Artículo de Bill Randall para The Comics Journal 252 (2003). Traducido por Frog2000. Parte 1, parte 2, parte 3, parte 4.
Una buena comparación podría ser la técnica de "corriente de conciencia" literaria, aunque en las páginas de los cómics recuerda más a un rompecabezas que al rápido flujo enarbolado por Joyce o Woolf. Hagio agarra emociones únicas, momentos y sueños de profunda introspección, y los dibuja de una forma que le permite al lector explorarlos, perderse en sus composiciones de página. En lugar de fragmentar las emociones en varias viñetas de una forma analítica, Hagio le ofrece al lector algo que se aproxima al suceso en sí, aunque dicho suceso tampoco fomente una reflexión distanciada sobre las emociones que se producen, sino que supone la aceptación voluntaria de las mismas. Su técnica se encuentra desnuda de contenido emocional, y para el lector sensitivo resulta bastante efectiva.
Hagio no solo permite que su imaginación visual vuele a grandes alturas, sino que es capaz de inventar un sistema de códigos para cada emoción expuesta por los personajes. A partir de entonces dichos códigos han sido estandarizados en el shojo manga. Algunos códigos son bastante obvios, y en manos menos hábiles apestarían como una alcantarilla, especialmente cuando se utilizan alas de ángeles o pétalos de rosas. Desafortunadamente, hoy en día el medio se encuentra plagado de artistas que sacan a relucir estos códigos una y otra vez sin parecer merecérselo. Sin embargo, su utilización por parte de Hagio está repleta de toda la energía potenciada que enarbola quien hace descubrimientos novedosos. Algunas de sus metáforas visuales, como el dibujo de Erich asaeteado por flechas, poseen una poderosa fuerza visual. Cuando utiliza los códigos más obvios como las alas de los ángeles, lo hace porque la historia lo requiere. Yuri ve a los demás como ángeles, no solo porque se suele quedar ensimismado, sino porque también está dándole vueltas al sacerdocio. Hagio trata sus reflexiones y cábalas con sensibilidad mientras va entretejiendo la imaginería de Christian a lo largo del telar compuesto por la narración. En una de las primeras escenas, Yuri huye de Oscar pasando por una puerta arqueada con dos cruces. En la siguiente página, toda la iglesia parece agitarse en una viñeta vagamente esbozada. Ambas imágenes subrayan la importancia de la Iglesia para Yuri, mientras que además nos muestran el amplio abanico de estrategias narrativas que Hagio es capaz de utilizar.
A lo largo de la obra el artista emplea técnicas narrativas tan sutiles como dramáticas. Como suele ocurrir con muchos otros artistas del shojo, a menudo se apoya más en la segunda opción, como cuando Yuri, visiblemente alterado, se esconde de un temerario Oscar. En la viñeta, el esbozo que Hagio hace de Yuri, un cuerpo apenas esbozado, contrasta fuertemente con el profundo y oscurísimo uniforme escolar de Oscar. Sin embargo, Hagio también emplea otros efectos más sutiles. Cuando Yuri escapa del enfurecido Oscar, Hagio inclina tremendamente la escalera, logrando así que la imagen viole todas las leyes de la perspectiva, y haciendo que el descenso de Yuri parezca mucho más frenético. Al emplear técnicas casi imperceptibles como la anterior, Hagio logra enfatizar la vida interior de sus personajes mediante las estancias y ambientes que los rodean. Es una falacia patética: las emociones suelen ser las que crean el ambiente y no al revés. En su lugar, las emociones honestas y directas de estos personajes dominan el tono de Thomas. A lo largo de la obra Hagio le dedica una delicada atención a las reacciones de Yuri ante la aparición de Erich, o a los sentimientos ocultos de Oscar. Resulta difícil imaginar que existan chavales tan sensibles en la realidad, pero podría haberlos, especialmente si fuesen reemplazados por las criaturas idealizadas y andróginas del shojo manga. De hecho, Hagio juega continuamente con el hecho de llevar a cabo este tipo de sustitución a lo largo de toda su obra. Las historias de A, A´ se centran en personas que han perdido a alguien tan solo para que otro aparezca para reemplazarlo. El mismo proceso se apodera de Yuri, aunque su sustituto, Thomas, se resista a ser comparado con su predecesor fallecido. Al centrarse en cómo los amantes se van encontrando nuevos objetos que colmen su deseo, Hagio se topa con una de las certezas de dicho movimiento afectivo: que esos nuevos amantes existen por sí mismos, no son objetos, por lo que el amor se termina convirtiendo en atracción. Se parece mucho al amor cortés de la Época Medieval europea, y Hagio explora a fondo este territorio con sus fervorosos y vulnerables personajes. Puede que el amor abstracto tenga poco que ver con las relaciones reales, pero no obstante conforma un gran conjunto de reglas muy adecuadas para la creación artística, y lo artístico ha continuado siendo vital desde que Hagio y sus compañeros artistas de los "49ers" idearan este género hace treinta años.
