Entrevista realizada por S. C. Ringgenberg para The Comics Journal 171 (1994). Traducida por Frog2000. Parte 1, parte 2, parte 3, parte 4.
RINGGENBERG: Si tuvieras la prerrogativa de hacerlo, ¿qué tipo de detalles cambiarías de cualquiera de los títulos Razorline?
RINGGENBERG: Si tuvieras la prerrogativa de hacerlo, ¿qué tipo de detalles cambiarías de cualquiera de los títulos Razorline?
BARKER: Bueno, me remito a la respuesta que te acabo de dar. ¿Por qué hacerlo? Ahora estamos trabajando en otra cosa. Estamos haciendo nuevo material. Nuevos números y nuevas historias. No tienes por qué fastidiar a nadie porque no hizo ayer lo que tú creías que debía hacer. Es un poco como lo que ocurre contigo: estás aquí, vas a revisar este artículo para que lo publiquen, y luego cogerás y dirás: "Esta es la conversación que Clive y yo celebramos durante dos noches de enero. Es un reflejo de una serie de sentimientos que tuvimos durante esas dos noches en particular." Sentimientos que muy bien podrían cambiar en el momento en el que aparezca este artículo, porque somos seres humanos y nos desarrollamos y evolucionamos y buscamos algo más en nuestras vidas, así que decidimos que sentimos cosas diferentes sobre lo mismo. ¿Invalida eso lo que sentimos esas noches mientras mantuvimos nuestra conversación? ¡En absoluto! Creo que una de las cosas que nos perdemos al crear arte e historias es la noción de que todo es como un diario. Todo es un reflejo de un estado mental particular de un momento particular de nuestras vidas. Me doy cuenta al revisar prácticamente cada cosa que haya escrito durante los últimos diez años, aunque sé que no podría escribirlo de nuevo. He cambiado, estoy en un sitio diferente. No creo en lo mismo, la gente que estuvo metida en mi vida y que fueron la base de muchos de los personajes también han cambiado, tienen una respuesta diferente ante la vida, una reacción diferente ante la muerte, diferentes reacciones ante los perros y los espaghetti, ¡sólo porque hemos cambiado! Eso no significa que cuando mire ese material me diga: "Guau, era bueno, y creo que lo que hago ahora es peor", o viceversa. Pienso: "yo era así, de esa forma". De nuevo podemos aludir a nuestros juicios habituales sobre el negocio, te podrías morir juzgando. Puedes pasar un montón de tiempo mortificándote con lo que ha dicho tal o cuál persona. Puedes mortificarte con las críticas, con las ventas, con el asunto de por qué la portada era azul cuando en realidad la querías en rojo. La verdad es que si se hizo en azul, se hizo en azul. Fin de la historia. Si ha vendido tres copias o tres mil, o trescientas mil, eso es lo que ha vendido. El trabajo es el trabajo. Vamos a por lo siguiente. ¿Sabes qué quiero decir?
RINGGENBERG: Si, así es la cultura occidental, especialmente la americana, que parece obsesionada con los resultados del proceso.
BARKER: Y al final nunca se están refiriendo al proceso, sino a la meta en lugar de hacer referencia al viaje. Son cosas muy obvias que mucha gente no suele decir con más elocuencia, no creo que particularmente en el negocio de escribir guiones de películas o lo que sea, se enfaticen estos temas todo lo que deberían. Me hubiese encantado que a los dieciocho alguien me hubiese dicho que no me agobiase demasiado por los resultados, que en su lugar echase un ojo a todo el proceso. Probablemente habría sido una de la cosas más útiles que nadie me hubiese dicho nunca. Lo mismo ocurre con cualquiera que vaya a meterse en las artes, les diría: "mira. No te fustigues porque no hayas escrito Moby Dick. Deberías estar orgulloso porque hayas podido escribir algo. Y ahora sigue adelante y ponte con otra cosa."
RINGGENBERG: Bueno, quiero decir, dios... escribir una novela es una situación tremenda, ¡incluso si escribes una mala!
