Alan Moore: ¿Por qué no vas a divertirte un poco cuando estás tratando con los problemas más profundos de la mente? Alan Moore habla sobre Fashion Beast, Jacques Derrida y los superhéroes modernos.
Entrevista de Stuart Kelly para The Guardian, 22 de noviembre de 2013. Traducida por Frog2000.
Cuando Alan Moore entra en la bastante estéril oficina de Waterstones en donde ha accedido a hablar conmigo, se produce cierto tono de contoneo, una interrupción repentina del lustre. La parte de cara que sobresale de la barba, los dedos anillados, el bastón que uno siente que podría utilizar como una varita o un garrote en cualquier momento: se parece al hermano díscolo de Hagrid o al primo sospechoso de Gandalf. Su sonrisa podría derrumbar edificios, aunque dudo que el hombre que reinventó el cómic de superhéroes quisiera poseer tales poderes. Está aquí para promocionar "Fashion Beast", un proyecto inusual incluso si se tiene en cuenta una carrera que ha sido excepcionalmente idiosincrásica. "Fashion Beast", una idea iniciada por la leyenda del punk Malcolm McLaren, iba a ser una película en origen. Ahora - 28 años después - se ha convertido en un comic book. La historia propone la relación entre un diseñador solitario de la moda, Celestine, su aprendiz, Jonni Tare, y su modelo favorita, Doll. Como era de esperar en el autor de V de Vendetta, Watchmen, La Liga de los Hombres Extraordinarios y Lost Girls, combina el ingenio satírico y la filípica furiosa, la política radical y la ambigüedad sexual. Tal vez lo más extraño de todo sea que Moore apenas puede recordar haberlo escrito.
Le comento a Moore lo delicioso que me resulta estar hablando con él sobre una película que nunca se hizo y que terminó convirtiéndose en un cómic, en lugar de ser un cómic que ha llegado hasta la pantalla. En el pasado, Moore ha comentado abiertamente el desprecio que le produce esto último. Cruza de forma característica una risa y un carraspeo y me dice: "Sin duda, desde mi punto de vista fue mucho más agradable. Creo en lo más hondo que las películas no se prestan al proceso de adaptación al cine, y sobre todo no me gusta la forma actual de hacer adaptaciones cinematográficas de los comic books, donde esencialmente los personajes centrales tan sólo son franquicias con las que se puede trabajar sin cesar sin que aparentemente tengan sentido alguno. En la mayoría de los casos, los cómics originales fueron muy superiores a la película. Este proyecto supuso mi primer guión para el cine, o por lo menos el intento de uno. Estoy satisfecho con los resultados y creo que Malcolm también estaba muy satisfecho con los resultados, pero por culpa de circunstancias ajenas a cualquiera de nosotros, la película nunca se llegó a realizar. Por lo tanto, era como si estuviese existiendo en una extraña zona influyente de mis recuerdos".
"Probablemente nunca he creído que terminase haciéndose realidad", continúa, "pero cuando mi editor me dijo que había logrado encontrar una copia del guión y sugirió que tal vez conseguiría que el excelente guionista Anthony Johnson escribiese la adaptación de mi argumento... no sabía si iba a funcionar, pero sonaba muy bien, porque yo no iba a tener que trabajar en absoluto. Fue lo que más me atrajo del proyecto. Pero luego, cuando el material comenzó a llegar, me pareció muy inusual. Por una parte creo que la adaptación ha sido muy fluida. Y cuando empecé a ver lo que Facundo Percio había dibujado, supuso una experiencia fantástica, porque me había olvidado por completo de todo lo relacionado con "Fashion Beast". Era como leer algo realizado por otra persona, y a la chita callando también me quedé bastante impresionado conmigo mismo. Me quedé muy contento con esta obra", sonríe.
Para ser una historia concebida en 1985, "Fashion Beast" funciona tanto como un presagio de las siguientes obras de Moore como también, extrañamente, como si la hubiese escrito con el conocimiento previo de lo que ocurriría en el mundo durante esos años intermedios. "¿Es de 1985? ¡Caray!", grita, con una mirada de asombro en sus ojos. "¿Fue tan pronto? No recordaba que fuese de 1985, habría aceptado que probablemente estuviese escrita a finales de los ochenta, por lo que me ha dejado muy sorprendido, porque hay una gran cantidad de los sentimientos políticos que iría ampliando en mis futuras obras, y ciertamente también las políticas sexuales. Además contiene ciertos rasgos precursores de mi pensamiento mágico, porque hablo de la moda como una actividad casi chamánica, así que me he quedado muy sorprendido al comprobar que en aquel entonces también estaba pensando en todas esas cosas".
