Artículo de Bill Randall para The Comics Journal nº 285 (2007). Traduccion: Frog2000. Parte 1, parte 2.
Yuzuki dibuja estas imágenes con mucha templanza. La viñeta principal muestra a los niños desde el punto de vista de la bibliotecaria, una gran toma casi clásica de sus cuerpos desnudos en varias posiciones, con una perspectiva lineal del pasillo de libros. Los actos sexuales, mostrados en solo tres viñetas, carecen absolutamente de erotismo. En cambio, lo que ocurre en las viñetas son como hechos en bruto, sucesos que Shinako y la maestra -y el lector- tienen que afrontar.
La segundo viñeta, también dibujada con fría restricción, supone el clímax de la segunda parte. Da comienzo cuando los niños huyen al bosque después de que la maestra reaccione e intente controlarlos. Atrapada entre los niños y la adulta, Shinako los persigue para intentar solucionar el problema. Sin embargo, los niños la tienden una trampa, lo que da como resultado una emboscada degradante y humillante para la protagonista. En estas dos historias, Yuzuki desecha cualquier intento de hacer ver que los niños son inocentes. Sin referentes adultos son amorales, incluso bestias.
Para sacar adelante una trama tan improbable, Yuzuki lo diseña todo de una forma literal. Sin narrador, la historia simplemente se va desarrollando a su ritmo. Sin duda, Shinako es la protagonista, pero durante la mayor parte de "Golden Age II" está inconsciente. La maestra, enfrentada a algo que la mayoría de los gobiernos prohibiría, reacciona de manera pragmática, tal y como lo haría en la vida real. Tales eventos, aunque no sean muy comunes, podrían llegar a suceder, un hecho que Yuzuki subraya dibujando las imágenes más horribles de la historia como si fueran las más mundanas. Cubiertos por la lluvia, estos niños subsisten aislados del mundo que los rodea, y por lo tanto, deberían tomarse por lo que son. En la historia tienen todo el poder de sugestión que ciertamente también tendrán en la mente de Shinako. Cuando crezca seguro que los seguirá recordando.
Si bien estas imágenes son solo unas pocas viñetas, y ni siquiera hacen sombra a las obras más extremas de Robert Crumb, Phoebe Gloeckener o cualquiera de las tres docenas de artistas de manga ero-guro, aún así pueden cortar el aliento a cualquiera. A diferencia de las obras de fantasía degradada, existen en un mundo muy parecido al nuestro. Además, sugieren cuáles podrían haber sido los límites o la experiencia humana antes de que fueran rediseñados y regulados por los gobiernos y los censores. Aunque son escenas poco adecuadas en un medio que históricamente ha estado dominado por obras para niños y jóvenes, gran parte de su poder surge de la tensión que generan.
Por supuesto, el medio del cómic existe teniendo en cuenta el contexto social, y como ha demostrado la reciente controversia del dibujo de Mahoma danés, ahora no es el mejor momento para los tebeos que se pueden malentender fácilmente. Ciertamente, las obras de Yuzuki encajan en esta categoría. Esté realizada por un historietista que intenta hacer su trabajo con matices o no, la intención es que la historieta se pueda percibir lo más rápido posible, y una comprensión más profunda podría ser pedir demasiado. Así que una imagen bien puede provocar protestas airadas. Del mismo modo, un solo ejemplar de From Hell, extraído del contexto de toda la obra, puede instigar su prohibición cuando se vuelve a importar al país del que se originó. El trabajo de Yuzuki nunca ha causado tanto revuelo, pero eso se debe a que se ha mantenido principalmente circunscrito a Japón, donde el manga es otro mundo por completo.
