Entrevista de Grass Green en The Comics Journal nº 104 (1986). Traducida por Félix Frog2000. Parte 1, parte 2, parte 3, parte 4.
WILLIAMSON: Yo también. La consumo en grandes cantidades. En Chicago no hay televisión por cable. Debe ser de las últimas ciudades del país. Pero me acabo de mudar a Oak Park y allí sí que hay. Y tío, te digo que estoy en el cielo. Siempre está encendida. Incluso cuando estoy trabajando, dejo la televisión encendida como ruido de fondo. Es como la Gran Esperanza Blanca, el gran ruido blanco. Ni siquiera la presto atención, pero sigo absorbiendo su programación. Mientras la televisión está encendida puedo dibujar sin problema, pero si escucho música, pronto me despisto. Tengo que tenerla puesta. La televisión es otra gran forma de arte vulgar, como el jazz, las películas, o los dibujos animados. A los snobs liberales les gusta criticarla argumentando que no vale para nada, cuando en realidad son ellos quienes no valen gran cosa. El potencial de la televisión es absolutamente asombroso. El propio formato es educativo, informativo, inmediato, y lo tienes en tu propia casa.
GREEN: Pero sus dueños son gente poderosa hambrienta de dinero.
WILLIAMSON: Mi esperanza es que esos idiotas se arruinen por culpa de su propia falta de visión. Porque cada año, las cadenas pierden más y más espectadores que se pasan a la televisión por cable, mucho más flexible. El futuro está en el cable, en la televisión de pago y en la televisión pública. Si, puede que en este momento aún se encuentre en un estado embrionario. Las televisiones por cable y de pago programan principalmente películas y vídeos de rock.
Pero la programación ha empezado a despegar, porque muchos espectadores han empezado a cambiar. Y en parte, por eso quiero subirme al carro. Creo que existen similitudes con el primer movimiento de cómics underground. Sencillamente, se trata de salir y hacer ya las cosas. También puedo ver las diferencias. Ahora tienes la oportunidad de meterte dentro, de escribir un guión, aunque no te lo compren los de la HBO o Showtime, o el canal Playboy. Pero hay más canales de acceso público. La televisión pública significa tiempo libre. Coges tu guión y a tus amigos, te pones frente a la cámara, y haces lo que tienes que hacer.
Sabes, las televisiones por cable programan cosas muy divertidas. Se programan muchos cortometrajes de animación y se retransmiten conceptos experimentales. Puede que algunos sean aburridos, y otros muy interesantes. Programan cosas experimentales entre una película y otra.
GREEN: Apuesto a que si alguna vez viajas a Europa para desarrollar tu carrera como dibujante de historietas, seguro que podrías hacer lo que se te antojara. Lo digo porque gente de la importancia de B.B. King recorrió Estados Unidos durante la mayor parte de su vida, e incluso se lo llegó a catalogar con el apodo de "King of the Blues", pero siguió siendo reconocido solo por la población negra. Pero tío, si viajaba a Europa se lo comían, lo mantenían a cuerpo de rey durante cinco o seis años. Aunque quisiera volver a casa no le dejaban, porque les parecía un artista fantástico.
WILLIAMSON: Mis amigos y yo solíamos ir a East St. Louis en 1963 para escuchar tocar a B.B. King en el Red Top o en el Paramount Club debajo de las vías del tren. Nadie lo conocía excepto los negros. Fue una época maravillosa. Un par de jóvenes blancos pasando el rato donde no debían estar. Muy divertido. Sin embargo, eran otros tiempos. No había tanta hostilidad como ahora.
GREEN: ¿Crees que ahora existe más hostilidad?
WILLIAMSON: Sí que lo pienso. Mira, en aquel entonces te podías relacionar con la gente sin problema. Comprábamos un poco de vino, tomábamos un refresco, íbamos y pasábamos toda la noche hasta el amanecer escuchando blues electrificado. ¿Y sabes por qué? Gracias al primer movimiento por los derechos civiles. Afectó a la gente que intentaba apreciar otras culturas. Desde entonces, la situación de la mayoría de los negros, y esto también se aplica a los latinos y al resto de minorías, ha mejorado tan poco, que su hostilidad contra los blancos se ha incrementado, y con razón.