"McLaren", dice Moore, "concebía la película como "un "mash-up" de La Bella y la Bestia y la vida de Christian Dior. También incluía otros elementos: era un poco como Chinatown y otro poco como Flashdance, lo que me dejó boquiabierto. Creo que él se esperaba que yo le diese una profundidad política y sexual a la mezcla".
"Fue Malcolm quien sugirió que los personajes principales fuesen un chico que se parece a una chica que se parece a un chico y viceversa. Lo extraño era que en 1985 nadie tenía una visión parecida sobre la industria de la moda. Desde entonces, la moda y el fascismo cada vez han camino más cerca uno de otro: ahí tienes a John Galliano haciendo sus pinitos promocionando al Tercer Reich, a Alexander McQueen suicidándose, a Versace y a ese horrible acosador "stalker" detrás suyo. Desde que escribí la obra, casi todo se ha ido haciendo realidad excepto lo del invierno nuclear, pero creo que también estamos trabajando para llegar a eso. La sociedad donde sucede la historia se parece mucho más a la sociedad actual que como era el mundo cultural de 1985."
Algunos han descrito a McLaren como un "situationniste couturier", y me preguntaba qué sentía Moore sobre ese movimiento. De repente comenzaron a sonar algunos eslóganes comerciales: ("Prohibido prohibir", "Sé racional: pidamos lo imposible", "Una enfermedad mental ha barrido el planeta: la banalización"), y Moore se pone a tope. "Soy un montón de cosas", dice. "Tengo gran simpatía por el posicionamiento situacionista. El Situacionismo es una de las raíces de la psicogeografía."
"Me gusta Jacques Derrida, creo que es muy gracioso. Me gusta que mi filosofía también contenga un par de chistes y juegos de palabras. Sé bien que es algo que ofende a otros filósofos, pero creo que él no se tomaba las cosas tan en serio, aunque tenía algunos juegos de palabras maravillosos. ¿Por qué no vas a divertirte un poco cuando estás tratando con los problemas más profundos de la mente? Los Situacionistas... me gusta su estilo, me gusta su actitud, me gusta el eslógan 'por debajo de la calle está la playa', me gusta que se tratase básicamente de un enfoque más intelectual y más artístico de los principios anarquistas. Malcolm era un situacionista: la última vez que hablé con él estaba intentando hacer música con algunas personas que hacían sonidos con la Game Boy. Sonaba como si fuese una basura, pero me gustó el espíritu que había detrás. Era fogoso, era subversivo y creo que iba en serio."
Muchos se arriesgan a subestimar a Moore: que sí, que puede que haya escrito La Cosa del Pantano, pero lo hizo mientras se estaba leyendo parte de la filosofía continental. "Fashion Beast" trata acerca de las influencias edípicas: ¿quién más es capaz de vivir y subvertir las cosas bajo la voz de su amo? Varios guionistas han reconocido a Moore como influencia clave: Neil Gaiman me dijo que Moore había conseguido que apareciese toda una nueva generación de autores. "Fashion Beast" trata sobre aprendices y maestros, alumnos y profesores. Así que ¿cómo te sientes al respecto? "No suelo leerlos mucho. No tengo ningún problema con que la gente reciba cierta inspiración, o quizá que se interese por una de mis ideas, pero me parece importante que lo conviertan en su propia voz, no que reproduzcan mi voz o un eco de la misma. Si su obra está influenciada por mi trabajo, entonces formará parte de un proceso que les llevará a desarrollar sus propias voces, mucho más adecuadas, y entonces me alegraré un montón. China Miéville tiene todos mis respetos, no he leído sus cosas, pero me han contado lo que hace. Grant Morrison ha puesto en práctica una táctica que él mismo suele pregonar mediante la que no sólo ha basado algunas de sus historias en mi estilo o en mi obra, sino que también ha intentado hacerse más famoso poniéndome a parir cada vez que tiene oportunidad. No tengo nada que ver con él".
