Artículo de Toren Smith para The Comics Journal nº 143 (1991), traducido por Frog2000. (Nota, el título original del artículo -MISO HORNY- se refiere a un ingrediente habitual de la comida japonesa, pero también se podría traducir como "ESTOY TAN CACHONDO" -Me-So Horny.)
La historia del sexo en los cómics
japoneses empieza en el S. XVII gracias a la popularidad alcanzada por los "shunga", grabados en madera eróticos producidos en grandes cantidades
durante los siguientes doscientos años. Estas impresiones eran descaradamente gráficas, y a menudo mostraban los cuerpos de la gente participante reducidos a poco más que a puntos de sujeción de sus enormes genitales.
Durante el período de Restauración Meiji en Japón, el shunga estaba mal visto por las autoridades, ansiosas de que Japón
mostrase su rostro "civilizado" durante su reincorporación
al mundo moderno. El régimen que condujo al país hacia la Segunda Guerra
Mundial no era precisamente progresista, y en realidad no fue hasta después
de que acabara la Ocupación cuando el erotismo empezó a deslizarse por todo el arte japonés.
A decir verdad, por culpa del colapso del sistema de bibliotecas de pago (en gran medida provocado por el inesperado éxito de las baratas revistas de cómic como el Shonen Magazine de Kodansha Publishing), los cómics japoneses no
empezaron a explotar en serio los temas eróticos hasta la década de los sesenta. Los artistas que
habían trabajado para ese sistema habían empezado a investigar cómo describir la violencia gráfica y habían declarado
orgullosamente que ellos dibujaban gekiga (historias dramáticas), no simples
cómics. Buscando el realismo -y los lectores-, era inevitable que el
sexo hiciese su pronta aparición.
Según se diversificaba el mercado del
cómic japonés, el sexo se derramó desde el gekiga hacia casi todos los nichos imaginables del mercado. El gekiga continuó con
sus dibujos realistas y a menudo violentos, pero las otras subdivisiones importantes del mundo del manga desarrollaron su propio enfoque. Los cómics
para chicos empezaron a explorar el sexo "bonito", que en su
mayor parte consistía en el "panchira" ("escenas donde se ve ropa interior") y apariciones de chicas tomando una ducha. Los cómics para chicas eran más recatados, con pocos
desnudos y con el "acto" auténtico representado con tales restricciones románticas como para ser casi indetectable. Los cómics para adolescentes eran un
poco más audaces, pero seguían enfatizando el romance por encima de
todo lo demás. Los cómics para mujeres también ofrecían muchas
historias de amor homosexual, que sigue siendo muy popular. Inevitablemente,
aparecieron cómics dedicados a la pornografía, y la mayoría de su
argumento y narrativa fueron relegados a un distante segundo plano en favor de la representación de cualquier acto sexual que nos podamos imaginar (y algunos que probablemente no hayamos pensado nunca.)
Si tenemos la intención de entender por qué
el sexo en el manga se describe de esta forma, deberíamos examinar
las leyes y su trasfondo cultural. El artículo 175 del Código
Criminal Japonés proporciona la espina dorsal de toda la legislación contra la pornografía en Japón, y dispone de cierto número de peculiaridades. El
vello público y los genitales adultos no se pueden dibujar, y tampoco se puede mostrar cómo los personajes se tocan las ingles. Sin embargo, las descripciones
"extremadamente humorísticas" de los genitales están
permitidas, dejando un vacío legal tremendamente difuso. Otro sorprendente
aspecto del Artículo 175 es que los genitales de los niños sí que se pueden enseñar, una cláusula que algunos creen que ha llevado directamente al amplio interés sobre la pornografía infantil que existe en Japón. Al igual que ocurre con las leyes
anti-pornografía de los Estados Unidos, su aplicación es muy variable.
Cada prefectura tiene sus propios estatutos, y su aplicación a menudo
tiene motivaciones políticas.
Los ataques contra la pornografía suelen
ser recurrentes y a menudo están dirigidos por la PTA [Parent-Teacher Association] (en Japón
tiene más fuerza que en los Estados Unidos). El primero de estos ataques
contra los cómics tuvo lugar a mediados de los cincuenta cuando bajo el estandarte de la
Campaña Para Censurar La Lectura Negativa se quemaron algunos manga junto con revistas eróticas baratas. Pero como señalaba Frederik Schodt en
"Manga! Manga!": "...los niños siguieron leyendo, los
editores aguantaron, y finalmente los padres se rindieron." En
1968, la PTA de nuevo se apresuró a atacar los cómics, incitando a la acción en contra de la comedia sexual "Harenchi Gakuen" (Shameless School) de Go
Nagai. Otra tormenta arreció en 1979 con la publicación del libro "Los Cómics Que Han Arruinado Las Mentes Japonesas", de Mitsuo
Matsuzawa.
Pero finamente, ninguna de estas campañas tuvo demasiadas consecuencias, y
los dibujantes y editores siguieron publicando sus series sin restricciones.
