martes, 21 de abril de 2015

EXITOSO EN TODOS LAS DISCIPLINAS, ENTREVISTA CON CLIVE BARKER (PARTE 3 DE 5)

Entrevista realizada por S. C. Ringgenberg para The Comics Journal 171 (1994). Traducida por Frog2000. Parte 1, parte 2.

RINGGENBERG: ¿Qué autores favoritos te han influido más?

BARKER: En lugar de hablar sobre los más obvios, permíteme ser tan ecléctico como me sea posible. Podría enumerar un listado de autores de fantasía y terror, y obviamente nombraría a Bradbury, Poe, Tolkien, C. S. Lewis, etcétera, pero también a Genet, Cocteau, Gunter Grass, Mishima y William Burroughs –intentaría hacer la lista por géneros- y también a William Blake. Hay un montón de poetas, así como de escritores de teatro, Lorca, Marlowe, Webster (El Diablo Blanco es una de mis obras favoritas.) Debería nombrar a Boccacio, suelo releer Las Mil y Una Noches, La Isla del Tesoro, Baudelaire (¡La Isla del Tesoro y Baudelaire en la misma frase!) Hay un puñado de autores que me gustan mucho: Melville, Whitman, son capaces de contar buenas historias y tienen la grandeza de compartir una visión propia, es gente que quiere introducir a todo el mundo en el interior de sus libros. Me gustan los escritores con ambición y apetito. Me gustan los guionistas que dicen palabras que lo pueden incluir todo. Las palabras se pueden usar para dar forma y clarificar el mundo. En cierta forma, la palabra es sagrada.

RINGGENBERG: ¿Kafka también fue una influencia?

BARKER: En realidad no… no llegué a Kafka hasta probablemente más tarde que a cualquiera de los que he mencionado antes. Y en realidad sólo tiene dos historias que me gustan: El Penal y La Metamorfosis. Por otro lado me parece un poco deprimente. [Ringgenberg se ríe.] Me refiero a que lo admiro más de lo que me gusta leerlo.

RINGENBBERG: Si, lo entiendo.

BARKER: Una de las cosas que se pueden notar en mi ficción escrita es mi creciente deseo de dirigirme hacia los extremos de las emociones, desde las experiencias en las que se entra en éxtasis hasta las más oscuras y francamente depresivas. Libros como Imajica, Weaveworld… durante el trayecto, esos libros te conducen por varios escalafones, desde el éxtasis hasta lo diabólico pasando por lo estéril. Ese tipo de ambición para hablar sobre ángeles y diablos y todas las posiciones intermedias es lo que supongo que aprendí de todo ese amplio plantel de escritores que me gustan, pero no lo he aprendido del que se supone que es el tipo de novelista inglés quinta-esencial, un novelista que habla de sus propias experiencias y sus propias relaciones fallidas, que habla sobre su propio círculo. Me refiero a que nunca me ha interesado demasiado, me gusta más escribir sobre ángeles, diablos y todo lo que está en medio.

RINGGENBERG: Hablemos sobre cómics, porque parece que te has metido profundamente en el medio. ¿Te interesaban cuando eras joven?

BARKER: Si, aunque en el Liverpool de los cincuenta no había una oferta muy amplia. Obviamente se podían leer los cómics ingleses, pero no había mucho más. No fue hasta probablemente los sesenta cuando los cómics de Marvel empezaron a estar disponibles, aunque en cantidades limitadas, y no tenían una cadencia regular. No te puedo asegurar que en esa época los Cuatro Fantásticos o Spider-man estuviesen disponibles. Así que supongo que en mi caso, tener acceso a ellos fue más una cuestión de suerte.
RINGGENBERG: ¿Recuerdas los cómics que te gustaban?

BARKER: Diría que casi todos eran cómics de Marvel. Los Cuatro Fantásticos fueron mi primer vistazo a los cómics americanos. No conocí los cómics de la EC hasta mucho más tarde, a finales de mi adolescencia.

RINGGENBERG: ¿Supusieron una influencia en tu trayectoria?

