cómics. Soy alguien extremadamente influyente, pero mi trabajo no es capaz de atrapar de una forma particular al público. La comparación más cercana que se me ocurre es con un tipo llamado Robert Fawcett. Robert Fawcett es uno de mis ilustradores favoritos: fue miembro de la Famous Artists School (ahora mismo estoy mirando directamente un Fawcett). Yo mismo tengo varios elementos del estilo de Fawcett. Y aunque él nunca haya logrado el mismo reconocimiento que Norman Rockwell o J.C. Leyendecker, fue un artista increíble, un gran dibujante, alguien que asumió la abstracción en nombre de la narrativa, fue un gran narrador.
Anderson: Dices que no consiguió lo mismo que Leyendecker y Rockwell... pero, bueno, pocos han sido capaces de conseguirlo.
Chaykin: Su trabajo carecía de atractivo sentimental y yo no soy un tipo sentimental, al menos en mi trabajo. En realidad soy por naturaleza demasiado sentimental, pero mi trabajo no se regodea en ello. Esa es la diferencia entre un tipo como James Jean y otro como Dave Johnson. Considero que Dave Johnson tiene un talento muy superior. Me encanta el trabajo de Dave, creo que es un dibujante de portadas brillante, pero siempre ocupa el segundo lugar detrás de James Jean, que es un tipo con mucho talento, aunque en el fondo es muy sentimental y por eso el público suele halagarlo tanto.
Anderson: Claro. Pero aún así no ha habido un solo momento (aparte de las ocasiones en las que has rechazado algún trabajo), en el que no haya habido un cómic de Howard Chaykin a la venta. No es que precisamente te haya faltado trabajo.
Chaykin: Eso puede cambiar en cualquier momento. Ahora estoy trabajando en una de las últimas páginas que tengo por casa. No tengo ni idea de lo que voy a estar haciendo el mes que viene para ganarme la vida.
Anderson: Eso me parece fascinante. Estoy seguro de que puedes conseguir cualquier tipo de encargo.
Chaykin: Es una idea maravillosa, y espero que le llegue a oídos del Dios en el que no creo. Pero no es cierta. Ten en cuenta lo siguiente: no tengo ninguna duda de la valía que poseo, reconozco que soy un jugador y un competidor. Tengo talento, estoy cualificado, pero también me aproximo al campo del cómic de una forma que no despierta un profundo interés en el lector medio. Me gustaría que fuese así, porque Dios sabe que me gustaría ser alabado, pero por la misma razón, tampoco hago nada para cambiar esta situación. Ahí es donde entra en juego mi obstinación, soy un cabrón bastante obstinado.
Anderson: Una cosa que siempre me he preguntado sobre lo que haces, es si realmente te gustan los cómics. Siempre me ha parecido que tu relación hacia ellos era ambivalente.
Chaykin: Me gusta muchísimo el medio. Realmente me gusta mucho. Pero los cómics tampoco me vuelven loco. Los adoro. Últimamente he estado haciendo trabajos de diseño para un amigo mío que ha creado un producto y hemos empezado a hablar sobre el “Taller sin palabras”, algo que probablemente no recordarás porque eres demasiado joven. Apareció en un Popular Science o Popular Mechanics, ya he olvidado en cuál, y estaba hecho por un autor de cómics que se llamaba Roy Doty. Fue entre los años cincuenta y sesenta, era alguien que podría haber sido el asistente de Hank Ketcham.
Eran páginas de entre seis y ocho viñetas realizadas con una línea y un color esquemáticos, enseñaban cómo fabricar cosas o cómo podías reparar tu propia casa. Me encantaba esa mierda. Mi oficina tiene cuatro estanterías con libros y casi todos ellos, aparte del material de referencia que tengo, son cómics europeos, colecciones de Novelas Gráficas y sketchbooks.
Cuando viajo no lo hago con tomos de tapa dura, sino de tapa blanda que pueda terminar desechando. He estado leyendo una novela que pensaba que me daría lectura hasta que me marchase el jueves por la mañana, pero me la he terminado ayer mismo. Y como no tenía nada que leer antes de irme, me he pasado toda la mañana leyendo cómics.
Anderson: Siempre me ha parecido como si te encontrases al margen. Tenía la impresión de que hacías cómics porque eras bueno haciéndolos y te pagaban las facturas, y que, mira tú por dónde, quizá preferirías estar haciendo cualquier otra cosa.
Chaykin: Cuando perdí mi último trabajo en televisión, me volví a casa y me pasé todo un mes pensando qué iba a ser lo siguiente que iba a hacer. Finalmente volé hasta Nueva York, me senté con los editores y les dije: “Escuchad, he decidido que nunca más voy a volver a trabajar para la televisión”, porque me había hecho sentir un miserable, “y me gustaría volver a ser un autor de cómic a tiempo completo”. No creo que me creyesen de verdad, pero parece que ahora se lo están tomando en serio.
