sábado, 7 de mayo de 2011

DESDE EL INFIERNO: CORRESPONDENCIA ENTRE ALAN MOORE Y DAVE SIM (4 de 7)


"Asmodeus", según Alan Moore

“Desde el Infierno: Correspondencia”, (1997), cartas entre Alan Moore y Dave Sim en Cerebus números 217 a 220; reimpresas en “The Extraordinary Works of Alan Moore”. Parte 4 de 7. Traducción de Frog2000. Primera partesegunda partetercera parte.

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Dave Sim


Sólo he podido experimentarlo una vez (fue en 1979).

Tal y como has comentado antes, creo que la experiencia humana se basa en intentar relacionarse con otras personas, pero podrías quedarte atrapado entre unos muros de tal forma que cuando intentes expresarte con lucidez empezarían 
a minimizar dicha vivencia humana, para más tarde verte en una situación en la que sería bastante complicado poder expresarte con precisión y luego te encontrarías... algo así como “nerviosísimo”, que es una palabra que apenas hace justicia al estado que se puede llegar a alcanzar. Me llevó alrededor de una semana darme totalmente cuenta de cómo me percibían durante una conversación: como alguien que se encontraba entre un predicador de un “Travelling Salvation Show” y el mismísimo Cthulhu. Deni y mi madre decidieron que necesitaba ayuda psiquiátrica (algo que tampoco me sorprende. Cuando pienso en ello, la verdad es que tampoco puedo culparlas por haber hecho un juicio colectivo de cariz semejante. Al final fui capaz de dominar las cosas... y sé que te sonará raro... pero aprendí a representar la presencia de una persona normal. Ya sabes: “¿Qué diría alguien normal en la misma situación?” Me convertí en un actor que interpretaba a Dave Sim durante mi vida del día a día (o por lo menos el retrato más fidedigno que pude recordar del Dave Sim que fui una vez.) Por otra parte, mi vida interior consistía en hacer una rápida clasificación de los metafóricos archivadores repletos de información que atestaban en los últimos diez o quince segundos mi cerebro. 

Hay muchas cosas que investigar y también hay muchas cosas que debemos evaluar. Recuerdo que pensé: “Creo que debería escribir un libro.” Y ahora, si estás de acuerdo ya podemos reírnos. Fue así como nació el concepto de esta maxi-serie de trescientos números.
Cuando Gerhard leyó nuestro anterior intercambio de mensajes, no fue capaz de recordar el orden exacto en el que sucedió todo lo que acabo de comentar, aunque tampoco me parece sorprendente. Como he comentado, me parece verdaderamente encantador y (sí, Alan, gracias por esa nueva palabra) glamuroso. Todo el mundo será capaz de recordar la repentina intrusión del Siglo XX, pero también deberían recordar (o por lo menos espero que algunos lo hagan) la maxi-serie de 300 números, pero desafortunadamente esta es tu entrevista y no la mía.

Gull finalmente encuentra lo que estaba buscando, ¿no es cierto? Incluso aunque en realidad ni siquiera sepa lo que está buscando. Lo hace en ese momento eterno en el que consigue la iluminación más elevada posible (su propio mapa de alta definición), aunque puede que sea un recipiente defectuoso. Es un asesino de proporciones cercanas a lo inimaginable, pero sigue siendo humano, está hecho de carne y sangre. Pensé que era una buena idea sentarle a una mesa mientras deliberaba (sobre lo que es) mediante una arenga que se (nos) asemeja un poco a la de un dios. Una demostración patética, cercana a lo conmovedor, que nos hace conscientes de sus enormes (enormes) limitaciones humanas. Y más tarde se da cuenta de que todo ha acabado. ¿Hay alguna idea que quieras de compartir sobre lo que podría haber pensado tu Gull de ficción cuando se encuentra reflexionando durante su mayor momento de gloria, cuando se encuentra en la cima de todo? ¿O debería pedirte que guionices otro tomo más? Lo haré. Por favor, te suplico que escribas otro tomo, pero como vas a tener que hacerlo gratis, tampoco me importa mucho que no sea demasiado extenso.
Alan Moore

Me parece que me estás haciendo dos preguntas en lugar de una. En realidad me parece que quieres que escriba dos tomos. Y estoy de acuerdo contigo.

Dada la inocencia de tus propios comentarios, y a la luz del hecho de que algunos de los elementos más místicos de From Hell se derivan de mis propias experiencias e ideas personales, me parece que sería necesario trazar una línea entre mi Gull de ficción (o tal y como Iain Sinclair lo describió con descorazonadora precisión: “Sidney Greenstreet tras atropellar a la Abby de Thelema”) y yo mismo.

Mis reacciones personales frente a los extremos a los que puede llegar la conciencia y sus consecuencias descritas anteriormente fueron mucho menos dramáticas que las tuyas, probablemente porque al menos dispuse de unos cuántos meses de preparación durante los que pasé por el ritual necesariamente vergonzoso en el que yo mismo me declaré como mago, en Noviembre de 1993, un acto casi parecido a tu propia vacunación; un colapso mental leve y controlado que me dejó con el estado de ánimo suficiente como para generar los anticuerpos necesarios con los que defenderme de una locura mayor que podría haberme atacado en cualquier momento.

En realidad no me golpeó el rayo adecuado hasta principios de enero de 1994. Más importante aún, me alcanzó a mitad de una premeditada labor mágica (a pesar de que era un pequeño acto casual), y lo más importante de todo, el rayo no me alcanzó mientras me encontraba a solas. Estaba con otro mago y también él fue alcanzado. Por lo tanto, hasta cierto punto la confusión posterior producida por esta experiencia paranormal era algo que yo había solicitado y que estaba esperando (excepto, por supuesto, que no lo había hecho, en realidad no), y además los dos pudimos conseguir la confirmación y la validación del otro de alguno de los momentos más peculiares.

Los dos meses de preparación anteriores fueron (creo) vitales. Tu analogía con el metafórico archivador repleto de información me parece excelente, porque se parece mucho a la habilidad de la que disponemos para hacer frente a dicha experiencia, a cualquier experiencia, dependiendo todo de la forma que tenemos de ordenar cada tipo de experiencia en un sistema prolongado y amplio de clasificación que nos facilite la visión de la realidad. Cuando cruzamos la calle, algo que casi hacemos de forma inconsciente, estamos organizando el mundo que nos rodea en diferentes categorías con nuestro propio sistema de clasificación prolongado: coche que no se mueve, no existe amenaza. Coche moviéndose lentamente, no existe amenaza, resulta seguro cruzar la calle. Coche moviéndose rápidamente, amenaza, espera en el bordillo hasta que se haya ido. Tres chicos borrachos gritando y agitando una botella: amenaza, intenta evitarlos.