BARKER: Por supuesto. Lo haces con la mejor de las intenciones y a veces las cosas no salen como te gustaría y acabas con algo entre manos bastante alejado de lo que habías soñado conseguir. Pero cuando dices que todo esto trata sobre la cultura occidental tienes razón, porque en gran medida se fija en los resultados que se pueden cuantificar. Y en cuanto a las artes, casi resulta imposible hacerlo. Así que una de las cosas que están ocurriendo es que cierto tipo de mentalidad crítica empieza a ocuparse de ese material, cada vez más, y no del propio artista, y entonces llega alguien y dice: "Bien, como no podemos cuantificar esto de una forma estética, lo haremos mediante cifras. Le pondremos precio. Colocaremos las cosas en una lista." En Norteamérica resulta particularmente nocivo. Ahora es mucho más obvio, porque acabamos de cambiar de año y durante las Navidades ¡todo el mundo aparecía con sus jodidas listas! [Ringgenberg se ríe.] De repente hay listas de esto y de lo otro, y la de las diez mejores cosas y la de las diez peores, ¡y yo ya ni me entero! ¿A quién le importa una mierda todo eso? El hecho es que hay películas, y libros, que me han conquistado y que se han quedado en mi corazón sin tener que enterarme por ninguna jodida lista. Y muchas de las cosas que aparecen en esas listas no me impresionan demasiado. Deberíamos utilizar nuestros instintos y guiarnos por lo que nos agrada, en lugar de dejar que alguien nos diga cuáles son las diez mejores cosas desde que se descubrieron las rebanadas de pan. Si te fijas en la Wizard siempre están en plan "los diez mejores dibujantes, los diez mejores guionistas, los diez mejores..." Quiero decir, ¡hay jodidas listas por todos lados! ¿Y por qué? ¿Porque el lector se cree de forma absoluta que en algún absoluto universo platónico estas cosas son absolutamente mejores que las cosas que aparecen en los puestos más bajos de la lista? ¿Hay alguien tan cándido como para creerlo?
RINGGENBERG: Supongo que algo como la Wizard está dirigida eminentemente para los críos.
BARKER: Razón de más para no meter ninguna lista en su cabeza con la edad que tienen. Los niños deberían ser los que más libertad deberían tener. "Seguiré mi instinto. No me gusta el brócoli. Sencillamente no me gusta. No me importa si aparece en el número uno de la lista, porque no me gusta." Y deberías tener la libertad de poder decir algo parecido cuando eres niño, incluso más que cuando eres un adulto. Pero estamos obsesionados con ese tema, y me parece enfermizo. Ya es suficientemente malo cuando lo aplicas en actos no artísticos, pero cuando lo son, creo que tanto para el artista como para el medio artístico es especialmente nocivo.
RINGGENBERG: Si. Bueno, en mi vida personal he trabajado con un montón de chavales, he departido clases sobre cómic y cosas así. Y una de las cosas
bastante perturbadoras
que me he encontrado una y otra vez es que muchos de esos chavales están obsesionados con el coste de tu colección. Suelo intentar enseñarles algo más: "mira, chaval, probablemente haya diez millones de copias de ese cómic de X-Men preservadas en plástico. No te preocupes por lo que puede costar, compra sólo lo que te guste."
BARKER: Si, y es difícil. Llevo poco en el negocio, pero he estado en docenas de Convenciones y me preocupa bastante que un chaval de ocho años coja un tebeo y que en lugar de pedirme "fírmamelo, por favor," diga en su lugar, "fírmamelo, ¡pero no lo toques con los dedos!", quiero decir, en realidad están diciendo: "¡No te atrevas a poner tus dedos sobre este cómic que me estás firmando!"
RINGGENBERG: ¿Te ha pasado alguna vez?
BARKER: Oh, docenas de veces.
RIGGENBERG: ¡Es terrible!
BARKER: Si, es algo posesivo, el tema del dinero es enfermizo.
RINGGENBERG: Los fans de los comic books... creo que algunos siempre han tenido
una especie de personalidad anal retentiva. Ese parece ser el tipo dominante.
BARKER: ¿Será cierto? Me refiero a que mejor que no. Supongo que lo pregunto porque no me lo quiero ni creer.
RINGGENBERG: Bien, cuando he visitado sitios como la San Diego Con, a la que llevo acudiendo desde principios de los setenta, siempre me ha dado esa impresión, y parece como si fuese un festival gargantuesco de la avaricia, casi no hay ni diversión.
BAREKER: Bueno, no he ido nunca, así que díme: ¿a principios de los setenta también era una fiesta de la avaricia? ¿O era como un intercambio sencillo y bastante abierto, lleno de entusiasmo?
RINGGENBERG: Claro, era mucho más parecido a una gran fiesta. Supongo que siempre debería funcionar de esa forma, en lugar de, bueno, como si fuese algo parecido a la Gran Feria del Libro de Nueva York, una enorme feria del libro.