Creo que me gusta mucho más hacer cómics que leerlos. Me encanta el proceso. Soy un tío que se levanta a las 4:30 ó 5 de la mañana. Me quedo despierto durante horas. Antes de ponerme a charlar contigo por teléfono, ya había desayunado con mis compinches y también había respondido a todos los e-mails que me han llegado durante la noche. Y ahora ya estoy listo para trabajar.
Estoy esperando que me den el visto bueno al cuarto número de la mini-serie en la que estoy trabajando, sigo a la espera. Tengo esperanzas de poder empezarlo hoy mismo. Desde que he llegado a manejar esa sensación de improvisación, me siento mucho mejor con mi trabajo y con mi forma de hacerlo. Es un verdadero placer. Me siento increíblemente afortunado de tener estas habilidades y te prometo que ahora no te estoy vacilando.
Anderson: ¿Cuál es ese nuevo proyecto en el que estás trabajando?
Chaykin: Es una mini-serie de Dominic Fortune.
Anderson: ¡Oh, wow! Estás haciendo Dominic Fortune; ¿cuándo se va a publicar?
Chaykin: Creo que en julio o en agosto. He terminado el tercer número y también he terminado el color, y ahora estoy mirando qué portada voy a elegir. A continuación voy a empezar con el cuarto número y finalizaré la mini-serie. Trata sobre la estancia de Dominic Fortune en las Olimpiadas de Berlin de 1936.
Anderson: Mola, mola, mola. ¿También has hecho el guión?
Chaykin: Oh, claro, por completo.
Anderson: Hay otro proyecto tuyo por el que me gustaría preguntarte. Había oído hablar sobre él, pero no he vuelto a saber nada desde hace un par de años, Marked Man.
Chaykin: Claro, hay un montón de cómics policíacos por todos lados, pero el único que realmente me gusta es Criminal, de Ed Brubaker y Sean Phillips, aunque también me gusta lo que Kim Thompson me envió de Tardi, “West Coast Blues”, que va a ser publicado por Fantagraphics. Me dan igual algunas otras sensibilidades “pulp-fiction” que se quieren hacer pasar por cómics policíacos.
Me gustaría hacer un par de cómics policíacos. Marked Man y otro que puede que se llame Midnight of the Soul. Uno será una pieza clásica y el otro una contemporánea. Probablemente tomaré la decisión de hacer el de Marked Man el próximo mes más o menos. Lo he ido dejando de lado, pero si no me llega más trabajo, ¡tendré que ponerme con ello!
Anderson: Otra de las cosas que siempre me ha producido mucha curiosidad sobre tu trabajo es algo personal: ¿Por qué nunca pones juntos a hombres y mujeres negras en tus cómics? Siempre los emparejas con gente blanca.
Chaykin: ¿A quiénes no emparejo, a las mujeres negras con hombres blancos?
Anderson: Sí, nunca los he visto juntos en tus cómics, no sé.
Chaykin: En realidad he hecho un número de Blade en el que un personaje tiene una cita con una mujer negra.
Anderson: Para ser honesto, no me he leído Blade.
Chaykin: Bueno, en realidad es una serie bastante divertida. No sé, nunca me había dado cuenta de eso. Me has acusado de que si se revisa mi trabajo de principio a fin no será racialmente consistente, así que voy a tener que echarle otro vistazo.
Anderson: Lo siento, tío.
Chaykin: ¡No te excuses! No hay por qué quejarse, no hay que explicar nada. Me quedo con el juicio de tu palabra y voy a empezar a trabajar a partir de ese punto. Ya sabes, trabajo a toda máquina y si tú te has dado cuenta de algún error, lo anoto e intentaré remediarlo.
Anderson: Bueno, si quieres hacero… sólo era algo que…
Chaykin: ¡No lo tengas en cuenta! Hago lo que tengo que hacer, pero también me tomo en cuenta lo que piensa otra gente, y ciertamente también me tomo en cuenta lo que piensa la gente a la que respeto. Solemos trabajar en un vacío. De vez en cuando no me duele que me recuerden que el tren que ha salido sigue en marcha y que es posible que desee echar un difícil vistazo a lo que está pasando en su interior. Espero no mezclar demasiadas metáforas...
Anderson: He seguido las cosas que has estado haciendo últimamente. Me interesa más tu faceta como escritor y dibujante, y una de las pocas cosas que he leído tuyas en las que sólo haces el dibujo es la serie que has publicado con Garth Ennis. Ni siquiera sabía que estaba editada. Hace tres o cuatro meses estaba pasando el rato en una tienda de cómics cuando de repente di con ella y me dije: “Joder”. Lo compré inmediatamente y me pareció fantástica. Pero me interesa más tu faceta como artista completo.