Esto no quiere decir que clasifiquemos toda la realidad en términos de amenaza/ no amenaza... el proceso es mucho más complejo y se divide en miles de compartimentos diferentes bajo un sistema clasificatorio propio. Cuando estamos pidiendo algo en un restaurante, juzgamos el menú a través de un sistema de clasificación organizado alrededor de “me gusta/ no me gusta”. Al escribir un texto o crear arte, pensamos de una forma creativamente discriminadora en torno a las frases de “parece buena idea/ es mala idea”. La idea que subyace detrás de todos estos diferentes ejemplos es que para poder tomar decisiones sobre todas estas cosas, primero debemos ser capaces de reconocer e identificar cada fenómeno. Tenemos que conocer lo que es un coche que se está moviendo lentamente, tenemos que saber lo que es un filete bien hecho, qué es una mala idea artística. Esas cosas tienen que haber existido antes u ocupar un lugar en nuestro sistema de clasificación antes de que sepamos cómo responder ante ellas cuando se nos presentan.
Lo que ocurre con las experiencias mágicas es que de repente 
inundan la bandeja de entrada un montón de cosas que no tienes ni una jodida pista de cómo podrías clasificar. No se trata de una mujer con un cochecito de bebé o de un filete bien hecho. Es algo que podría ser una rosa, un Siglo, la esencia Platónica del color verde, o todo en uno. Se parece a un Sqmrlpstgyzlt: algo que se alimenta de una especie de subproducto hecho de gelatina humana, y luego lo caga en forma de los números primos previamente descubiertos. Lo único sano que se puede hacer para afrontar una señal de entrada parecida es volverse loco. El archivador que hay que rellenar no es capaz de hacerle frente, el sistema taxonómico se desborda, se derrama por todo el piso de la oficina en un gran charco de datos desorganizados.

Como me convertí en mago dos o tres meses antes de ese cataclísmico evento, fue como si realmente hubiese pedido un archivador más grande antes de tiempo. Y cuando por fin ocurrió, al menos tuve alguna forma rudimentaria de poder clasificar las cosas dentro de un sistema y hacer que todo cobrase sentido. He oído decir que todas las percepciones humanas pueden ser vistas como nuestras puertas individuales hacia el Universo. El mago (o la maga) intentan alterar de forma consciente el ángulo o la anchura de su ventana con el fin de obtener una vista diferente del paisaje que se puede encontrar en el exterior. Por otra parte, un enorme skinhead astral con botas martens de dieciocho agujeros está golpeando la ventana de cualquiera que esté aquejado de esquizofrenia. Ambos se encuentran experimentando el mismo flujo de fenómenos, y probablemente las percepciones pueden ser bastante parecidas. Sin embargo, el mago dispone de algo que le ayuda a encauzarlo. El esquizofrénico tan sólo puede hundirse bajo el aluvión de datos. Como una vez dejó dicho de forma muy sucinta Aleister Crowley (y ahora no le estoy parafraseando): “la única diferencia entre un esquizofrénico y yo es que yo no estoy loco”.

De todas formas, lo que hice después de que me sucediese mi propia excursión pentecostal fue comentarles la experiencia a mi familia y a mis amigos de la misma forma relativamente calmada y ordenada con la que les comentaría cualquier otro tipo de suceso. Les dije que era completamente consciente de que esas experiencias podrían sonar como algo delirante, pero que como se trataba de un fenómeno mental inusual, las encontraba interesantes en sí mismas y que creía que valían la pena. Después de unas cuántas semanas de deambular bajo una especie de aturdimiento creativo muy productivo en el que produje unas cuántas ilustraciones y compuse en colaboración y grabé un par de las mejores canciones que haya escrito jamás (“Hair of the Snake that Bit Me” y “Town of Lights”, por si alguien está remotamente interesado), alcancé un estado más analítico y empecé a formular mi modelo de la Idea Espacio, tal y como ya he comentado antes aquí y en algunos otros sitios más. En ese momento mi familia y mis conocidos ya se habían tranquilizado y convencido de que ciertamente yo no era menos racional que otras veces, tanto funcional como creativamente, por lo que o bien se encogían de hombros y me dejaban seguir a lo mío, o me animaban de forma enérgica para que les comentara lo que me había sucedido, ya que también lo encontraban tremendamente interesante.
Básicamente no tuve que “aparentar normalidad” ni negar públicamente que (aparentemente) había disfrutado de dicha experiencia. Personalmente estoy bastante contento, porque me permite continuar con mi identidad y tengo menos posibilidades de sufrir una ruptura o de confundir mi mundo interior y el exterior.

En relación con todo esto, creo que la gente se espera que los tíos con pelo largo y barba como yo deliren y profeticen cosas de vez en cuando, y por eso no se nos suele prestar mucha atención. Es probable que tú sólo tengas el peinado equivocado, Dave. Y quizá yo podría acudir a un estilista y a un médico para discriminar mi lado nigromántico.

De acuerdo entonces, hasta donde a mí me concierne eso es todo lo que sé. Aunque mi Gull de ficción también se encuentre sometido a una deriva durante un período espacial y ensoñador tras haber sufrido algo poco común, él está ejecutando un programa diferente. Lo que realmente le sucede es que la leve sensación casi post-coital que le está anegando, se encuentra mucho más impregnada del clásico perfil de personalidad de un asesino en serie que la que me abordó a mí durante mi experiencia personal.

A menudo, el clásico asesino en serie de manual parece llegar a un punto en que las complejas y repetitivas ecuaciones emocionales por las que está pasando se resuelven de forma indiscutible. En ese momento puede que incluso en alguna ocasión acabe suicidándose. Lo más normal es que se entregue a la policía (como hizo Ed Kemper) o que cometa errores de principiante que sabe que hará que la policía lo capture de inmediato (como ocurrió con Henry Lee Lucas). Kemper, que era capaz de violar, matar y decapitar a sus víctimas, a veces incluso en ese orden, finalmente asesinó a su madre, lo cuál podría sugerir que es lo que intentaba hacer cuando cometió el resto de asesinatos. Sus otras víctimas tan sólo eran sustitutos o ensayos. Después de ese homicidio climático y catártico, Kemper se entregó a la policía. Cuando le preguntaron qué es lo que le había llevado a cometer los asesinatos, se quedó perplejo y contestó: “no había ningún motivo concreto”. El programa había seguido su curso y se había ejecutado. No había ningún motivo concreto.