A veces, la cultura popular japonesa, en ocasiones mojigata y otras extrema, tiene normas notoriamente contradictorias sobre la censura. Aunque el artículo 21 de la Constitución garantiza la libertad de expresión, el artículo 175 del Código Penal prohíbe la obscenidad. Esta ley ha sido interpretada, no siempre de manera consistente, para restringir los medios de comunicación. El hecho más famoso es cuando los tribunales la usaron para prohibir la representación del vello púbico, lo que posiblemente impulsó la prevalencia de imágenes del "complejo de Lolita" o "Lolita Complex". Como los niños prepúberes no tienen vello púbico, los dibujantes y los editores japoneses lo usaron de forma gratuita para representar contenidos sexuales. Desde principios de los noventa, la aplicación de esta ley se ha ido relajando, y los genitales de los adultos ya se pueden representar, pero solo en situaciones sin sexualidad. Sin embargo, la popularidad del manga Lolicon no se ha relajado en absoluto.
Las situaciones legales bizantinas no se suelen exportar, al contrario que sus productos. Así que las obras artísticas y de entretenimiento nacidas a partir de un conjunto único de presiones sociales se hacen con fans y grupos de admiradores en lugares completamente alejados de esas presiones. Al parecer hay algo en el manga lolicon capaz de atraer a un público internacional. Cuando los editores intentan satisfacer la demanda, pueden surgir controversias, como ocurrió en el reciente intento de Seven Seas Publishing de publicar Nymphet, donde se cuenta la historia de una niña de escuela primaria enamorada de su maestra, y sus tácticas más bien agresivas para consumar dicho enamoramiento. Aunque nunca tenga éxito en su cometido y la serie sea un continuo absurdo, y como tal es o debería ser tomada por el lector, a la ley todo esto puede que no le importe.
Por supuesto, las obras que aparecen en medios más "respetables" suelen apelar al "valor artístico", incluso aunque las habilidades del artista no sean particularmente valiosas, pero los cómics carecen de dicho prestigio. Eso no quiere decir que no se lo merezcan. Yuzuki trabajó en su momento en el género más concienciado del gekiga, es decir, cómics para adultos que piensan. Si un niño impresionable, o un pervertido, se leyera sus cómics, ambos se aburrirían un montón. Sin embargo, dudo que muchas personas que facilitan el cumplimiento de la ley puedan vislumbrar tales matices. Lo peor de todo es que dudo que tengan en cuenta el hecho de que los artistas pueden representar razonablemente el rango de la experiencia humana. Por naturaleza, las leyes son abstractas, generalizaciones que no pueden cumplimentar todas las diferentes situaciones que se pueden dar en la vida.
Por supuesto, el arte imita a la vida, y me gustaría terminar este ensayo con cierta dosis de serendipia. Tuve la suerte de escribir la mayor parte de este ensayo mientras estaba realizando un viaje con mi novia. Empecé a escribir en San Luis, la fui desarrollando en Singapur y la terminé (en gran parte) en Budapest mientras ella terminaba su tesis (la completó del todo). Luego ella y yo nos separamos (no de esa forma) y yo volví a los Estados Unidos para dar clases en un taller de verano. Es decir, he cargado con los dos tomos de Yuzuki por más aduanas de las que me gustaría contar, y siempre sin incidentes. Casi siempre. Por lo general, no solía sonreír ante el oficial de aduanas, porque no me parecía la mejor actitud. "¿Qué estabas haciendo en Serbia?" "¿Turismo?" Si, eso es. Me encantan los nightclubs gitanos situados en un barco, y el cevapi a la parrilla me parece excepcional. "Espera ahí." Mi novia me había advertido que su pasaporte sospechosamente grueso, hinchado por años de intentar construir la democracia en los estados post-soviéticos, la había sacado de ciertas situaciones más a menudo de lo que no lo había hecho. Me hicieron esperar algunos controles más, luego me hicieron esperar un rato, y más tarde el hombre con los guantes comenzó a revisar mi mochila, la que tenía esos dos tomos que se podrían denominar como guarros, atrapados entre ropa sucia lista para la lavandería.
