Artículo de Bill Randall para The Comics Journal nº 282 (2007). Parte 1.
WORKING KAPPA (Hataraku Kappa), por Imiri Sakabashira.
Por supuesto, si no estás trabajando, no puedes irte de vacaciones. Por lo que primero tienes que encontrar curro, lo cuál no es tarea fácil. Cuando Anne empieza a buscarlo, termina en un submarino lleno de kappas piratas. Estos duendes del agua con pico de pato que recorren los Océanos saqueando cruceros cubiertos de setas, le interrogan si podría cocinar para ellos. Así comienza su afortunada carrera, o puede que desgraciada, en un mundo como un sueño que no soy capaz de juzgar con propiedad. Simplemente disfruto del viaje. Cuando Imiri Sakabashira dibuja sus cosas, desata su ferviente imaginación mediante gruesas salpicaduras de tinta. Cuando escribí sobre su obra en el número de agosto de 2002 del Journal, comparé su trabajo en la recopilación Ma Ma Fu Fu con el de Yoshiharu Tsuge, el gran moldeador de los malos sueños, y también con Yoshihiro Tatsumi, el principal impulsor de los dramas de mal rollo gekiga. Aunque el linaje de Sakabashira está bastante claro, ahora me parece un poco diferente. Si bien su visión no ha cambiado (sus monstruos kaiju y sus toscos paisajes urbanos siguen siendo muy sui generis), en su trabajo más reciente ha moderado el terror que se podía encontrar en Ma Ma Fu Fu. En lugar de tropezar con carne podrida, al pasar sus páginas actuales nos topamos con familias nucleares con limpias sonrisas bajo las barbas.
En otras palabras, lo extraño sigue al mando, pero los tonos son un poco más claros. En lugar de un gato ciclópeo, el autor se centra en una chica bonita. Su dibujo ha superado al de Tatsumi, quien a lo largo de su carrera parecía estar tallando la página mientras rechinaba los dientes. En su lugar Sakabashira utiliza pinceladas redondeadas y fluidas. También se monta algunas secuencias valientes durante cuatro dobles páginas consecutivas donde muestra un rascacielos andante tras otro. Mientras sus personajes se pelean, tropiezan con una notable nueva visión del mundo de la vigilia, un paisaje prestado que está libremente adquirido de diferentes culturas. Los estilos ruso y tailandés se mezclan con los Estados Unidos de los cincuenta y con el pasado japonés en algo nuevo y familiar.
Estas herramientas clave ofrecen un punto de entrada al lector, pero la estructura de la historia ofrece todavía más. El autor utiliza una narrativa típica de búsqueda, muy similar al "Playboy´s Sea" de Ma Ma Fu Fu, que le permite enseñar cómo es su mundo y asegurarse de que la trama no se antepone al recorrido. Más importante aún, de esta forma intenta que la ensoñación no resulte intrascendente. En la temática de los sueños tan usada en exceso en los cómics, por lo general el artista presenta el sueño tal cuál lo ha vivido, sin ningún efecto real en la historia. Los sueños tienen un significado y una función tan individual que pueden ser aburridos para los extraños. Sakabashira no solo es un soñador, también usa los elementos surrealistas no solo como material de trabajo, sino como parte de un sistema interno consistente, por lo que comparte mucho con los surrealistas europeos (especialmente su temor a la comida). Puede que su forma de hacer las cosas no tenga sentido literal fuera de su obra, pero sigue sus propias reglas al pie de la letra.
Por eso, cuando Anne se quita las botas y salta a través de las cataratas de atunes (son como una cascada, pero con atunes gigante cayendo sobre la sopa), no está saltando de una imagen sin sentido hacia otra. Al contrario, está intentando escapar de la serpiente yakuza con el peinado pompadour, así como del gigante de color rosa jaspeado, a quienes ha despertado antes. En otras palabras, sus acciones tienen consecuencias. Es solo que Sakabashira se encarga de dichas consecuencias de acuerdo con la lógica de su propio mundo, no del nuestro. Leer su obra es como ver una película extranjera sin subtítulos. Sencillamente es mejor dejar que prosiga, porque todo adquirirá sentido al despertarse.
(Continuará)
WORKING KAPPA (Hataraku Kappa), por Imiri Sakabashira.
Por supuesto, si no estás trabajando, no puedes irte de vacaciones. Por lo que primero tienes que encontrar curro, lo cuál no es tarea fácil. Cuando Anne empieza a buscarlo, termina en un submarino lleno de kappas piratas. Estos duendes del agua con pico de pato que recorren los Océanos saqueando cruceros cubiertos de setas, le interrogan si podría cocinar para ellos. Así comienza su afortunada carrera, o puede que desgraciada, en un mundo como un sueño que no soy capaz de juzgar con propiedad. Simplemente disfruto del viaje. Cuando Imiri Sakabashira dibuja sus cosas, desata su ferviente imaginación mediante gruesas salpicaduras de tinta. Cuando escribí sobre su obra en el número de agosto de 2002 del Journal, comparé su trabajo en la recopilación Ma Ma Fu Fu con el de Yoshiharu Tsuge, el gran moldeador de los malos sueños, y también con Yoshihiro Tatsumi, el principal impulsor de los dramas de mal rollo gekiga. Aunque el linaje de Sakabashira está bastante claro, ahora me parece un poco diferente. Si bien su visión no ha cambiado (sus monstruos kaiju y sus toscos paisajes urbanos siguen siendo muy sui generis), en su trabajo más reciente ha moderado el terror que se podía encontrar en Ma Ma Fu Fu. En lugar de tropezar con carne podrida, al pasar sus páginas actuales nos topamos con familias nucleares con limpias sonrisas bajo las barbas.
En otras palabras, lo extraño sigue al mando, pero los tonos son un poco más claros. En lugar de un gato ciclópeo, el autor se centra en una chica bonita. Su dibujo ha superado al de Tatsumi, quien a lo largo de su carrera parecía estar tallando la página mientras rechinaba los dientes. En su lugar Sakabashira utiliza pinceladas redondeadas y fluidas. También se monta algunas secuencias valientes durante cuatro dobles páginas consecutivas donde muestra un rascacielos andante tras otro. Mientras sus personajes se pelean, tropiezan con una notable nueva visión del mundo de la vigilia, un paisaje prestado que está libremente adquirido de diferentes culturas. Los estilos ruso y tailandés se mezclan con los Estados Unidos de los cincuenta y con el pasado japonés en algo nuevo y familiar.
Estas herramientas clave ofrecen un punto de entrada al lector, pero la estructura de la historia ofrece todavía más. El autor utiliza una narrativa típica de búsqueda, muy similar al "Playboy´s Sea" de Ma Ma Fu Fu, que le permite enseñar cómo es su mundo y asegurarse de que la trama no se antepone al recorrido. Más importante aún, de esta forma intenta que la ensoñación no resulte intrascendente. En la temática de los sueños tan usada en exceso en los cómics, por lo general el artista presenta el sueño tal cuál lo ha vivido, sin ningún efecto real en la historia. Los sueños tienen un significado y una función tan individual que pueden ser aburridos para los extraños. Sakabashira no solo es un soñador, también usa los elementos surrealistas no solo como material de trabajo, sino como parte de un sistema interno consistente, por lo que comparte mucho con los surrealistas europeos (especialmente su temor a la comida). Puede que su forma de hacer las cosas no tenga sentido literal fuera de su obra, pero sigue sus propias reglas al pie de la letra.
Por eso, cuando Anne se quita las botas y salta a través de las cataratas de atunes (son como una cascada, pero con atunes gigante cayendo sobre la sopa), no está saltando de una imagen sin sentido hacia otra. Al contrario, está intentando escapar de la serpiente yakuza con el peinado pompadour, así como del gigante de color rosa jaspeado, a quienes ha despertado antes. En otras palabras, sus acciones tienen consecuencias. Es solo que Sakabashira se encarga de dichas consecuencias de acuerdo con la lógica de su propio mundo, no del nuestro. Leer su obra es como ver una película extranjera sin subtítulos. Sencillamente es mejor dejar que prosiga, porque todo adquirirá sentido al despertarse.
(Continuará)
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