Eso es lo que le ocurre a Gull: alcanza la cima. Planta allí su bandera ensangrentada. La excursión, el ascenso, han concluido. En consecuencia ya sólo queda el descenso. El combustible se ha terminado. En lugar de decirse: “¿Qué más es lo que quiere el Señor de mí?”, Gull comprende que concluida su tarea, nunca más lo van a necesitar, o por lo menos no lo necesitará el Señor. Después de ese largo descenso comienza el declive hasta su fallecimiento entre los jergones de un Asilo de Islington. Y en cuanto a qué es lo que realmente puede cruzar su mente, no sabría decírtelo. Supongo que tendrías que haber estado allí.
Dave Sim
En realidad hace ya algún tiempo, quizá siete u ocho años, que t
omé la decisión consciente de intentar parecer normal. Fue una decisión que formaba parte un intento de retratarme como alguien normal. No fue muy buena decisión. No importa lo corto que tenga mi pelo o si mi aspecto es aseado, la gente me sigue mirando como si acabase de aterrizar desde el planeta Marte. Pero tu idea sobre lo que te ocurrió está muy bien pillada (hablo como observador y como oyente externo. Creo que el pelo y la barba no son ninguna carencia ni para los ojos ni para la voz). Además, resulta que mi interiorización acabó justo cuando me puse a dar un pequeño paseo por mis quince años (menos una semana…) ¿Cuál es la frase del Lennon que aparecía en “Mind Games”? Dirigirse a través de “todo absolutamente”. En ese momento mi máscara y mi verdadero yo se fundieron en una unión feliz, y después de todo (gracias a Dios) me encontré con ellos, con nosotros, conmigo mismo viviendo felizmente. (“Jeejee”. "Ellos", dice... de acuerdo, de acuerdo, creo que ya es suficiente.”)

Después de un pequeño lapso de tiempo entre mi último fax y tu respuesta, he estado considerando mucho tiempo enviarte una respuesta complementaria. Como no has querido comentar “¿En qué pensaba tu Gull de ficción?”, resulta bastante fácil llegar a la conclusión de por qué no has querido hablar sobre ello. Pero es algo que sí que has hecho antes, y para mí es una de las partes más satisfactorias de toda la historia. Así que me he sentido (sí, Alan, SENTIDO mal al mirar hacia atrás. Cuando pienso en las consecuencias inmediatas provocadas por el “rayo” por el que fui golpeado, recuerdo sentir un estado que podría expresarse como si verdaderamente hubiese alcanzado la cima –al menos conseguí un trozo de la misma-, y si alguien me pidiera que lo intentara expresar de una forma más básica, no sólo creo que rompió en mil pedazos mi forma de pensar habitual, sino que esa extraña fortaleza y esa claridad superior que pude sentir entonces me dejaron agotado. “¿Doctor Gull? ¿Estás listo para continuar?” Si lo miramos bajo el contexto de un juzgado o frente a una audiencia puede parecer algo muy básico, pero creo que para el propio Gull, las sobras de haber alcanzado un estado “semejante a un dios” al que llega en el matadero de Miller´s Court, para su conciencia magnificada, definitivamente solo serán el eco y la repetición del eco del macrocosmos y del microcosmos. “Aguantaré, pero lo único que quería... lo único que quería es...”, y lo ha conseguido. Tiene que afrontar la percepción de sí mismo como el cumplimiento definitivo de lo que los Masones siempre buscaban/ buscan: la encarnación hecha carne. La personificación de la estructura más antigua: el edificio viviente de los Masones.“¿Doctor Gull? ¿Estás listo para continuar?” Le fuerza a intentar elevarse A SI MISMO por encima de lo que le ha contactado. Creo que fui capaz de interpretar sus propias percepciones como algo parecido a cuando se apagan las luces en todos los pisos de un rascacielos, desde arriba hasta abajo. El impulso de alcanzar el lugar más allá incluso del piso iluminado de la conciencia superficial le lleva a formar parte de la acusación de aquellos a los que él sólo ve como insectos, antes de que él mismo sea incluso incapaz de discernir si su Eterno Momento se trata de una especie de prueba, o si sigue estando en Miller´s Court. “No, no estoy preparado para continuar, sea como aspirante a dios o como Doctor Gull”. Y por eso no lo hace. Y creo que por eso no lo hace.

Me ha chocado mucho saber que el peligro de esos “rayos” se encuentra en la interpretación equivocada que demos de los mismos (¿o igual la verdadera intención de dicho fenómeno... sea llenar de porquería el ego y la personalidad? Si es que podemos decir que tengan alguna intencionalidad.) “El ritual necesariamente vergonzoso en el que yo mismo declaré que era mago...” Detecto un montón de vergüenza, ¿no es cierto? Por una parte, SABES lo que has experimentado. Realmente te has visto forzado a describirlo como un “fenómeno mental inusual”, aún sabiendo lo inexacta que es esa descripción. Recientemente he terminado de leer una biografía de William Blake, y comprendo todo lo que sufrió. En muchos aspectos fue el auto-editor original. Quiero decir, con Cerebus realmente estoy dedicándome a crear una buena historia que tenga un montón de niveles, y me siento impelido a contar un montón de cosas, probablemente demasiadas, en sus seis mil páginas. Pero tío, por lo menos no tengo la sensación de estar puesto en el Planeta para ponerlo todo en orden. En mi opinión Blake sabía claramente que él era Moisés o Jacob o (de todas formas) el heredero directo de su legado. Un Elegido de Dios para contarle al mundo lo que verdaderamente estaba ocurriendo, para conseguir que todos coincidiesen en que todos los pintores del Renacimiento que no le gustaban eran un fraude, y que todos los que sí le gustaban eran o profetas o diáconos de la colina. Que todos los que le gustaban eran un ángel enviado por su propio Dios, aunque ya no le gustaran más esas personas, momento en el que para él se convirtieron en una de las Legiones del Infierno enviadas para atormentarlo. Encuentro muy inquietante a este tipo de personas. Porque resulta muy difícil dejarlos fuera de juego. Ciertamente, la dureza de su trabajo nos comunica que nunca fue un gran diseñador con propósitos mezquinos, tal y como era percibido popularmente en su época. ¿Pero cuánto más allá estaba dispuesto a llegar? ¿Y en qué punto ha de detenerse un crujiente ego humano, envidioso del éxito de los demás y farisáico, y dónde empieza la iluminación?Todo esto viene al caso porque siempre me ha gustado la tira “Meatball” de Robert Crumb. La “Meatball” golpea a la gente en la cabeza y puede llegar a afectarla de muchas formas. A veces golpea a toda una ciudad, y a veces solo a Kim Novak en el "Tonight Show" (esa vez me quedé flipado). Resulta completamente impredecible, y tiene mucho más en común con el “tartazo en la cara” que con los Coros Celestiales.

