Una serie de artículos que he ido escribiendo en facebook durante el confinamiento.
En los sketchs de "Spidey Super Stories" (una sección de The Electric Company, la serie de la CTW), te podías encontrar cualquier cosa de risa interpretada por un Spiderman encarnado por Danny Seagren, que llevaba un traje muy parecido al que se podía encontrar en cualquier tienda de disfraces de postín. El programa era un educativo y barato locurón infantil en el que aparecían los monstruos clásicos en diversas parodias, o donde se desarrollaban los clips del Short Circus, en el que los niños interpretaban canciones pop de una forma bastante estridente, así que el pequeño show de cinco minutos de Spiderman encajaba como un guante. Para empezar, Spidey a veces pensaba y hablaba con bocadillos que surgían de repente a su alrededor, y para continuar, la música que amenizaba el programa era en su mayor parte funk y psicodelia de la buena. Entre otros, Morgan Freeman o Bill Cosby se bregaron en el programa.
La Marvel de 1974, esa en la que estaban todo el santo día dándole al magín para ver cómo rebañar unos centavos más al consumidor a base de embutir pulp, terror y modas pasajeras de la cultura pop como el kung-fu o el Black Power en sus cómics, no podía dejar pasar la oportunidad de oro de producir un tebeo que invadiese los quioscos y se hiciese con el nicho de los niños. Los adolescentes, universitarios y coleccionistas ya tenían su Spiderman adulto, el de Gerry Conway y Ross Andru, pero según entendían los editores de Marvel, los niños también necesitaban al mismo héroe, eso sí, rebajando el tono de sus aventuras más trascendentales (muerte de la novia, dudas existenciales, lucha contra las drogas, la inevitabilidad de usar de forma altruista los poderes que la fortuna le había ofrecido), convirtiendo la colección en un desfile de mamporros que no hacían daño, divertido y ágil, y con diálogos chispeantes. El cómic recordaba más el humor, quizá involuntario, de los Batman y Superman de los cincuenta, que el de la Marvel que expelía tanta amargura y madurez. Al final, algún listo decidió que los 57 números que duró la serie de Spidey Super Stories habían transcurrido en Tierra-57780, pero en mi continuidad personal sucedían en la que sentimos más cerca los fans, la 616, y de ese burro ya no me baja nadie. Como SSS tenía 36 páginas sin relleno (anuncios), por lo general contenía un par de historias en sus páginas. En la primera de este ejemplar, Spiderman le echaba una mano a Ms. Marvel contra un químico apodado Mastermind que les intentaba frenar con armas tan peliagudas como refrescos capaces de adormecer. Durante la aventura también daría tiempo a hacer un alegato a favor del Día Internacional de la Mujer, pues la aventura transcurría durante la manifestación de 1979 en Nueva York. A continuación veíamos una breve anécdota coprotagonizada por el Hombre Imposible, donde se nos hablaba de su hogar natal, lleno de transformistas como él, y luego empezaban las carreras al estilo "slapstick" de Thanos con el Cubo Cósmico, aunque en una página previa se nos revelaba que el artefacto no era sino un invento de I.M.A. al que el Titán le echaba mano como si fuese un vulgar ladrón.