BARKER: Sigue siendo una gran fiesta, sólo que siempre recuerda a una del partido republicano. [Ringgenberg se ríe.] Parece que todo gira completamente alrededor del dinero, es un negocio especulativo. Creo que ocurre lo mismo por todas partes, obviamente, el cine también se mueve por el dinero. Supongo que los libros también, aunque creo que sigue habiendo huecos pequeños y huecos gigantescos, gente que a nivel individual sigue teniendo genuino entusiasmo. He tenido la suerte de colaborar con muchos de ellos a lo largo de mi carrera, editores y editores artísticos, etcétera, que se dan cuenta de que, por supuesto, hay que amasar dinero para finales de año y hay que pagar los sueldos y todo eso, pero que básicamente están allí porque les encantan los libros y sienten que es una forma muy útil de comunicar ideas a la gente. Desafortunadamente, la mayor parte de la gente que está en los cómics no piensa en el medio como tal. Así que acabas viendo un montón de ideas muy confusas sobre la paz y la tranquilidad logradas a base de derramamiento de sangre, que es la estructura fundamental que se puede ver en la narrativa superheróica. Ejerces violencia con la intención de conseguir la paz mundial. O en su lugar, más recientemente ha surgido un movimiento muy interesante sobre la idea del anti-héroe, pero ahora se ha convertido en una especie de cliché para el resto, algo muy oscuro, con gente con problemas causando mucho dolor en las calles con el fin de vengarse de un mundo que ha hecho la vista gorda cuando perdieron a su esposa, a sus hijos o a su perro. De nuevo, me parece que hay un par de personas que hicieron algo significativo al comienzo, y más tarde todo el mundo se ha subido al carro y ha contado la misma historia una y otra vez. Claramente, Frank Miller es una de las personas que al principio de esa tendencia contaron las cosas de una forma significativa. Luego tenemos a un montón de imitadores. Es bastante deprimente.
RINGGENBERG: Si, estoy de acuerdo contigo. Sin embargo, algunas cosas son brillantes. Si te fijas en alguien como Al Williamson, que lleva en el negocio desde que era un adolescente, y sigue coleccionado páginas de Hal Foster o de Alex Raymond, te darás cuenta de que trabaja con genuino amor por el medio.
BARKER: Soy un gran admirador de Al. Ahí tienes a Gene Colan trabajando en el título de Harrowers en Marvel, soy un gran admirador. Creo que hay dibujantes maravillosos. Una de las pautas de esta ultimísima generación es que muchos de esos dibujantes tienen pretensiones de escribir. Pero me parece desastroso. En el momento en el que un artista se pregunta cómo se escribe un diálogo, todo empieza a enmarañarse. Es muy raro encontrar a un guionista genuino.
RINGGENBERG: Bueno, por supuesto, ahí tienes a Miller, a Eisner, al entrañable Harvey Kurtzman, tristemente fallecido.
BARKER: Si.
RINGGENBERG: Pero sigue habiendo autores interesantes, gente joven como Mark Schultz. Tiene mucho talento.
BARKER: Hay mucha gente con talento. La pregunta es si la próxima revolución en los comic books encontrará nuevo público, si irá más allá de las cosas producidas hábilmente con músculos de cabeza hueca y series violentas.
RINGGENBERG: ¿Tienes alguna idea de lo que podría ocurrir después?
BARKER: Si lo supiera, empezaría a hacerlo ya mismo, ¿sabes? Imagino a miles de creadores de todo el país haciendo lo que les gusta, algo genuino, haciendo algo porque quieren contar una historia, porque quieren llegar a la gente. No porque quieran vender más páginas en la próxima Convención. No porque quieran ganar un millón de dólares y comprarse un coche más lujoso. Porque nunca, nunca en la historia del arte ha surgido algo artístico cuando alguien lo hace con el deseo de tener un segundo Porsche. Así no funcionan las cosas. La gente habla sobre la idea de que los comic books sean considerados como algo artístico, pero al mismo tiempo se leen y se preocupan por las listas. Ahora, todos sabemos que muchas de las cosas que están por ahí rozando constantemente el número uno de las listas son elementos o cosas que tienen buenas ventas porque fueron fabricadas para tenerlas. El mercado está lleno de hype y especulación, y hay gente que funciona con el mínimo denominador común para llegar a un montón de mentes adolescentes sin entrenamiento y completamente vulnerables. Si fuesen honestas, esas mismas personas deberían decir: "Estoy en esto por el dinero, de la misma forma podría producir anuncios o zapatos o helado." En el momento en que cualquiera de esas personas comienzan a hablar sobre el arte de los cómics, yo empiezo a llorar, porque entonces me gustaría contestarles: "bueno, Jesucristo, si realmente te importa tanto el arte de los cómics, ¿por qué no intentas empujar el medio hacia posiciones más frescas, intentas hacer algo que sea un poco más novedoso?" Dicho esto, tampoco puedes hacer las cosas demasiado novedosas, porque el mercado no te lo va a permitir. Soy muy consciente de que durante mi participación en el cine y en los cómics, lo máximo que podía esperar era ser un cinco por ciento más fresco que el tío anterior, ¿sabes? Nunca te van a dejar ser un cien por ciento más fresco. No puedes serlo porque nunca te publicarían la obra. Nadie respaldaría tu visión. Tienes que hacerlo de forma gradual.