¿Alguna idea acerca de todo esto antes de que empecemos a comentar los capítulos del retiro de Gull y sus repercusiones?

Alan Moore


En cuanto a la visión por parte de Gull de su juicio y de cómo una observación fortuita “del futuro” puede revelar significados diferentes si se realiza desde el punto de vista del “presente”, tu resumen me parece bastante atinado.

Y en cuanto a los peligros que conlleva experimentar una visión, creo que estoy absolutamente de acuerdo contigo cuando apuntas a los problemas que nuestros propios deseos, miedos e imaginaciones enloquecidas pueden causarnos fácilmente, y lo rápido que podemos desilusionarnos por culpa de nuestra propia interpretación de esas experiencias. Por mi parte, considero mis observaciones sobre la magia y las visiones como parte de un diálogo permanente. Si trabajamos desde la base de que es mejor el viaje en sí mismo que la llegada, siempre intento evitar las conclusiones precipitadas, sin importar lo jugosas y tentadoras que puedan parecerme. Me temo que en este caso estoy del lado de esos poéticos revisionistas del lenguaje, personas que insisten en que este debería ser revisado con el fin de que la palabra “es” sea eliminada y la frase “me parece que” sea sustituida por otra. (Robert Antón Wilson también sugiere útilmente que se utilice “sombunall”, contracción de “some but not all”, para la palabra “all” (todo), pero ese es otro tema.)

Con el fin de evitar llegar hasta una conclusión errónea (especialmente a una conclusión al estilo de “yo soy el Señor”), tiendo a ir modificando constantemente mi forma de ver el funcionamiento de las cosas, sin que esa forma se quede completamente fijada, y eso sin tener que sumirnos en ningún momento en inescrutables conceptos abstractos como “la verdad”. Hay que reconocer que el significado que tenía del mundo ayer mismo es ligeramente diferente en este momento, y que dentro de un año podría ser absolutamente diferente. Creo que ese puede ser el tiempo suficiente para trabajar y procesar la información que tenemos más a mano. La mejor forma de explicarlo es juzgando la vergüenza que se puede sentir ante una experiencia y que tú has mencionado mediante un ejemplo personal.

Después de mi aparente primera experiencia con hechos poco ordinarios ocurrida a principios de enero de 1994, alrededor de un mes más tarde (en febrero de ese mismo año) me vi abocado a una experiencia superficialmente similar, pero subjetivamente diferente. Omitiré los detalles, pero el resultado fue que por lo visto estuve charlando con una entidad que primero se identificó como “Uno de los Nueve Duques”, y más tarde, durante nuestra conversación, como “Asmoday”. Su “cuerpo”, si me preguntas cómo se materializó, consistía en una brillante red que iba cambiando de forma salpicada de repetitivos motivos arácnidos, todos idénticos pero de diferente tamaño. Dichos motivos mantenían su coloración y constantemente estaban adentrándose en una dimensión espacial que me resultaba desconocida, convirtiéndose en el reverso de una de las redes, similar pero cambiante, pero esta vez con los motivos reiterados de un lagarto. A su vez, este motivo se volvía a doblar sobre sí mismo y volvían a aparecer los motivos arácnidos, y así una y otra vez. Como fondo constante de este fenómeno se podía ver un bello patrón consistente en unos ojos como los de la cola de un pavo real. Ese ser me rodeó la cabeza como si fuese una esfera de 360 grados o un campo presencial, moviéndose y hablándome de forma lúcida (y debo decir que con mucha educación y de forma encantadora.)

Al igual que me ocurrió en mi primera experiencia, en ese momento había más magos conmigo (aunque no estaba el mismo que la otra vez). Justo en el momento en el que estaba hablando con la entidad le comenté a uno de ellos que realmente me parecía que el cuerpo de la criatura era como una especie de manifestación, ya que un cuerpo físico sería algo claramente redundante. Me pregunté si los “cuerpos” de esas criaturas no serían nada más que algo similar a los “íconos” con los que la gente suele representarse a sí misma cuando está navegando por la red. Quizá las formas percibidas fuesen más parecidas a símbolos compuestos, personajes con un lenguaje desconocido destinados a impartir una especie de información no verbal. Por el momento se me ocurrió que la entidad que parecía estar mirándome, me estaba transmitiendo ciertas cosas a través de su forma visible: primero, parecía ser una experta en matemáticas y en las artes visuales que se refieren a las matemáticas. Segundo, tenía por lo menos una dimensión espacial más de las que tenemos nosotros, y además parecía estar deleitándose casi de forma petulante al señalarme dicho hecho. Hacía gala de una especie de atractiva vanidad que parecía implicar que el alcance emocional de la criatura no era muy diferente del de un ser humano. (He de señalar que ese no ha sido el caso con el resto de “especies” de criaturas imaginarias con las que me gusta imaginar que he contactado.)

