Artículo para Marvel Age Special: The Punisher Anniversary, 1994. Traducido por Frog2000.
En los inicios:
desde la llamada de Steve Saffel de hace una semana para preguntarme si quería escribir unos cuántos párrafos sobre "cómo creé al Castigador", he intentado redactar una docena de borradores del artículo y ninguno me ha parecido adecuado.
Tengo sentimientos encontrados sobre esos días, hace veinte años, cuando escribí el Amazing Spider-Man número 129. Cuando empiezo a recordar aquella época, no me apetece demasiado escribir sobre la misma, porque me resulta bastante doloroso (y no se debe a los guiones de cómic que escribí. En aquel entonces tenía veinte años. La vida le parece dolorosa a mucha gente cuando se tiene esa edad.) Mis recuerdos han empezado a desvanecerse y me he tenido que parar y empezar a recordar de nuevo, porque había empezado a mezclar cosas y añadido otras posteriores aquí y allá. Supongo que en realidad no quería hacerlo, pero le dije a Steve que lo intentaría, así que aquí lo tenemos.
Los cómics eran un negocio diferente en los años 1973-74. En realidad, sólo había un par de editoriales, Marvel y DC, y Marvel seguía siendo la Número Dos (aunque venía pisando fuerte). En Marvel, Stan Lee era el director y Roy Thomas era el único editor para todas las cuarenta y pico series que se estaban publicando. No existían editores individuales y cada guionista se hacía cargo de su propia serie sin demasiada supervisión directa. En esos días la editorial era una empresa impulsada por los guionistas, al igual que el negocio del cómic en general. Pero los escritores de Marvel tenían una inusual cantidad de libertad porque en realidad también eran sus propios editores.
Como el resto de guionistas que trabajaban en Marvel en esa época, Steve Gerber, Len Wein, Doug Moench y Steve Englehart, yo también controlaba casi todo lo que escribía en cada número (aunque eso afectase a los personajes principales de una forma permanente, como cuando decidimos colectivamente matar a Gen Stacy). Así que cuando se me ocurrió la idea para "The Punisher", no se lo había aclarado ni tampoco había discutido con nadie sobre mi enfoque del argumento. Sencillamente me puse a escribir la historia. Al principio El Castigador se concibió como un personaje menor, un esbirro del villano "principal" del número, el misterioso Chacal. Pero mientras estaba con los argumentos y el guión, el propio personaje empezó a parecer más atractivo, y me di cuenta de que necesitaba un nombre mejor que el que había acuñado en un principio (creo que lo había bautizado como El Asesino.) Le pregunté a Roy por un nuevo nombre y Roy le pasó la pregunta a Stan, que sugirió "The Punisher". Luego me fui con John Romita (el Director Artístico de la editorial) y le entregué el sketch que había dibujado a lápiz para el traje del Castigador, un mono de color negro con una pequeña calavera humana en el pecho. John aumentó el símbolo del cráneo hasta llenar todo el pecho del Castigador y lo fusionó con su cinturón, y el resto, como solemos decir engañosamente, es historia.
Si te lees la primera historia del Castigador te darás cuenta de que todo el concepto principal ya hace aparición: la contradictoria nobleza de este hombre, su proscrito punto de vista sobre la justicia, su pasión desbordante por hacer lo correcto, su complacencia al utilizar la violencia para alcanzar sus objetivos. Desde el mismo momento en el que pronunció sus primeras palabras, empecé a tener una relación de amor y odio con el personaje. (Él las decía, yo simplemente las tecleaba.) Me encantaba su convicción, su entrega. Lo odiaba por la facilidad con la que utilizaba la violencia y el homicidio. En mis primeros esbozos se me había ocurrido que fuese un villano, pero probablemente The Punisher fue el primer héroe del cómic mainstream que cruzaba habitualmente la línea entre el bien y el mal. (Antes hubo otros héroes que "parecía" que cruzaban la línea, pero él sí que lo hizo. Este tío asesinaba gente, habitualmente mala gente, pero los mataba, y hasta donde sé fue el primer "héroe" del cómic moderno que se ganó un nombre tirando de gatillo.) Su popularidad instantánea marcó un punto de inflexión en los cómics y abrió la puerta para toda una generación de héroes moralmente ambiguos (por decirlo amablemente) similares. Fue el producto de una época determinada, la misma en la que apareció Harry, el Sucio [Dirty Harry, 1971], El Ejecutor [The Executioner, 1970] y el Watergate y Vietnam, pero The Punisher ha conseguido llegar hasta la actualidad y ahora se comunica con toda una generación de lectores que no habían nacido entonces.
Veinte años es mucho tiempo (la mitad de mi vida). Hace veinte años Nixon aún era el Presidente y los Estados unidos no se habían retirado completamente de Vietnam. George Lucas todavía no había rodado Star Wars [La Guerra de las Galaxias, 1977] y Steven Spielberg seguía dirigiendo películas para la televisión. No había vídeos, ni ordenadores personales, ni televisión por cable. Rob Liefeld era un querubín. Me asombra que algo que escribí cuando era un chaval siga teniendo este efecto sobre los lectores actuales, particularmente cuando recuerdo el caos en el que estaba sumergida mi vida privada mientras lo estaba escribiendo. Estoy asombrado, orgulloso y agradecido más allá de lo que se pueda expresar con palabras.