Chaykin: A mí también. Prefiero escribir y dibujar mi propio material. Pero algunas veces hay que coger lo que se te ofrece.
Anderson: Bueno, estoy muy sorprendido, porque me acuerdo de que años atrás comentabas que nunca podrías llegar a hacer material super-heróico. Y nunca he pensado que ese fuese tu campo, además parecía que te alejarías de él por completo. Y entonces me doy la vuelta y ahí estás haciendo Blade, Hawkgirl y lo que cojones sea... y me pareció muy raro.
Chaykin: Tengo que ganarme la vida. Me considero una especie de empleado con talento. A diferencia de muchos de mis colegas, que solo saben hacer una cosa, puedo hacer casi de todo. En ese sentido, soy más como Joe Kubert o Alex Toth que como Gil Kane o Carmine Infantino. Creo que Alex y Joe eran una especie de empleados oficiales, gente que era capaz de hacer una mayor variedad de géneros: Oeste, criminal, superhéroes. Tal vez no podían hacer todas esas cosas igual de bien que los maestros de cada género en concreto, pero eran capaces de hacer todo tipo de cosas.
Esa cualidad de empleado es lo que abrió una brecha entre aquella generación y la mía. Soy capaz de hacer un buen trabajo casi en cualquier género, con la excepción del género de terror. No tengo ningún tipo de afinidad por ese género. Pero uno tiene que trabajar en lo que le ofrecen.
Hace años me reuní con un ejecutivo de un estudio. Me preguntó por qué mi currículum estaba tan jodidamente cojo, y por qué había cogido todos esos encargos de mierda. Y yo le contesté: “Por desgracia, sólo cojo los trabajos que me ofrecen. Y eso es lo que sucede en el mundo real, amigo.”
Anderson: ¿Se requiere algún tipo de músculo creativo diferente, uno que sea necesario para poder afrontar todos esos trabajos?
Chaykin: Estoy comprometido de forma paranoica con la consistencia, porque creo que no se me puede tomar en serio a menos que sea capaz de ofrecer un producto basado en la calidad uniforme. Y seamos sinceros, la calidad no conlleva necesariamente ningún tipo de garantía de éxito en el negocio del comic book. Pero eso es todo lo que puedo ofrecer. Cuando te cogen para trabajar exclusivamente como dibujante, es mi responsabilidad intentar entregar el mejor trabajo que me sea posible bajo dichas circunstancias. Y eso se aplica tanto a cuando estoy haciendo un trabajo en el que detento la propiedad intelectual como cuando estoy haciendo un trabajo por encargo.
Hace un par de años vi una tarifa de precios que pasaron los chicos que se encargaban del aspecto técnico (no recuerdo si se encargaban de la rotulación o del color) y la lista de precios era insultante. Parecía algo en plan, “este precio es por el mejor trabajo que podemos hacer, este precio es por un trabajo bien hecho, y este por hacer lo que sea.” Me parece una mierda.
Independientemente de lo que te estén pagando, independientemente de cuál sea tu trabajo, tienes que poner en la mesa lo mejor que te permitan tus habilidades. Hacer las cosas sobre la base de lo que te pagan es una mierda.
Ahora voy a usar una frase que me hace temblar, pero creo yo soy una marca. Así que cuando un tío me contrata, sabe bien lo que va a obtener. Y me gusta estar a la altura de esas expectativas. De vez en cuando puede que te sorprenda, pero prefiero sorprender de forma positiva en vez de negativa.
(Continuará)
Anderson: De acuerdo, está bien, está bien. Te lo he preguntado porque sencillamente creo que es una creación de tu propiedad, deberías poder sentarte y trabajar con ella cuando te plazca.
Chaykin: Lo sé, pero lo que ocurre es que… bueno, no me gustaría empezar una conversación paralela que difamase a personas que puede que pronto estén muertas. [Risas.] Una vez describí a una de las partes involucradas en aquella situación como el tipo de tío que te haría preguntarte si Hitler no tendría algo de razón. [Risas.] Ahora ya sabes por qué me odia la gente.
Me resultaría fácil comentar lo que no me gusta de la situación, pero creo que hacerlo ahora no tendría demasiado sentido. Por supuesto que me gustaría hacer ese tomo, porque los anteriores me encantan. En parte soy un producto de los cincuenta, y eso a pesar de que me hice mayor de edad en los sesenta, pero empecé a sentirme molesto molesto porque en esa época se estaba eliminando la buena apariencia, la depilación de sobacos y piernas y la ropa interior molona.
Es una de las razones por las que me gustaron tanto los setenta, incluso aunque no fuese seguidor de la música disco o punk, pero al menos las mujeres tenían buen aspecto [Anderson se ríe] y eso siempre me ha encantado. Nunca he sido un tío que se sienta cómodo con lo “natural”. Me quedo con lo urbano, aunque ahora esté viviendo en una pequeña ciudad del sur de California. Cuando conseguí limpiarme, lo hice de una forma muy urbana.