GREEN: Bueno, en realidad depende de cada individuo. A mi modo de ver, la mayoría de la gente blanca se fija demasiado en alguien como Jesse Jackson en su púlpito diciendo esto y aquello: “La gente negra esto y la gente negra aquello”. Como hombre negro, no me gusta mucho Jesse Jackson.
WILLIAMSON: Jerry Falwell y Jesse Jackson han sido construidos en el mismo molde. Ambos ponen la palabra "reverendo" delante de sus nombres, pero el único evangelio que predican es el evangelio de Jerry y Jesse.
GREEN: A mucha gente negra no le agradan ni un pelo. Tampoco a mí, y tampoco me gustaría que ninguna persona blanca, ni judía, ni italiana, ni india o mexicana, pensara que Jesse Jackson alude a nada sobre lo que yo pienso o siento. Nadie debería hablar por mi. Si alguna vez apareciese en la televisión nacional y me preguntaran: "Bueno, Grass, ¿qué opinas de...?", se lo haré saber. Oye, ya hablo yo por mí mismo.
WILLIAMSON: Esa es la idea. Debería ser el derecho de todo individuo. No eso de: "Yo acredito a toda mi raza". Ese tipo de declaraciones alimenta el racismo. Si él se come bebés, también lo haré yo. Si come sandías, también yo. No tiene que ver con la raza, o mi credo, o mi color, o mi religión, o si mi madre eligió comer sandía en lugar de bebés antes que yo.
GREEN: Sí, bueno, también se han hecho algunas caricaturas raciales. Incluso yo las he hecho.
WILLIAMSON: Yo también.
GREEN: Siempre intenté que fuesen poco ofensivas. Al ser negro, sé bien cómo sientan las cosas que nos ofenden (sobre todo por los cómics de "Supersoul").
WILLIAMSON: Lo entiendo. Una de mis tiras para el Comix Book trataba sobre cómo Snappy Sammy Smoot no tenía para pagar el alquiler, así que metía un poco de limpiador Drano en una bolsita e intentaba venderlo como heroína en el gueto. Luego se empezaba a enrollar con unos tíos que parecían molones, y los tipos se le acercaban armados. Snappy les decía: "Oh, ¿no estarán recaudando dinero para el United Negro College Fund?" [Risas.] Supongo que esa tira ofendió a mucha gente.
GREEN: Muchos dirían: "Skip Williamson es un intolerante". Otro de esos elementos de las historietas que solo entendemos los dibujantes. Intentamos dibujar una idea o un punto de vista no necesariamente personal, profundo e innato; sencillamente nos decimos: "Seguro que es divertido".
WILLIAMSON: Pero si quieres dibujar negros de labios gruesos tienes que tener más cuidado, ¿verdad? El movimiento feminista criticó vorazmente el comix underground tachándolo de sexista. Pero solo reflejamos la sociedad sexista que nos rodea. Es una sátira. Lo mismo ocurre con nuestra opinión sobre los negros, el mejor ejemplo es "Angelfood McSpade" de Robert Crumb.
GREEN: Me encanta. Pero sé que al hombre negro promedio no podría gustarle.
WILLIAMSON: Es cierto. Lo mismo ocurría con el show de Amos y Andy.
GREEN: Me gustan.
WILLIAMSON: Nuestro papel no es tanto enseñar o predicar, como reflejar las debilidades de la sociedad. Es el papel del humorista satírico. Como ocurría en el caso de Jonathan Swift. O de Chaucer. O de Dickens. O de Thomas Nast. Nos fijamos cínicamente en la sociedad en su conjunto, y cuando hablamos, lo hacemos mediante una charla satírica. Utilizamos el humor como una forma de observar las cosas. Somos la conciencia de la cultura. Si quiero serme fiel, si quiero mantener la integridad, entonces no puedo reprimir los estereotipos y las realidades de la cultura. La integridad me exige que muestre a los políticos bajo la oscura y húmeda luz con la que los suelo ver. Mostrar el racismo en la cultura, mostrar el sexismo, no significa que yo sea racista o sexista. Lo que significa es que estoy haciendo bien mi trabajo como humorista satírico. Estoy cumpliendo el papel de observador social. Justifico mi angosta visión personal. Si la gente como nosotros no es ofensiva, ¿cómo vamos a encontrar la verdad que nos hará libres? Algunos me dicen: "Creo que nadie tiene por qué ser ofensivo". Por otro lado, la ofensa es el camino del progreso. Jesús se ofendió, de lo contrario no lo habrían clavado en el palo. Dispararon a Lincoln. Seguro que tuvo que cabrear a alguien. Cada vez que se avanza socialmente, la gente se ofende. De vez en cuando tienes que darle la vuelta a las cosas.