Una buena comparación podría ser la técnica de "corriente de conciencia" literaria, aunque en las páginas de los cómics recuerda más a un rompecabezas que al rápido flujo enarbolado por Joyce o Woolf. Hagio agarra emociones únicas, momentos y sueños de profunda introspección, y los dibuja de una forma que le permite al lector explorarlos, perderse en sus composiciones de página. En lugar de fragmentar las emociones en varias viñetas de una forma analítica, Hagio le ofrece al lector algo que se aproxima al suceso en sí, aunque dicho suceso tampoco fomente una reflexión distanciada sobre las emociones que se producen, sino que supone la aceptación voluntaria de las mismas. Su técnica se encuentra desnuda de contenido emocional, y para el lector sensitivo resulta bastante efectiva.
Hagio no solo permite que su imaginación visual vuele a grandes alturas, sino que es capaz de inventar un sistema de códigos para cada emoción expuesta por los personajes. A partir de entonces dichos códigos han sido estandarizados en el shojo manga. Algunos códigos son bastante obvios, y en manos menos hábiles apestarían como una alcantarilla, especialmente cuando se utilizan alas de ángeles o pétalos de rosas. Desafortunadamente, hoy en día el medio se encuentra plagado de artistas que sacan a relucir estos códigos una y otra vez sin parecer merecérselo. Sin embargo, su utilización por parte de Hagio está repleta de toda la energía potenciada que enarbola quien hace descubrimientos novedosos. Algunas de sus metáforas visuales, como el dibujo de Erich asaeteado por flechas, poseen una poderosa fuerza visual. Cuando utiliza los códigos más obvios como las alas de los ángeles, lo hace porque la historia lo requiere. Yuri ve a los demás como ángeles, no solo porque se suele quedar ensimismado, sino porque también está dándole vueltas al sacerdocio. Hagio trata sus reflexiones y cábalas con sensibilidad mientras va entretejiendo la imaginería de Christian a lo largo del telar compuesto por la narración. En una de las primeras escenas, Yuri huye de Oscar pasando por una puerta arqueada con dos cruces. En la siguiente página, toda la iglesia parece agitarse en una viñeta vagamente esbozada. Ambas imágenes subrayan la importancia de la Iglesia para Yuri, mientras que además nos muestran el amplio abanico de estrategias narrativas que Hagio es capaz de utilizar.
A lo largo de la obra el artista emplea técnicas narrativas tan sutiles como dramáticas. Como suele ocurrir con muchos otros artistas del shojo, a menudo se apoya más en la segunda opción, como cuando Yuri, visiblemente alterado, se esconde de un temerario Oscar. En la viñeta, el esbozo que Hagio hace de Yuri, un cuerpo apenas esbozado, contrasta fuertemente con el profundo y oscurísimo uniforme escolar de Oscar. Sin embargo, Hagio también emplea otros efectos más sutiles. Cuando Yuri escapa del enfurecido Oscar, Hagio inclina tremendamente la escalera, logrando así que la imagen viole todas las leyes de la perspectiva, y haciendo que el descenso de Yuri parezca mucho más frenético. Al emplear técnicas casi imperceptibles como la anterior, Hagio logra enfatizar la vida interior de sus personajes mediante las estancias y ambientes que los rodean. Es una falacia patética: las emociones suelen ser las que crean el ambiente y no al revés. En su lugar, las emociones honestas y directas de estos personajes dominan el tono de Thomas. A lo largo de la obra Hagio le dedica una delicada atención a las reacciones de Yuri ante la aparición de Erich, o a los sentimientos ocultos de Oscar. Resulta difícil imaginar que existan chavales tan sensibles en la realidad, pero podría haberlos, especialmente si fuesen reemplazados por las criaturas idealizadas y andróginas del shojo manga. De hecho, Hagio juega continuamente con el hecho de llevar a cabo este tipo de sustitución a lo largo de toda su obra. Las historias de A, A´ se centran en personas que han perdido a alguien tan solo para que otro aparezca para reemplazarlo. El mismo proceso se apodera de Yuri, aunque su sustituto, Thomas, se resista a ser comparado con su predecesor fallecido. Al centrarse en cómo los amantes se van encontrando nuevos objetos que colmen su deseo, Hagio se topa con una de las certezas de dicho movimiento afectivo: que esos nuevos amantes existen por sí mismos, no son objetos, por lo que el amor se termina convirtiendo en atracción. Se parece mucho al amor cortés de la Época Medieval europea, y Hagio explora a fondo este territorio con sus fervorosos y vulnerables personajes. Puede que el amor abstracto tenga poco que ver con las relaciones reales, pero no obstante conforma un gran conjunto de reglas muy adecuadas para la creación artística, y lo artístico ha continuado siendo vital desde que Hagio y sus compañeros artistas de los "49ers" idearan este género hace treinta años.
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