Anderson: No sé si querrás responder a la siguiente pregunta, pero si ahora tuvieses la oportunidad de hacer esa tercera parte, ¿crees que cambiaría mucho en relación con los dos primeros tomos?
Chaykin: Creo que sería tan poco lineal y aún más sucio que los otros dos.
Anderson: ¿Más? ¡Me gusta la idea!
Chaykin: ¡Oh, por supuesto! Estamos trabajando en un negocio bastante remilgado, ¿no? Y tengo una verdadera aversión por lo afectado; me gusta el arte de las “pin-up”, me gusta la inmundicia.
Anderson: A mí también.
Chaykin: No soy un tío al que le guste el porno “light”, ya sabes, me gusta lo desagradable, la mierda asquerosa.
Anderson: ¡Adelante!
Chaykin: Para mí… se trata de llegar hasta el centro de lo que se supone que es el erotismo. De nuevo, creo que se trata de hacer lo que a ti te guste. Uno de mis colegas es un tío al que obviamente le encanta la pornografía, pero cuando se enfrenta a ella en la realidad, se comporta como [poniendo una gran voz aguda] “Ohhhhhh, Dios…”, ¿sabes? Y sin embargo yo me encuentro bastante cómodo en la misma situación, porque soy lo suficientemente mayor como para que nada me importe una mierda. Y por supuesto, si hiciese ese tercer tomo sería más desagradable y más sucio que los anteriores porque me gusta ese tipo de material.
Anderson: Por ejemplo, ¿sería más parecido a Black Kiss, o intentarías llevarlo hasta otro nivel?
Chaykin: ¡Sería diferente! En Black Kiss intenté presentar un enfoque sacramental de todos los posibles elementos sucios que se me ocurrieron en ese momento. En Time2 me dije que debía acercarme al material desde un punto de vista más narrativo. Black Kiss también trata en gran parte sobre mi vida en California. Como chico de ciudad que soy, nunca he tenido una sensación paranoica en Nueva York, pero sí que me ha ocurrido cuando estoy en Los Angeles. Los Angeles es una versión espeluznante de una ciudad.
El Valle, el Lado Oeste, me doy cuenta de que en Los Angeles se puede encontrar lo decadente y lo degenerado. La primera semana que pasé en el sur de California, me quedé en casa de mi amigo Dave y estuve durmiendo en una cama Murphy (era más o menos en 1975), mientras me leía “Hollywood Babylon” de cabo a rabo. Es una buena forma de conocer esa ciudad.
Hay personas que piensan sobre Nueva York lo mismo que yo de Los Angeles. Estoy contento de haberme marchado de allí, aunque me sentía completamente a salvo, porque sabía a dónde no tenía que ir. E instintivamente sé lo mismo cuando estoy en Toronto, en Vancouver o en San Francisco. En Los Angeles lo jodido va arrastrándose hacia ti y te deja acojonado.
Anderson: Me doy cuenta de que a menudo tu trabajo trata sobre la concepción del héroe. Muchos de tus personajes parecen ser conscientes de lo que se supone que debe ser el héroe de una pieza, mientras que otros parecen estar por debajo de ese nivel, y la culpa la tienen frases como “Tú no eres el héroe”, o “¿Quién te ha nombrado héroe?”, o “Tú no eres mi héroe”. ¿Qué ocurre para que ese concepto de héroe te atraiga tanto?, ¿ves muchas heroicidades en la vida diaria o cuando te pones a observar el mundo?
Chaykin: En cuanto alcancé el punto en el que era capaz de escribir y dibujar mis propias cosas, también alcancé un estado en el que el mejor de los casos, la limitada motivación de la mayoría de los héroes había empezado a parecerme más limitada todavía, y en el peor, no había motivación alguna.
Como resultado, siempre he disfrutado jugando con un héroe que sea consciente de sí mismo, que el lector casi pueda visualizar como cuando observa su propia vida como si fuese una película, o con un héroe que no tenga más remedio que comportarse de una forma que conduzca hacia lo que suele hacer funcionar el cierre heroico de la historia.
Para que conste, nunca he conocido a nadie al que admire que no me decepcione de una forma u otra, así que suelo rebajar mis estándares y expectativas e intento no conocer a mis héroes cara a cara.
Anderson: También me he dado cuenta de que el tema del “retorno del héroe” suele aparecer en tu trabajo. La Sombra regresó después de cincuenta años, Maxim Glory retornó después de una misteriosa deparición, Tucker Foyle volvió a su hogar de la niñez, e incluso de alguna forma, Reuben Flagg regresa a su hogar ancestral, la Tierra. ¿Es una mera coincidencia o algo que tiene mayor resonancia en tu vida?