GREEN: Cuando era niño, mientras estaba creciendo, si una persona blanca decía: "Oye, mira a ese tío, es negro", entonces tío, sería mejor que se pusiera en guardia, listo para pelear. Luego llegó la siguiente generación, Martin Luther King Jr., James Brown y el resto de chicos, que decían: "Dilo en voz alta: soy negro y estoy orgulloso". A los niños de hoy, no les llaman gente de color, no les llaman afroamericanos, se les llama negros, porque están orgullosos, ¿ves? Algunos blancos me dicen: "Bueno, no sé cómo dirigirme a vosotros". Y les respondo que la mejor forma que conozco es hacerlo como les parezca. En su día, mi padre prefería que lo llamasen "persona de color". En mi época me llamaban "negro". Si tienen menos de 25 o 30 años, los chavales de hoy te dirán que mejor que se refieran a ellos como "negros". Si tienen entre 30 y 45 años, les parece bien "negro" o "de color". Pero si tienen más de 50 años, lo mejor es utilizar el término "persona de color".
WILLIAMSON: A mí prefiero que me llamen "basura mulata". [Risas.] Mi madre era de ascendencia india mexicana, mi padre proviene de un entorno de granjeros de Virginia. Por parte de mi madre somos indígenas mexicanos expulsados de los territorios estadounidenses por los Ojos Blancos. Formábamos parte de la Nación Apache y estábamos obligados a vivir en el desierto de Chihuahua. En los pueblos fronterizos siguen viviendo mis parientes. Se dedican a cocinar tortillas, a fabricar ollas de barro para vendérselas a los turistas.
GREEN: Antes has mencionado que no recibes The Comics Journal con regularidad, pero que a veces te compras algún número concreto.
WILLIAMSON: Bueno, suelo acudir a la Comicon de Chicago todos los años. Reviso todos los fanzines que me he perdido a lo largo del año, todos los libros que tengo apuntados, todos los tomos europeos y las recopilaciones de Russ Cochran. Me pongo al día de todo de golpe. De vez en cuando, entro en una tienda de cómics y me compro The Comics Journal si la portada me llama la atención. Más o menos hace dos años, editaron un número centrado en Harvey Kurtzman. En términos generales, no soy fan de los superhéroes o de lo que yo llamaría los "cómics heterosexuales", pero si algo tiene que ver en particular con el underground o la escena experimental, o me llama la atención por lo que sea, entonces me lo compro y me lo leo. Pero por lo general, no suelo comprar la revista.
GREEN: ¿Qué tipo de música te gusta, jazz, blues?
WILLIAMSON: Me gustan todas las formas de buena música. Disfruto de la música country, pero del buen country. Me gusta lo auténtico. No me gusta esa mierda de música pop de Gatlin Brothers / Oak Ridge Boys / Dolly Parton. Me gustan Little Jimmy Dickens y Ferlin Husky, todas esas cosas tan antiguas y maravillosas de donde provienen los Everly Brothers. Ahora escucho a John Anderson, porque vuelve a las viejas raíces. Me gusta el buen jazz. Uno de mis amigos es uno de los mejores guitarristas de jazz del país. Solía tocar con Louie Prima y Keely Smith en Las Vegas. Cuando Peggy Lee se acerca a la ciudad, suele tocar con ella. Se llama Bobby Roberts. Bobby también es una especie de historiador del jazz. Cada vez me gusta menos el rock and roll actual, cuanto más escucho, menos me gusta. Si me apatece rock 'n' roll, apuesto por gente como Bob Seger, disfruto de los auténticos rockeros, gente como T-Bone Walker. Me gustan los primeros rockeros, como Little Richard. Me gustan las cosas menos pop, no todas esas cosas homogeneizadas. Me gustan las formas más puras de la música.