Días después de esa experiencia empecé investigar un poco para ver lo que encontraba sobre el demonio Asmoday, o Asmodeus, que es como suele ser más conocido. Parece que Asmodeus está considerado como el demonio mecenas de las matemáticas y los trabajos manuales, lo que encaja bien con mi percepción general de la criatura pero tampoco demuestra mucho más. También existe cierto material fascinante sobre una de las habilidades particulares de este demonio, un don que es capaz de otorgar a los contactados denominado “el Vuelo de Asmodeus”, mediante el que un mago puede ser aupado encima del demonio para poder volar por encima de la ciudad. Al mirar hacia abajo, con la habilidad transmitida por el demonio el mago sería capaz de ver todas las casas como si sus tejados hubiesen sido eliminados, así que podría ser capaz de ver las vidas de sus ocupantes. Esta es una imagen medieval fascinante e irresistible, pero de nuevo, tampoco parece tener demasiado significado.
El año pasado mi estimado colega Dave Gibbons me llamó a propósito de una referencia con la que se había cruzado en un libro en el que se entrelazan las matemáticas y la ciencia titulado “Fourfield”, de Tom Robbin. El fascinante libro del Sr. Robbin es una disección de la teoría y la aplicación de las matemáticas en cuatro dimensiones, deteniéndose un buen rato en un punto en el que se hace la creativa pregunta de cómo podría ser una hipotética forma de vida cuatridimensional. Cómo podríamos verla nosotros si existiese tal cosa. Básicamente, supongo que bajo la mucho mejor y más informada visión del autor, esa criatura se podría asemejar a una brillante red hecha de múltiples copias de sí misma de diferentes tamaños. Esto me hizo entonar bien los oídos, y cuando recibí un programa de ordenador que me permitió realizar modelos de algunas formas básicas cuatridimensionales, quedé bastante intrigado al observar que algunos de estos entes hiperespaciales se asemejaban a determinadas entidades no físicas con las que yo pensaba que había contactado.

Empecé a trabajar a partir de la hipótesis de que dichas entidades existen a un nivel superior y de repente la fábula del “Vuelo de Asmodeus” desveló un montón de nuevas posibilidades: una mente humana en tres dimensiones es aupada hasta contactar con otra superior de cuatro dimensiones perteneciente a una entidad de una dimensión superior, algo que nos permite mirar hacia el paisaje en tres dimensiones inferior desde una perspectiva cuatridimensional. El interior de las cosas es ahora visible de la misma forma que lo es el interior de un cuadrado en dos dimensiones visto desde nuestra tercera dimensión. Todo esto se parece a esa visión medieval en la que los tejados han sido eliminados para poder ver el interior de las casas. ¿Podría ser que el hechicero en cuestión realmente pudiese ver a través de los tejados y muros, a través de la cuarta dimensión que se encuentra más allá de la tercera de nuestro mundo, ya que ésta última parece tener ciertas limitaciones?

A la luz de los hechos, el resultado de toda esta digresión largamente prolongada es la siguiente: ¿realmente creo que he estado hablando con un entidad más allá de lo físico de cuatro mil años de edad que se mencionaba por primera vez en “The Book of Tobit”? No. Por lo tanto, ¿creo que realmente no he estado conversando con la entidad antes mencionada? No. No veo que haya ningún imperativo en particular para que lo crea o no, o para que llegue hasta una conclusión definitiva. Reunirme con el demonio Asmodeus fue una presunta experiencia que he podido tener o no... Y al levantarme de la cama esta mañana e ir a tomar el desayuno, disfruté de otra presunta experiencia. Elijo no concederle la “posición” de ser real. Lo que más me tienta es toda esa hipótesis sobre la cuarta dimensión, la cuál encuentro muy emocionante, y además (al menos para mí) circunda la “verdad” sobre todo el asunto. Por lo tanto, ¿creo que lo Cierto es que los dioses, los ángeles, los demonios y los alienígenas grisáceos son criaturas de una dimensión superior que se comunican con nosotros a través de un velo cuatridimensional? No.
Creo que a pesar de todo es una buena historia que contar, y me encantará tratar con ella hasta que encuentre alguna mejor o una forma más satisfactorio de hacerlo. Para mí supone una práctica  y sólida estrategia de supervivencia. Es cierto que resulta difícil ponerla en práctica en una conversación con algo que tiene cuatro mil ojos y te deja acojonado, pero creo que si lo haces con este enfoque, estarás más cerca de lo que hayas estado nunca de alcanzar la verdadera cordura.

Cambiando de tema, eso no quiere decir que yo desapruebe el enfoque que tenía Billy Blake de ese lugar. Él caminó a través del visionario paisaje de su mente y habló con sus visionarios iguales fallecidos desde hacía tiempo en ningún sitio más aparte que en el interior de su cráneo (él mismo lo admitió en muchas ocasiones), y sin embargo tuvo la voluntad de seguir insistiendo en su propia visión del mundo, insistiendo en lo que para él era el mundo por el que vagó y residió: una ciudad dorada que se encontraba más allá de la realidad y que era cuatro veces mayor que los canales enjoyados de estiércol de Oxford Street. Puede que en algunas ocasiones pareciese tener una inflada opinión de sí mismo, pero me parece que sólo era una reacción natural contra la miseria y el fracaso que había sufrido a ojos de todo el mundo, excepto para los de sus amigos más cercanos (y por supuesto, para la posteridad). Haces bien al llamarlo el primer editor, estás jodidamente cerca de la verdad, y creo que te darás cuenta de que tienes más que ver con él que lo que te pueda parecer en un principio: un hombre con una visión que decidió que la mejor forma de transmitirla era consagrándose a la obra de su vida utilizando una narrativa de fantasía de larga longitud, un mundo simbólico en el que inventaba personajes que podían actuar en el drama propuesto por la divina visión de su autor. Además de todo esto, su obra tenía que estar creada por él al completo: Blake hizo casi de todo excepto imprimir su obra en la imprenta o cortar los árboles para fabricar el papel. Puede que parte de lo que echa a la gente para atrás de Blake sea que expresó gran parte de su visión a través del lenguaje y los símbolos de la religión cristiana convencional de su época, con términos que le suenan algo desgastados al oído contemporáneo. Por supuesto, pero eso no descarta tu propio punto de vista sobre Blake, sino que simplemente sugiere que el mío quizá sea un poco más clemente y esté más preparado para dejar pasar por alto su ocasional y desmedida arrogancia. Dios sabe, Dave, que nosotros mismos no estamos por encima de dejarla pasar por alto, ¿no es cierto? Y ni siquiera hemos escrito todavía “London”, ni pintado “Glad Day”.

