Jason Ridler ha
escuchado a un montón de escritores suspirando por cierta magia que existió antaño, cuando se supone que era más fácil construirse una vida con las palabras
de uno (es un dato que se va desplazando en consonancia con los datos
demográficos: los excelentes ochenta, los dinamitadores setenta, los
maravillosos sesenta, los espectaculares cincuenta, etc.) Pero la
triste realidad es que la escritura siempre ha supuesto un duro
trabajo, y aquellos venerables estadistas de otras Eras que podían,
sin tonterías, ganarse el pan tecleando, lo hacían en unas
circunstancias mucho peores que a las que nos enfrentamos hoy. A
veces como recompensa a su palabrería tan sólo conseguían un
plato de sopa de una máquina automática. ¿No me crees? Pregúntale
a Frank Gruber.
Frank ¿quién?
Frank Gruber fue un
currante especializado de la era pulp. Nacido en 1904, tan solo vivió
hasta su 65 cumpleaños, pero se ganó la vida en Vimy Ridge
escribiendo como una ametralladora. Frank Gruber fue subiendo
escalones para intentar hacer dinero con el pulp así como con otras
novelas. Creó a tres personajes (Johnny Fletcher, Otis Beagle, Simon
Lash), cada uno con su propia serie. También escribió cierto número de
novelas y una recopilación de historias cortas y redactó
su propia biografía, The Pulp Jungle (1967), dos años antes de
fallecer. Y todo lo hizo a comienzos de la Gran Depresión. No es un
mal legado para un escritor al que pocos recuerdan.
La historia de
supervivencia de Gruber en el mundo literario durante los veinte y los
treinta es angustiosa. Creo que podría ser lo bastante
instructiva como para darnos cuenta de que la ética de trabajo
hercúleo puede mantener vivos tus sueños, incluso aunque
financieramente vayas de culo.
HISTORIA DE ORIGEN
Gruber quería ser
un escritor como su héroe, Horatio Alger. Mientras que tuvo poca o
ninguna educación formal en letras, lo compensó con una ética de
trabajo ausente de piedad. Empezó a escribir en 1922 y consiguió su
primera venta en 1925. Tan solo fue para una publicación de una
miserable escuela dominical, pero fue un comienzo. Dicho crédito
como escritor le consiguió un trabajo a corto plazo en una revista
agrícola, pero incluso después de perderlo siguió escribiendo.
Entre 1932 y 1934 consiguió vender otro puñado de artículos. Pero su
producción fue terrorífica: “Escribí un gigantesco monto total
de ciento setenta y cuatro “relatos”. La cantidad total de
palabras ascendieron a seiscientas veinte mil, el equivalente a cerca
de ocho libros.”
Recuerda, todo esto se
hacía con una máquina de escribir. Y este recuento no incluye las
revisiones. De todos esos trabajos vendió 107. No sólo eran relatos
de ficción, sino que también había escrito artículos, poemas, todo lo que
cayese en sus manos que se pudiese convertir en dinero. “Nada era
demasiado vulgar o barato. Escribí historias para la Escuela
Dominical, escribí historias sexuales picantes, escribí historias
cortas e incluso una novela.”
Algunas de las
historias fueron rechazadas unas veintidós veces antes de lograr venderlas. Pero cada historia rechazada se enviaba a una nueva
revista el mismo día que volvía rechazada. Estudió los mercados y
se convirtió en un experto en temas militares y así fue como vendió algunos escritos a los diarios militares. Su éxito escribiendo artículos de
ventas le hizo conseguir un trabajo como editor de una revista para
vendedores. Pagó sus deudas con sangre y sudor.
SUEÑOS Y PESADILLAS
DE NYC
En 1934 Gruber se
mudó a Nueva York y vivió la vida desesperada del escritor en la
ciudad, acudiendo hasta las oficinas de los magazines pulp para dejar sus
historias y reuniéndose con puñados de escritores. Allí conoció al
grupo más importante de escritores del pulp, gente como Walter
Gibson, el escritor responsable de La Sombra, Lester Dent, el hombre detrás de Doc Savage, y a un joven bocazas que se llamaba L. Ron
Hubbard. También hizo migas con otros como Steve Fisher, un colega
novato cuya amistad le ayudó a sobrevivir durante los años del
hambre. Gruber estaba
viviendo sus sueños más preciosos durante los años amargos y
peligrosos. Jugó al escondite con el propietario de su piso de
alquiler hasta que pudo gorronearle el mismo, redujo su
presupuesto para alimentos comiendo sopa “de la automática” (una
comida elaborada a partir de ketchup gratis y galletas crackers
disponibles en la máquina automática que agitaba en un bol con agua caliente del té para darle sabor), y llevando los manuscritos a
pie para ahorrarse el coste del correo.