BARKER: No del todo. En parte porque no los conocí hasta mucho más tarde. No, me gustaban los Cuatro Fantásticos, era muy fan. Si ponía mis manos sobre un cómic Marvel, me lo compraba. Nunca me interesó mucho DC. No sé por qué. Estuve hablando con Stan Lee sobre el tema [risas] y supongo que aquellos guiones desde el punto de vista de un adolescente de 17 años con problemas, o lo que sea Peter Parker, tenían bastante sentido para el Clive Barker de 13 años.

RINGGENBERG: ¿Fuiste más tarde fan de los cómics de EC como “Tales From the Crypt” y el resto de ese material?

BARKER: No diría que fuese un fan, me parece que no. Me parecía que eran pequeñas fábulas morales que me cansaban un poco. Cuando los descubrí, supuse que tenían cierto atractivo lascivo porque eran extremadamente violentos, y no creo que hubiese visto algo tan violento en un cómic antes, pero no fueron una influencia tan grande para mí como lo fueron para Steve [King], por ejemplo. Alguna vez he hablado con Steve y sé que los cómics de la EC fueron una gran influencia en su caso. En “Creepshow”, por ejemplo, se puede comprobar su gusto por los cómics de la EC. Pero a mí nunca me llegaron tanto. El material de terror que me influenció fue el de Poe, y hasta cierto punto el de Lovecraft, M. R. James, Arthur Machen y Ray Bradbury. Esencialmente todos eran escritores de relatos. Pero las cosas de la EC nunca me llegaron, me dejaban frío. Puede que tenga algo que ver con que soy inglés, no lo sé.
RINGGENBERG: ¿Cuáles son los guionistas y dibujantes de cómics actuales que más te gustan?

BARKER: ¡Me temo que es una lista terriblemente aburrida y predecible! Suelo comprar un montón de cómics y me gusta un montón de material diferente. Hay muchos que me encantan. Ahora estoy comprando prácticamente todo lo que saca Vertigo, aunque algunas obras me gustan más que otras. Me encanta Enigma. Creo que es tremendo, valiente y muy bien hecho. Y todo lo que hace Neil [Gaiman] siempre me parece interesante. Lo que están haciendo Eddie Campbell y Alan [Moore], From Hell, es increíble. Me encanta. En cuanto a material del mainstream, me leo un montón de títulos de Marvel, sigo leyendo Cuatro Fantásticos. Los guiones de Dan Chichester para Daredevil son muy interesantes. Love & Rockets siempre me gusta. Tengo que volver a retomar a Alan Moore y su Cosa del Pantano, que es tremenda. A lo largo de estos años, Hellblazer siempre ha sido interesante, así como oscura, de forma bastante consistente. Me parece que la etapa de la Cosa del Pantano de Nancy Collins estaba muy bien. Bueno, es una buena lista con la que empezar.

RINGGENBERG: Si, parece una selección de gustos bastante variopinta.

BARKER: Si, me encantan los cómics de superhéroes, de verdad. A la madura edad de 41 años sigo interesado en pillarme un buen cómic de superhéroes para divertirme. No soy un gran fan del material con buen aspecto pero sin una historia detrás. Provengo de una época en la que la historia que se contaba era lo más importante. Creo que Stan es un condenado buen narrador. Creo que Frank Miller es un condenado buen narrador. Creo que Neil es un condenado gran narrador. ¡Alan es muy bueno! Estos tíos escriben historias porque tienen algo que contar. Quieren que te involucres en su mundo, hacer que vivas allí con sus personajes, hacerte sentir algo por ellos. Y al final del camino encuentras algo que te hace sentir que ha merecido la pena leer el cómic. Y ahora hay toda una nueva raza de guionistas de cómics con tendencia a hacer varias cosas, son dibujantes que se han convertido en guionistas. Y francamente, como narradores flojean un poco. Sin embargo son buenos haciendo “splash pages”, no tienen ese algo que te provoca simpatía por los personajes, que hacen que te involucres en la historia como un participante más. Lo que quieren es que admires sus dibujos y aplaudas la escalada de violencia, pero me parece que en ningún momento te invitan a que sus personajes te resulten simpáticos, a que sientas algo por ellos. Si los cómics no son más que una excusa para vender papel de colores, entonces deberían hablar sobre alguna otra cosa. No me interesa demasiado ese tipo de película que se convierte en una excusa para ver a dos tipos musculosos pateando el trasero a otros, no me interesa su equivalente en los cómics. 

RINGGENBERG: Parece como si hubiese creadores que alcanzasen un éxito enorme antes de que su talento haya madurado.

BARKER: Creo que ese es el peligro del comic book. Siempre ha existido. Piensa en toda la gente que ha aparecido y desaparecido en el medio porque se ha quemado por culpa del tremendo éxito que ha conseguido en muy poco tiempo. Creo que ahora es mucho peor, porque la maquinaria del hype está funcionando a tope, y es muy peligrosa para los novatos con talento. Por algún motivo, el novato con talento acaba por creerse toda esa publicidad, y eso es lo peor que le puede pasar a cualquier artista.
RINGGENBERG: En una antigua entrevista, Frank Miller comentaba algo sobre la Hollywoodización de los cómics, y creía que era un gran error precipitarse e intentar convertir el medio en algo más Hollywoodiense, que los cómics deberían quedarse en el negocio de los cómics.

BARKER: Creo que tiene mucha razón. Desafortunadamente, los cómics se han convertido en una especie de… Todo el mundo aspira a que posean el mismo glamour de Hollywood. También ocurre en la literatura. Progresivamente se puede ver el concepto de “autor como estrella mediática”. 

RINGGENBERG: ¿Encuentras perturbadora la homogeneización de la cultura?

BARKER: Creo que es horrible. Es terrible ver lo que hacen todos esos enormes monopolios devoradores. También tengo que decir que varios de ellos son los que me pagan. Trabajo para Marvel, que ciertamente posee un buen pedazo del mercado. Harper Collins pertenece a Rupert Murdoch, que posee la mitad de los medios en el mundo, y cuando he conseguido que se hagan mis películas, las han editado por medio de TriStar o UA, o alguna de esas otras enormes compañías. El problema es que si tienes instinto para producir entretenimiento popular y quieres que tu material llegue al mayor número de personas, entonces de alguna forma tienes que jugar en el mismo tablero que el Diablo. La pregunta debería ser: ¿puedo jugar al mismo juego del Diablo sin perder mis alas de ángel? Es difícil de llevar a cabo. No creo que las cosas me funcionasen mejor si fuese alguien pequeño y precioso, porque creo que lo pequeño y precioso desafortunadamente suele ser pasado por alto.

RINGGENBERG: Es una gran verdad.

BARKER: Si eres un artista y crees que tiene algo que decir, y sientes que estás sobre el planeta para poder decir algunas cosas y compartir tu visión, entonces lo que tienes que hacer, me parece, es encontrar el megáfono más jodidamente grande que puedas. No creo que sea positivo quedarte susurrando entre las paredes. Tienes que decir alto y claro: “De acuerdo, creo en lo que estoy diciendo… ¡y voy a encontrar la forma de pregonarlo!”. Y eso significa que voy a tener que tratar con algunas personas con cuyo punto de vista sobre el mundo no estaré de acuerdo, pero a pesar de todo, si me ofrecen una plataforma, un fórum desde el cuál hablar sobre lo que tengo dentro y compartir mis visiones, voy a hacerlo. No voy a preocuparme por lindezas morales. Cogeré la oportunidad y la aprovecharé.
RINGGENBERG: Cuando se adaptó por primera vez tu material a los cómics, ¿cómo se llevó a cabo? ¿Te llamaron las compañías o fue al revés?

BARKER: Ellas se pusieron en contacto. Steve Niles y Fred Burke y la gente de Eclipse hablaron conmigo, y supongo que fue mi primera experiencia. Antes había hablado con Archie Goodwin y Dan Chichester, ambos trabajaban para Marvel, y Archie era fan de mi trabajo y me dijo que estaría bien editar algo relacionado con Hellraiser. Si lo quieres así, era una buena forma de expandir la mitología, y además encontré nuevo público que puede que no hubiese visto todavía las películas y leído los libros, y quizá lo hicieron gracias a que se toparon con esos conceptos en forma de cómic. Los cómics tienen un montón de cualidades que me encantan. Son relativamente baratos, aparecen de forma regular, hay algo en ellos que de alguna forma los hace parecer disponibles que también me gusta mucho. Se editan de una forma constante. De alguna forma forman parte de la cultura pero pasan desapercibidos. Pero al final, como sus dibujos son tan coloridos e inmediatos, creo que a nivel psíquico funcionan de una forma muy poderosa. Estas cosas maravillosas están presentes en la cultura de la misma forma que las películas mejicanas de wrestling y los graffiti. Son algo que forma parte de la cultura y que ha aparecido como la expresión de un sentimiento, pero no de una forma demasiado auto-consciente. Creo que si esta cultura se empezase a ahogar porque se hubiese vuelto demasiado consciente de sí misma, a la larga su encanto se echaría a perder. Me parece que estamos cerca de que ocurra. Muy cerca.