Cuando le menciono que Geoff Johns ha hecho toda una serie de Green Lantern que se basa en su relato "Tygers" se pone un poco quisquilloso. "Verás", dice, "no he leído ningún cómic de superhéroes desde que finalicé Watchmen. Odio los superhéroes. Creo que son abominaciones. Ya no significan lo que solían significar. Originalmente estaban en manos de guionistas que ampliaban activamente la imaginación de su público de entre nueve a trece años. Estaban destinados a eso, y lo hacían de una forma excelente. Actualmente, los cómics de superhéroes no están dirigidos a un público de entre nueve y trece, porque no tienen nada que ver con ellos. En gran parte, su público tiene 30, 40, 50, 60 años, y por lo general suelen ser hombres. A alguien se le ocurrió el término "novela gráfica". Sus lectores están enganchados, por lo que simplemente [las editoriales] estaban interesadas en descubrir una etiqueta que pudiese validar su continuo amor por Green Lantern o Spider-Man sin que de alguna forma pareciesen emocionalmente subnormales. Es un sesgo significativo del público adicto habitual de los superhéroes. No creo que "superhéroe" sea sinónimo de nada bueno. Me parece alarmante que un público compuesto por adultos vaya a ver la película de los Vengadores y se deleite con conceptos y personajes destinados a entretener a los chavales de doce años de la década de los cincuenta".
Después de haber charlado acerca de que sus tebeos se han convertido en películas y que sus guiones para cine se han convertido en cómics, Moore está más preocupado por Jerusalén, su novela.
"Ahora estoy con el último capítulo oficial, estoy haciendo algo al estilo de Dos Passos. Debería estar acabado a finales de año o cerca del mismo. No sé si le gustará a alguien más", reflexiona. Por mi parte no puedo esperar, y por eso tengo la impresión de que su estilo y su gusto por pioneros como Iain Sinclair y Michael Moorcock lo ha convertido en el centro de la cultura literaria. Él suspira, sacudiendo las paredes: "¡Oh Dios, ¿crees que lo somos?, Oh, no, entonces ¡nosotros somos el "mainstream"!
Entrevista de Stuart Kelly para The Guardian, 22 de noviembre de 2013. Traducida por Frog2000.
Cuando Alan Moore entra en la bastante estéril oficina de Waterstones en donde ha accedido a hablar conmigo, se produce cierto tono de contoneo, una interrupción repentina del lustre. La parte de cara que sobresale de la barba, los dedos anillados, el bastón que uno siente que podría utilizar como una varita o un garrote en cualquier momento: se parece al hermano díscolo de Hagrid o al primo sospechoso de Gandalf. Su sonrisa podría derrumbar edificios, aunque dudo que el hombre que reinventó el cómic de superhéroes quisiera poseer tales poderes. Está aquí para promocionar "Fashion Beast", un proyecto inusual incluso si se tiene en cuenta una carrera que ha sido excepcionalmente idiosincrásica. "Fashion Beast", una idea iniciada por la leyenda del punk Malcolm McLaren, iba a ser una película en origen. Ahora - 28 años después - se ha convertido en un comic book. La historia propone la relación entre un diseñador solitario de la moda, Celestine, su aprendiz, Jonni Tare, y su modelo favorita, Doll. Como era de esperar en el autor de V de Vendetta, Watchmen, La Liga de los Hombres Extraordinarios y Lost Girls, combina el ingenio satírico y la filípica furiosa, la política radical y la ambigüedad sexual. Tal vez lo más extraño de todo sea que Moore apenas puede recordar haberlo escrito.
Le comento a Moore lo delicioso que me resulta estar hablando con él sobre una película que nunca se hizo y que terminó convirtiéndose en un cómic, en lugar de ser un cómic que ha llegado hasta la pantalla. En el pasado, Moore ha comentado abiertamente el desprecio que le produce esto último. Cruza de forma característica una risa y un carraspeo y me dice: "Sin duda, desde mi punto de vista fue mucho más agradable. Creo en lo más hondo que las películas no se prestan al proceso de adaptación al cine, y sobre todo no me gusta la forma actual de hacer adaptaciones cinematográficas de los comic books, donde esencialmente los personajes centrales tan sólo son franquicias con las que se puede trabajar sin cesar sin que aparentemente tengan sentido alguno. En la mayoría de los casos, los cómics originales fueron muy superiores a la película. Este proyecto supuso mi primer guión para el cine, o por lo menos el intento de uno. Estoy satisfecho con los resultados y creo que Malcolm también estaba muy satisfecho con los resultados, pero por culpa de circunstancias ajenas a cualquiera de nosotros, la película nunca se llegó a realizar. Por lo tanto, era como si estuviese existiendo en una extraña zona influyente de mis recuerdos".