GREEN: Seguro que sabrás que a pesar del tipo de música que se lleva en la actualidad, algunos artistas pueden sorprender haciendo un gran sonido de rock 'n' roll al estilo de los 50.
WILLIAMSON: Los Stray Cats eran de ese palo. Hacían un rockabilly aceptable. Solía ocuparme de la sección musical del Playboy. Diseñaba el paquete musical, lo que solía llamarse "Jazz Poll", que ahora se ha convertido en la encuesta musical del Playboy. El Playboy tiende a centrarse en las cosas más comerciales. Me apetece más el sonido más oscuro, menos comercial.
GREEN: Bueno, seguro que conoces a Jimmie Smith, ¿verdad?
WILLIAMSON: Claro.
GREEN: Suele sacar dos tipos diferentes de discos. Cosas añejas y cosas funky.
WILLIAMSON: Es capaz de sacar discos absolutamente mainstream.
GREEN: Sí, ni siquiera suena como solía. Me compré por error una de sus cintas más comerciales y la puse una sola vez. Fue la cosa más cara de Jimmie Smith que he comprado jamás, y luego me deshice de ella. Era una mierda. No me gustó en absoluto, porque me había acostumbrado a escuchar lo que hacía antes, cuando era capaz de hacer que el órgano hablase y me hiciera sentir algo. En su obra más comercial, deja volar los dedos sobre las teclas, y suenan un montón de metales, cuerdas y tambores. No tenía que haberlo dicho. Lo siento, Jimmie.
WILLIAMSON: Pero es la verdad. Por un lado, aprecias su forma más pura, y por otro está la adulterada. La forma pura es la más auténtica y la mejor, la más interesante. Lo mismo ocurre con los cómics. Por eso el comix underground es tan importante. Su formato es puro. Era una forma pura porque a los artistas nadie les decía lo que tenían que dibujar, nadie los entintaba, nadie se lo dibujaba. Todo provenía de su interior. Aparecieron Robert Crumb, Gilbert, Jay, quien fuese. Eran pura luz. Igual sus tebeos no estaban bien dibujados, pero poseían autenticidad. A veces los errores pueden dar la felicidad.
GREEN: ¡Sí!
WILLIAMSON: Eran como un error feliz, una nota mal tocada, ¡pero Jesús, sonaban geniales! Esa es la creatividad. Cuando empiezas a homogeneizar las cosas, cuando alguien te dice qué escribir o qué hacer, no dejas espacio para que se de ese maravilloso error. Esa magia. En cierto modo, da pena verlo. Espero que los autores con necesidad de expresarse no se queden nunca sin ese recurso. Los chavales que quieren desesperadamente hacer sus propias historias, necesitan poder publicar en algún sitio, un lugar en el que el editor al uso no les diga: "Sí, bueno, no es tan gracioso, sal de mi oficina".
GREEN: Bueno, supongo que todo esto de la "New Wave" puede ser el equivalente, porque ahora, todo lo que necesitan es acceder a una fotocopiadora. Y pueden tirar dos o tres copias, o 50, tantas como se puedan permitir.
WILLIAMSON: Son como fanzines. Cuando iba al instituto también editaba un fanzine. Se llamaba "Squire", y Jay Lynch solía contribuir con sus cosas. Era mimeografiado y solo tirábamos 80 copias. En ese momento, el fandom se componía principalmente de chavales que leían ciencia ficción. Y si te gustaban la sátira y el humor, entonces, tío, te consideraban basura. Así que Jay y yo éramos basura.
GREEN: Cuando dibujas, ¿empiezas con un diseño aproximado y luego lo vas repasando y aplicas el lápiz, el colorido y demás, o simplemente empiezas a dibujar directamente y luego lo coloreas?
WILLIAMSON: Empiezo haciendo un boceto bastante limpio y ajustado del dibujo final, porque luego tengo que enviarlo. Los editores tienen que ver un esbozo, así que nunca lo acabo por completo, porque puede que no den el visto bueno. Así que hago un boceto, y luego ya me pongo con un dibujo más detallado. Lo calco en la mesa, y por fin lo termino de forma detallada y agrego el color: más o menos, divido el trabajo en tres o cuatro etapas. A muchos no les gusta el sistema. Shel Silverstein me dijo una vez: “¿Cómo eres capaz de dibujar de esa forma? No entiendo a los que detalláis tanto el dibujo. ¡Si dibujar suelto es lo mejor!" Es de la vieja escuela, esa que argumenta que la única forma de dibujar es simplemente dejar suelta la mano. Es un fascista de la mano alzada.