En realidad, no temblé demasiado cuando empezó a hojear algunas páginas, solo esperaba que no llegase a esas donde "la sexualidad naciente flaqueaba ante el control de los adultos". Su incautación habría sido un gran final para este ensayo, pero si se me hubiese acusado de algo y el CBLDF [Comic Book Legal Defense Fund] hubiese declinado tomar mi caso porque recientemente hubiesen decidido que la "prosa periodística" sobre los cómics es indigna de su apoyo, tal vez no me hubiese parecido tan magnífico. Así que repasé lo que iba a decir en el caso de que el oficial diese con las páginas en cuestión. "Chaval, ¿pero esto qué es?" Los oficiales de aduanas suenan todos como Boss Hog [personaje de la serie televisiva The Dukes of Hazzard]. "¿Sexualidad incipiente que desafía a la cara a los adultos? Me refiero a que no es nada nuevo en este mundo, pero parece bastante bueno. Uuum". "Cierra tu mochila, chico". Pero lo que ocurrió realmente es que se limitó a hojear los manga y me preguntó: "¿Habla usted con fluidez este idioma?" Al parecer, la Aduana y Protección Fronteriza de los Estados Unidos no tiene nada que objetar al idioma de los escritorzuelos. Más sospechoso es viajar a un país como Serbia donde, supongo, las buenas nuevas del acuerdo de paz de Dayton se han ido al traste después de lo que ocurrió en Kosovo. Ningún buen ciudadano puede ir allí sin despertar sospechas, especialmente nadie que provenga de un país con una burocracia tan paternalista y grosera como los Estados Unidos. De la misma forma, tomos como Loquat Tree también despiertan sospechas. No importa que una obra artística de este tipo suela encontrar una audiencia crítica e intelectual, hasta que los padres o los gobiernos se crucen alguna vez con ella y se asusten, haciendo que tenga mucha más fama. Puede que en realidad sospechen lo que le puede ocurrir a los niños que quedan expuestos a estas cosas. Es bastante probable que los niños se resistan a su influjo y sigan adelante, porque el arte rara vez tiene efecto sobre la vida, incluso cuando la refleja.
Yuzuki dibuja estas imágenes con mucha templanza. La viñeta principal muestra a los niños desde el punto de vista de la bibliotecaria, una gran toma casi clásica de sus cuerpos desnudos en varias posiciones, con una perspectiva lineal del pasillo de libros. Los actos sexuales, mostrados en solo tres viñetas, carecen absolutamente de erotismo. En cambio, lo que ocurre en las viñetas son como hechos en bruto, sucesos que Shinako y la maestra -y el lector- tienen que afrontar.
La segundo viñeta, también dibujada con fría restricción, supone el clímax de la segunda parte. Da comienzo cuando los niños huyen al bosque después de que la maestra reaccione e intente controlarlos. Atrapada entre los niños y la adulta, Shinako los persigue para intentar solucionar el problema. Sin embargo, los niños la tienden una trampa, lo que da como resultado una emboscada degradante y humillante para la protagonista. En estas dos historias, Yuzuki desecha cualquier intento de hacer ver que los niños son inocentes. Sin referentes adultos son amorales, incluso bestias.
Para sacar adelante una trama tan improbable, Yuzuki lo diseña todo de una forma literal. Sin narrador, la historia simplemente se va desarrollando a su ritmo. Sin duda, Shinako es la protagonista, pero durante la mayor parte de "Golden Age II" está inconsciente. La maestra, enfrentada a algo que la mayoría de los gobiernos prohibiría, reacciona de manera pragmática, tal y como lo haría en la vida real. Tales eventos, aunque no sean muy comunes, podrían llegar a suceder, un hecho que Yuzuki subraya dibujando las imágenes más horribles de la historia como si fueran las más mundanas. Cubiertos por la lluvia, estos niños subsisten aislados del mundo que los rodea, y por lo tanto, deberían tomarse por lo que son. En la historia tienen todo el poder de sugestión que ciertamente también tendrán en la mente de Shinako. Cuando crezca seguro que los seguirá recordando.