El episodio se titula "La Gata y el Cubo Cósmico", y como siempre, el lanzarredes colaboraba con un héroe en cada número, lo que me hace pensar si toda esta serie no estaría llena de sobrantes de otra colección muy parecida, Marvel Team Up, donde todas las ideas de bombero descartadas podían tener cabida. Pero... estoy divagando. Así que este peliagudo número está también protagonizado por Greer Nelson, La Gata, una de mis heroínas favoritas, pues siempre ha tenido muy mala suerte: su primer marido, el típico policía con malas pulgas fue asesinado, y luego la viuda se convirtió en una mujer gato de verdad, bautizándose como Tigra. En una viñeta panorámica vemos la acción ya empezada: el amante de la Muerte Thanos está peleando con la Gata mientras pilota un ingenioso helicóptero personalizado, una especie de Thanoscóptero (¿por qué no?), pero a Greer Nelson se le escapa el Cubo Cósmico de las garras, que cae en las calles de Nueva York, donde lo recogerá un niño. La Gata baja hasta el callejón y le pregunta al chico, Speedy, si ha visto el Cubo, porque con él se puede "hacer cualquier cosa". El chaval le responde con una mentirosa negativa y se queda tan ancho. Cuando la Gata se marcha, el chico saca el Cubo escondido en su gorra, y lo primero que desea es un helado de nata, que aparece en un visto y no visto. Como se ve, es un artefacto de poder tremebundo. En un extremo de la callejuela, Thanos acecha con intenciones aviesas. Mientras tanto, Mary Jane y Peter Parker están dando un paseo por Central Park, y se quedan patidifusos al ver la trifulca entre el gigante y el crío, enzarzados por culpa del Cubo: "¡No, no vas a quedarte el Cubo, ladronzuelo! ¡Pertenece a la Gata!" "Dámelo, mocoso". Como Mary Jane tiene un par de ovarios, le grita al asesino de masas: "¡Métete con alguien de tu tamaño!" De repente, aparece la Gata y se enfrenta a Thanos, que enarbola maliciosamente el Cubo. Peter Parker desaparece y "de repente" aparece Spiderman. Thanos no tiene otra ocurrencia que materializar un perro gigante para detener a la heroína. Entre ella y Spidey derrotan al perro, que pone patas en polvorosa. Al final, Speedy pilla el Cubo y ordena a la hierba del parque atrapar y atar a Thanos, con lo que salva el día. Cuando por fin se deja ver Peter con la manida excusa de que ha ido a avisar a la policía, Mary Jane apostilla: "Como siempre, te has perdido toda la acción". Seguro que lo toma por un cobarde. Thanos es conducido esposado hacia un coche de policía. Así aprenderá. Seguro que en la cárcel le da tiempo a reflexionar lo que significa comportarse en Sociedad. Por mucho que su razón de ser sea la misma que la de Donald Trump, exterminar a la mitad de la población, también hay que aprender a ser un demócrata. El peculiar guión es de David Anthony Kraft, y el dibujo de Win Mortimer, pero estos cómics Marvel no se han reeditado nunca en su país de origen, y tampoco (aunque no estoy del todo seguro) se han podido ver publicados en España.
En los sketchs de "Spidey Super Stories" (una sección de The Electric Company, la serie de la CTW), te podías encontrar cualquier cosa de risa interpretada por un Spiderman encarnado por Danny Seagren, que llevaba un traje muy parecido al que se podía encontrar en cualquier tienda de disfraces de postín. El programa era un educativo y barato locurón infantil en el que aparecían los monstruos clásicos en diversas parodias, o donde se desarrollaban los clips del Short Circus, en el que los niños interpretaban canciones pop de una forma bastante estridente, así que el pequeño show de cinco minutos de Spiderman encajaba como un guante. Para empezar, Spidey a veces pensaba y hablaba con bocadillos que surgían de repente a su alrededor, y para continuar, la música que amenizaba el programa era en su mayor parte funk y psicodelia de la buena. Entre otros, Morgan Freeman o Bill Cosby se bregaron en el programa.
La Marvel de 1974, esa en la que estaban todo el santo día dándole al magín para ver cómo rebañar unos centavos más al consumidor a base de embutir pulp, terror y modas pasajeras de la cultura pop como el kung-fu o el Black Power en sus cómics, no podía dejar pasar la oportunidad de oro de producir un tebeo que invadiese los quioscos y se hiciese con el nicho de los niños. Los adolescentes, universitarios y coleccionistas ya tenían su Spiderman adulto, el de Gerry Conway y Ross Andru, pero según entendían los editores de Marvel, los niños también necesitaban al mismo héroe, eso sí, rebajando el tono de sus aventuras más trascendentales (muerte de la novia, dudas existenciales, lucha contra las drogas, la inevitabilidad de usar de forma altruista los poderes que la fortuna le había ofrecido), convirtiendo la colección en un desfile de mamporros que no hacían daño, divertido y ágil, y con diálogos chispeantes. El cómic recordaba más el humor, quizá involuntario, de los Batman y Superman de los cincuenta, que el de la Marvel que expelía tanta amargura y madurez. Al final, algún listo decidió que los 57 números que duró la serie de Spidey Super Stories habían transcurrido en Tierra-57780, pero en mi continuidad personal sucedían en la que sentimos más cerca los fans, la 616, y de ese burro ya no me baja nadie. Como SSS tenía 36 páginas sin relleno (anuncios), por lo general contenía un par de historias en sus páginas. En la primera de este ejemplar, Spiderman le echaba una mano a Ms. Marvel contra un químico apodado Mastermind que les intentaba frenar con armas tan peliagudas como refrescos capaces de adormecer. Durante la aventura también daría tiempo a hacer un alegato a favor del Día Internacional de la Mujer, pues la aventura transcurría durante la manifestación de 1979 en Nueva York. A continuación veíamos una breve anécdota coprotagonizada por el Hombre Imposible, donde se nos hablaba de su hogar natal, lleno de transformistas como él, y luego empezaban las carreras al estilo "slapstick" de Thanos con el Cubo Cósmico, aunque en una página previa se nos revelaba que el artefacto no era sino un invento de I.M.A. al que el Titán le echaba mano como si fuese un vulgar ladrón.