Sin embargo, en 1989 un serial killer
llamado Tsutomu Miyazaki fue atrapado mientras violaba y desmembraba
a varias chicas impúberes. Las cámaras de los medios de
comunicación se demoraron cariñosamente en la amplia colección de cómics,
anime y películas "slasher" que poseía, y el pánico se extendió por todo el medio del
cómic. La atención pronto se centró en su mayoría en las
películas "slasher", objeto de los ataques más ardorosos. Los
manga habían evitado ponerse bajo los focos, pero solo sería por un breve espacio de tiempo.
En 1990, Isako Naka, una madre de
cincuenta años con tres hijos se sorprendió mucho al hojear una
copia de "Angel", un popular cómic pornográfico dibujado
por un artista que se llama a sí mismo "U-Jin". La mujer creía
que el estilo artístico tan "bonito" era engañoso y podía hacer que los niños se comprasen un cómic que esencialmente era pornografía
hardcore, por lo que formó un grupo, "La Asociación Para Proteger A Los
Niños De Los Cómics", que encabezó una campaña muy
efectiva contra lo que llamaron "comic books nocivos".
Estaban respaldados por un grupo de derechas que en realidad quería
cambiar la Constitución y que había sido acusado de usar a la
policía para forzar la censura política. "Todo el mundo cree
que este grupo de padres son demasiado poderosos", afirmó Shinobu
Watanabe, un editor de cómics de Tokyo, "pero la cifra total de
firmas que han recogido durante su famosa campaña a lo largo de este
último año sólo equivale a un cinco por ciento de la población de
Japón."
En cualquier caso, los editores se empezaron a asustar, y muchos de ellos estuvieron de acuerdo en etiquetar los
cómics para adultos como tales. Identificando la etiqueta como un
beso de la muerte para las ventas, muchos artistas de manga rehusaron
a dejar que sus cómics la luciesen. Se intentó que la novela gráfica donde se
recopilaba la historia cyberpunk de Masamune Shirow, Kokaku Kidotai [Ghost in the Shell], la llevara en portada, pero tanto Shirow como su agente lucharon vigorosamente en su contra, y
el tomo se editaría a finales de este año sin el sello.
Recientes redadas en varias tiendas de cómics de Tokyo han sido ampliamente publicitadas, pero no se menciona
demasiado a menudo que los cómics incautados han sido casi exclusivamente
los dojin-shi ("fanzines") de contenido hardcore. Sin
embargo, no hay duda de que los últimos cinco años han
supuesto un período en el que ha aumentado la persecución, y que sólo es
una cuestión de tiempo antes de que publicaciones como "Angel" tengan conflictos con la ley. Katsuya Shirai, editor de Young Sunday, la
revista donde apareció Angel, admitía que esta vertiente del cómic se había "exagerado" en un intento de ganar nuevos lectores. Shirari es
ampliamente recordado como un genio entre los editores de comic book,
y su decisión de publicar Angel fue vigorosamente defendida por muchos
fans y artistas de manga. "No somos tan ingenuos como para mezclar
la ficción y la realidad", se burlaba un lector en una carta de
protesta.
De hecho, la incapacidad de muchos grupos
anti-pornografía para probar la conexión entre los cómics extremos
y los crímenes en el mundo real ha demostrado ser bastante vergonzosa. Fumio Yamashita, de la división centrada en los jóvenes
del Cuerpo Nacional de Policía ha sido alguna vez citado asegurando que sólo
conoce tres casos de crímenes cometidos por menores que se puedan
atribuir a "esas versiones en cómic de vídeos
pornográficos". Yasumasa Miyahara, un ensayista de varias
revistas tokyotas, también ha señalado que los crímenes violentos,
incluyendo la violación, han descendido en Japón durante los
últimos cinco años. "Si estos cómics son tan perniciosos como comentan", se pregunta, "entonces, ¿por qué los lectores no se
están convirtiendo en sociópatas?" Por otro lado, es cierto que la industria de cómic japonesa bajará el tono de sus productos en el futuro inmediato.
Aparte de los cómics dedicados al
erotismo, la mayor parte del manga tiene contenido sexual de una u otra
forma. Culturalmente, la actitud de los japoneses respecto al entretenimiento difiere bastante de la nuestra. Mientras que
ellos viven en una sociedad muy conservadora que enfatiza "el
grupo" y frunce el ceño ante la exhibición de la individualidad, el humor sexual y
escatológico es algo que por lo general se puede encontrar en todos sus
medios.
El contenido sexual, aunque leve,
aparece en los manga para niños de edades tan jóvenes como los
doce años. Cómics como "Maicching Machiko-sensei" contienen escenas de
estudiantes subiendo de un tirón las faldas de las chicas para poder ver su ropa
íntima, o intentando sorprenderlas en la ducha. Los desnudos en las
bañeras o en el baño son tratados, culturalmente, de forma bastante
diferente que en otros contextos. Estos cómics raramente van mucho más lejos, excepto de forma ocasional, cuando un chico intenta posar sus manos sobre los pechos de una chica (y por lo
general es abofeteado por la niña dejándolo como un bobo). Todo está interpretado bajo la forma de una comedia "slapstick" y dibujado con estilo cartoon.
(Continuará)
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