The Beastie
Boys - “Licensed
to ill” (Def Jam). Artículo de Don Howland para SPIN (febrero de 1987), traducido por Frog2000.
Una de las cosas que más perplejidad ha provocado durante los últimos años ha sido la reluctancia de los blancos a la hora de recoger lo más intenso del hardcore rap post-Run D.M.C., especialmente si consideramos el entusiasmo de los blanquitos para hacerse con los estilos de la comunidad negra a lo largo de la historia. Se podría pensar que con sus poderosos beats y sus discos-mutilados-mediante-sus-turntables, el hardcore rap sería capaz de atraer a la pandilla del artcore, o incluso a la propia del hardcore. Pero obviando a los quarterbacks del deporte y a los mamones hipsters empedernidos, se han producido muy pocos condenados hurtos al rap (eso sí, algunos divinos) desde el lado de Caucasia.
Excepto por el caso de los Beasties, por supuesto. Pero los
Beastie Boys son algo más que una demorada buena idea. Sin duda, este es el
primer álbum de una banda blanca capaz de alcanzar el éxito utilizando consecutivamente rock de gran impulso y una bombástica ampulosidad. Quizá sea el primero de
todos. Por supuesto, RUN D.M.C. ya hicieron pruebas en el apartado del metal-rap
en la época de “Rock Box”, con su primer y auténtico crossover, el exitoso “Walk This Way”. Pero los Beastie Boys tienen temas basados en riffs cercenados tan cercanos a AC/DC y al estilo de todos los ejércitos de baterías
típicamente impresionantes de la marca "Def Jam", que violan, esto…, ripean la
veta principal de rap rock de una forma que merece mucho la pena.
Ahora que estoy viviendo lejos de la gran ciudad, ya no me doy cuenta de lo que impulsa estos beat boxes echando un simple vistazo por la ventana. Así
que tan sólo soy capaz de conjeturar el recibimiento que habrá tenido Licensed en el
ghetto. La parodia de rap forajido de los Beasties titulada “Paul Revere” (que cuenta
la historia de cómo se conocieron) me parece condenadamente graciosa. Los diestros
scratchs mangados de los temas de Mr. Ed, el “Down on the Corner” de la
Creedence y “P.S.K.” (de hecho, se alude a Schoolly-D en varias ocasiones) indican completamente de dónde provienen los componentes del grupo. Pero dejando aparte los chistes y el
odiosamente hilarante histrionismo (este también es un disco de punk rock), el
grupo sabe poner de manifiesto sus técnicas, soltando enojadas frases al micro tan bien como podría hacerlo
cualquier otro grupo que te de la gana nombrar.
En las tres ocasiones en las que los he visto tocar en directo frente a un público negro (una de ellas formó parte de sus treinta segundos de gloria en la
película Krush Groove), los abucheos y aplausos fueron bastante
equilibrados, y yo soy lo suficientemente blanco como para hacerme una idea de
lo que eso significa.
Pero entonces, ¿qué ocurre en Caucasia? Llevo ya mucho tiempo convencido de que toda esta fuerza motriz de los pioneros del hardcore rap podría encontrar una gran
audiencia blanca antes de que se convierta en algo diseñado por los creadores de tendencias. Me
parece bien escuchar “Walk This Way” en la radio o poder ver el tema en MTV. He podido observar con mis propios ojos que en algunas escuelas públicas situadas en vecindarios
poco pudientes, los adolescentes blancos se quedan fascinados por el groove del que hace gala el rap hardcore. Quizá sorprenda lo bien que “Rock the
Bells” da paso a “Highway to Hell” en el coco de cualquier rockero.
Por fin el rap está saliendo de los suburbios.
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