Un asunto de menor importancia: ¿qué biografía te estás leyendo últimamente? Probablemente la de Gilchrist siga siendo la más básica y la mejor, pero me gusta mucho el reciente añadido de Peter Ackroyd. Probablemente te habrás comprado la biografía “Blake: Saint or Shit-heel” de Albert Goldman, en donde Blake se chuta una cuarta parte de Láudano, mostrándose a los chicos de su barrio a través del seto de alheñas de su jardín trasero mientras se refiere al ángel Rafael como un “jodido bastardo vestido como un judío” en la correspondencia que le envía al artista Fuseli, remitida por Blake bajo el nombre de “Gloria”.
Dave Sim


Estoy obligado a admitir que ni me exalto tanto como Gilchrist ni estoy tan degradado como Goldman. Quiero decir, sé que cuando conseguí esa biografía de Blake de 2000 páginas (el nombre del autor es James King), elegí algo más que un “Big Golden Book” infantil de Billy Blake y sus colegas. Las pocas ilustraciones que se pueden encontrar en ella son en blanco y negro, así que ne gustaría comentar que si supusiste que no tenía muchas expectativas sobre si sería un libro definitivo o no, sería subestimar el asunto de forma demasiado drástica. Actualmente estoy haciendo un parón en mi lectura del Antiguo Testamento y me estoy sumergiendo en el Apócrifo (ya que la Biblia en cuestión parece ser una reproducción de la versión de King James de 1611. Te aseguro que muy divertido conocer el nombre del biógrafo). Como llegué hasta la Biblia a través de “A Third Testament” de Malcolm Muggeridge (¡hablar sobre la investigación que realizó este hombre sería exceder todo lo conocido!) y su autobiografía, y ya que el panteón de Muggeridge se encuentra firmemente establecido alrededor de Blake, Pascal, San Agustín y algunos otros, he pensado que por lo menos le debía al viejo réprobo hacer un “Vida de...” antes de echar un vistazo a su obra actual bajo la forma de lujosas ediciones para la mesita del café que en nuestra época parecen ser el testimonio más visible de todo lo que tuvo que soportar el autor (por lo menos ha perdurado hasta nuestra época). El propio Muggeridge confesó que había gastado la mayoría de su energía creativa en alcantarillas cercanas al “periodismo” de prensa y televisión, básicamente mintiendo a otros (y a sí mismo) a cambio de dinero, por lo que creo que lo que más le llamó la atención sobre Blake fue la “miseria y fracaso que parecía sufrir”. Esto es, Blake se mantuvo fiel a sí mismo y a lo que le parecía correcto y equivocado, y de hecho, para Muggeridge es un elevado destino al que aspirar. Para Muggeridge el camino elegido por Blake debió parecerle como si tan sólo le separara un único grado del de Nuestro Propio Señor y Salvador ¿No crees? Jesús limpió el bar con dieciséis pies de altura y Blake gestionó su obra con ocho, mientras nuestro querido viejo Muggs tuvo bastante presionado el culo con cuatro – y desde su propio corazón lo atribuyó a su incapacidad para renunciar a todas las riquezas y reinos de este mundo y salir desnudo ante el exterior, etc, etc, etc. Lo que significa que Muggeridge veía a Blake como una figura al estilo de Job, alguien que estaba siendo probado y atormentado a cada paso, con la fe tambaleándose continuamente, por lo que en consecuencia dispondría de un pasaporte hacia el cielo marcado con un insuficiente por culpa de su conducta. Mi punto de vista estructural se encuentra más cercano al de Blake (mantengo a Cerebus alejado de las películas, TV, tarteras, etc), pero intento no fijarme demasiado en el heroísmo al estilo de Cristo de Blake, tal y como sí que llegó a hacer Muggeridge. Lo que yo veo es a un sujeto que no estaba capacitado para encarnar la verdad tal y como la veían sus iguales: de gran diseño, pero de finalidad piojosa, y que se perdió para siempre por culpa de su orgullo. Para mí existen grandes diferencias entre los “ocasionales accesos de orgullo” a los que es propenso cualquier ser humano. A pesar de que él era un hombre devoto, yo lo retraté como alguien que siempre estaba rezando para tener re-ordenado el Mundo entero, así que creo que tuve una sensibilidad mayor (ya sabes, como William Blake, que estaba en lo más alto de aquellos que reparten la Palabra de Dios a los no bautizados. Nunca me pareció que a él se le ocurriese (quiero decir, literalmente) que sus interlocutores estarían mejor servidos si él mismo se hubiese tomado un buen baño.)
Por supuesto, Muggeridge era una figura completamente diferente en una Inglaterra que parecía estar en otro lugar. Nunca se declaró como cristiano hasta que se adentró bastante en su etapa crepuscular muchos años después, y (sin ser nada sorprendente) fue recibido con una gran cantidad de burlas. Es decir, sólo pareció renunciar a los placeres de la carne cuando ya no se excitaba más y le irritaba mucho que el resto sí que pudiese disfrutarlos.

Veo que tengo bastante en común con Blake: gran parte de su celo excesivo tuvo que ver por querer externalizar las tormentas cada vez más duras que le proporcionaba su pene. En cuanto Blake se calmó y se detuvo en su afán de apartarse del mundo, intentando transferir al campo del arte y el saber divino sus prejuicios y preferencias personales, consiguió un pequeño y agradable círculo de acólitos que escuchaban cada una de sus palabras, se postraban a sus pies y besaban la tierra que pisaba. Pero tan sólo me parece otra sumisión a su propio orgullo, y además probablemente fue más un asunto de que Dios había recompensado a su mujer Catherine por haber aguantado al cascarrabias-desde-la-cuna que cualquier otro tipo de recompensa que pudiera hacerle al propio Blake. O puede que no. Creo que hay argumentos persuasivos para poder hacer cumplir la creatividad de cualquier tipo, ya sea a través de una alegoría o de un microcosmos de lo que está ocurriendo en el interior del momento eterno de nuestras vidas. Y tal vez cuando Blake se sentó a escribir e ilustrar un poema, tan sólo se quedase de pie en las bóvedas de los cielos, sin poder regalarse ningún pase de cortesía para poder ver lo que Napoleón estaba garabateando en su libreta durante esa misma noche.

¿Sabes lo que quiero decir?

Alan Moore

Eh... en realidad no estoy seguro del todo. El final de la primera página de tu fax estaba medio cortado, así que durante algunos incómodos instantes he pensado que estabas sugiriéndome que hubo algún tipo de relación entre Catherine Blake y Malcolm Muggeridge, pero en realidad habría sido ir demasiado lejos.

Estoy de acuerdo con lo que afirmas de que cualquier trabajo creativo funciona como un microcosmos... si bien es uno borroso e inexacto... parte de la totalidad de eso que podríamos llamar espacio conceptual y a lo que Blake llamaba Cielo.