Gruber estima que
anualmente eran necesarias unas ciento noventa y cinco millones de
palabras "para llenar el hambriento buche de los pulps."
Eso son cerca de dos millones de dólares disponibles por año por las historias. En Nueva York vivían proximadamente trescientos escritores de pulp, algunos arriba del todo de la cadena alimenticia, pero también había gente de todo el país y el mundo. Dicho más
rápidamente, existía un total de entre 1200 y 1300 competidores.
Gruber tenía algo de ropa, una Remington, y cuarenta dólares después
de pagar una señal por la habitación de hotel. “Y tenía una cosa
más... la voluntad necesaria para triunfar.” Voluntad en su
trabajo produciendo historias. Durante esos primeros dos años,
el total que ganó al vender sus ciento siete artículos e historias
durante un periodo de veintidós meses ascendió hasta la cantidad de
815 dólares, un tercio de los cuáles los devoraron los
envíos de correo. Sin importar el éxito alcanzado o no, sus sueños parecían estar
deslizándose por un hambriento pozo sin fondo.
Pero se terminó
convirtiendo en alguien reconocido. En 1934 el editor de la popular
revista de espías “Operator 5” lo llamó por teléfono. Estaba en un aprieto y
necesitaba un relato más para el próximo número, que se iba a
imprimir a la mañana siguiente. Gruber tenía una única noche
para sacarse de la manga una historia de 5000 palabras. Sabía que la
suerte cambiaría si era capaz de conseguir el objetivo.
Fue una terrible
noche de domingo. Empezó a escribir personajes de aventuras como el
Capitán John Veddes y el villanesco espía Leone Montez, pero a
medianoche todavía no tenía ningún argumento. Lo mismo ocurrió a las dos
de la mañana. A las 3:30 surgió repentinamente un argumento sobre
bombarderos que esperaban una señal de radio secreta para poder
despachar su carga mortal. La historia giraba en torno a un terrible
momento de la historia: Montez no sabía que Veddes era campeón de
salto con pértiga y que podría entrar en su fortaleza secreta de un
solo salto. Ya no había tiempo para reescribirlo. A las ocho había acabado. Entregó la historia a las nueve. El martes fue a
cobrar. El editor agitó el cheque, dijo que era una buena historia y
le comentó que quería que escribiese otra para la semana siguiente.
“Me puse a ello de inmediato.”
ABUNDANCIA Y ESCASEZ
EN LA CIUDAD DEL OROPEL
Para 1935 Gruber
había escrito cincuenta y cinco historias y vendido todas excepto
dos. Mientras su carrera florecía, se propuso alcanzar mayores
metas, con el objetivo en mente de los grandes mercados de cinco
centavos por palabra como Black Mask (oh, ¡cuánto han cambiado las
cosas!). En algunas revistas como Argosy o las de Dell era imposible
abrir brecha, pero eso no hizo que Gruber dejase de intentarlo.
Luego, en 1936, se sintió atraído por Hollywood. Los productores estaban
interesados en un personaje de una de sus series, la Enciclopedia
Humana. Guionistas tan diversos como William Faulkner y Cornell
Woolrich habían acudido a Hollywood como si fuese la Tierra
Prometida. Pero Gruber pronto se quedó desilusionado según la
avaricia le aplastó las esperanzas: “Hace un mes ni siquiera pensaba en Hollywood. Ahora es el más importante de mis
pensamientos. No podía trabajar. ¿Qué utilidad tenía escribir
historias por cincuenta, sesenta, o incluso cien dólares cuando
allí, en California, estaban pagando miles y miles de dólares?"
La espera de los
agentes y los dorados apretones de manos paralizaron su capacidad de
escribir. Así que mandó Hollywood al infierno: “Yo era un
escritor de pulps. Me pagaban un centavo por palabra por mis
historias y con ello podía tener una buena vida. Todo lo que
tenía que hacer era trabajar como el demonio. Quizá podría
convertirme en un buen escritor de pulps y conseguir que mi tarifa
fuese un centavo y medio por palabra. E incluso dos centavos.”
Y lo hizo. Su
orgullo pudo más que él en alguna ocasión, arruinando algunas
relaciones con los editores que adelgazaron sus cuentas. Aprendió a
tener una conducta más profesional y se guardó su actitud para las
historias, sin buscar confrontaciones que no iba a poder ganar. Era mejor
escribir una historia que nadie pudiese pasar por alto que
reclamar a todo el mundo que era un genio al que nadie podía
apreciar. Al hacerlo mejoró su forma de jugar y logró hacer mella en Black Mask, el Rey de los Pulps, y ayudó a Steve Fisher a hacer
lo mismo. Después vivió mejores y peores momentos, trabajó
duro y creó personajes e historias año tras año hasta que
falleció, dos años después de escribir sus memorias de la era del
pulp.
¿Cuánto han cambiado y cuánto han permanecido las cosas igual desde la época Gruber? ¿Podría ser como poner vino envejecido en botellas nuevas? Algunas lecciones que
he podido ver en la épica historia de supervivencia de Gruber confirman
la mayor parte de lo que he podido aprender por mi cuenta, más de
ochenta años después de sus días de juventud.
1. Has de conocer el
género
2. Has de conocer a
los editores
3. Salta sobre una
oportunidad en cuanto aparezca, o mejor aún, prepara una si puedes
4. Una ética de
trabajo endurecida puede mantenerte vivo cuando otros están desfalleciendo
5. No creas que eres
demasiado bueno como para escribir cierto tipo de historias
6. De vez en cuando
la desesperación puede ser una fuente de inspiración
7. El orgullo casi
siempre precede a la caída
8. Los pagos por las
historias cortas son peores ahora que en los treinta
9. Los colegas que
están en la misma estación que tú son tan fundamentales para tu
bienestar como tus amigos y mentores
Eso sí, Gruber no
escribía Otelo. Su trabajo nunca será alabado por su prosa, y
afrontémoslo, la mayor parte de su obra está olvidada por todos
excepto por los entusiastas del pulp más acérrimos. Pero es suficiente. Él no se hacía ilusiones de la clase de bestia que era, y
trabajó duro para ser el mejor Frank Gruber que podía ser, incluso
si eso significaba aguantar las críticas de los poetas de Greenwich
Village ("se burlaban de que vendiésemos nuestros almas a
Mammon. Bueno, supongo que estábamos intentando vender nuestras
almas, pero Mammon no nos las compraba"), y lo hizo durante y
después del colapso de Wall Street. Vivió de forma magra y dura, a
veces bajo el radar, pero se mantuvo en sus trece. No importa lo mal
que lo pasara, encontró una forma de seguir escribiendo. No olvidemos que cualquier
otra cosa por la que se recuerde a Frank Gruber será otra lección más de la Jungla del Pulp.
—
Jason S. Ridler ha
publicado más de treinta historias cortas en revistas y antologías
tales como Brain Harvest, Not One of Us, Big Pulp, Crossed Genres,
Flashquake, Andromeda Spaceways Inflight Magazine, Tesseracts
Thirteen y muchas más. Su popular no ficción ha aparecido en Clarkesworld,
Dark Scribe y en “Internet Review of Science Fiction”. Antiguo
músico de punk rock y jardinero de viejos cementerios, el Sr.
Ridler es un graduado del Odyssey Writing Workshop y tiene un
doctorado en Estudios Bélicos del Colegio Militar Real de Canadá.
Visítalo en su blog, Ridlerville, en facebook y en twitter. Una
versión anterior de este artículo apareció en Fear Zone en 2008.
2 comentarios:
Gracias. Muy interesante.
Espero ke esto te interese a ti:
http://mp3flac.net/danny-kroha-angels-watching-over-me-web-2015-lev/
(si poner esto te puede hacer tener algún problema con la ley dímelo)
Salud!
Gracias! Sin problema!
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