GREEN: Sí, bueno, la verdad es que me parece genial.
WILLIAMSON: Me gusta, pero prefiero mi sistema. Las cosas se pueden hacer de más de una forma.
GREEN: Uno de los trucos que me enseñó uno de los artistas publicitarios es que puedes abocetar un dibujo, luego traspasarlo a una hoja de papel, y más tarde detallarlo algo mejor, y si no queda exactamente como quieres, entonces vuelves a copiarlo. Me dije: "Vaya, con esto me evito desechar un montón de bocetos".
WILLIAMSON: Dibujar con el papel de calco es más fácil. En realidad, Shel hablaba de dibujo libre, pero ¿sabes cuál es su sistema? Casi solo dibuja en blanco y negro, así que coge y se pone a hacer su dibujo, y si no le gusta cómo queda algún elemento, lo recorta con unas tijeras y lo pega donde lo necesite. [Risas.]
GREEN: Todos tenemos nuestras pequeñas trampas.
WILLIAMSON: Cierto.
GREEN: Es una salida fácil.
WILLIAMSON: Bueno, no tan fácil. Tan solo es técnica, y todos aplicamos diferentes técnicas que en realidad no se pueden enseñar. Aunque hayas ido a la Escuela de Arte, la técnica no se aprende tan fácil. Tienes que descubrir pequeños trucos y recursos, pero la gente al final desarrolla su propia técnica. Tienes que conseguir dar con tu propio sistema, todos utilizamos un sistema que funciona bien individualmente.
GREEN: Jack Kirby es mi favorito, si te fijas, se puede ver su influencia en muchas de mis cosas. Solo hay un Jack Kirby, y sé que nunca podré dibujar como él, pero cuando homenajeo su dibujo, me hace sentir genial.
WILLIAMSON: No hay motivo para intentar ser Jack Kirby, pero me parece bien mostrar las influencias. Seguro que se nota que a este chico lo ha influido un grande, pero, ¿quién necesita convertirse en otro Jack Kirby? El caso es que no hay más, no hay otro Jack Davis, no hay otro Kurtzman.
GREEN: Eso es lo triste. Por un lado, no tengo el fantástico cerebro de Jack Kirby ni su fantástico talento. El único artista cuya forma de dibujar la perspectiva y lo demás que me fascina tanto como Kirby es Murphy Anderson. Cuando hizo Plastic Man para DC...
WILLIAMSON: Pero no puedes comparar ese Plastic Man con el original de Jack Cole.
GREEN: No.
WILLIAMSON: Me refiero a que el original era mejor. Tengo un original de Jack Cole. Me gusta coleccionar cómics. Tengo una página dominical de Li'l Abner de 1940. Y una de Nancy y Sluggo de los 40.
GREEN: ¿Sabes lo más sorprendente? La grandes diferencias entre el coleccionismo de unos y otros artistas. Puede que los cómics de Joe Kubert no me llamen la atención: "no es lo mío". Pero en casa tengo una página original suya de la que no me separaría por nada del mundo. Y también de Jesse Marsh, que durante mucho tiempo hizo Tarzán para Dell y Gold Key. Tengo una o dos de sus páginas. No sé por qué, pero me parece fantástico. Mucha gente me dice: “No sabe dibujar. Demasiados contrastes". Pero a mí me parece genial. Como Caniff, que utilizaba mucho los negros.
WILLIAMSON: Me parece bien. Una de las influencias que aún no he mencionado es Chester Gould, y en mi caso es muy importante. Incluso llegué a dibujar alguna tira homenajeando directamente su obra. De hecho, Max Collins, que ahora escribe Dick Tracy, me compró una de las páginas. Me gustaría tener una de Chester Gould.
Cuando llegué a Playboy, empecé por primera vez a planear un fumetti. ¿Sabes lo que es un fumetti? Es como un cómic fotográfico. Kurtzman hizo un par para la Playboy de los sesenta. Escribí dos fumettis completos y fotografiamos uno, pero la cosa no fue mucho más allá. Otro proyecto sin acabar. He hecho tantos que no...