"Probablemente nunca he creído que terminase haciéndose realidad", continúa, "pero cuando mi editor me dijo que había logrado encontrar una copia del guión y sugirió que tal vez conseguiría que el excelente guionista Anthony Johnson escribiese la adaptación de mi argumento... no sabía si iba a funcionar, pero sonaba muy bien, porque yo no iba a tener que trabajar en absoluto. Fue lo que más me atrajo del proyecto. Pero luego, cuando el material comenzó a llegar, me pareció muy inusual. Por una parte creo que la adaptación ha sido muy fluida. Y cuando empecé a ver lo que Facundo Percio había dibujado, supuso una experiencia fantástica, porque me había olvidado por completo de todo lo relacionado con "Fashion Beast". Era como leer algo realizado por otra persona, y a la chita callando también me quedé bastante impresionado conmigo mismo. Me quedé muy contento con esta obra", sonríe.
Para ser una historia concebida en 1985, "Fashion Beast" funciona tanto como un presagio de las siguientes obras de Moore como también, extrañamente, como si la hubiese escrito con el conocimiento previo de lo que ocurriría en el mundo durante esos años intermedios. "¿Es de 1985? ¡Caray!", grita, con una mirada de asombro en sus ojos. "¿Fue tan pronto? No recordaba que fuese de 1985, habría aceptado que probablemente estuviese escrita a finales de los ochenta, por lo que me ha dejado muy sorprendido, porque hay una gran cantidad de los sentimientos políticos que iría ampliando en mis futuras obras, y ciertamente también las políticas sexuales. Además contiene ciertos rasgos precursores de mi pensamiento mágico, porque hablo de la moda como una actividad casi chamánica, así que me he quedado muy sorprendido al comprobar que en aquel entonces también estaba pensando en todas esas cosas".
"McLaren", dice Moore, "concebía la película como "un "mash-up" de La Bella y la Bestia y la vida de Christian Dior. También incluía otros elementos: era un poco como Chinatown y otro poco como Flashdance, lo que me dejó boquiabierto. Creo que él se esperaba que yo le diese una profundidad política y sexual a la mezcla".
"Fue Malcolm quien sugirió que los personajes principales fuesen un chico que se parece a una chica que se parece a un chico y viceversa. Lo extraño era que en 1985 nadie tenía una visión parecida sobre la industria de la moda. Desde entonces, la moda y el fascismo cada vez han camino más cerca uno de otro: ahí tienes a John Galliano haciendo sus pinitos promocionando al Tercer Reich, a Alexander McQueen suicidándose, a Versace y a ese horrible acosador "stalker" detrás suyo. Desde que escribí la obra, casi todo se ha ido haciendo realidad excepto lo del invierno nuclear, pero creo que también estamos trabajando para llegar a eso. La sociedad donde sucede la historia se parece mucho más a la sociedad actual que como era el mundo cultural de 1985."
Algunos han descrito a McLaren como un "situationniste couturier", y me preguntaba qué sentía Moore sobre ese movimiento. De repente comenzaron a sonar algunos eslóganes comerciales: ("Prohibido prohibir", "Sé racional: pidamos lo imposible", "Una enfermedad mental ha barrido el planeta: la banalización"), y Moore se pone a tope. "Soy un montón de cosas", dice. "Tengo gran simpatía por el posicionamiento situacionista. El Situacionismo es una de las raíces de la psicogeografía."