-Gerry Conway
En los inicios:
desde la llamada de Steve Saffel de hace una semana para preguntarme si quería escribir unos cuántos párrafos sobre "cómo creé al Castigador", he intentado redactar una docena de borradores del artículo y ninguno me ha parecido adecuado.
Tengo sentimientos encontrados sobre esos días, hace veinte años, cuando escribí el Amazing Spider-Man número 129. Cuando empiezo a recordar aquella época, no me apetece demasiado escribir sobre la misma, porque me resulta bastante doloroso (y no se debe a los guiones de cómic que escribí. En aquel entonces tenía veinte años. La vida le parece dolorosa a mucha gente cuando se tiene esa edad.) Mis recuerdos han empezado a desvanecerse y me he tenido que parar y empezar a recordar de nuevo, porque había empezado a mezclar cosas y añadido otras posteriores aquí y allá. Supongo que en realidad no quería hacerlo, pero le dije a Steve que lo intentaría, así que aquí lo tenemos.
Los cómics eran un negocio diferente en los años 1973-74. En realidad, sólo había un par de editoriales, Marvel y DC, y Marvel seguía siendo la Número Dos (aunque venía pisando fuerte). En Marvel, Stan Lee era el director y Roy Thomas era el único editor para todas las cuarenta y pico series que se estaban publicando. No existían editores individuales y cada guionista se hacía cargo de su propia serie sin demasiada supervisión directa. En esos días la editorial era una empresa impulsada por los guionistas, al igual que el negocio del cómic en general. Pero los escritores de Marvel tenían una inusual cantidad de libertad porque en realidad también eran sus propios editores.
Como el resto de guionistas que trabajaban en Marvel en esa época, Steve Gerber, Len Wein, Doug Moench y Steve Englehart, yo también controlaba casi todo lo que escribía en cada número (aunque eso afectase a los personajes principales de una forma permanente, como cuando decidimos colectivamente matar a Gen Stacy). Así que cuando se me ocurrió la idea para "The Punisher", no se lo había aclarado ni tampoco había discutido con nadie sobre mi enfoque del argumento. Sencillamente me puse a escribir la historia. Al principio El Castigador se concibió como un personaje menor, un esbirro del villano "principal" del número, el misterioso Chacal. Pero mientras estaba con los argumentos y el guión, el propio personaje empezó a parecer más atractivo, y me di cuenta de que necesitaba un nombre mejor que el que había acuñado en un principio (creo que lo había bautizado como El Asesino.) Le pregunté a Roy por un nuevo nombre y Roy le pasó la pregunta a Stan, que sugirió "The Punisher". Luego me fui con John Romita (el Director Artístico de la editorial) y le entregué el sketch que había dibujado a lápiz para el traje del Castigador, un mono de color negro con una pequeña calavera humana en el pecho. John aumentó el símbolo del cráneo hasta llenar todo el pecho del Castigador y lo fusionó con su cinturón, y el resto, como solemos decir engañosamente, es historia.
Si te lees la primera historia del Castigador te darás cuenta de que todo el concepto principal ya hace aparición: la contradictoria nobleza de este hombre, su proscrito punto de vista sobre la justicia, su pasión desbordante por hacer lo correcto, su complacencia al utilizar la violencia para alcanzar sus objetivos. Desde el mismo momento en el que pronunció sus primeras palabras, empecé a tener una relación de amor y odio con el personaje. (Él las decía, yo simplemente las tecleaba.) Me encantaba su convicción, su entrega. Lo odiaba por la facilidad con la que utilizaba la violencia y el homicidio. En mis primeros esbozos se me había ocurrido que fuese un villano, pero probablemente The Punisher fue el primer héroe del cómic mainstream que cruzaba habitualmente la línea entre el bien y el mal. (Antes hubo otros héroes que "parecía" que cruzaban la línea, pero él sí que lo hizo. Este tío asesinaba gente, habitualmente mala gente, pero los mataba, y hasta donde sé fue el primer "héroe" del cómic moderno que se ganó un nombre tirando de gatillo.) Su popularidad instantánea marcó un punto de inflexión en los cómics y abrió la puerta para toda una generación de héroes moralmente ambiguos (por decirlo amablemente) similares. Fue el producto de una época determinada, la misma en la que apareció Harry, el Sucio [Dirty Harry, 1971], El Ejecutor [The Executioner, 1970] y el Watergate y Vietnam, pero The Punisher ha conseguido llegar hasta la actualidad y ahora se comunica con toda una generación de lectores que no habían nacido entonces.
Veinte años es mucho tiempo (la mitad de mi vida). Hace veinte años Nixon aún era el Presidente y los Estados unidos no se habían retirado completamente de Vietnam. George Lucas todavía no había rodado Star Wars [La Guerra de las Galaxias, 1977] y Steven Spielberg seguía dirigiendo películas para la televisión. No había vídeos, ni ordenadores personales, ni televisión por cable. Rob Liefeld era un querubín. Me asombra que algo que escribí cuando era un chaval siga teniendo este efecto sobre los lectores actuales, particularmente cuando recuerdo el caos en el que estaba sumergida mi vida privada mientras lo estaba escribiendo. Estoy asombrado, orgulloso y agradecido más allá de lo que se pueda expresar con palabras.
-Gerry Conway
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