Este es el nuevo deporte con espectadores: observar la absoluta y horrible desesperación del negocio de la música. Mientras los sellos estadounidenses intentan llamar a sus artistas al orden para que incluyan menos canciones en CD (que como alguien me señaló, es una excelente forma de reducir los pagos de royalties), el negocio musical británico ha empezado a proclamar una nueva Next Big Thing cada semana. Esta vez le ha tocado a Razorlight, un grupo de pálidas e insípidas canciones que sonarían como la peor canción de Strokes que has escuchado, si los Strokes hubiesen olvidado lo poco que aprendieron sobre cómo hacer una canción en las colecciones de discos de sus ricos papis. "Rip It Up" es una absolutamente vergonzosa sacudida de dos minutos de cuatro pub kids borrachos que suenan como si se hubiesen olvidado de tocarla a la mitad. Depurada hasta el límite por Steve Lillywhite, parece música de guitarras segura y confortable para la generación Pop Idol. Podría ser un perfecto y jodido tono de llamada.
Las ventas de discos continúan disminuyendo tanto en Gran Bretaña como en los Estados Unidos, y estoy empezando a creer que la culpa la tienen KaZaA y todo lo que tenga que ver con estos horribles años musicales que estamos viviendo. En cuanto a lo que ocurre aquí, las responsabilidades no pueden recaer en otros que no sean Pop Idol, Pop Academy y lo que sea que sean las otras cosas. Programas de televisión diseñados específicamente para fabricar el producto pop absolutamente menos ofensivo utilizando una estructura de concurso y aplicando la democracia telefónica. Si eres lo suficientemente tonto como para sentarte ante estos espectáculos sin que la parte frontal de tu cabeza se te llene de tumores, tienes la oportunidad de votar por el actor que sea lo suficientemente retrasado como para que te sirva de consuelo.
Son tan risueños sus protagonistas, que incluso las Spice Girls parecen de verdad. Recuerdo al novelista y crítico Nik Cohn asegurando que si hubiese sabido que Bruce Springsteen estaba a la vuelta de la esquina, nunca habría sido tan duro con Bob Dylan. La gente criticaba a las Spice Girls por ser una banda prefabricada, pero ¿quién podría saber que había todo un criadero de vainas a la vuelta de la esquina?
Y por Dios, fíjate en las"alternativas" que te ofrece la máquina. Travis y Coldplay. Los debiluchos inmóviles que usan calcetines como sombreros y se morirían de miedo si alguien les hiciese interpretar algo tan grosero y vulgar como una melodía. Lo suyo son los informes y sensibles rasgueos de guitarra invisibles para el recuerdo, y la creencia de que sus cacareadas "composiciones" no necesitan más que del murmullo de un montón de palabras que no dicen nada en absoluto. Si las sometiesen a un pensamiento honesto, estas personas se terminarían evaporando. ¿Cuándo dejamos de querer que nuestra música y nuestras bandas estuviesen vivas?
Kieron Gillen, mi amigo el compositor de música / escritor de juegos / guionista de cómics tiene algo que decir sobre The Vines que encaja perfectamente:
"Si una niña pobre se compra los Vines, terminará casi sin recordar lo buena que que puede ser la música pop, así que la descartará como algo irrelevante. Ha desperdiciado su primer impulso en Vines, que es como la esposa hogareña que envejece sin creer que el sexo sea grandioso, porque solo ha experimentado un espasmo prematuro intentando alcanzar su cuello uterino mediante empujones espasmódicos y desesperados. Si The Vines es tu primera banda favorita, estás jodido nada más empezar. Es el equivalente pop de un bebé con talidomida".
La percepción que tengo sobre la industria musical estadounidense desde Gran Bretaña es que parece haberse hundido en una extraña obsesión pedófila. Britney Spears ha pasado del atuendo de colegiala a una mirada de hentai profundamente extraña, con una cabeza de niña pegada sobre grandes telas de plástico brillante, cantando con la voz de Minnie Mouse. No es de extrañar que la persiguiera un tipo japonés de mediana edad de aspecto furtivo. Probablemente acarreaba una maleta llena de tentáculos para usarlos con ella. Christina Aguilera nos oferta la visión de una niña de doce años con charreteras de cuero y un sujetador de goma. Justin Timberlake, que parece viajar siempre con un grupo de personas negras cuyo trabajo consiste en presentarlo en el escenario y proclamar lo "real" y "callejero" que es, parece tener quince años si se le ilumina desde el ángulo adecuado, pero tiene la sonrisa perlada y los ojos vacíos de un viejo actor de variedades. Dale diez años más e interpretará el papel de Dean Jones en las versiones de "Herbie The Love Bug". Tal vez su voz se habrá estropeado para entonces. Tal vez Timbaland y sus delgadas y nimias producciones habrán escapado de la ciudad en tren.