Chaykin: El héroe que regresa simplemente es una excusa con la que me gusta jugar de vez en cuando. Es una elección, más que una coincidencia: un dispositivo dramático que me da la oportunidad de permitir que otros personajes hablen con el protagonista de forma que revele tanto su carácter como el de los demás.
Anderson: Estoy bastante interesado en el proceso de creación. Siempre he sentido curiosidad por saber exactamente qué cantidad de tu material has dibujado tú mismo y cuánto ha sido realizado por tu asistente.
Chaykin: Esa es una pregunta fácil de responder. En términos de diseño, yo lo hago todo de principio a fin. Soy quien lo hace todo, objetivamente hablando. Y también dibujo todas las figuras, todas ellas.
Cuando hay elementos fotográficos que bosquejar, vehículos, edificios, etc, eso se lo encargo a mi ayudante y luego yo mismo lo retomo para dar unos últimos ajustes. Mi húmeda mano se puede ver por todos lados. Con Flagg! y Time2 me anticipé al uso de Photoshop, porque muchas cosas estaban hechas con copy-paste, con la fotocopiadora y con la repetición de elementos. Hay muchas cosas sobre los elementos narrativas y sobre cómo se tiene que desarrollar un cómic que aprendí de artistas como Harvey Kurtzman y Wallace Wood. Actualmente utilizo mucho el Photoshop.
Anderson: ¿Realmente te sientas y te pones manos a la obra con el programa, o trabajas junto a otra persona que hace esa labor?
Chaykin: He estado tan lejos del programa durante los últimos cinco años que me había olvidado de todo, así que empecé otra vez a revisar el tutorial. Estoy empezando desde el principio y volviendo a aprender lo mismo. Mientras estoy hablando contigo, estoy también mirando una portada que he dibujado a lápiz y pasado a tinta. Estoy a punto de borrarla y de llenarlo todo de color negro, y así luego podré volver sobre la idea y pulirla un poco más.
En cuanto a tu pregunta sobre el proceso de creación, una de las cosas que tuve que hacer al volver a los cómics en 2002, fue cambiar la forma de hacer las cosas. Estuve un año colaborando con Don Cameron y resultó ser una auténtica curva de aprendizaje. [Don] es alguien que en aquella época trabajaba como mi ayudante y que ahora se ha convertido en mi colega. Es alguien que ha sido amigo mío durante años.
Actualmente está intentando aplicar a los cómics lo que ha podido aprender sobre 3D Max y Maya. He aprendido mucho sobre cómo se pueden hacer cómics desde un punto de vista técnico contemporáneo. Suelo trabajar con páginas de escala once. Empiezo abocetando todo el dibujo a lápiz, luego lo entinto de forma preliminar y a continuación lo borro todo e incluyo los negros. Luego cojo un lápiz azul y vuelvo a dibujar los detalles que han desaparecido en la anterior etapa. Y luego lo vuelvo a entintar todo y se lo paso a mi asistente para que ponga los últimos negros y lo aclare todo un poco.
Luego cojo todo de nuevo para dar los ajustes finales. Las últimas herramientas que utilizo son la Scotch blue Magic Tape, un Rapidograph de punta muy fina, y Sharpies muy finos. Así que la página pasa por encima de la mesa como cinco veces y por eso puedo hacer el material tan rápidamente. Además, este proceso facilita que cada vez gaste menos tiempo en hacer una página.
Es muy similar a mi forma de escribir el guión. Escribo un pequeño esbozo contando todo el rollo que se me ha ocurrido. El ordenador también ha cambiado mi forma de guionizar. Largo todo el rollo, y ya no tengo que volver a escribir lo que ya había impreso y subrayado. El ordenador no es tanto una herramienta para escribir como para reescribir. Aplico la misma técnica que con el dibujo: continúo puliendo el dibujo hasta que está listo para la entrega.
Anderson: ¿Y cuando vuelves a entintar el dibujo, utilizas de nuevo el Rapidograph?
Chaykin: Oh no, lo que hago con él son los últimos ajustes. Entinto con una pluma Pentel, un penstix Alvin y con pinceles baratos...
Anderson: Claro, yo también utilizo pinceles baratos. Una vez leí en una entrevista que utilizabas rotuladores y me quedé anonadado. En realidad pensaba que usabas la plumilla.
Chaykin: Oh no. No podría utilizar una de las tradicionales en mi vida. Nunca he sido un gran entintador; no tengo ni la más jodida idea de cómo hacer el entintado. Sé cómo acabar un dibujo, pero no sé a qué suele referirse la gente del mundo del cómic cuando hablan sobre el entintado. Para mí es un pensamiento alienígena. Suelo quedarme asombrado con tipos como Wallace Wood, Ralph Reese, Kevin Nowlan, Michael Golden, esos tíos son sorprendentes hombres del pincel y el lápiz, y creo que yo entinto con el codo, aunque es cierto que soy capaz de acabar todos mis dibujos.