Si bien estas imágenes son solo unas pocas viñetas, y ni siquiera hacen sombra a las obras más extremas de Robert Crumb, Phoebe Gloeckener o cualquiera de las tres docenas de artistas de manga ero-guro, aún así pueden cortar el aliento a cualquiera. A diferencia de las obras de fantasía degradada, existen en un mundo muy parecido al nuestro. Además, sugieren cuáles podrían haber sido los límites o la experiencia humana antes de que fueran rediseñados y regulados por los gobiernos y los censores. Aunque son escenas poco adecuadas en un medio que históricamente ha estado dominado por obras para niños y jóvenes, gran parte de su poder surge de la tensión que generan.
Por supuesto, el medio del cómic existe teniendo en cuenta el contexto social, y como ha demostrado la reciente controversia del dibujo de Mahoma danés, ahora no es el mejor momento para los tebeos que se pueden malentender fácilmente. Ciertamente, las obras de Yuzuki encajan en esta categoría. Esté realizada por un historietista que intenta hacer su trabajo con matices o no, la intención es que la historieta se pueda percibir lo más rápido posible, y una comprensión más profunda podría ser pedir demasiado. Así que una imagen bien puede provocar protestas airadas. Del mismo modo, un solo ejemplar de From Hell, extraído del contexto de toda la obra, puede instigar su prohibición cuando se vuelve a importar al país del que se originó. El trabajo de Yuzuki nunca ha causado tanto revuelo, pero eso se debe a que se ha mantenido principalmente circunscrito a Japón, donde el manga es otro mundo por completo.
A veces, la cultura popular japonesa, en ocasiones mojigata y otras extrema, tiene normas notoriamente contradictorias sobre la censura. Aunque el artículo 21 de la Constitución garantiza la libertad de expresión, el artículo 175 del Código Penal prohíbe la obscenidad. Esta ley ha sido interpretada, no siempre de manera consistente, para restringir los medios de comunicación. El hecho más famoso es cuando los tribunales la usaron para prohibir la representación del vello púbico, lo que posiblemente impulsó la prevalencia de imágenes del "complejo de Lolita" o "Lolita Complex". Como los niños prepúberes no tienen vello púbico, los dibujantes y los editores japoneses lo usaron de forma gratuita para representar contenidos sexuales. Desde principios de los noventa, la aplicación de esta ley se ha ido relajando, y los genitales de los adultos ya se pueden representar, pero solo en situaciones sin sexualidad. Sin embargo, la popularidad del manga Lolicon no se ha relajado en absoluto.
Las situaciones legales bizantinas no se suelen exportar, al contrario que sus productos. Así que las obras artísticas y de entretenimiento nacidas a partir de un conjunto único de presiones sociales se hacen con fans y grupos de admiradores en lugares completamente alejados de esas presiones. Al parecer hay algo en el manga lolicon capaz de atraer a un público internacional. Cuando los editores intentan satisfacer la demanda, pueden surgir controversias, como ocurrió en el reciente intento de Seven Seas Publishing de publicar Nymphet, donde se cuenta la historia de una niña de escuela primaria enamorada de su maestra, y sus tácticas más bien agresivas para consumar dicho enamoramiento. Aunque nunca tenga éxito en su cometido y la serie sea un continuo absurdo, y como tal es o debería ser tomada por el lector, a la ley todo esto puede que no le importe.
Por supuesto, las obras que aparecen en medios más "respetables" suelen apelar al "valor artístico", incluso aunque las habilidades del artista no sean particularmente valiosas, pero los cómics carecen de dicho prestigio. Eso no quiere decir que no se lo merezcan. Yuzuki trabajó en su momento en el género más concienciado del gekiga, es decir, cómics para adultos que piensan. Si un niño impresionable, o un pervertido, se leyera sus cómics, ambos se aburrirían un montón. Sin embargo, dudo que muchas personas que facilitan el cumplimiento de la ley puedan vislumbrar tales matices. Lo peor de todo es que dudo que tengan en cuenta el hecho de que los artistas pueden representar razonablemente el rango de la experiencia humana. Por naturaleza, las leyes son abstractas, generalizaciones que no pueden cumplimentar todas las diferentes situaciones que se pueden dar en la vida.