Incluso creo que tampoco podría clasificarse como un espacio conceptual como tal “durante el transcurso de nuestras vidas”, ya que para mí la esencia natural del espacio conceptual es que es instantáneo, un hiper-momento que llena la totalidad del continuo y en el que se subyugan todos los otros momentos como partículas atrapadas en ámbar. El Cielo, el Olimpo, Asgard, Satori, Restau, el Tiempo de Sueño, todos los sitios son un extenso, radiante y complejo suceso que constantemente se encuentra en proceso de Existir. Osiris no fue desmembrado en el pasado. Isis no se reensambló y fue fecundada por él en algún tiempo histórico o prehistórico remoto, ni el nacimiento de Horus que le siguió ocurrió en una fecha que podamos nombrar fehacientemente, por lo que no podríamos mandar una felicitación. Sólo se podría hablar con una mayor precisión de estos eventos de la Tierra de Ensueño como si fuesen a ocurrir en un futuro lejano o como si estuviesen ocurriendo ahora mismo. El paréntesis de “Erase una vez” que incluimos en nuestros eventos míticos más preciados se cuida mucho de no decir el tiempo en el que transcurren. Los ángeles, tal y como comenta Immanuel Swedenborg, no conocen el paso del tiempo.
De todas formas, probablemente estaré desvirtuando por completo tu punto de vista. ¿Sugieres que podría haber algo a través de lo que William Blake, a pesar de sus muchos e indiscutibles problemas de personalidad, pudiese haber tenido mayor acceso al “Cielo” que un tipo de intelecto y visión totalmente diferentes como, por ejemplo, los de Napoleón? Si eso es lo que me preguntas, entonces supongo que debería contestarte que (sin querer hacer comparaciones entre dos tipos tan diferentes de persona) podría resultar bastante posible que ambos hubiesen viajado por el mismo territorio, aunque visitaran complejos enormemente diferentes. Algunos sistemas, por ejemplo La Cábala de la Misteriosa tradición Occidental, realizan una división entre lo que yo llamo Idea Espacio y Blake podría llamar Cielo, encontrándose ambos en regiones diferentes. Por simplificarlo aún más, la forma específica del Sephiroth de Napoleón se conoce como Geburah: es la marcial esfera roja del juicio severo. Los pensamientos y la obra publicada por Blake parecen estar en la región de la Sexta Esfera solar conocida como Tiphareth.

Si observamos las cosas de acuerdo con dicho modelo, en realidad sería posible realizar una lectura diferente del ego de Blake: cada una de las esferas de dicho sistema dispone de varios atributos y asociaciones, como si cada esfera fuese un cajón de un archivador que almacena todo el conjunto. (Este es el modelo de “archivador enorme” al que me refería anteriormente). La esfera solar de Tipharet se puede asociar con un aumento de figuras redentoras nacidas del Sol como Jesús, Baco, Apolo, Horus y algunos más. Cada esfera tiene su propia y particular “virtud” y también su propio “vicio”. En la esfera terrestre de Malkuth, por ejemplo, el vicio específico podría decirse que es la “apatía” y la virtud es la “perspicacia”. En Tiphareth la virtud es “la dedicación a la Gran Obra”, que podría llevar mucho tiempo explicar, y el vicio es el “orgullo”.

Mi probablemente imperfecta comprensión de lo que se entiende por orgullo bajo este contexto me vino durante una exploración mágica por la Sexta Esfera, comprometida como de costumbre por una de mis usuales asociaciones de ideas, en este caso por la enarbolada por un músico. En un momento de la experiencia me dejé llevar y entoné un monólogo egoísta sobre lo especial y fantástica que es la gente creativa, completamente adormecido por mi propia genialidad. En ese punto mi expectante e hipnotizado acompañante habló por primera vez en veinte minutos, exclamando como si fuese un gnomo una única expresión: “Cerdo dorado.” En cuanto lo dijo pareció quedarse perplejo, me dijo que la frase simplemente había aparecido de repente en su cabeza y me aconsejó que la ignorase como si fuese algo que no tenía mucho sentido, lo que, por supuesto, fui incapaz de hacer. En su momento me llamó bastante la atención, era como la imagen perfecta del orgullo de un artista: un cerdo dorado. Llamativo, brillante y valioso, pero también vagamente escuálido, absurdo. Sin gusto alguno. Me pareció que los creadores no deberían confundirse con la luz que sea que los ilumine. A lo mejor deberían estar más cómodos con la claridad y lucidez con la que su obra ilumina el Mundo. Deberían intentar no bloquear esa luz con sus propias sombras, deberían intentar abrir un poco más su enfoque o incluso ampliarlo, para de esa forma alcanzar un satisfactorio triunfo. Supongo que a través del rectángulo de una ventana, algunas veces se puede vislumbrar una maravillosa puesta dorada que se está fundiendo con el entarimado del suelo. Ver el baile (gavotte) de las partículas de polvo suspendidas que caen mientras giran sobre su eje, creyendo ser el propio Sol. No digo que crea que ese fuese el caso de William Blake, sino que podría apoyar un poco la visión diferente que tienes de él.

De todas formas, es cierto que todo esto casi no tiene que ver con lo que sea que me has preguntado. Volvamos sobre el asunto de Cath Blake/ Malcolm Muggeridge.

¿Qué es lo que has escuchado decir?
Dave Sim
Por lo que me das a entender, en el Gran Quién es Quién, el viejo Muggs (habiendo sido despedido sumariamente por ser un “fanboy” demasiado entusiasta y excluido del círculo de charlas de Blake) tuvo que aferrarse a Catherine y aburrirla con un insensato recitado de sus propias conversaciones con la Madre Teresa. “Realmente DEBERÍAS reunirte con ella cuando venga. Yo (je,je) TENGO que hablarte de esta espléndida carta que me envió después de la SEGUNDA entrevista que la hice - ¿te he dicho ya que la he entrevistado DOS VECES...? bueno, de todas formas...” Retraté a Catherine (con sonrisa glacial) tratando de atrapar la mirada de su esposo, Mr. Blake (ella siempre lo llamó de esa forma, ¿no es cierto?) ¿Quién es esta criatura?