El episodio se titula "La Gata y el Cubo Cósmico", y como siempre, el lanzarredes colaboraba con un héroe en cada número, lo que me hace pensar si toda esta serie no estaría llena de sobrantes de otra colección muy parecida, Marvel Team Up, donde todas las ideas de bombero descartadas podían tener cabida. Pero... estoy divagando. Así que este peliagudo número está también protagonizado por Greer Nelson, La Gata, una de mis heroínas favoritas, pues siempre ha tenido muy mala suerte: su primer marido, el típico policía con malas pulgas fue asesinado, y luego la viuda se convirtió en una mujer gato de verdad, bautizándose como Tigra. En una viñeta panorámica vemos la acción ya empezada: el amante de la Muerte Thanos está peleando con la Gata mientras pilota un ingenioso helicóptero personalizado, una especie de Thanoscóptero (¿por qué no?), pero a Greer Nelson se le escapa el Cubo Cósmico de las garras, que cae en las calles de Nueva York, donde lo recogerá un niño. La Gata baja hasta el callejón y le pregunta al chico, Speedy, si ha visto el Cubo, porque con él se puede "hacer cualquier cosa". El chaval le responde con una mentirosa negativa y se queda tan ancho. Cuando la Gata se marcha, el chico saca el Cubo escondido en su gorra, y lo primero que desea es un helado de nata, que aparece en un visto y no visto. Como se ve, es un artefacto de poder tremebundo. En un extremo de la callejuela, Thanos acecha con intenciones aviesas. Mientras tanto, Mary Jane y Peter Parker están dando un paseo por Central Park, y se quedan patidifusos al ver la trifulca entre el gigante y el crío, enzarzados por culpa del Cubo: "¡No, no vas a quedarte el Cubo, ladronzuelo! ¡Pertenece a la Gata!" "Dámelo, mocoso". Como Mary Jane tiene un par de ovarios, le grita al asesino de masas: "¡Métete con alguien de tu tamaño!" De repente, aparece la Gata y se enfrenta a Thanos, que enarbola maliciosamente el Cubo. Peter Parker desaparece y "de repente" aparece Spiderman. Thanos no tiene otra ocurrencia que materializar un perro gigante para detener a la heroína. Entre ella y Spidey derrotan al perro, que pone patas en polvorosa. Al final, Speedy pilla el Cubo y ordena a la hierba del parque atrapar y atar a Thanos, con lo que salva el día. Cuando por fin se deja ver Peter con la manida excusa de que ha ido a avisar a la policía, Mary Jane apostilla: "Como siempre, te has perdido toda la acción". Seguro que lo toma por un cobarde. Thanos es conducido esposado hacia un coche de policía. Así aprenderá. Seguro que en la cárcel le da tiempo a reflexionar lo que significa comportarse en Sociedad. Por mucho que su razón de ser sea la misma que la de Donald Trump, exterminar a la mitad de la población, también hay que aprender a ser un demócrata. El peculiar guión es de David Anthony Kraft, y el dibujo de Win Mortimer, pero estos cómics Marvel no se han reeditado nunca en su país de origen, y tampoco (aunque no estoy del todo seguro) se han podido ver publicados en España.
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