No, en realidad estos horrores no son el completo fin de la industria de la música. Pero los podemos percibir como los motores que lo impulsan, capaces de llenar las arcas de las compañía discográficas y mantener el negocio. Es un hecho, la música mainstream casi siempre es pésima. Pero, por Dios, ¿puedes recordar un momento en que el mainstream estuviese tan vacío? Se parece a ese horrible período antes del punk, cuando la gente compraba discos de Dean Friedman solo por comprar algo, y las compañías de pósters imprimían imágenes de seis pies de alto de Nana Mouskouri y Demis Roussos solo para tener algo que vender. O esa época en los ochenta antes de la desaparición del acid house (al mismo tiempo hacían aparición algunas de las mejores bandas de guitarras de la historia), cuando la música pop perdió el bajo y se convirtió en un sonido horrible y hambriento. Vivir estos tiempos muertos me pone malo.
Entonces, ¿qué hay de nuevo y bueno? En realidad tienes que fijarte en los recovecos. Al menos es lo que suelo hacer yo. Uno de mis últimos vicios es comprar singles. Hay una tienda de música independiente en Manchester llamada Piccadilly Records que dispone de un impecable servicio de venta por correo. En los últimos meses he estado escuchando:
"White Russian Galaxy" de Crimea es la cosa más jodidamente fanfarrona de todo el año. De entre todos, han sido los Wannadies los que han lanzado un single titulado "Skin" que debe provenir de un mundo paralelo donde los Pixies acaban de aparecer y todos se convirtieron en supermodelos ganadores del Premio Nobel. Además de en unos borrachos. The Kills elevó la sordidez hasta convertirla en el arte perfecto con el cáustico "Black Rooster (Fuck And Fight)" y el trascendental y sucio "Fried My Little Brains". Es probable que Yeah Yeah Yeahs sea la banda más famosa que voy a mencionar, han grabado "Maps" y "Date With The Night" y ahora ya se pueden morir tranquilos. Secret Machines encabezó un sólido EP con un instrumental titulado "Marconi's Radio" que simplemente es capaz de reconectar la parte frontal de tu cerebro. Es como volver a descubrir la alegría. Seguramente, "I Did not Say" de Fiel Garvie sea lo más hermoso que he escuchado este año (y si no es así, entonces lo será "Anthems For A Seventeen Year Old Girl", de YOU FORGOT IT IN PEOPLE, el álbum de Broken Social Scene), completamente repleto de malvado sexo lánguido y perezoso. Ambulance ha editado un EP con dos grandes momentos de emocionante psico-mantra: "I Am A Star I Am An Angel" y el enloquecedor ataque cerebral tecno: "Hey! Beat Takeshi", donde se puede escuchar el verso del año, con el que ya te dejo:
"Hey! Beat Takeshi
I'm sitting in an English garden
The flowers are black
And the sun has been attacked
And that baby's never gonna sing..."
-Warren (en algún momento de 2002-2004).
Las ventas de discos continúan disminuyendo tanto en Gran Bretaña como en los Estados Unidos, y estoy empezando a creer que la culpa la tienen KaZaA y todo lo que tenga que ver con estos horribles años musicales que estamos viviendo. En cuanto a lo que ocurre aquí, las responsabilidades no pueden recaer en otros que no sean Pop Idol, Pop Academy y lo que sea que sean las otras cosas. Programas de televisión diseñados específicamente para fabricar el producto pop absolutamente menos ofensivo utilizando una estructura de concurso y aplicando la democracia telefónica. Si eres lo suficientemente tonto como para sentarte ante estos espectáculos sin que la parte frontal de tu cabeza se te llene de tumores, tienes la oportunidad de votar por el actor que sea lo suficientemente retrasado como para que te sirva de consuelo.
Son tan risueños sus protagonistas, que incluso las Spice Girls parecen de verdad. Recuerdo al novelista y crítico Nik Cohn asegurando que si hubiese sabido que Bruce Springsteen estaba a la vuelta de la esquina, nunca habría sido tan duro con Bob Dylan. La gente criticaba a las Spice Girls por ser una banda prefabricada, pero ¿quién podría saber que había todo un criadero de vainas a la vuelta de la esquina?
Y por Dios, fíjate en las"alternativas" que te ofrece la máquina. Travis y Coldplay. Los debiluchos inmóviles que usan calcetines como sombreros y se morirían de miedo si alguien les hiciese interpretar algo tan grosero y vulgar como una melodía. Lo suyo son los informes y sensibles rasgueos de guitarra invisibles para el recuerdo, y la creencia de que sus cacareadas "composiciones" no necesitan más que del murmullo de un montón de palabras que no dicen nada en absoluto. Si las sometiesen a un pensamiento honesto, estas personas se terminarían evaporando. ¿Cuándo dejamos de querer que nuestra música y nuestras bandas estuviesen vivas?