Anderson: Bueno, otra de las cosas que siempre me ha gustado de tu trabajo es que de alguna forma es áspero, crudo, con un acabado sólido y denso. Aunque no termines la línea de una forma tan fina como lo hace Kevin Nowlan...
Chaykin: ¡Me encantaría poder hacerlo!
Anderson: …definitivamente creo que eres un buen entintador.
Chaykin: No tengo la paciencia suficiente como para aprender a hacerlo bien, pero lo cierto es que envidio esa habilidad.
Anderson: Me parece interesante.
Chaykin: Me gustan las cosas habilidosas (aunque no siempre), y realmente intento hacer muchas de mis cosas de una forma mañosa, porque como a cualquier otra persona me encanta que lo que hago le guste al público. Por lo general, la forma de enfocar mi trabajo me mantiene fuera del podio. Reconozco que soy un artista de culto y me encuentro cómodo en esa categoría.
Anderson: ¿Realmente me acabas de decir que estás fuera del podio? ¿No te das cuenta del tipo de impacto que ha tenido tu trabajo?
Chaykin: Bueno, yo sí, pero creo que nadie más lo ha hecho.
Anderson: Eso es una bobada.
Chaykin: Bueno, no, en realidad es cierto. Soy el Robert Altman o el Van Morrison de los cómics. Soy alguien extremadamente influyente, pero mi trabajo no es capaz de atrapar de una forma particular al público. La comparación más cercana que se me ocurre es con un tipo llamado Robert Fawcett. Robert Fawcett es uno de mis ilustradores favoritos: fue miembro de la Famous Artists School (ahora mismo estoy mirando directamente un Fawcett). Yo mismo tengo varios elementos del estilo de Fawcett. Y aunque él nunca haya logrado el mismo reconocimiento que Norman Rockwell o J.C. Leyendecker, fue un artista increíble, un gran dibujante, alguien que asumió la abstracción en nombre de la narrativa, fue un gran narrador.
Anderson: Dices que no consiguió lo mismo que Leyendecker y Rockwell... pero, bueno, pocos han sido capaces de conseguirlo.
Chaykin: Su trabajo carecía de atractivo sentimental y yo no soy un tipo sentimental, al menos en mi trabajo. En realidad soy por naturaleza demasiado sentimental, pero mi trabajo no se regodea en ello. Esa es la diferencia entre un tipo como James Jean y otro como Dave Johnson. Considero que Dave Johnson tiene un talento muy superior. Me encanta el trabajo de Dave, creo que es un dibujante de portadas brillante, pero siempre ocupa el segundo lugar detrás de James Jean, que es un tipo con mucho talento, aunque en el fondo es muy sentimental y por eso el público suele halagarlo tanto.
Anderson: Claro. Pero aún así no ha habido un solo momento (aparte de las ocasiones en las que has rechazado algún trabajo), en el que no haya habido un cómic de Howard Chaykin a la venta. No es que precisamente te haya faltado trabajo.
Chaykin: Eso puede cambiar en cualquier momento. Ahora estoy trabajando en una de las últimas páginas que tengo por casa. No tengo ni idea de lo que voy a estar haciendo el mes que viene para ganarme la vida.
Anderson: Eso me parece fascinante. Estoy seguro de que puedes conseguir cualquier tipo de encargo.
Chaykin: Es una idea maravillosa, y espero que le llegue a oídos del Dios en el que no creo. Pero no es cierta. Ten en cuenta lo siguiente: no tengo ninguna duda de la valía que poseo, reconozco que soy un jugador y un competidor. Tengo talento, estoy cualificado, pero también me aproximo al campo del cómic de una forma que no despierta un profundo interés en el lector medio. Me gustaría que fuese así, porque Dios sabe que me gustaría ser alabado, pero por la misma razón, tampoco hago nada para cambiar esta situación. Ahí es donde entra en juego mi obstinación, soy un cabrón bastante obstinado.
Anderson: Una cosa que siempre me he preguntado sobre lo que haces, es si realmente te gustan los cómics. Siempre me ha parecido que tu relación hacia ellos era ambivalente.
Chaykin: Me gusta muchísimo el medio. Realmente me gusta mucho. Pero los cómics tampoco me vuelven loco. Los adoro. Últimamente he estado haciendo trabajos de diseño para un amigo mío que ha creado un producto y hemos empezado a hablar sobre el “Taller sin palabras”, algo que probablemente no recordarás porque eres demasiado joven. Apareció en un Popular Science o Popular Mechanics, ya he olvidado en cuál, y estaba hecho por un autor de cómics que se llamaba Roy Doty. Fue entre los años cincuenta y sesenta, era alguien que podría haber sido el asistente de Hank Ketcham.
