Artículo de Bill Randall para The Comics Journal nº 227 (2000). Parte 1. Parte 2, parte 3. Traducción: Frog2000.
De hecho, el manga contrasta con gran parte de la ficción de propaganda marxista-leninista publicada con anterioridad. Pienso particularmente en el cine y la literatura soviética de los años veinte, como "El Acorazado Potemkin" y "La Huelga" de Sergei Eisenstein, o en "Cemento", la novela de V.F. Gladkov. A estos artistas se les presentaron algunos problemas a la hora de intentar promover su ideología: cuando toda la ficción mundial se basa en personajes individuales, ¿cómo puede uno representar profundamente el movimiento de toda una clase a lo largo de la historia? Eisenstein filmó muchas imágenes de multitudes corriendo, pero más específicamente, todos los artistas de la época confiaban mucho en el estereotipo, o lo que Eisenstein llamaba "typage": este actor puede encarnar a un trabajador noble y de poderoso mentón, y este otro será el malvado porque es grotescamente obeso, signo de los excesos burgueses.
En consecuencia, muchos de los personajes principales de los libros y películas no tenían mucho más para distinguirlos que los nombres, como el personaje principal de "La madre", la novela de Gorky y la película de Pudovkin. En el extremo más alejado, para "Octubre" Eisenstein planificó y desarrolló a sus personajes como un todo en lugar de insertar en la narrativa un entramado de eventos e imágenes tremendamente dispares entre sí. Sin embargo, Shirato no confía hasta ese punto en los estereotipos, y de hecho diseña un personaje principal que a pesar de su falta de motivación, se eleva por encima de los pobres y asediados aldeanos tanto en habilidad como en cuanto a producir admiración. En lugar de un trabajador promedio idealizado, Shirato suministra un superhombre que no pertenece a ninguna clase.
Esta diferencia se debe en parte a la tendencia japonesa a digerir diminutos detalles de otras culturas y escupirlos en formas casi irreconocibles, pero principalmente esta forma de trabajar también se debe a la técnica personal de Shirato. En Kamui idea un personaje que parece comunicar ciertos códigos que no está respaldado por una verdadera personalidad, aunque siga siendo el personaje más atractivo de la serie. Este es el "efecto enmascarador" del que habla Scott McCloud, excepto que el arte simplificado suele tener poco que ver con todo esto. Más bien, es como la negativa de Shirato a caracterizar profundamente a su héroe. Por otro lado, Kamui encarna una fantasía típica del propio lector: es un hombre noble, atractivo, independiente y capaz de superar tremendas adversidades. Ciertamente, mucha ficción, sea genérica o simplemente pésima, carece de caracterización, pero esta vez Shirato rodea su cifrado de una gran cantidad de detalles: utiliza la tipificación para retratar a los aldeanos y nobles con los pies puestos en la tierra, y se esfuerza para desarrollar su presencia física. Además, nos damos cuenta de que los personajes secundarios como Sugaru están atrapados en una red de relaciones contradictorias, tienen motivaciones y emociones significativas propias. Curiosamente, muchos otros mangas cuentan con una codificación central de personajes mucho más interesante. Es el caso de Oh My Goddess, Video Girl Ai y Tenchi Muyo. Sin embargo, estas tres series, que se podrían clasificar como pertenecientes a un subgénero de "realización de deseos", utilizan esta técnica de enmascaramiento para satisfacer las fantasías del lector de ser amados por mujeres hermosas: Kamui sumerge al lector en un mundo de conflicto ideológico. Es como una realidad virtual sin necesidad de basura tecnológica interactiva.
La fina caracterización de Kamui no significa que el lienzo de Shirato sea menos suculento: simplemente utiliza la yuxtaposición pictórica y el paralelismo en lugar del diálogo. Los capítulos generalmente comienzan con una secuencia de vida animal, una animación que contextualiza las acciones posteriores del personaje. Cuando un ninja ataca a Kamui, en lugar de una pelea para aficionados o un triunfo de la nobleza humana contra probabilidades imposibles, vemos a dos criaturas luchando por sobrevivir, mientras se amplia la trama del robo de cascos de caballo de Hanbei. En última instancia, los personajes no pueden trascender sus sencillas vidas de comer y hacer hijos. Incluso Sugaru, que una vez fue una asesina entrenada, ahora solo se dedica a tener hijos, limpiar peces y lavar la ropa. El único respiro del aburrido transcurso de la cotidianeidad proviene de los atacantes de su antiguo clan, pero aún así, ella solo está obedeciendo a su instinto de supervivencia. Al presentar la existencia como abrumadoramente física, la simplicidad del estilo de Shirato se las arregla para dar argumentos sobre su poso marxista.
Al final, la serie logra evitar la propaganda y crear arte gracias a su dibujo. En gran parte, el mayor placer que produce leer este manga reside en lo puramente visual, un estilo que rememora el dibujo constante y cuidadoso del viejo Japón. Podemos palpar el polvo en los caminos de tierra y la arena en los costados de los barcos de pesca. Shirato también presta mucha atención a las cosas menores que suele hacer la gente en su vida cotidiana, algo conspicuamente ausente de casi todos los cómics americanos. En varias secuencias de tres y cuatro páginas no se muestra nada más que la limpieza de un pez o el acarreo de un anzuelo. En última instancia, estos retratos de la vida cotidiana conforman la imagen más fuerte de la serie, subrayando no solo la dificultad sino también el valor de la vida del campesino. Estas situaciones mayoritarias, enfatizadas mediante la escena final de la pesca ritualizada de los aldeanos, recuerdan el final de Los Siete Samuráis de Kurosawa, en donde los samuráis se daban cuenta del profundo abismo que los separaba de los lugareños que plantaban arroz. En Kamui, las únicas imágenes plácidas muestran casas rústicas y aldeanos bregados por el trabajo; el solitario vagabundo protagonista no tiene esa paz. Sin embargo, su presencia nos permite ver la naturaleza benigna del estilo de vida de este pueblo. Es más, su defensa del pueblo logró que cientos de estudiantes se viesen reflejados en Kamui y se sintiesen un poco más justificados en su violenta ofensa en pos de una nueva forma de vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario