viernes, 27 de febrero de 2015

LECCIONES DE LA JUNGLA PULP, por Jason S. Ridler

Lecciones de la Jungla Pulp, por Jason S. Ridler, 2010. Traducido por Frog2000.

Jason Ridler ha escuchado a un montón de escritores suspirando por cierta magia que existió antaño, cuando se supone que era más fácil construirse una vida con las palabras de uno (es un dato que se va desplazando en consonancia con los datos demográficos: los excelentes ochenta, los dinamitadores setenta, los maravillosos sesenta, los espectaculares cincuenta, etc.) Pero la triste realidad es que la escritura siempre ha supuesto un duro trabajo, y aquellos venerables estadistas de otras Eras que podían, sin tonterías, ganarse el pan tecleando, lo hacían en unas circunstancias mucho peores que a las que nos enfrentamos hoy. A veces como recompensa a su palabrería tan sólo conseguían un plato de sopa de una máquina automática. ¿No me crees? Pregúntale a Frank Gruber.

Frank ¿quién?

Frank Gruber fue un currante especializado de la era pulp. Nacido en 1904, tan solo vivió hasta su 65 cumpleaños, pero se ganó la vida en Vimy Ridge escribiendo como una ametralladora. Frank Gruber fue subiendo escalones para intentar hacer dinero con el pulp así como con otras novelas. Creó a tres personajes (Johnny Fletcher, Otis Beagle, Simon Lash), cada uno con su propia serie. También escribió cierto número de novelas y una recopilación de historias cortas y redactó su propia biografía, The Pulp Jungle (1967), dos años antes de fallecer. Y todo lo hizo a comienzos de la Gran Depresión. No es un mal legado para un escritor al que pocos recuerdan.

La historia de supervivencia de Gruber en el mundo literario durante los veinte y los treinta es angustiosa. Creo que podría ser lo bastante instructiva como para darnos cuenta de que la ética de trabajo hercúleo puede mantener vivos tus sueños, incluso aunque financieramente vayas de culo.
HISTORIA DE ORIGEN

Gruber quería ser un escritor como su héroe, Horatio Alger. Mientras que tuvo poca o ninguna educación formal en letras, lo compensó con una ética de trabajo ausente de piedad. Empezó a escribir en 1922 y consiguió su primera venta en 1925. Tan solo fue para una publicación de una miserable escuela dominical, pero fue un comienzo. Dicho crédito como escritor le consiguió un trabajo a corto plazo en una revista agrícola, pero incluso después de perderlo siguió escribiendo. Entre 1932 y 1934 consiguió vender otro puñado de artículos. Pero su producción fue terrorífica: “Escribí un gigantesco monto total de ciento setenta y cuatro “relatos”. La cantidad total de palabras ascendieron a seiscientas veinte mil, el equivalente a cerca de ocho libros.”

Recuerda, todo esto se hacía con una máquina de escribir. Y este recuento no incluye las revisiones. De todos esos trabajos vendió 107. No sólo eran relatos de ficción, sino que también había escrito artículos, poemas, todo lo que cayese en sus manos que se pudiese convertir en dinero. “Nada era demasiado vulgar o barato. Escribí historias para la Escuela Dominical, escribí historias sexuales picantes, escribí historias cortas e incluso una novela.”

Algunas de las historias fueron rechazadas unas veintidós veces antes de lograr venderlas. Pero cada historia rechazada se enviaba a una nueva revista el mismo día que volvía rechazada. Estudió los mercados y se convirtió en un experto en temas militares y así fue como vendió algunos escritos a los diarios militares. Su éxito escribiendo artículos de ventas le hizo conseguir un trabajo como editor de una revista para vendedores. Pagó sus deudas con sangre y sudor.
SUEÑOS Y PESADILLAS DE NYC

En 1934 Gruber se mudó a Nueva York y vivió la vida desesperada del escritor en la ciudad, acudiendo hasta las oficinas de los magazines pulp para dejar sus historias y reuniéndose con puñados de escritores. Allí conoció al grupo más importante de escritores del pulp, gente como Walter Gibson, el escritor responsable de La Sombra, Lester Dent, el hombre detrás de Doc Savage, y a un joven bocazas que se llamaba L. Ron Hubbard. También hizo migas con otros como Steve Fisher, un colega novato cuya amistad le ayudó a sobrevivir durante los años del hambre. Gruber estaba viviendo sus sueños más preciosos durante los años amargos y peligrosos. Jugó al escondite con el propietario de su piso de alquiler hasta que pudo gorronearle el mismo, redujo su presupuesto para alimentos comiendo sopa “de la automática” (una comida elaborada a partir de ketchup gratis y galletas crackers disponibles en la máquina automática que agitaba en un bol con agua caliente del té para darle sabor), y llevando los manuscritos a pie para ahorrarse el coste del correo.

Gruber estima que anualmente eran necesarias unas ciento noventa y cinco millones de palabras "para llenar el hambriento buche de los pulps." Eso son cerca de dos millones de dólares disponibles por año por las historias. En Nueva York vivían proximadamente trescientos escritores de pulp, algunos arriba del todo de la cadena alimenticia, pero también había gente de todo el país y el mundo. Dicho más rápidamente, existía un total de entre 1200 y 1300 competidores. Gruber tenía algo de ropa, una Remington, y cuarenta dólares después de pagar una señal por la habitación de hotel. “Y tenía una cosa más... la voluntad necesaria para triunfar.” Voluntad en su trabajo produciendo historias. Durante esos primeros dos años, el total que ganó al vender sus ciento siete artículos e historias durante un periodo de veintidós meses ascendió hasta la cantidad de 815 dólares, un tercio de los cuáles los devoraron los envíos de correo. Sin importar el éxito alcanzado o no, sus sueños parecían estar deslizándose por un hambriento pozo sin fondo.
RETORCIENDO LA SUERTE

Pero se terminó convirtiendo en alguien reconocido. En 1934 el editor de la popular revista de espías “Operator 5” lo llamó por teléfono. Estaba en un aprieto y necesitaba un relato más para el próximo número, que se iba a imprimir a la mañana siguiente. Gruber tenía una única noche para sacarse de la manga una historia de 5000 palabras. Sabía que la suerte cambiaría si era capaz de conseguir el objetivo.

Fue una terrible noche de domingo. Empezó a escribir personajes de aventuras como el Capitán John Veddes y el villanesco espía Leone Montez, pero a medianoche todavía no tenía ningún argumento. Lo mismo ocurrió a las dos de la mañana. A las 3:30 surgió repentinamente un argumento sobre bombarderos que esperaban una señal de radio secreta para poder despachar su carga mortal. La historia giraba en torno a un terrible momento de la historia: Montez no sabía que Veddes era campeón de salto con pértiga y que podría entrar en su fortaleza secreta de un solo salto. Ya no había tiempo para reescribirlo. A las ocho había acabado. Entregó la historia a las nueve. El martes fue a cobrar. El editor agitó el cheque, dijo que era una buena historia y le comentó que quería que escribiese otra para la semana siguiente. “Me puse a ello de inmediato.”
ABUNDANCIA Y ESCASEZ EN LA CIUDAD DEL OROPEL

Para 1935 Gruber había escrito cincuenta y cinco historias y vendido todas excepto dos. Mientras su carrera florecía, se propuso alcanzar mayores metas, con el objetivo en mente de los grandes mercados de cinco centavos por palabra como Black Mask (oh, ¡cuánto han cambiado las cosas!). En algunas revistas como Argosy o las de Dell era imposible abrir brecha, pero eso no hizo que Gruber dejase de intentarlo. Luego, en 1936, se sintió atraído por Hollywood. Los productores estaban interesados en un personaje de una de sus series, la Enciclopedia Humana. Guionistas tan diversos como William Faulkner y Cornell Woolrich habían acudido a Hollywood como si fuese la Tierra Prometida. Pero Gruber pronto se quedó desilusionado según la avaricia le aplastó las esperanzas: “Hace un mes ni siquiera pensaba en Hollywood. Ahora es el más importante de mis pensamientos. No podía trabajar. ¿Qué utilidad tenía escribir historias por cincuenta, sesenta, o incluso cien dólares cuando allí, en California, estaban pagando miles y miles de dólares?"

La espera de los agentes y los dorados apretones de manos paralizaron su capacidad de escribir. Así que mandó Hollywood al infierno: “Yo era un escritor de pulps. Me pagaban un centavo por palabra por mis historias y con ello podía tener una buena vida. Todo lo que tenía que hacer era trabajar como el demonio. Quizá podría convertirme en un buen escritor de pulps y conseguir que mi tarifa fuese un centavo y medio por palabra. E incluso dos centavos.”

Y lo hizo. Su orgullo pudo más que él en alguna ocasión, arruinando algunas relaciones con los editores que adelgazaron sus cuentas. Aprendió a tener una conducta más profesional y se guardó su actitud para las historias, sin buscar confrontaciones que no iba a poder ganar. Era mejor escribir una historia que nadie pudiese pasar por alto que reclamar a todo el mundo que era un genio al que nadie podía apreciar. Al hacerlo mejoró su forma de jugar y logró hacer mella en Black Mask, el Rey de los Pulps, y ayudó a Steve Fisher a hacer lo mismo. Después vivió mejores y peores momentos, trabajó duro y creó personajes e historias año tras año hasta que falleció, dos años después de escribir sus memorias de la era del pulp.

¿Cuánto han cambiado y cuánto han permanecido las cosas igual desde la época Gruber? ¿Podría ser como poner vino envejecido en botellas nuevas? Algunas lecciones que he podido ver en la épica historia de supervivencia de Gruber confirman la mayor parte de lo que he podido aprender por mi cuenta, más de ochenta años después de sus días de juventud.

1. Has de conocer el género
2. Has de conocer a los editores
3. Salta sobre una oportunidad en cuanto aparezca, o mejor aún, prepara una si puedes
4. Una ética de trabajo endurecida puede mantenerte vivo cuando otros están desfalleciendo
5. No creas que eres demasiado bueno como para escribir cierto tipo de historias
6. De vez en cuando la desesperación puede ser una fuente de inspiración
7. El orgullo casi siempre precede a la caída
8. Los pagos por las historias cortas son peores ahora que en los treinta
9. Los colegas que están en la misma estación que tú son tan fundamentales para tu bienestar como tus amigos y mentores
10. Establece siempre metas que te obliguen a crecer como escritor
Eso sí, Gruber no escribía Otelo. Su trabajo nunca será alabado por su prosa, y afrontémoslo, la mayor parte de su obra está olvidada por todos excepto por los entusiastas del pulp más acérrimos. Pero es suficiente. Él no se hacía ilusiones de la clase de bestia que era, y trabajó duro para ser el mejor Frank Gruber que podía ser, incluso si eso significaba aguantar las críticas de los poetas de Greenwich Village ("se burlaban de que vendiésemos nuestros almas a Mammon. Bueno, supongo que estábamos intentando vender nuestras almas, pero Mammon no nos las compraba"), y lo hizo durante y después del colapso de Wall Street. Vivió de forma magra y dura, a veces bajo el radar, pero se mantuvo en sus trece. No importa lo mal que lo pasara, encontró una forma de seguir escribiendo. No olvidemos que cualquier otra cosa por la que se recuerde a Frank Gruber será otra lección más de la Jungla del Pulp.


Jason S. Ridler ha publicado más de treinta historias cortas en revistas y antologías tales como Brain Harvest, Not One of Us, Big Pulp, Crossed Genres, Flashquake, Andromeda Spaceways Inflight Magazine, Tesseracts Thirteen y muchas más. Su popular no ficción ha aparecido en Clarkesworld, Dark Scribe y en “Internet Review of Science Fiction”. Antiguo músico de punk rock y jardinero de viejos cementerios, el Sr. Ridler es un graduado del Odyssey Writing Workshop y tiene un doctorado en Estudios Bélicos del Colegio Militar Real de Canadá. Visítalo en su blog, Ridlerville, en facebook y en twitter. Una versión anterior de este artículo apareció en Fear Zone en 2008. 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias. Muy interesante.
Espero ke esto te interese a ti:
http://mp3flac.net/danny-kroha-angels-watching-over-me-web-2015-lev/
(si poner esto te puede hacer tener algún problema con la ley dímelo)
Salud!

frog2000 dijo...

Gracias! Sin problema!

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