RINGGENBERG: Estoy de acuerdo. Continuemos hablando sobre tu obra en Marvel. ¿Por qué elegiste trabajar con esta editorial? Son los únicos que están produciendo cómics tuyos ahora mismo, ¿no es cierto?

BARKER: De nuevo, ellos me eligieron a mí. Me hicieron algunas ofertas. También estuve hablando con DC, pero no parecían demasiado interesados. Y Marvel sí, además me gustaba mucho como trabajan. No es que sienta más proximidad por una compañía que por otra. Siento proximidad por las personas que trabajan en ella. Trabajo para HarperCollins, pero la compañía la forma un conjunto de individuos. Es un conjunto de personas que me cae bien, o que no me cae bien. Tal vez si das un paso atrás te des cuenta de que Rupert Murdoch es el propietario de HarperCollins, y entonces te digas: “¡Chico, esta es una organización que está haciendo todo tipo de cosas horribles en el mundo!” Pero cuando finalmente te fijas en los detalles, te darás cuenta de que son una panda de buenos tíos a los que les gusta su trabajo y que desean colaborar contigo. Siento lo mismo con Marvel. Creo que está formada por un grupo de buena gente. Tienen entusiasmo y son afectuosos, y eso me gusta. Sé que hay un montón de gente que los critica de forma legítima, pero también creo que las críticas se las suelen llevar cualquiera de las grandes corporaciones. No es que Marvel sea impecable, pero demonios, ¿qué compañía lo es?

RINGGENBERG: ¿Cómo surgió la línea Razorline?

BARKER: Surgió porque yo quería hacer una línea de superhéroes y pensé: “Bueno, ha sido bastante divertido hacer el material de Hellraiser, pero los superhéroes son lo que más me atrajo de los cómics al principio, y me encantaría poder añadir algo a ese panteón de personajes. Creo que dimos con una buena idea en el momento equivocado. En algún momento, a finales del verano pasado, me acerqué a la tienda de cómics más cercana y me pareció que había el doble de cómics que un mes antes. Me di una palmadita en la frente y me dije: “No es el mejor momento.” Así que hemos tenido que reagrupar y volver a pensar algunos títulos y expandir algunos otros. Vamos a presentar cuatro nuevos títulos a finales de este año, y alguno de ellos pasarán a formar parte del Universo Marvel. 
RINGGENBERG: ¿Cómo han ido las ventas?

BARKER: Te aseguro que no han sido tan buenas como me hubiese gustado. No sé cuáles serán las cifras, tampoco sé que es lo que se requería. Así que lo único en lo que pensé fue: “Bueno, sigamos adelante, pasémoslo bien y hagamos algunos buenos tebeos.” Marvel es una empresa que se mueve por las cifras de venta. ¿Y cómo podría no ser de esa forma? Como todo buen sistema capitalista, basa en ellas su existencia. [Risa sofocada.] Así que me dijeron: “Bueno, las cifras no son las que esperábamos.” Y les contesté: “Bien, de acuerdo, ¿qué es lo que necesitáis?” Los cómics ocupan una porción de mi tiempo más pequeña que la pintura, la escritura o las películas. Tiene que ser de esa forma. En parte porque no contribuyo directamente al resultado final de la obra. Simplemente suministro una mitología que luego los guionistas y dibujantes pueden desarrollar libremente. Y en parte porque, francamente, tampoco es que sean muy lucrativos. Hago películas y escribo libros, y con eso gano bastante dinero, y los cómics son como un hobby, me divierte estar involucrado y espero que algún día pueda encontrar algo que capture la imaginación del público de la misma forma que lo hizo Pinhead en el cine.

RINGGENBERG: Siempre he creído que la gente que consigue tener una gran idea en su vida es muy afortunada. 