Kieron Gillen, mi amigo el compositor de música / escritor de juegos / guionista de cómics tiene algo que decir sobre The Vines que encaja perfectamente:
"Si una niña pobre se compra los Vines, terminará casi sin recordar lo buena que que puede ser la música pop, así que la descartará como algo irrelevante. Ha desperdiciado su primer impulso en Vines, que es como la esposa hogareña que envejece sin creer que el sexo sea grandioso, porque solo ha experimentado un espasmo prematuro intentando alcanzar su cuello uterino mediante empujones espasmódicos y desesperados. Si The Vines es tu primera banda favorita, estás jodido nada más empezar. Es el equivalente pop de un bebé con talidomida".
La percepción que tengo sobre la industria musical estadounidense desde Gran Bretaña es que parece haberse hundido en una extraña obsesión pedófila. Britney Spears ha pasado del atuendo de colegiala a una mirada de hentai profundamente extraña, con una cabeza de niña pegada sobre grandes telas de plástico brillante, cantando con la voz de Minnie Mouse. No es de extrañar que la persiguiera un tipo japonés de mediana edad de aspecto furtivo. Probablemente acarreaba una maleta llena de tentáculos para usarlos con ella. Christina Aguilera nos oferta la visión de una niña de doce años con charreteras de cuero y un sujetador de goma. Justin Timberlake, que parece viajar siempre con un grupo de personas negras cuyo trabajo consiste en presentarlo en el escenario y proclamar lo "real" y "callejero" que es, parece tener quince años si se le ilumina desde el ángulo adecuado, pero tiene la sonrisa perlada y los ojos vacíos de un viejo actor de variedades. Dale diez años más e interpretará el papel de Dean Jones en las versiones de "Herbie The Love Bug". Tal vez su voz se habrá estropeado para entonces. Tal vez Timbaland y sus delgadas y nimias producciones habrán escapado de la ciudad en tren.
No, en realidad estos horrores no son el completo fin de la industria de la música. Pero los podemos percibir como los motores que lo impulsan, capaces de llenar las arcas de las compañía discográficas y mantener el negocio. Es un hecho, la música mainstream casi siempre es pésima. Pero, por Dios, ¿puedes recordar un momento en que el mainstream estuviese tan vacío? Se parece a ese horrible período antes del punk, cuando la gente compraba discos de Dean Friedman solo por comprar algo, y las compañías de pósters imprimían imágenes de seis pies de alto de Nana Mouskouri y Demis Roussos solo para tener algo que vender. O esa época en los ochenta antes de la desaparición del acid house (al mismo tiempo hacían aparición algunas de las mejores bandas de guitarras de la historia), cuando la música pop perdió el bajo y se convirtió en un sonido horrible y hambriento. Vivir estos tiempos muertos me pone malo.
Entonces, ¿qué hay de nuevo y bueno? En realidad tienes que fijarte en los recovecos. Al menos es lo que suelo hacer yo. Uno de mis últimos vicios es comprar singles. Hay una tienda de música independiente en Manchester llamada Piccadilly Records que dispone de un impecable servicio de venta por correo. En los últimos meses he estado escuchando:
"White Russian Galaxy" de Crimea es la cosa más jodidamente fanfarrona de todo el año. De entre todos, han sido los Wannadies los que han lanzado un single titulado "Skin" que debe provenir de un mundo paralelo donde los Pixies acaban de aparecer y todos se convirtieron en supermodelos ganadores del Premio Nobel. Además de en unos borrachos. The Kills elevó la sordidez hasta convertirla en el arte perfecto con el cáustico "Black Rooster (Fuck And Fight)" y el trascendental y sucio "Fried My Little Brains". Es probable que Yeah Yeah Yeahs sea la banda más famosa que voy a mencionar, han grabado "Maps" y "Date With The Night" y ahora ya se pueden morir tranquilos. Secret Machines encabezó un sólido EP con un instrumental titulado "Marconi's Radio" que simplemente es capaz de reconectar la parte frontal de tu cerebro. Es como volver a descubrir la alegría. Seguramente, "I Did not Say" de Fiel Garvie sea lo más hermoso que he escuchado este año (y si no es así, entonces lo será "Anthems For A Seventeen Year Old Girl", de YOU FORGOT IT IN PEOPLE, el álbum de Broken Social Scene), completamente repleto de malvado sexo lánguido y perezoso. Ambulance ha editado un EP con dos grandes momentos de emocionante psico-mantra: "I Am A Star I Am An Angel" y el enloquecedor ataque cerebral tecno: "Hey! Beat Takeshi", donde se puede escuchar el verso del año, con el que ya te dejo:
"Hey! Beat Takeshi
I'm sitting in an English garden
The flowers are black
And the sun has been attacked
And that baby's never gonna sing..."
-Warren (en algún momento de 2002-2004).
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