"Me gusta Jacques Derrida, creo que es muy gracioso. Me gusta que mi filosofía también contenga un par de chistes y juegos de palabras. Sé bien que es algo que ofende a otros filósofos, pero creo que él no se tomaba las cosas tan en serio, aunque tenía algunos juegos de palabras maravillosos. ¿Por qué no vas a divertirte un poco cuando estás tratando con los problemas más profundos de la mente? Los Situacionistas... me gusta su estilo, me gusta su actitud, me gusta el eslógan 'por debajo de la calle está la playa', me gusta que se tratase básicamente de un enfoque más intelectual y más artístico de los principios anarquistas. Malcolm era un situacionista: la última vez que hablé con él estaba intentando hacer música con algunas personas que hacían sonidos con la Game Boy. Sonaba como si fuese una basura, pero me gustó el espíritu que había detrás. Era fogoso, era subversivo y creo que iba en serio."
Muchos se arriesgan a subestimar a Moore: que sí, que puede que haya escrito La Cosa del Pantano, pero lo hizo mientras se estaba leyendo parte de la filosofía continental. "Fashion Beast" trata acerca de las influencias edípicas: ¿quién más es capaz de vivir y subvertir las cosas bajo la voz de su amo? Varios guionistas han reconocido a Moore como influencia clave: Neil Gaiman me dijo que Moore había conseguido que apareciese toda una nueva generación de autores. "Fashion Beast" trata sobre aprendices y maestros, alumnos y profesores. Así que ¿cómo te sientes al respecto? "No suelo leerlos mucho. No tengo ningún problema con que la gente reciba cierta inspiración, o quizá que se interese por una de mis ideas, pero me parece importante que lo conviertan en su propia voz, no que reproduzcan mi voz o un eco de la misma. Si su obra está influenciada por mi trabajo, entonces formará parte de un proceso que les llevará a desarrollar sus propias voces, mucho más adecuadas, y entonces me alegraré un montón. China Miéville tiene todos mis respetos, no he leído sus cosas, pero me han contado lo que hace. Grant Morrison ha puesto en práctica una táctica que él mismo suele pregonar mediante la que no sólo ha basado algunas de sus historias en mi estilo o en mi obra, sino que también ha intentado hacerse más famoso poniéndome a parir cada vez que tiene oportunidad. No tengo nada que ver con él".
Cuando le menciono que Geoff Johns ha hecho toda una serie de Green Lantern que se basa en su relato "Tygers" se pone un poco quisquilloso. "Verás", dice, "no he leído ningún cómic de superhéroes desde que finalicé Watchmen. Odio los superhéroes. Creo que son abominaciones. Ya no significan lo que solían significar. Originalmente estaban en manos de guionistas que ampliaban activamente la imaginación de su público de entre nueve a trece años. Estaban destinados a eso, y lo hacían de una forma excelente. Actualmente, los cómics de superhéroes no están dirigidos a un público de entre nueve y trece, porque no tienen nada que ver con ellos. En gran parte, su público tiene 30, 40, 50, 60 años, y por lo general suelen ser hombres. A alguien se le ocurrió el término "novela gráfica". Sus lectores están enganchados, por lo que simplemente [las editoriales] estaban interesadas en descubrir una etiqueta que pudiese validar su continuo amor por Green Lantern o Spider-Man sin que de alguna forma pareciesen emocionalmente subnormales. Es un sesgo significativo del público adicto habitual de los superhéroes. No creo que "superhéroe" sea sinónimo de nada bueno. Me parece alarmante que un público compuesto por adultos vaya a ver la película de los Vengadores y se deleite con conceptos y personajes destinados a entretener a los chavales de doce años de la década de los cincuenta".
Después de haber charlado acerca de que sus tebeos se han convertido en películas y que sus guiones para cine se han convertido en cómics, Moore está más preocupado por Jerusalén, su novela.
"Ahora estoy con el último capítulo oficial, estoy haciendo algo al estilo de Dos Passos. Debería estar acabado a finales de año o cerca del mismo. No sé si le gustará a alguien más", reflexiona. Por mi parte no puedo esperar, y por eso tengo la impresión de que su estilo y su gusto por pioneros como Iain Sinclair y Michael Moorcock lo ha convertido en el centro de la cultura literaria. Él suspira, sacudiendo las paredes: "¡Oh Dios, ¿crees que lo somos?, Oh, no, entonces ¡nosotros somos el "mainstream"!
1 comentario:
Buenísima breventrevista! Gracias por compartirla. Saludos!
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