miércoles, 8 de mayo de 2013

PARÁSITOS COMO YO: EL SECRETO MÁS OSCURO DE LOS ANGRY SAMOANS

Artículo de Chris Ziegler para OC WEEKLY (2001), traducido por Frog2000.

Los Angry Samoans son buena mierda para practicar skate, molestar a tus padres, o simplemente enturbiarlo todo a base de testosterona podrida de pubertad. Sé que todos estamos de acuerdo. Pero ni siquiera se te ocurra pensar en ello. Sigue convencido de que sólo son otra vieja banda más de punk estúpido (muy estúpido). Y si eres crítico musical, ni se te ocurra escribir sobre ellos. Porque sembraron el camino de trampas. Te encontrarás con tijeras y bisturís erigidos con todo su desprecio y juventud, su muralla de guitarras en fuzz (y de esa batería marcial capaz de pisotearte). Veinte años de rupturas, fracasos y leyendas absolutamente agrias. Si consigues esquivarlo todo, ¿qué te podrás encontrar? Ni a un punk callejero al estilo Hollywood, ni a una rata del skate echada a perder, ni a un niño rico barriobajero... no, será todavía peor: otro crítico musical como tú que te señala con el dedo desde el abismo y se ríe mientras trabaja como una bestia.

Porque quizá no conocías ese dato de los Angry Samoans. Si eres un gran fan del grupo y odias todo lo que han ido haciendo después del LP "Back From Samoa" (y con razón), pero aún sigues arrastrándote para ver al resucitado Metal Mike y el "Jamboroo" de los Angry Samoans cada dos meses más o menos, tal vez no sepas quiénes fueron estos tipos. Porque en realidad no eran de los tuyos. No eran adolescentes descontentos expresando toda su joven alienación y consumista de la única -Dios mío- forma que sabían. Eran de los nuestros. Críticos de rock. Periodistas musicales. Críticos. Outsiders. Parásitos. Basura. Como yo. Si la banda tiene un secreto aún más oscuro, no podría ni imaginármelo.

Así que al principio estaba VOM: la notoriamente artificial banda pre-Samoana. Estaba formada por los futuros Samoanos y los entonces y ahora críticos musicales Metal Mike Saunders a la guitarra y voz y Gregg Turner a la guitarra (Bill Vockeroth se hizo con la batería). El curriculum vitae de Metal Mike es el siguiente: comenzó reseñando discos en Rolling Stone a los 16, puede que acuñase el término "heavy metal" durante la temporada universitaria en la que estuvo trabajando en Creem, se retiró del periodismo rock en 1973, y a los 26 años, en el ´78, terminó en el punk rock de L.A. mientras trabajaba como contable o algo parecido. Aparentemente Turner estuvo escribiendo para las mismas afamadas publicaciones, pero nunca concedió una entrevista a RockCritics.com como sí que hizo el Sr. Mike, por lo que su pasado se mantiene cómodamente velado. Lo importante es que estos chicos llegaron al punk bregados por la experiencia, a diferencia de los neanderthales que sacudieron la mayoría de los garajes suburbanos.

Y hablando de dar bandazos, el miembro más famoso de VOM fue el übercritic Richard Meltzer. No sé exactamente por qué fue tan notorio, porque en ese momento yo tendría unos... um, cero años de edad, y bajo su suave mano se supone que VOM fueron los gansos más presumidos del presumido punk de L.A. El problema es que eran muy divertidos: ("Tengo mis dedos dentro de ti, nena, ¡pero me gustaría que estuviesen dentro tu madre!") Todo el mundo se ha olvidado de cómo reírse. ¿Por qué hacer una banda de punk para burlarse de las bandas de punk, se preguntaba el siempre astuto crítico de Slash, Claude Bessy, cuando cada grupo de punk, por definición, ya se está burlando de sí mismo? ¿Por qué parodiar la parodia de uno mismo? Bueno, ahí tenemos el post-punk, que fue el último territorio prohibido (y que terminó mordiendo la mano que le daba de comer), y nada mejor para chuparse los dedos que entrar en territorio prohibido. Cuando VOM se desbandó entre gemidos, Saunders, Turner y los nuevos Angry Samoans anidaron desde el principio en el corazón de la oscuridad. Es difícil decir si eso acabó con ellos o los hizo más fuertes.

Mira, vivían la vida a tope, escondidos detrás de la cortina de la ironía. Las bromas no les hacen justicia: los Angry Samoans eran unos auténticos personajes (y por personajes quiero decir gilipollas totales), que lanzaban improperios a base de "fag" y "queer" y tonterías parecidas tan ruidosamente (la más importante hacía referencia a la pobre, vieja y amorosa católica colegiala que ejercía de DJ en KROQ, Rodney Bingenheimer) que la gente como el jodido Lee Ving solía buscarles para darles estopa. Todos los punks a la moda se ponían tensos y se molestaban un montón. Misión cumplida, ¿verdad? Porque no lo dirán en serio, ¿no? Están siendo, ya sabes, "punk", ¿no es cierto?

Pero entonces todos esos niños locos de los suburbios comenzaron a tomárselos realmente en serio por culpa de la movida con Rodney, y un monótono: "¡En el nombre de los Angry Samoans, te voy a matar!" empezó a escucharse por todos lados. Solían tocar su canción "Lights Out", y según escuchaban las letras, los fans se apuñalaban en los ojos con tenedores de plástico. ¿Ya no había risas? ¿Es que la canción trataba sobre ellos mismos? ¿Sobre los chicos de la escena? ¿Sobre nosotros? Y entonces sacaron un disco que se convirtió en un clásico (el ya mencionado "Back From Samoa"), ¿pero qué querían decir con ese álbum? Era más vital que... ¿Cuándo y cómo el "faking fake" se había convertido en algo tan real?

Como decía, que me jodan si lo sé. Intento no pensar en ello. Crisis personales aparte, es probable que su actitud fuese lo que ayudó a que se deshiciese la banda: esos críticos musicales empollones fueron arrastrados por un tornado originado por su propia desacertada, plagada de granos y suburbana creación, y tal vez hasta podrían no haber atinado a saber si en realidad se trataba de otra broma o no. Pero todo el mundo se reía de todos modos. Ahora que Mike ha creado una nueva versión de los Samoanos Enfadados, todavía se ha vuelto más complicado. Odio tener que recurrir a la charla de crítico, créeme. Ahora mismo me estoy golpeando en la cara mientras escribo con la otra mano, pero los Angry Samoans son una tormenta de mierda posmoderna surgida desde el infierno. Mentiras, verdad, imagen, actitud, sustancia, espectáculo, expertos impenetrables como Lacan y nuestro propio Derrida, todo es como un laberinto y medio más. Así que intenta no pensarlo mucho y deja que la música te joda el cerebro. Todavía suenan bastante bien, y suelen tocar todo su viejo material. Parece igual que lo que fue real. Eso creo.

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