Por Warren Ellis para Wired, 2010. Traducido por Fro2000.
Últimamente he estado reflexionando bastante sobre el canibalismo. No a título personal, entiéndeme. Vivo en una ciudad costera y en primer lugar no estoy completamente convencido de que la mayor parte de la gente de aquí sean humanos. No, ha sido de forma más global. El canibalismo forma parte del gran legado cultural de nuestra especie. En otros tiempos, por ejemplo, nos comíamos a nuestros honrados muertos para ganarnos su sabiduría.
En la Edad Media se creía que los
recuerdos se almacenaban en el fluido cerebro-espinal. Tristemente,
parece que la memoria no se puede transferir bioquímicamente, algo
que por otra parte me parece bien, porque de lo contrario Stephen Hawking
tendría que haberse conseguido su silla de ruedas equipada con pinchos al
estilo Ben Hur y opción turbo.
El sacramento de uno de nuestros cultos
más populares se basa en el concepto de la transustanciación: que
un trozo de pan que el cura introduce en tu boca (y tendrás suerte
si eso es todo lo que te introduce) se transforma, pasando a través
de tus tripas, en la carne del hijo de Dios. Esto es canibalismo
mágico, porque se entiende que el hijo de Dios se manifiesta en la
Tierra en forma humana. (No puedo negar que me interesaría mucho más
si se hubiese convertido en la carne de Dios, pero la religión siempre termina por decepcionarme.)
A lo largo de los siglos estas ideas
han ido mutando de forma natural gracias al efecto “teléfono
escacharrado”. Por ejemplo, hubo un período donde las comunidades
asentadas en el norte de Italia decidieron que si la Iglesia
esencialmente se comía la carne de Jesús, entonces comer carne humana también estaba bien. Esto llevó a que un Papa emitiese un edicto que prohibía
el canibalismo, porque los buenos católicos de la región
empezaron a engordar de forma descarada con una dieta compuesta por
cualquier cosa que calzase zapatos. De hecho, ese decreto sólo se ha modificado recientemente, después de que un avión lleno de
católicos se quedase varado en alguna parte en mitad de la nada,
viéndose sus pasajeros reducidos a comerse a sus muertos para poder sobrevivir, para luego darse cuenta de que al roer cadáveres estaban
consiguiendo que los excomulgasen. Ahora la nueva ley reescrita
establece que mordisquear seres humanos es aceptable sólo cuando la
única otra opción es la muerte, porque evitar la masticación
equivaldría al suicidio y eso es un pecado capital. Obviamente, esto
sólo se aplica en circunstancias excepcionales: comerte a tu papá
porque Marks & Spencer ha chapado sigue siendo inaceptable.
En las islas de la Polinesia la carne
humana siempre ha sido conocida como "cerdo largo", porque
las personas saben a carne de cerdo. Los filtros de aire
increíblemente eficientes de las salas de quemados de los hospitales
se colocan para poder eliminar el fuerte olor a carne de cerdo a la
barbacoa. Me gusta pensar que los hospitales son tan eficientes al
respecto porque la carne humana huele tan bien que sin esos filtros
el personal y los visitantes se volverían locos de lujuria por
alimentarse y empezarían a devorar a los pacientes con quemaduras.
¿Qué pasa si la gente es la carne más sabrosa de todas?
En la actualidad muchas personas han empezado a trabajar con el objetivo de lo que diversamente se ha ido llamando "carne
cultivada", "carne in vitro" y "carne
artificial" se haga realidad. La carne que nunca ha formado parte de un animal (ver
Wire 08.09). Para conseguirlo, se impregna una matriz de colágeno con células
musculares cultivadas, miles de ellas, todas derivadas de una sola
célula muscular extraída de un animal. Entonces la carne crece en
la matriz en forma de hojas o gotas. Habrá ocasiones en las que la
carne se "ejercite" para ganar la textura correcta, sea
mecánicamente o por medio de estímulos electrónicos. Cuando todo el proceso esté acabado se obtiene carne que nunca ha sido cortada de un ser vivo,
sin rastro de dolor o muerte durante su producción. También
funciona con pescado: hasta ahora se han conseguido cultivar filetes artificiales a partir
de células de peces dorados. Al parecer es como horrible lodo húmedo
que sabe a la primera vez que te comiste puré de guisantes sacado
del culo de un vagabundo muerto. Todo esto todavía está dando sus
primeros pasos.
De esta forma, tenemos tecnología disponible para empezar a generar carne humana sin la dudosa
intervención ética de una masacre humana. Lo cual es más difícil
de lo que parece. Y además la versión de carne artificial no tendrá
ningún rohipnol navegando por su estructura celular. Si no hay
garras animales humanas implicadas en esta carnicería, ¿dónde está
el problema? Señálame cuáles podrían ser los obstáculos éticos que me impidan pedir una
hamburguesa de hombre cultivado.
Exijo que la ciencia haga su trabajo y
nos permita disfrutar a todos de un experimento como consumidores: ¿son los
seres humanos la más deliciosa carne de todas? Por otra parte, creo
que hay una forma más fácil de obtener fondos para conseguir este
objetivo: la donación de células por parte de celebridades. Es
posible que traer a la memoria "NRA", el programa culinario televisivo, sea un error, pero
me parece que mucha gente te dirá que Nigella Lawson tiene un aspecto
increíble y probablemente también sepa muy bien.
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