RINGGENBERG: Recuerdo cuando leí la historia de Buñuel y Dali en el estreno de "Un Perro Andaluz", que provocó peleas y la gente la odió completamente. ¡Querían echar abajo el cine!
BARKER: Bien, creo que la familia de Buñuel era muy rica y que él consiguió el dinero de su madre. Así que no siempre puedes conseguir que tu madre te preste dinero, tenemos que ganarnos el jornal. Pero es un buen ejemplo. Está claro que al principio no vas a poder empujar las cosas los suficientemente lejos porque, como decías, la gente echaría abajo el cine, o en este caso simplemente no comprarían el cómic. Me refiero a que me encantaría que un comic book fuese tan escandaloso que violase el gusto del lector hasta tal punto de que la gente dijese: "¡Cristo Todopoderoso! ¡Voy a quemar las tiendas de cómic porque esto me parece monstruoso!" Pero no va a pasar. Para empezar, si fuese tan radical, nunca habrían publicado el cómic. Y el segundo motivo es que nadie lo iba a distribuir. El tercero es que aunque fuese distribuido y siguiera siendo muy radical, en su mayoría los lectores no serían capaces de ver que algo es bueno aunque se lo pusieras bajo las narices.
RINGGENBERG: Mi punto de vista sobre los lectores de cómics es que sus gustos son básicamente conservadores. Saben lo que quieren y quieren justo eso.
BARKER: Creo que tienes razón... no estoy seguro de si habrá sido diferente alguna vez. Me refiero a que me encantaría que no fuese de esa forma, pero sospecho que por ciertas razones que no entiendo, los comic books no son capaces de asumir los retos que las películas están constantemente enfrentando. En el clima actual me resulta imposible concebir un tebeo como "Crying Game" [Juego de lágrimas, 1992]. No funcionaría porque nadie lo respaldaría, nadie le daría soporte, no se vendería lo suficiente. El público no podría encontrar el producto. Y digo este ejemplo concreto porque realmente es un tipo extravagante de entretenimiento que, sin embargo, ha encontrado una gran audiencia. Creo que hay un montón de almas cansadas ahí fuera, un montón de gente que está buscando algo interesante, cosas frescas para entretenerse en diferentes medios como el comic book y las películas, las obras de teatro y los libros. Y de todos esos medios en los que me he visto involucrado, el de los comic books es el más conservador, el menos propenso a decir: "hagamos algo original." Es penoso que ese sea el caso porque este medio es muy flexible.
RINGGENBERG: Es cierto, en cómic se puede hacer literalmente cualquier cosa.
BARKER: Puedes hacerlo todo, y se está haciendo muy poco.
RINGGENBERG: Lo sé. Es como si sólo se hubiese alcanzado un cinco por ciento de su potencial.
BARKER: Absolutamente. Si vas a un videoclub te puedes pillar Eraserhead o Parque Jurásico. Pero parece que la mayor parte del tiempo, en los cómics nos veamos forzados a pillarnos "Parque Jurásico", lo más grande y elegante pero esencialmente sin ideas, lo que termina siendo contraproducente. Te sientes como si fuese una experiencia en la que comes comida china. Después es como si todavía estuvieses vacío.
RINGGENBERG: Creo que podríamos acabar con un comentario ligeramente más optimista. ¿Qué opinas sobre el futuro que te espera? ¿hasta dónde te gustaría llegar con tu trabajo, sea cual sea el medio en el que lo hagas?
BARKER: Lo mejor de viajar, de la forma en la que yo recorro el camino, es que no tengo ni la más remota idea de cuál va a ser la próxima isla a la que voy a llegar. Realmente no lo sé. Este año estoy produciendo cuatro películas y produciendo y dirigiendo otra más. Obviamente se harán desde un par de secuelas, Candyman 2 y Hellraiser 4, hasta una película animada de 25 millones de dólares basada en el "El ladrón de días". Resulta una sorpresa y un placer, y espero que dentro de dos años esté igual de sorprendido por algo que aún se está divisando en el horizonte y que no conozco. El año pasado estuve pintando e hice exposiciones, que es algo con lo que no contaba para nada. Espero continuar de igual forma. Deseas que lo que estás haciendo te sorprenda, porque supones que también sorprenderá al público. Para mí es importante hacer que mi trabajo sea fresco, mantener fresca la experiencia artística. Porque de esa forma tengo la constante sensación de estar explorando, la sensación de que no sabes dónde tocarás tierra la próxima vez. Que navegas por el mar sin brújula, y ese es el lugar más emocionante donde puedes estar.
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