BARKER: Es completamente cierto. Y si esa idea es Moby Dick, entonces es magnífico. Me refiero a que, ¡mierda! [Risas.] ¿No deberíamos tener todos un Moby Dick en nuestra vida?

RINGGENBER: ¡Eso espero!

BARKER: Creo que estoy intentando expresar lo que pienso de muchas formas diferentes. Definitivamente hay un tejido que conecta todas estas variadas actividades, incluso aunque se manifiesten de forma muy diversa. Las preocupaciones que subyacen en Ectokid o Hyperkind también se pueden encontrar enterradas profundamente en mis novelas. Son ideas sobre héroes y sobre la vida después de la muerte, sobre la responsabilidad, la transformación, y sobre la fuerza de la narrativa, etcétera. Son preocupaciones que los críticos pueden desgajar si quieren, o no hacerlo, como parece ser el caso, pero en este caso lo hago como entretenimiento personal. Por lo que creo que estas cosas surgen del mismo sitio, que es el deseo que tengo de contar historias y crear mundos. Puede que suene extraño, pero no me preocupan demasiado las cifras de venta. Me parece que si actúas de esa forma estás jugando al juego equivocado. Hay grandes películas, películas que adoro, que para nada fueron un buen negocio en su momento. Hay muchas, muchas películas horribles que han roto la taquilla. ¿Preferirías ser el responsable de una obra del señor Cronenberg o de una del señor Spielberg? Por supuesto, mi respuesta es el señor Cronenberg. ¿Prefieres ser el responsable de “Sólo en casa” o de “Eraserhead”? ¿Me entiendes? [Risa sofocada.] ¿Cuál era la pregunta? No te deberías preocupar tanto acerca de cómo puede funcionar algo en el mercado. Hay un montón de contables con ábacos que, por supuesto, se preocupan de ello por ti. Pero uno de los motivos de que no me compre Hollywood Reporter o el Variety es porque no quiero estar mirando todo el día lo bien que funcionó El Piano en lugar de Señora Doubtfire. La verdad es que El Piano es una película asombrosa, y por muy bien que la haya tratado la Academia, sigue siendo una buena película. Nadie debería ser manipulado por ese tipo de revistas. Porque puedes acabar enloqueciendo. Puedes acabar preocupándote por las cosas equivocadas. Me refiero a que debería ser tu elección. Deberías ver lo bien que te lo pasaste la última vez y lo bien que te lo vas a pasar la siguiente. Lo importante no debería ser medir con tus colegas creadores quién ha hecho más dinero. 

RINGGENBERG: Cuando estuviste trabajando en los títulos de la línea Razorline, ¿cuánto material creaste personalmente?

BARKER: Ideé las mitologías subyacentes de cada serie y a los personajes, y hablé con muchos de los creadores. Lo mismo hizo Malcolm, porque Malcolm y yo trabajamos juntos a lo largo de todo el proceso, para ayudar a darlo forma junto con la editorial. Junto con Marcus McLaurin, que editó las series, y con Carl Potts. Intentamos que la línea fuese un esfuerzo colaborativo. En cuanto a esta línea de cómics, creo que mi labor ha sido la impulsor inicial y que luego las cosas han seguido su propio camino. Una vez que las cosas han empezado a marchar, han seguido su propio rumbo. Me encanta observar a la gente mientras está creando. Hay algo muy placentero en ver a alguien pintando un cuadro, a alguien rodando, o a un buen actor trabajando. Quiero decir, a mí me encanta hacerlo. Y ver a los creadores, dibujantes, entintadores y guionistas hacer su trabajo y encontrar algún sitio desde el que empezar con la mitología que he puesto a su disposición supone todo un placer. Es algo que te levanta el ánimo. Los dibujantes tienen mucho glamour, aunque estén poco valorados. Es una combinación terrible. En nuestra cultura se piensa en el arte como si fuese un medio para conseguir riqueza sin fin, o algo que te hará alcanzar un nirvana visionario, raramente en las dos cosas a la vez. Creo que es una profesión con mucho glamour. La gente te dice: “Dios, eres escritor, tiene que ser magnífico.” Y yo les contesto: “Si, es algo verdaderamente magnífico, pero pásate 14 horas todos los días sentado frente al escritorio.” 

(Continuará)

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