GREEN: Como que se desvanecen.
WILLIAMSON: Sí, bueno, se quedan como en barbecho. Tampoco es que fuesen fracasos. Eran buenos, pero por alguna razón no eran lo que se acostumbraba a hacer y se desecharon. Como he dicho antes, nunca te deshagas de una idea.
GREEN: ¡Sí!
WILLIAMSON: Ahora me he puesto con el proyecto de la película, y puede que coja algunas ideas y tomas, y me las lleve al campo del fumetti. Al final, de una forma u otra, todo saldrá por algún sitio.
GREEN: Kurtzman es el maestro del diseño. Seguro que muchos no soportan su trabajo, pero en mi caso supuso toda una influencia, no era capaz de hacer nada malo.
WILLIAMSON: Estoy de acuerdo. A algunos tampoco les gusta mi trabajo. La gente me dice: “¡Vaya, cómo apesta! ¿De dónde sacas esas ideas? " Y les contesto: "Mirándote profundamente a los ojos, cariño".
Seguro que mi propia opinión sobre mi obra es peor que la de nadie. En cierto modo me parece bien, porque te obliga a mejorar. Cuando confías demasiado en tu trabajo, empieza el deterioro. Es un viejo axioma, pero muy cierto. En cuanto llegas a un punto en el que te encuentras absolutamente satisfecho con lo que haces, entonces, ¿para qué molestarse en seguir mejorando?
Adquirir nuevos conocimientos y trabajar en nuevos formatos es de lo más gratificante. Como el proyecto de la película. Me emociona mucho, porque es un espacio nuevo en el que hundir mis dientes, aprender, y llevar a cabo cosas que no había hecho hasta ahora. Como los fumetti. Nunca había hecho un fumetti, pero lo intenté con ahínco. Cuando empecé en los cómics, no sabía nada.
GREEN: Me gustaría empezar con el aerógrafo, pero alguien dijo que es mucho trabajo: un error y has estropeado toda la viñeta, pero me gustaría empezar.
WILLIAMSON: No es cierto. Puedes utilizar aerógrafo sobre un acrílico, de modo que siempre se puede volver a repasar. Con el aerógrafo puedes usar cualquier medio. De hecho, es buen momento para empezar con él, porque muchos utilizaban esa técnica y todo el mundo se puso a retocar. Pero ya no es tan popular, es buen momento para empezar. Así no te encasillan tanto.
GREEN: También lo has utilizado, ¿verdad?
WILLIAMSON: No. Nunca.GREEN: Creía haber visto algo... habría jurado que...
WILLIAMSON: Algunos echan un vistazo a parte de mi obra y me dicen: "Eso es aerógrafo". No es así. Solo es una técnica de renderizado, ya sabes.
GREEN: "El Maestro ha hablado". No, me parece fantástico que tu trabajo se parezca a otra cosa. Bueno, para terminar la entrevista: Skip, ¿hay algunas profundas palabras que te gustaría decirles a los lectores?
WILLIAMSON: No os meéis sobre el televisor.
REGRESO A 1985
En 1970 trabajaba como diseñador para Playboy Press, y organicé un libro al estilo "Coffee Table" titulado "Gracias, señor presidente". La portada era una foto de una vela encendida y esculpida con el perfil de Richard Nixon. En el índice se podían ver imágenes similares de la vela Nixon al lado de los listados. Cada vela se iba derritiendo cada vez más hasta que todo lo que quedaba de la última era un charco de cera y vapor humeante. El prefacio estaba ilustrado a sangre con la escena de George C. Scott interpretando a Patton frente a una enorme bandera estadounidense. Excepto que en lugar de Scott como Patton, aparecía Nixon.
El responsable del texto y el concepto era Don Myrus, el director editorial de Playboy Press y también mi jefe. La dirección del estilo visual y la selección de artistas, dibujos y fotografías me correspondían a mí.
El texto consistía en varias citas escogidas que había enunciado la camarilla de Nixon. Agnew, Martha Mitchell, Erlichman, Haldeman, toda la deliciosa tripulación crepitaba con oleaginosa mendacidad, poniéndose en entredicho con sus palabras, y demostrando las inclinaciones criminales que después del Watergate serían de conocimiento público. Durante meses, trabajamos pegados a nuestro esquema que, al final del período propuesto, se mostraría como una empalizada visualmente dinámica y referencia insurgente contra algunos de los carcas más asquerosos de la época.