Eran páginas de entre seis y ocho viñetas realizadas con una línea y un color esquemáticos, enseñaban cómo fabricar cosas o cómo podías reparar tu propia casa. Me encantaba esa mierda. Mi oficina tiene cuatro estanterías con libros y casi todos ellos, aparte del material de referencia que tengo, son cómics europeos, colecciones de Novelas Gráficas y sketchbooks.
Cuando viajo no lo hago con tomos de tapa dura, sino de tapa blanda que pueda terminar desechando. He estado leyendo una novela que pensaba que me daría lectura hasta que me marchase el jueves por la mañana, pero me la he terminado ayer mismo. Y como no tenía nada que leer antes de irme, me he pasado toda la mañana leyendo cómics.
Anderson: Siempre me ha parecido como si te encontrases al margen. Tenía la impresión de que hacías cómics porque eras bueno haciéndolos y te pagaban las facturas, y que, mira tú por dónde, quizá preferirías estar haciendo cualquier otra cosa.
Chaykin: Cuando perdí mi último trabajo en televisión, me volví a casa y me pasé todo un mes pensando qué iba a ser lo siguiente que iba a hacer. Finalmente volé hasta Nueva York, me senté con los editores y les dije: “Escuchad, he decidido que nunca más voy a volver a trabajar para la televisión”, porque me había hecho sentir un miserable, “y me gustaría volver a ser un autor de cómic a tiempo completo”. No creo que me creyesen de verdad, pero parece que ahora se lo están tomando en serio.
Creo que me gusta mucho más hacer cómics que leerlos. Me encanta el proceso. Soy un tío que se levanta a las 4:30 ó 5 de la mañana. Me quedo despierto durante horas. Antes de ponerme a charlar contigo por teléfono, ya había desayunado con mis compinches y también había respondido a todos los e-mails que me han llegado durante la noche. Y ahora ya estoy listo para trabajar.
Estoy esperando que me den el visto bueno al cuarto número de la mini-serie en la que estoy trabajando, sigo a la espera. Tengo esperanzas de poder empezarlo hoy mismo. Desde que he llegado a manejar esa sensación de improvisación, me siento mucho mejor con mi trabajo y con mi forma de hacerlo. Es un verdadero placer. Me siento increíblemente afortunado de tener estas habilidades y te prometo que ahora no te estoy vacilando.
Anderson: ¿Cuál es ese nuevo proyecto en el que estás trabajando?
Chaykin: Es una mini-serie de Dominic Fortune.
Anderson: ¡Oh, wow! Estás haciendo Dominic Fortune; ¿cuándo se va a publicar?
Chaykin: Creo que en julio o en agosto. He terminado el tercer número y también he terminado el color, y ahora estoy mirando qué portada voy a elegir. A continuación voy a empezar con el cuarto número y finalizaré la mini-serie. Trata sobre la estancia de Dominic Fortune en las Olimpiadas de Berlin de 1936.
Anderson: Mola, mola, mola. ¿También has hecho el guión?
Chaykin: Oh, claro, por completo.
Anderson: Hay otro proyecto tuyo por el que me gustaría preguntarte. Había oído hablar sobre él, pero no he vuelto a saber nada desde hace un par de años, Marked Man.
Chaykin: Claro, hay un montón de cómics policíacos por todos lados, pero el único que realmente me gusta es Criminal, de Ed Brubaker y Sean Phillips, aunque también me gusta lo que Kim Thompson me envió de Tardi, “West Coast Blues”, que va a ser publicado por Fantagraphics. Me dan igual algunas otras sensibilidades “pulp-fiction” que se quieren hacer pasar por cómics policíacos.
Me gustaría hacer un par de cómics policíacos. Marked Man y otro que puede que se llame Midnight of the Soul. Uno será una pieza clásica y el otro una contemporánea. Probablemente tomaré la decisión de hacer el de Marked Man el próximo mes más o menos. Lo he ido dejando de lado, pero si no me llega más trabajo, ¡tendré que ponerme con ello!
Anderson: Otra de las cosas que siempre me ha producido mucha curiosidad sobre tu trabajo es algo personal: ¿Por qué nunca pones juntos a hombres y mujeres negras en tus cómics? Siempre los emparejas con gente blanca.
Chaykin: ¿A quiénes no emparejo, a las mujeres negras con hombres blancos?
Anderson: Sí, nunca los he visto juntos en tus cómics, no sé.
Chaykin: En realidad he hecho un número de Blade en el que un personaje tiene una cita con una mujer negra.
Anderson: Para ser honesto, no me he leído Blade.
Chaykin: Bueno, en realidad es una serie bastante divertida. No sé, nunca me había dado cuenta de eso. Me has acusado de que si se revisa mi trabajo de principio a fin no será racialmente consistente, así que voy a tener que echarle otro vistazo.
Anderson: Lo siento, tío.