Por supuesto, el arte imita a la vida, y me gustaría terminar este ensayo con cierta dosis de serendipia. Tuve la suerte de escribir la mayor parte de este ensayo mientras estaba realizando un viaje con mi novia. Empecé a escribir en San Luis, la fui desarrollando en Singapur y la terminé (en gran parte) en Budapest mientras ella terminaba su tesis (la completó del todo). Luego ella y yo nos separamos (no de esa forma) y yo volví a los Estados Unidos para dar clases en un taller de verano. Es decir, he cargado con los dos tomos de Yuzuki por más aduanas de las que me gustaría contar, y siempre sin incidentes. Casi siempre. Por lo general, no solía sonreír ante el oficial de aduanas, porque no me parecía la mejor actitud. "¿Qué estabas haciendo en Serbia?" "¿Turismo?" Si, eso es. Me encantan los nightclubs gitanos situados en un barco, y el cevapi a la parrilla me parece excepcional. "Espera ahí." Mi novia me había advertido que su pasaporte sospechosamente grueso, hinchado por años de intentar construir la democracia en los estados post-soviéticos, la había sacado de ciertas situaciones más a menudo de lo que no lo había hecho. Me hicieron esperar algunos controles más, luego me hicieron esperar un rato, y más tarde el hombre con los guantes comenzó a revisar mi mochila, la que tenía esos dos tomos que se podrían denominar como guarros, atrapados entre ropa sucia lista para la lavandería.
En realidad, no temblé demasiado cuando empezó a hojear algunas páginas, solo esperaba que no llegase a esas donde "la sexualidad naciente flaqueaba ante el control de los adultos". Su incautación habría sido un gran final para este ensayo, pero si se me hubiese acusado de algo y el CBLDF [Comic Book Legal Defense Fund] hubiese declinado tomar mi caso porque recientemente hubiesen decidido que la "prosa periodística" sobre los cómics es indigna de su apoyo, tal vez no me hubiese parecido tan magnífico. Así que repasé lo que iba a decir en el caso de que el oficial diese con las páginas en cuestión. "Chaval, ¿pero esto qué es?" Los oficiales de aduanas suenan todos como Boss Hog [personaje de la serie televisiva The Dukes of Hazzard]. "¿Sexualidad incipiente que desafía a la cara a los adultos? Me refiero a que no es nada nuevo en este mundo, pero parece bastante bueno. Uuum". "Cierra tu mochila, chico". Pero lo que ocurrió realmente es que se limitó a hojear los manga y me preguntó: "¿Habla usted con fluidez este idioma?" Al parecer, la Aduana y Protección Fronteriza de los Estados Unidos no tiene nada que objetar al idioma de los escritorzuelos. Más sospechoso es viajar a un país como Serbia donde, supongo, las buenas nuevas del acuerdo de paz de Dayton se han ido al traste después de lo que ocurrió en Kosovo. Ningún buen ciudadano puede ir allí sin despertar sospechas, especialmente nadie que provenga de un país con una burocracia tan paternalista y grosera como los Estados Unidos. De la misma forma, tomos como Loquat Tree también despiertan sospechas. No importa que una obra artística de este tipo suela encontrar una audiencia crítica e intelectual, hasta que los padres o los gobiernos se crucen alguna vez con ella y se asusten, haciendo que tenga mucha más fama. Puede que en realidad sospechen lo que le puede ocurrir a los niños que quedan expuestos a estas cosas. Es bastante probable que los niños se resistan a su influjo y sigan adelante, porque el arte rara vez tiene efecto sobre la vida, incluso cuando la refleja.
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