Para publicarlo necesitábamos el visto bueno del libertario recluso, defensor de los derechos de la Primera Enmienda, y director de operaciones, Hugh M. Hefner. Hef dijo: "No". Considerando la creciente amenaza del Departamento de Justicia, el talante punitivo de la oficina fiscal y la naturaleza monopolística de la Oficina de Correos, Hef opinó que sería políticamente imprudente publicar verdades tan estridentes. Aún así, me cabreó mucho que tanto tiempo, talento y dedicación estuviesen tan mal utilizados. El encanto de mi puesto en la revista se achicó tanto que al poco tiempo renuncié y conseguí otras maneras de pagar el alquiler.
La prerrogativa de permanecer leal a los prejuicios irracionales y las falsas vanidades quedó grabada en la sangre de nuestros antepasados. Un acre de tierra, una mula y libertad para perseguir con determinación una doctrina lunática y albergar nociones políticamente retrasadas, ese es el estilo americano. Y en mi tiempo libre, empecé a aprovechar ese derecho inalienable otorgado por Dios, publicando revistas de cómics junto a Jay Lynch.
En aquellos tiempos, Chicago era como el centro de Titograd. Una penumbra gris, fría y opresiva para la clase trabajadora gobernada por policías con puño de hierro a las órdenes de burócratas corpulentos y untuosos devoradores de puros. El miedo se cernía sobre la orilla del lago como un velo venenoso y siniestro. La brutalidad era ley en los guetos del sur y el oeste, y la intimidación parroquial reinaba gloriosa en los recintos étnicos y blancos del norte y el noroeste. De hecho, era un clima estupendo para un dibujante de cómics novato. Un montón de injusticia social sobre la que el primerizo caricaturista con aires de genio podía arengar sin cesar y, por miedo a recibir daños corporales, tampoco es que hubiese motivo para aventurarse en el exterior. Numerosas horas normalmente desperdiciadas en la simple desesperación existencial por muchos de esa generación se podían utilizar en su lugar de forma más eficiente para perfeccionar las viejas habilidades del cerebro / observación / tintero.
De repente alcanzamos 1984, catorce años de cambio después. Por un lado, ya no hay comix sobre los que charlar. Y la ciudad se ha ido transformando desde aquellos inquietantes y alienantes días. Las boutiques para la alta sociedad de Oak Street son tan imponentes como sus contrapartidas de los Campos Elíseos. Se escucha la alegre risa de la nobleza y el tintineo de las transparentes tazas de cristal de los cafés a pie de calle donde el ilustrado bon vivant puede mojar hábilmente su croissant en su café con leche, mientras la policía de mano de hierro mantiene a distancia a los elementos desagradables por orden de burócratas corpulentos y untuosos devoradores de puros. Y me encuentro trabajando como director de arte para la revista Playboy, donde, durante ocho años, proyecto tras proyecto, he consumido tiempo, talento y dedicación. Prácticamente nada de lo que hago se llega a imprimir. Algunas cosas nunca cambian. Algunas cosas forman parte de la política corporativa.
Así que poco después de grabar esta entrevista en el verano de 1984, la combinación de una realidad editorial ausente de humor, la nula posibilidad de moverme verticalmente dentro de la empresa, y una oferta que no podía rechazar, me alejó de un empleo de aires sibaritas pero creativamente estéril en Playboy.
Desde entonces mantengo un empleo remunerado como Director de Arte Corporativo de Consumer's Digest, una empresa que publica un par de revistas y que me ha dado la práctica oportunidad de presenciar las maniobras inicuas y artísticamente corrosivas de la comunidad empresarial estadounidense.
Mientras tanto, como si reforzásemos más la anarquía encarnada, mi esposa Harriett y yo nos hemos convertido en padres de gemelas, y mi hija de tres años, Molly, ha adoptado el dibujo de historietas como astuto medio de auto-expresión.
Así que, al menos, he logrado contaminar el acervo genético.
-SKIP WILLIMSON, septiembre de 1985
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