Chaykin: ¡No te excuses! No hay por qué quejarse, no hay que explicar nada. Me quedo con el juicio de tu palabra y voy a empezar a trabajar a partir de ese punto. Ya sabes, trabajo a toda máquina y si tú te has dado cuenta de algún error, lo anoto e intentaré remediarlo.
Anderson: Bueno, si quieres hacero… sólo era algo que…
Chaykin: ¡No lo tengas en cuenta! Hago lo que tengo que hacer, pero también me tomo en cuenta lo que piensa otra gente, y ciertamente también me tomo en cuenta lo que piensa la gente a la que respeto. Solemos trabajar en un vacío. De vez en cuando no me duele que me recuerden que el tren que ha salido sigue en marcha y que es posible que desee echar un difícil vistazo a lo que está pasando en su interior. Espero no mezclar demasiadas metáforas...
Anderson: He seguido las cosas que has estado haciendo últimamente. Me interesa más tu faceta como escritor y dibujante, y una de las pocas cosas que he leído tuyas en las que sólo haces el dibujo es la serie que has publicado con Garth Ennis. Ni siquiera sabía que estaba editada. Hace tres o cuatro meses estaba pasando el rato en una tienda de cómics cuando de repente di con ella y me dije: “Joder”. Lo compré inmediatamente y me pareció fantástica. Pero me interesa más tu faceta como artista completo.
Chaykin: A mí también. Prefiero escribir y dibujar mi propio material. Pero algunas veces hay que coger lo que se te ofrece.
Anderson: Bueno, estoy muy sorprendido, porque me acuerdo de que años atrás comentabas que nunca podrías llegar a hacer material super-heróico. Y nunca he pensado que ese fuese tu campo, además parecía que te alejarías de él por completo. Y entonces me doy la vuelta y ahí estás haciendo Blade, Hawkgirl y lo que cojones sea... y me pareció muy raro.
Chaykin: Tengo que ganarme la vida. Me considero una especie de empleado con talento. A diferencia de muchos de mis colegas, que solo saben hacer una cosa, puedo hacer casi de todo. En ese sentido, soy más como Joe Kubert o Alex Toth que como Gil Kane o Carmine Infantino. Creo que Alex y Joe eran una especie de empleados oficiales, gente que era capaz de hacer una mayor variedad de géneros: Oeste, criminal, superhéroes. Tal vez no podían hacer todas esas cosas igual de bien que los maestros de cada género en concreto, pero eran capaces de hacer todo tipo de cosas.
Esa cualidad de empleado es lo que abrió una brecha entre aquella generación y la mía. Soy capaz de hacer un buen trabajo casi en cualquier género, con la excepción del género de terror. No tengo ningún tipo de afinidad por ese género. Pero uno tiene que trabajar en lo que le ofrecen.
Hace años me reuní con un ejecutivo de un estudio. Me preguntó por qué mi currículum estaba tan jodidamente cojo, y por qué había cogido todos esos encargos de mierda. Y yo le contesté: “Por desgracia, sólo cojo los trabajos que me ofrecen. Y eso es lo que sucede en el mundo real, amigo.”
Anderson: ¿Se requiere algún tipo de músculo creativo diferente, uno que sea necesario para poder afrontar todos esos trabajos?
Chaykin: Estoy comprometido de forma paranoica con la consistencia, porque creo que no se me puede tomar en serio a menos que sea capaz de ofrecer un producto basado en la calidad uniforme. Y seamos sinceros, la calidad no conlleva necesariamente ningún tipo de garantía de éxito en el negocio del comic book. Pero eso es todo lo que puedo ofrecer. Cuando te cogen para trabajar exclusivamente como dibujante, es mi responsabilidad intentar entregar el mejor trabajo que me sea posible bajo dichas circunstancias. Y eso se aplica tanto a cuando estoy haciendo un trabajo en el que detento la propiedad intelectual como cuando estoy haciendo un trabajo por encargo.
Hace un par de años vi una tarifa de precios que pasaron los chicos que se encargaban del aspecto técnico (no recuerdo si se encargaban de la rotulación o del color) y la lista de precios era insultante. Parecía algo en plan, “este precio es por el mejor trabajo que podemos hacer, este precio es por un trabajo bien hecho, y este por hacer lo que sea.” Me parece una mierda.
Independientemente de lo que te estén pagando, independientemente de cuál sea tu trabajo, tienes que poner en la mesa lo mejor que te permitan tus habilidades. Hacer las cosas sobre la base de lo que te pagan es una mierda.
Ahora voy a usar una frase que me hace temblar, pero creo yo soy una marca. Así que cuando un tío me contrata, sabe bien lo que va a obtener. Y me gusta estar a la altura de esas expectativas. De vez en cuando puede que te sorprenda, pero prefiero sorprender de forma positiva en vez de negativa.
(Continuará)
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