Por el contrario, creo que has proporcionado un modelo de trabajo muy adecuado para lo que estamos hablando. Intencionalmente he usado la frase “las bóvedas de los cielos” como opuesto a “Cielo” precisamente por esa razón. Yo fui algo parecido a un “cerdo dorado” al realizar un exámen 
(como mucho) superficial sobre la vida de Blake. ¿Quién soy yo para pretender especular de forma autoritaria sobre las plegarias de Blake y su personalidad (o la falta de ella)? Quiero decir, especular no es ningún error, pero me parece importante diferenciar entre la especulación autoritaria y la reflexión. Se puede emitir un argumento persuasivo (o al menos que dé qué pensar) que intente perseguir la vida de un profeta, como parece que hizo Blake al usar sus grabados de la obra de Dante (sólo como ejemplo) para “corregir” al propio Dante, aunque todo esto quede bastante lejos de mi propia y escasa competencia. 

Si en realidad lo malinterpretó al hacerlo, sobrepasando profundamente sus límites y presuponiendo que era capaz de meterse a pelear en La Arena con los grandes, cualquier crítica o desaprobación que yo pueda hacer sobre ello tendría mucho que ver con la del tele-adicto grasiento que diserta sobre la forma en la que su receptor DEBERÍA haber emitido el último programa que ha visto.
Una de mis reflexiones más duraderas podría ser la de que la realidad es una sucesión de jerarquías. Que en realidad estamos siendo observados por aquellos que se encuentran en un nivel superior y que éstos a su vez lo están siendo por los que están situados a otro nivel superior y etcétera. El noventa y nueve por ciento de lo que hacemos, por ejemplo escribir y todos los demás aspectos que nos conciernen, tiene mucho en común con (por ejemplo) un maratón en la Isla de Gilligan de varios siglos de duración. Creo que para esas entidades estamos tan enloquecidos como lo que presupone ese último ejemplo. Pero así como se pueden encontrar diamantes en una mina de carbón, de vez en cuando surge alguien que acomete una obra que merece la pena seguir, y muy de vez en cuando alguien es capaz de enganchar la atención de un puñado de presencias de un segundo o tercer nivel superior. Es decir, La Arena a la que aludía antes. Revisar la devota creencia que tenía Blake en Dios y su propia creencia en el castigo por los pecados cometidos, además de todo lo que tuvo que soportar y que no le detuvo hasta que logró una cierta paz durante sus últimos años, podría servirnos como indicativo de la Enorme Posibilidad que había de que Estuviese Detrás de Algo. Y a pesar de que su trabajo creativo de toda una vida (o de su mayor parte) estaba meticulosamente ensamblado, me parece como una especie de febril galimatías, algo con lo que se podría llegar al “siguiente círculo superior”, una herramienta para desatar algún nudo Gordiano o resolver algún antiguo acertijo, o para presentar algún nuevo nudo Gordiano, o incluso considerar resolver algún antiguo puzzle durante todo el transcurso de su obra. Quizá las acciones de desatar y resolver se puedan atribuir a lo Celestial, y la creación de nudos y acertijos a lo Infernal, pero para mí ese tipo de zonas entran dentro de la Reflexión Peligrosa. Podrían convertirse en el instrumento de mi propia destrucción por culpa de lo que he creado de forma inadvertida al diseñar un vehículo de libertad creativa casi completa.

Pero por rematar mis pensamientos previos, si existe alguna veracidad en mis reflexiones no resultará difícil imaginar que Blake PODRÍA HABER SIDO CAPAZ de ser uno de los elegidos. Como alguien que se ve a sí mismo (tal y como me ocurre) como el vigilante de La Arena desde una pantalla de televisión llena de nieve con interferencias, por lo menos me gustaría tener alguna oportunidad de que mis pensamientos previos fuesen ciertos.

Un "cerdo dorado” a menor escala que encajaría con el propósito incluido en ese “¿Doctor Gull? ¿Está usted listo para continuar?” de From Hell, ¿no crees? Me parece que lo más juicioso a la hora de ambicionar lo creativo es intentar desarrollar la habilidad de reconocer la importancia de estas... ¿podríamos llamarlas advertencias resonantes?... surgidas cuando se producen acontecimientos... se trata de reducir la frecuencia de esos acontecimientos.

(Después de darle varias vueltas) creo que estoy de acuerdo contigo en que podrían existir vidas compuestas de Luz Pura en la parte más elevada de esas jerarquías que he descrito antes (y que creo que podrían tener su reflejo en nuestro propio mundo a través de aquellas personas que suelen optar por seguir su propio camino en cuanto a sus creencias, mediante la meditación, ayunando, detentando pocas posesiones (o ninguna). Quizá las esferas que has descrito antes constituyan las esferas de contención de aquellos que simplemente no son capaces de “escapar” de estas jerarquías, juicios, devociones, etcétera. Lo mismo que le ocurría a 
Gull al final de From Hell (¡por fin una referencia al tema del que se supone que estábamos hablando!), que se elevaba para terminar cayendo porque claramente estaba atrapado más allá de los límites de aquello-en-lo-que-se-había-convertido. Siempre ha sido Gull, siempre ha sido Tom, siempre ha sido Jack el Destripador, siempre ha sido “El Fantasma de la Pulga” de William Blake. Existen un montón de formas diferentes de leer el final de tu obra. Todo parece estar predestinado: aquello que es Alan Moore y también todo aquello que forma parte de lo que haces o dices y de todo lo que te sucede y de lo que siempre te ha sucedido. ¿O no era eso a lo que te referías antes? ¿Existen cosas tales como el libre albedrío o (tan solo es un ejemplo) si elijes irte mañana mismo a Hollywood, siempre habías estado obligado a escoger esa opción? Lo utilizo como ejemplo porque no soy capaz de pensar alguna cosa menos probable que la de que Alan Moore se marche a Hollywood. ¿Quieres compartir algunas reflexiones –o especulaciones autoritarias –sobre el tema?

Es decir: ¿puedes ver mérito alguno en hacer algo que tú mismo eres capaz de percibir como aquello que está en los límites probados de la realidad (en una situación en la que te conoces bien a ti mismo y sabes bien que para ese “ego” que tú mismo percibes como “tu propio ego” ese algo es tan probable como improbable de realizar)?

Qué gran “cliff-hanger” ¿verdad?

(Continuará)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gran trabajo de traducción. Estoy impaciente por leer la siguiente entrada. Felicitaciones.

NUEVA YORK EN EL DAREDEVIL DE FRANK MILLER

"Investigué mucho para hacer un buen trabajo. Si me pedían que dibujara una cascada, iba hasta una y la dibujaba. Esto es algo que a...